CORTÁZAR, JULIO
1950 AÑO DEL LIBERTADOR, ETC.

Y si el llanto te viene a buscar…
De un tango

Y si el llanto te viene a buscar
agárralo de frente, bebé entero
el copetín de lágrimas legítimas.
Llorá, argentino, llorá por fin un llanto
de verdad, cara al tiempo
que escamoteabas ágilmente,
llorá las desgracias que creías ajenas,
la soledad sin remisión al pie de un río,
la culpa de la paz sin mérito,
la siesta de barrigas rellenas de pan dulce.
Llorá tu infancia envilecida por el cine y la radio,
tu adolescencia en las esquinas de hastío, la patota, el amor
sin recompensa,
llorá el escalafón, el campeonato, el bife vuelta y vuelta,
llorá tu nombramiento o tu diploma
que te encerraron en la prosperidad o la desgracia
que en la llanura más inmensa te estaquearon
a un terrenito que pagaste
en cuotas trimestrales.

A LA ESPERANZA

Alarga tus patitas enguantadas, esperanza yerta.
Enciende un fósforo: caliéntate. Te alcanza.
Después contemplaremos nuestros rostros
y pensaremos: cómo
ha cambiado.

Creíamos
uno en el otro. Ves, no se debe.
Estira tus manitas frías, esperanza.

Nada que hacer, el fósforo se apaga.

AFTERMATH

Dime por qué todavía te deseo, por qué tu nombre vuelve
como el hacha a la herida en una amarga visitación de
medianoche,
a la vera de un campo funerario donde las larvas
multiplican
húmedas babas, recuento interminable de torpezas,
dime desde esa nada donde ahora te atrincheras, dime
por qué me basta componer un mecanismo elemental de
sílabas,
discar en el cogollo de la niebla las cifras de tu nombre
para que solitariamente
me agobie la esperanza de una menuda migración de dedos
por mi pelo,
de una fragancia en donde habita el musgo.

AUMENTA LA CRIMINALIDAD INFANTIL EN LOS
ESTADOS UNIDOS

(Según informa la prensa)

Una moneda cae cara o cruz
como la cruz cae Cristo o los ladrones,
como la cara cae gracias o sombra,
como la luna cae estatua o perro,
y el pie de ese deslinde
vela la Gran Costumbre.

La Gran Costumbre con capucha de avestruz vela al pie del
deslinde
para que una moneda caiga siempre cara
y toda cara siempre sombra caiga,
para que toda cruz sea Cristo,
para que el pie no salga de su huella vela la Gran
Costumbre,
vela con largos dientes colgando sobre el labio cuneiforme,
baskerville, elzevir: el Código, ese nombre
del hombre vuelto Historia.
-Salud, maravillosos niños norteamericanos
llamados a lavar la lepra hereditaria,
irrumpiendo en la sala cuando el padre y la madre miraban
la TV
con una sana, perfecta puñalada, con un fierrazo en las
cabezas
donde Kolynos o Goodyear vaciaban sus gusanos de
manteca podrida.
Saludo a Mervyn Rose, a Sandy Lee, a Roy McCall, a Dick
pecoso y sucio,
y a Lana Turner junior, capaz de hacer lo que no hará la
silla eléctrica.
Saludo a Mervyn Rose, a Sandy Lee, a Roy McCall, a Dick

Legítima defensa, muchachito, están tratando de violarte, te
acorralan
con un bozal de enciclopedias, promoción, y De Soto,
con el dentífrico perfecto, el telegrama en fórmula de lujo,
con discos de Sinatra o del Cuarteto Húngaro,
vé, gánales de mano,
no te vendo palabras, mátalos de verdad para que vivan,
quiero decir: arráncalos de cuajo,
haz pedazos la rueda de las ruedas, destruye a escupitajos
una historia
que masturba sus monos al ritmo de las máquinas de Time,
que entroniza princesas de ruleta católica,
que engendra putas que despreciarlas desde el lecho
legítimo
con un desprecio que irá jamás a un almirante o a un
obispo.
Oh niños asesinados, oh salvajes antorchas
fulminando a las tías comedoras de estampas y pantallas
floreadas,
a los abuelos con medalla de honor en la
entrepierna,
a los papás que pontifican experiencia,
a las mamás que cosen los botones con aire de martirio.
Una lata de nafta, un fósforo y se acaba: la hoguera es una
rosa,
la noche de San Juan empieza, hosanna!

