DESDE EL JARDÍN

La nube entre sollozos lloró sobre la hierba�
Omar Jayam

Donde abunda el silencio,
otra vez nos contemplo, amada mía,
ciñendo tu cintura,
allí donde el follaje y su perfume
acaricia un ensueño.
Y luego en la pasión hacia el vacío.
Susurrones aromos celebrando
y en el lecho deseado,
glicinas y jazmines y aleluyas.
¡Qué feliz fue ese instante, dulce mía,
naciéndonos de luna
y estrellas y rocío
brillando en tus pupilas de infinito!
¡Oh, crecida marea voluptuosa
mostrando tu belleza de doncella!
La noche ya se agrava rigurosa
y un halo de misterio
ahonda en tu mirada que se aleja,
para siempre perdida.
Para siempre.

DESEO FINAL

Antes de que el viento otoñal
desprenda de los árboles sus últimas hojas
antes de que las sombras
depositen su manto sobre mi ser
antes de que la vida
obedeciendo a la muerte
se aparte de mis dedos.
Antes de que el eco de estas palabras
brotadas de la secreta rebeldía
sean devoradas por el tiempo
antes
mucho antes de que el impúdico siglo
mecanizado arrase con todo
dejen que yo también cumpla
mi postrer deseo
y deposite mi alma
en manos de la mismísima nada

DISTANCIAS

Un día que ya he vivido regresaré a mi pueblo
para encontrarlo vacío
de amigos y de flores.
Las casas serán distintas,
más viejas y resignadas.
Me miraré en sus calles
y seré otro,
de otro tiempo.
Una hoja que el otoño le arrancará a un árbol
se pegará bajo mi pie
como el recuerdo de mis días felices.

Como el recuerdo de mis días felices
se pegará bajo mi pie
una hoja que el otoño le arrancará a un árbol
de otro tiempo
y seré otro.
Me miraré en sus calles.
Más viejas y resignadas
las casas serán distintas.
De amigos y de flores,
para encontrarlo vacío,
un día que ya he vivido regresaré a mi pueblo.

EL SER FILOSÓFICO

Nadie tiene certeza
de aquello que en la vida le fue dado;
con tan pocos recursos
imposible pensar el Universo.

Apenas un reflejo
del otro que quizá ya se ha borrado;
aferrado a sus huesos
el hombre se refugia en su intemperie.
¡Cuántas nubes y rosas
y libros al alcance de la mano!

Entre hojas otoñales
la tarde se deshace en su silencio;
otro sol que se hunde
en un triste crepúsculo de cobre.
Qué breve dura todo
y el tiempo no te alcanza.

EL SUEÑO DE BORGES EN GINEBRA

Reposa silencioso ya en el lecho
sin dar igual reposo a la memoria;
se entretiene buscando alguna historia,
las manos enlazadas sobre el pecho.
En el concepto acaso meditando
o en la pura y preciosa fantasía;
allá muy lejos, donde nace el día,
con sus ojos sin luz está mirando.
¿Piensa en la patria? ¿Rememora amigos?
No sabemos. La noche ya se aleja.
El cielo es un espejo que refleja
su sueño en otro sueño, sin testigos.
Cumplida esa labor que tanto amaba
al fin llega la calma que esperaba.

I

Porque somos la nada indescifrable
la niebla de los años nos destruye.
Cada instante es aliento que arde o huye
obstinado, tenaz, inseparable.
El tiempo es tu verdugo. El lamentable
descenso de la vida hacia la muerte;
y nadie evitará la última suerte
de transferir su hondura inapelable.
Las luces generosas de los días
te salvan por momentos del fracaso
para encender algunas alegrías.

Y la tierra te aguarda con su abrazo
de poderosa madre recobrada.
Aprende de tu nada la otra Nada.

II

Amar es encontrar en este mundo
el mensaje secreto de quien ama;
es sentir que otra savia nos reclama,
de un sueño hacia otro cielo más profundo.
Amar es encender en la ternura
la lacerante hoguera que nos llama,
y gozar el calor, quemar la rama,
el espanto, la dicha o la locura.
Amar es recordar, siempre, constante,
las manos y los labios del encuentro
y sentirse inseguro, naufragante,
cobarde, desgajándose por dentro.
Amar es la caricia que acontece
cuando un beso los ojos estremece.

III

Se van los días con un aire ausente,
muy adentro de mí la vida pasa;
decidida y feroz vuelve y arrasa.
Qué anuncio cruel este vivir presente.
Pasó el ayer, y solo está el mañana,
que no es, pero será sueño soñado.
Terrible es el aquí, y el hoy dejado
un andar que a la muerte nos hermana.
Rotunda procesión de cada instante
por el sendero de tapiadas horas;
súbita soledad que es permanencia
de sombras. Pavor triste y desolante.
Oh, turbulento tiempo que devoras
y me robas la vida. Sin clemencia.

FRAGMENTO DE OTOÑO

Amor es una guerra de tormentas
y el amar implacable.
Con los sueños fugaces ya perdidos
sellamos juramento
y otra luna se esconde sin tu abrazo.

Como bandera herida,
como tigre de espanto ante el abismo,
mi amor es esa sombra
aferrada a tus besos
trepando por la piel hasta la sangre.

Amor es un fantasma sin mañana
detenido en las horas,
que arrasa el corazón con una llama
y mata de agonía ante el espejo.
Es un caudal de furia;
destino que acontece sobre el viento.

¡Oh, infinito vacío que penetra
oscuro entre paredes solitarias
y revive de ayeres!
¿Con presagios de invierno,
cuánto te amé para dolerme el alma?

