COSTA PERAZZO, ERNESTO
ADVERTENCIAS

Uno llega tarde a todos lados donde llega.
Los años diferencian los días;
explicarlo es decir: esta gente
que pone los negocios hoy, no es mi gente.Sin códigos
trafica la tarde con la ausencia y la lluvia.
Uno comienza a llegar tarde a todos lados
cuando se acerca el tiempo de no llegar más a ninguno.
Amor por los frutos y las noches palpitantes,
hasta que después no existen.
No soy el pájaro herido, apenas
me he perdido como hombre y la tarde
quebrada por la lluvia,
es un sueño que acaba
en la secreta noche de los ciegos.

BREVE VIDA

Creí en los vientos, las mitras y el incienso,
en las crecientes de julio
y el amor que se ocultaba tras tu nombre.
Entonces era calma la vida atesorando palabras
en el secreto desvelo de la noche.
Miré la estrella fugaz mientras los naranjos ofrecían sus frutos
y los campanarios callaban hacia el nuevo día.
Amé los sonidos del poeta
como si fueran mi propia voz.
Uno a uno sumaron nombres
y recuerdos en mi alma los días vividos,
ofrecidos como un don al tiempo de la esencia,
al poder de un alma vibrante
que decae y lleva a pensar en este juego,
en la similitud disfrazada de casual
que une el destino a la verdad de una moneda
donde el anverso fue la misma vida sin saberlo.

CENIZA QUE SE PIERDE EN EL RÍO

Hoy es absurda esa ceniza que se pierde en el río,
y mi memoria llora tu propia memoria;
la soledad, el silencio y esa ausencia
que vi antes en otros, hoy la llevo.
Fuerte ha sido el movimiento de voces
en el alma.
Ya sin ti el olvido acuña su memoria.
Eres una historia del río,
eres el propio pez en su ceniza.

DEL OTRO LADO DE LA LUZ

Que la muerte sea suave
para alguien que amó tanto los cielos.
Que sea el perfume del aire en primavera,
el candor del frío de julio,
la dulce sombra de un níspero,
los azules fuegos de los patos en vuelo
sobre las islas nunca olvidadas de la infancia.
Pido nada más que un recuerdo alegre
para llevarme al infierno
de los ojos en sombras,
de los oídos mudos,
de la carne sin voz.
No puedo creerme
sin fundar la palabra que
obstinada persigue mis días.
No puedes creerte sin creerme
luz del otro lado de la luz.
Sonido elevado sobre tumultos de silencio;
en ti me inscribo.

DESDE MI

El ángel descansa, no sé si olvidado
de su singular destino;
inclina sus alas sobre la penumbra del balcón
y los pájaros cantan desconocidos,abrumados de silencio.
En otro tiempo había una rueda,
un mundo que llegaba de extrañas tierras
y posaba su sonora esperanza
sobre mis ojos de niño
iluminados por sus luces;
payasos invitantes al mundo de las máscaras,
a las carpas de la risa;
temor ansiado de tomar la hamaca y dejarla
en lo alto, lo más cerca del cielo.
Infancia, con tu luz de ventana
eterna como el tiempo
devuélveme a tus brazos
donde el ángel dormía
y los mundos llegaban y se iban
sólo desde mí.

EL ADIÓS

Tal vez las plazas de Roma serán mi mejor recuerdo
o los estorninos posados en la mesa bajo la sombra
de la abadía de Westminster;
los elegí para que lo fueran,
pero está también aquel cuarto en la memoria
de una vieja casa donde hubo voces
que hablaban en silencio
y me devolvían al secreto placer de estas notas
que atesoro por calles que contienen,
celosas, los fantasmas que nunca me abandonan.
Pero para quién preciso el perdón o el disimulo,
qué otra hada solitaria más que mi propia voz
escucha este destino de días sin nombre
en una vasta ciudad que me reduce al olvido
ya sin viejos talismanes,
sin hechizos.
Mi padre fue devuelto al río que tanto amó,
mi madre a una tierra seca, calurosa
de un Chaco recién comenzado,
dónde me pondrán a mí que sin sostén
padezco de un lugar desconocido dentro de la misma vida;
hacia dónde enfilarán mis huesos, me pregunto, incauto
mientras la tarde cae con el cielo hacia el oeste
y la palabra esperanza alienta este último adiós.