Mientras se viva así, en la Gran Costumbre,
mientras la historia siga su cópula gomosa con la Historia,
mientras el tiempo sea hijo del Tiempo
y preservemos las podridas efemérides
y los podridos héroes de desfile,
las caras serán sombra,
las cruces serán Cristo,
y la luz el amargo kilowatio, y el amor
revancha y no leopardo.

(Algunos, pocos, viven desacostumbrándose.
Los matan a montones, pero siempre
hay alguno que escapa,
que espera a la salida de la escuela
para alentar al colegial de ojos de hielo
y regalarle un cortaplumas.)

CANADA DRY

Sé que me acordaré de un cielo raso
donde las manchas de humedad eran un gato, un número,
una mano cortada.

Sé que me acordaré del ruido
de un water en alguna habitación lejana del hotel,
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.

Chacun ses madeleines, chacun ses Albertines.

Serás por siempre imán de imágenes,
las más turbias y vanas me traerás con el gesto
que en la caliente oscuridad del cuadro
era encender los cigarrillos del hartazgo,
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
las más pequeñas turbias cosas,
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.

Tan sólo compartimos los bares y las calles
antes de amarnos contra los espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo?

Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato
en el mismo bolsillo donde llevo esa vida
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,
el baño está ahí al lado,
yo fumaré esperándote,
empezaremos otra vez. El cielo raso
dibuja un gato, un número, una mano cortada.

CHATTERTON

La esperma del ahorcado, un ágata, el ojo salaz del basilisco,
cómo a través del pomo que figura una lágrima hipócrita
se ve flotar en tanta imagen la luz violeta del crepúsculo.
Irrisorio nepente que beberé para engendrar
la versión que algún día se aliará con mi nombre.
Habré mentido hasta el final, esta última flaqueza
que dejará en mi boca su amarga flor de espino?
¡Oh mi verdad, pequeña luna entre los dedos,
incomprensible fábula secreta!

Me encontrarán, me lavarán, me enterrarán silbando.
Perdonad si no ayudo,
poco tendré que ver con esos ritos.
Soy mi primer historiador, juglar de ausencias. ¿Quién
podría acusarme
otra vez de falsario? Ya no es falso
esto que se confunde con los otros fantasmas; una niñez,
un reino, una poesía,
una mujer que juega con su anillo.

Alza entonces la copa, Thomas Rowley, bebamos
esta demostración perfecta de inocencia.

CRUCIFIXIÓN

Tanta sed que el agua hubiera sido
sucedáneo de Dios en ese instante.
Tanto el dolor como el clamor quemante
a cada descender de pecho herido.

Y el corazón latiendo, con latido
tenaz y mantenido y delirante,
reloj trizando tiempo agonizante,
matando en más vivir lo prometido.

Jesús alzó los ojos hasta el cielo
y halló tan sólo un resplandor de hielo
tras el cual se escondía indiferencia;

y comprendió el porqué de ese latido
prolongado en el ansia del gemido,
y comprendió el porqué de su presencia.

Seudónimo: JULIO DENIS

DADORA DE LAS PLAYAS

De tus muchísimos amantes guardas destrezas, inesperados
sesgos,
caprichos repentinos y falsas negativas que una sonrisa
desmantela,
quizá la intermitencia de unos ojos hincados en el goce
y bruscamente, sin aviso, esa obstinada negativa a abrir los
párpados,
no sé, cosas esquivas, cambios que remontan a gustos
superpuestos,
a músicas distintas, a tantos bares donde diferentes manos
te leyeron
y donde diferentes nombres entraron en tu alerta
indiferencia
de pasajera, de indescifrable francotiradora.
A mi vez dejaré en tu piel la huella de estas ceremonias,
de hábitos definidos, de maneras y de ángulos,
oh arena donde tantos arquitectos levantaron sus torres y
sus puentes
para que el viento los llevara mientras tú te volvías al
malecón o al bar
virgen a tu manera, la manera mejor y más hermosa de ser
virgen,
dadora de las playas para los nuevos juegos.