Vendaval de mis horas que arrincona.
No soporto esta noche
enfrentarme a mí mismo sin tu amor.

Aquí, solo este instante,
y muy leve en la tierra, desolado,
mis ojos a lo alto,
buscando tu mirada de azul epifanía
y acaso ese milagro.

LA NOCHE DEL SOMBRÍO

Vacilante y herido,
detenido en la espera de un instante,
urdiendo sus miserias,
mi cuerpo como un fuego incontenible
tan solo persistiendo,
ardido en tus comarcas.
Como la espuma herida,
tiritando de olvido hacia una playa,
yo me acecho incesante
en diurnas magnitudes de tus piernas.
¡Oh, formas prodigiosas de tu cuerpo
donde leo el destino!

Tu pelo en soledad, incontenible,
de espesura nocturna
jugando con tus hombros de princesa.
Y tu boca y tus dientes como soles
y como estrellas tus profundos ojos
anegando de lirios
mi perdida libertad de caminante.

¿Y hacia dónde el regreso?
No quiero para mí tanta desgracia.

LEJANÍAS

“A fugitivas sombras doy abrazos…”.
FranciscO de QuevedO

I

Soñando con los dones de este mundo
salí una tarde a caminar los días,
el bosque de la vida.

La lluvia inesperada aquí me trajo.
He vuelto con mi sombra
al sitio donde nadie
precisa su sombra.

II

Amanece despacio.
Un parpadeo de nubes
y el alma resucita.
Bajo la enredadera
anida el canto de fugaces pájaros.

Ya nace la mañana.
Va la mano del día dibujando
con su trazo la torre de la iglesia.

III

Hoy no tienen distancias
los pasos que regresan.
Trajo el tiempo su espada,
su larga rama oscura de vacío,
y entre tantos inviernos que golpearon
llegó a mi corazón la sombra hiriente.

Vuelve mi soledad
y de tu boca el beso.
Ya no cuenta el andar para este errante
y volver es morir,
una breve ilusión de llanto y lluvia.

IV

De aquellos que pasaron
por estas mismas calles
eres solo el olvido.

Tal vez una ternura
te ha de buscar perdida en el jardín.
Ya no hay ni esa palabra para borrar el tiempo.
Tu vida es la ceniza de los otros.

V

Floridas y terrestres,
cegando con paredes encaladas,
las casas buscan enlazarse al cielo.
Abren sus transparencias
de torres y buhardillas.
Con su siembra de sol sobre las calles,
asoma azul el día victorioso.

VI

La casa no es mi casa sino espejo
de borrosos momentos que se fueron

ODA A LA INVENCIBLE

¿Qué hacer con las palabras
cuando firmes
golpean
a tu puerta
y el insomnio
ha vencido?
¿Tomarlas en la mano,
atrincherarlas,
darlas vuelta,
pisarlas,
echarlas a volar
o sepultarlas?

¿Qué hacer con las palabras
cuando amanece despacio
y la diosa de la aurora
cruza el cielo
volando
entre las nubes?

Radiante en una rosa,
la gota de rocío
ha despertado,
un orbe de misterio
te rodea
y el alma,
el corazón,
toda esta brisa
como un puro milagro
hacia el poema.

PABLO NERUDA

Desde cada mañana el horizonte
y un anuncio de pájaros traías.
Andabas entre inviernos y alboradas
librado a la delicia,
viajero solitario de la lluvia.

¡Qué verdor extendido
tu asombrado mirar
celebrando esplendores!
Yo evoco la ofrecida
hondura de tu afecto,
el cielo de Isla Negra,
y luego para siempre tu poesía
acariciando, Pablo, todo.

PUNTOS SUSPENSIVOS

No preguntes quién es el que ha llegado
ni llames por un nombre,
saluda simplemente a cada hoja
caída del otoño,
al manso anochecer que se avecina,
tu tiempo irreversible.

Ahí está lo que fue,
el cruel soplo de antaño,
insólito eslabón de una cadena,
tanta suma de ausencias.
Los años que pasaron
son chispas que se encienden
y siempre tus pecados. ¿Dónde ir
si nada disimulas entre nubes?

¿En tu puro vagar desconcertado
volverás por ventura
a ser el inocente de tu infancia,
y luego en tu silencio
al ansiado regazo de tu madre?
Con pasos que sofocan,
fatal hacia el confín de tu destino,
tan serena la tarde,
en sombras te reclama,
y amparado en un sueño,
en la tierra de nadie te sorprendes,
histrión incorregible,
actuándote a ti mismo;
el arte es tu mentira verdadera.

Galeote de Odiseo en la tormenta,
de gran perseguidor
te conviertes de pronto en perseguido.
Tú mismo ante tú mismo
en aguas de un reflejo que se enturbia.

TRÁNSITO PESADO

Cansancio cansancio cansancio
de caminar
adentro de mí mismo.

ÚLTIMO PASO

Tu rostro ante el espejo no es el mismo
la noche lo ha cambiado.
¿Quién es este que eres y que ocultas
a los ojos de todos y de ti?
¿Qué muerte representas en la vida?
¿Nostalgias de futuro,
todavía?
La esperanza mayor es el olvido;
cumplido tu destino,
cuánta historia de ti se va borrando.
Otra lluvia cayendo sobre el mar;
el hilo de Laquesis
ya gastado
y esa absurda costumbre que te lleva
a soñar
y mirarte por adentro.
Perplejo ante palabras
que no encuentran respuestas,
resignado,
muy vestido de prisa,
sin sombra a tu costado,
eres el que se va
sin saber el por qué
ni el para qué.