I

No puedo saber cuánto tiempo
vivirá la tarde en mí,
cuál será la última estrella de mis días,
el último ademán.
Todas las simulaciones valieron
para soportar un viejo encono,
la furia de este amor declinable,
la nobleza de una estampa
para siempre perdida en el vacío.
Desde un sitio comprendo los sentidos,
me amparo en ellos,
recojo crines de un antiguo caballo
y enarbolo, vencido, tu altar,
dulce nombre de una siempre única imagen.
Lo demás es lo sombrío de mi vida
que reitera la clave de saberme.
Un ancla jamás sacrificada a la tierra firme.
Y allí estás o vuelves a estar
perfil de la infancia,
asombro de brazos inconexos,
vacuo cáliz de mi pródigo laberinto.
Todos los nombres son uno mismo,
todos los fantasmas me pertenecen
y me aquieto en mis terrazas,
las titulo.Una y otra ascendencia
por cruzados que sean los destinos,
me devuelven a este lugar:
el último desde donde se mira,
el primero en caer.

IX

Me quedé aquí mientras el tiempo
repetía sus lluvias y sus soles.
Permanecí con el brillo de los desesperados
cuando los días se hacían para otros.
Llevo un gesto irrepetible en estas horas de espera.
Reclamo el silencio de las velas,
el olor de los inciensos en el ardor de mis venas,
frágiles por el miedo acechante en la derrota.
Permanecí en tus calles vieja Roma
mientras era púrpura el vuelo del pájaro del crimen
en mis manos
Restauré el perdón de los Dioses
en tus muslos profanados
y comprendí la inutilidad
como único sentido de los Idus.
Amé un deber caprichoso,
un sitio aún desesperado.
Quise morir fuera de la ley
y esperé tu amor, Brutus,
para salvarme de la historia.
Este mendigo que soy,
tirado en las calles de Buenos Aires
ya sin el brillo de la desesperación
me devuelve mi último color.
Nada es mejor que morir.

MATRIOSHKA

De dónde han partido estas nubes silenciosas
armando tantos cielos sobre la cabeza del niño confundido;
siestas sin voces que ocultan la crisálida
en la oscura entraña del misterio.
Tus manos de largos vuelos sobre días sin olvido,
mi corazón vivo, latiendo contra el espeso aroma
de una primavera tardía.
La puja inconclusa que mantiene el sol muriente
ante el libre deseo de la noche.y nuestros destinos abriendo
pequeños senderos, encuentros repentinos,
búsqueda inútil de una repetición que al fin
resplandece en un sortilegio que conquista
nuestra avidez de hechizo inacabado,
de una similitud tras otra;
engaño mortal de la caja que se abre
y es la misma imagen que retorna, retorna…

OLVIDÉ EL POEMA

Cuando le contaba a los árboles
de este amor sólo mío,
solitario, ignorado.
Cuando le contaba a los altos árboles,
apenas mecidos en el día diáfano,
casi otoñal, sobre este amor siempre callado,
olvidé el poema.
Alguien gritó a mis oídos,
se detuvo una marcha,
miré el reloj.
Les contaba sobre este amor
resignado en el tiempo,
sigiloso por el sol arrebatando el cuarto,
el teléfono cruel también, que daba
ese sonido puntual sobre el final de la tarde;
una música rápida que humilla el corazón y lo anestesia
con tiernas voces para otros,
con dulces adioses ante el oído simulando no oír,
no escuchar;
perdiendo la mirada para disfrazar el amor.
Le contaba a los árboles
cuando avanzó el viento sobre mis islas
y perdí el dolor,
y abracé el silencio
para escribir el poema
que otra vez olvidé.