DIOS DE LOS CUERPOS

�…toma estos dardos que te aseguran
el dominio sobre todos…�
OVIDIO, Metamorfosis, V.

Eres el dios de los cuerpos, das y quitas la miel del abrazo
más hondo,
gozas en nuestro grito, en el ascenso paulatino a la delicia
para flotar después en el reposo,
medusa a medio sueño entre el agua y el sol.

Pero también esperas
en el verbo, eres entonces más temible,
te agazapas detrás de cada nombre, y cuando
regresa del olvido una palabra que decíamos
entre besos o lágrimas o Londres,
oh el más amargo de los amos, cómo clavas
tu dardo de infinitas espumas en mitad de mi vientre,
tus uñas de tortura en plena boca!

No puedo decir noche, decir lágrimas,
echar el vuelo la paloma de su nombre en los tejados de
París,
repetir su murmullo de colmena,
ser en sus dulces sílabas el viento y la campana,

porque también está ahí con tus mastines y tus águilas,
única realidad de tanto olvido y tanto tiempo,
el amo con su risa de mármol contra el cielo,
su sexo cenital y su nocturna espalda.

EL CENOTAFIO

Hermano de mí mismo,
espía sin halago, pero al final cediendo
a la dulce moneda de la sangre
al falso centinela del espejo.
No estoy del todo aquí donde me hablo.
Creo que me dejé en Chile y en Roma,
en Stevenson, en músicas y voces,
en un sauce de Banfield, en los ojos
de una perra que quise, en dos
o tres amigos muertos.
Esto que queda vive,
pero sabe que la urna está vacía.

EL GRAN JUEGO

Entiendo ya algunas figuras
pero no sé qué es la baraja,
qué anverso tiene esa medalla
cuyo reverso me dibuja.

En la otra cara de la luna
duermen los números del mapa;
juego a encontrarnos en esas cartas
que ciegamente son mi suma.

De tanta alegre insensatez
nace la arena del pasaje
para el reloj de lo que amé,
pero no sé si la baraja
la mezclan el azar o el ángel,
si estoy jugando o soy las cartas.

EL POETA PROPONE SU EPITAFIO

Por haber mentido mucho ganó un cielo
mezquino, a rehacer todos los días.
Por ser traidor hasta con la traición, lo amaban
las gentes honorables.
Exigía virtudes que no daba
y sonreía para que olvidaran.
No vivió. Lo vivían, un cuerpo despiadado
y una perra sedienta, Inteligencia.
Por no creer más que lo bello, fue
basura entre basuras,
pero miraba todavía el cielo.
Está muerto, por suerte. Ya andará
algún otro como él.

EL SUEÑO

El sueño, esa nieve dulce
que besa el rostro, lo roe hasta encontrar
debajo, sostenido por hilos musicales,
el otro que despierta.

ENSAYOS DE POESÍA PERMUTANTE

VIAJE INFINITO

para el que con su incendio te ilumina,
cósmico caracol de azul sonoro,
blanco que vibra un címbalo de oro,
último trecho de la jabalina,

la mano que te busca en la penumbra
se detiene en la tibia encrucijada
donde musgo y coral velan la entrada
y un río de luciérnagas alumbra,
sí, portulano, fuego de esmeralda,
sirte y fanal en una misma empresa
cuando la boca navegante besa
la poza más profunda de tu espalda,

suave canibalismo que devora
su presa que lo danza hacia el abismo,
oh laberinto exacto de sí mismo
donde el pavor de la delicia mora

agua para la sed del que te viaja
mientras la luz que junto al lecho vela
baja a tus muslos su húmeda gacela
y al fin la estremecida flor desgaja.

HOMENAJE A ALAIN RESNAIS

tras un pasillo y una puerta
que se abre a otro pasillo, que
sigue hasta perderse

desde un pasaje que conduce
a la escalera que remonta
a las terrazas

donde la luna multiplica
las rejas y las hojas

hasta una alcoba en la que espera
una mujer de blanco
al término de un largo recorrido

más allá de una puerta y un pasillo
que repite las puertas hasta el límite
que el ojo alcanza en la penumbra

por un zaguán en el que hay una puerta
cerrada, que vigila un hombre
en una operación combinatoria
en la que el muerto boca abajo
en otra indagación que recomienza

ante un espejo que denuncia
o acaso altera las siluetas

HOMENAJE A MALLARME

donde la boca que te busca
sólo te encuentra si está sola
bajo las crueles amapolas
de esa batalla en plena fuga

y el juego en el que cada espejo
miente otra vez lo ya mentido,
y con los ecos del vacío
tañe la música del tiempo

para que el ojo enajenado
vea en la flor un mero signo
allí donde cualquier camino
devuelve al mismo primer paso
como el caballo que denuncia
con el terror frente a su sombra
el simulacro de esa forma
que el hombre viste de hermosura

LA PATRIA

En París en 1955

Esta tierra sobre los ojos,
este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más debajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo
banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.

Pobres negros.

Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas,
escribanos,
centrofowards, livianos, Fangio solo, tenientes
primeros, coroneles, generales, marinos, sanidad,
carnavales, obispos,
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en pelea,
si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.

Liquidación forzosa, se remata hasta lo último.

Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano,
mientras las viejas lloran en el velorio, anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las
manos.

Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de
Mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.

Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distinta, fuga.
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos.
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisco, de un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche.

LOS CORTÁZAR

Qué familia, hermano.
Ni un abuelo comodoro, ni una carga
deca
balle
ría,
nada, ni un cura ilustre, un chorro,
nadie en los nombres de las calles,
nadie en las estampillas,
minga de rango,
minga de abolengo,
nadie por quien ponerse melancólico
en las estancias de los otros,
nadie que esté parado en mi apellido
y exija de la estirpe
la pudorosa relación: �Aquel Cortázar,
amigo de Las Heras…�
Ma qué Las Heras,
no tuvimos a nadie, ni siquiera
en Las Heras (la Penitenciaría
que ya tampoco existe, me contaron).
Qué suerte tienen los caballos:
Póker Compadrón II
Minnesota
Escritor
Se viene
Chela Marinera

Y así consecutivamente

MENÉALO MIRA HACIA LAS TORRES

Las manos que quiero torpes de una nodriza troyana
lavan sus muslos, y el dorado correr de su garganta esta
noche,
a la hora en que una esclava de ojos viles
alza un espejo sediento hacia su rostro.
Cunden las flautas del festín de los hombres, el recuento
de los fastos. El aire es un yelmo en estas sienes, pero bajo
las tiendas
ronca el olvido. Sólo yo soy un puente.

Ahora humillan las antorchas, y una apagada lumbre dejan
para su noche.

Helena alisa
la piel de león que incendia el tálamo
y crece como un humo de ámbar.
La caracola de su cuerpo bebe el eco
de los pasos de Paris en la torre. Afuera sigue
el tiempo en las murallas.

Y yo, esta negra ráfaga
que me arrasa los ojos, este fantasma inútil
sólo capaz de ir hasta ellos a mezclarse
llorando en su maraña de caricias.

MILONGA

Extraño la Cruz del Sur
cuando la sed me hace alzar la cabeza
para beber tu negro vino medianoche.
Y extraño las esquinas con almacenes dormilones
donde el perfume de la yerba tiembla en la piel del aire.

Comprender que eso está siempre allá
como un bolsillo donde a cada rato
la mano busca una moneda el cortapluma el peine
la mano infatigable de una oscura memoria
que recuenta sus muertos.

La Cruz del Sur el mate amargo.
Y las voces de amigos
usándose con otros.

1950

NAUFRAGIOS

Dibujo de tu voz en la orilla del sueño,
arrecifes de almohada con ese olor a costa próxima
cuando los animales echados en la cala, las criaturas de
sentina
huelen la hierba y por los puentes trepa un temblor de piel
y de gozosa furia.

Entonces me sucede no conocerte, abrir el ojo de esa
lámpara
que rechazas cubriéndote la cara con el pelo,
te miro y ya no sé
si una vez más asomas de la noche
con el dibujo exacto de esa otra noche de tu piel,
con el vientre alentando suavemente,
abandonada apenas en nuestra playa tibia
por un liviano golpe de resaca.

Te reconozco, subo por el perfume de tu pelo
hasta esa voz que nuevamente solicita, contemplamos
al mismo tiempo la doble isla en la que somos
náufragos y paisaje, pie y arena,
también tú me levantas de la nada
con el errar de la mirada por mi pecho y mi sexo,
la caricia que inventa en mi cintura su galope de potros.

En la luz eres sombra y yo soy luz, soy la luz de tu sombra
y tú echada en las algas finges la sombra de mi cuerpo,
repetimos nocturnos la aventura del sol
cuando su angosta frente hiere los pedernales y proyecta
como un fragor de hueco al otro lado, un territorio
que inútilmente embiste y ambiciona.
¡Oh sombra de mi luz, cómo alcanzarte,
cómo envainar este relámpago en tu noche!

Entonces hay un sigiloso instante
en que los ojos buscan en los ojos un vuelo de gaviotas,
algo que es órbita y señuelo, una consagración y un
laberinto de murciélagos,
lo que en la oscuridad surgía como plañer tanteando,
una piel que se enfriaba y descendía, un ritmo roto,
se vuelve convivencia, santo y seña, arranque
del viento que se estrella contra la vela blanca,
el grito del vigía nos exalta,
corremos juntos hasta que la cresta
de la ola cenital nos arrebata
en una interminable ceremonia de espumas,

y recomienzan lo naufragios, la lenta natación hacia las
playas,
el sueño boca abajo entre medusas muertas y cristales de
sal donde arde el mundo.

ORACIÓN

Descúbreme el contorno que, escondido
espera tras las luces del diamante,
en la equívoca risa de mi amante
y en el colapso del amor bebido.

Dame. Vivir, la fiebre del herido
que rompe sus sollozos en bramante,
para extraer un ritmo agonizante
y hacerlo seminario del latido.

Quiebra mis huesos y húndeme en las heces
donde dice el gusano su misterio
y esboza su nacer la sementera;

quiero saber. Enigma, por qué creces,
quiero ser, en mí mismo, el cementerio
donde se pudra Dios, cuando me muera.

Seudónimo JULIO DENIS

POEMA

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se fuegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de
cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas
que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo
que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se
disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo
lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es
también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

POEMA

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se fuegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de
cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas
que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo
que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se
disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo
lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es
también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

TUMBAS ETRUSCAS

Una postrera vanidad retiene estas figuras,
esta aterida terracota que los túmulos
han protegido de los vientos y las hordas.
La esposa y el esposo,
el perro fiel, el cántaro,
los dones para el lento itinerario
(hacia oriente bogando luminosos,
que no ceda la barca el arpón de Tuculca,
a la horrible región del noroeste).

Afuera, oh vida bajo el sol, árbol de nubes;
¿Cómo agobiarse al peso viscoso de la sombra,
entregar tanto mármol, tanta sangre de espuma
a las madejas rotas del olvido?

Por eso este policromado simulacro y esta vida en suspenso,
la tumba que es también la casa,
la muerte que se ha vuelto costumbre y ceremonia.
Una cíclica fiesta circula en las paredes
con sus rojos, sus verdes, sus ordenadas tierras.
La mujer no se aparta del tálamo infinito,
el perro vela, no hay demonios.
(Sólo falta —se puede no nombrarlo- el azar de los
huéspedes,
las migas en el suelo, la antorcha que gotea,
el grito de un esclavo castigado.
Sólo faltan —se puede no nombrarlos-
los años y los meses y los días,
los diástoles, los sístoles. Apenas
un temblor en las túnicas, perfectas
en su ordenada pulcritud).

Pero el festín inmóvil sigue, el viaje sigue abajo,
se está a salvo del cambio, nada moja
estas mejillas que ha pulido el fuego,
que el tiempo desconoce en su carrera
aire arriba, en los árboles que pasan y su alternan.

Un pastor sobre el túmulo
canta para la brisa.