OTRO SOL

Toda la soledad se acumula en el silencio
y es un páramo extraño
desde donde crecen apenas momentos.
Es hora de una cruz sin amparos,a nadie decirle quédate,
aguarda mi sueño.
Todo el mundo sobre una palma en llaga,
todo el recuerdo.
Es pequeña la risa, la vida vivida con asombro,
el fulgor de los ríos en las siestas,
la ropa sobre el cuerpo húmedo que cantaba
tus alabanzas tío Rosendo con un sol puesto
en medio de las tetillas mojadas
justo en el corazón del niño.
Qué culpa fueron los otros caminos, derroteros
de una estrategia inocente a mis ojos.
La vida es un túnel de acertijos sin nombres
para mi memoria.
Estoy mal, como quizás nunca supuse
que se pudiera estar.
Me parieron zonzo, como los teros. Terco, como
el cañaveral ignorante de tanta creciente,
de tanta tierra abrumada.
Me enseñaron a querer las primeras palabras al oído
el primer aliento, lo demás me suena a despojo.
Siempre me dejan, a donde llego parece que traigo
rastros de un país abandonado. Siempre
me olvidan, de donde me voy siento
que nunca estuve. La tarde muerde un trozo de cúpula negra
sobre el cielo gris
y en algún lugar, otro sol estalla.

PAÍS LEJANO

Ese país lejano de mis sueños no halla fronteras,
se ilumina de penas, se envuelve en música y espera;
un día llegarás a conocerlo, un día verás tú también
el extraño sortilegio, la magia oculta en esas calles
que nunca recorriste; te llevaré a sus restallantes crepúsculos,
a la alegría del río frente a las mansas islas,
te mostraré la insospechada vida que guardo para tus ojos.
Déjame pensar en ese país que tienen mis sueños,
déjame mentirme mientras este otro tiempo alumbra
los días solitarios.
Nada te pido, sólo me consuela la espera de esa hora
en la que tu vienes de extraños lugares y me dejas
el liviano recuerdo de tu risa, perdida en otros pasos
que no debo reclamar.
Sé tú en esa cifra que jamás comprenderé, déjame sólo
aguardarte
con la mirada fiel del que sabe que espera para siempre.

TIEMPO DE SOMBRAS

Y si la visión del ángel
interpuesta en el comienzo de mi vida
fue una visión equivocada,
como un cuento mal narrado,
oído desde la candidez de sus ojos
no hechos para dejar la piedra,
abandonar las estatuas de sal,
las naves penumbrosas donde
como un murciélago iluminado
enloquecía de santuarios y de bóvedas.
Y si el ángel era malo y se apoderó antes de ti
luego de la casa en ruinas
y fui un vástago del demonio
que paga así su culpa sólo de inocencia.
Acércate que anochece, la vida arrastra
un río oscuro por mi cuerpo.
Es tiempo de sombras
la luz nos cegará de silencio.

TIERNA ES LA NOCHE

Tierna es la noche,
de penumbras
la que nunca llegó a mi espera.
El intenso sonido que guarda el amor
apenas es leve susurro
de un viento imaginado.
Hablo desde las voces más íntimas
que se remontan entre lejanas imágenes,
en un tiempo alguna vez sucedido.
Vieja memoria donde el espíritu,
como un hueco sofocado, adolece.
Tierna es la noche que no puedo aguardar.
Desabrocha estas ropas quejosas,
desusadas;
acércame al balcón
donde las lluvias y las lunas
descubren el mundo de silencio
que aguarda el final.

VI

No hallé la palabra que diera vuelta
la sentencia del Emir
no hallé donde terminar seguro
mi paseo más sencillo.
No tuve perdón.

XXIII

Extraño es este tiempo sin amor
bajo la absoluta calma de noviembre
la belleza huye con los años
y Proust no existe entre mis libros.
Amanecerá un día igual al tedio de gestos cotidianos.
En otra habitación, en París, he leído
Lautréamont aguardaba su destino
sofocado por la misma ausencia.
Pienso en la función de escribir
como la necesidad de un pájaro en la aurora,el viento sobre la gramilla,
o el sol al mediodía,
así de inútil.
Rimbaud exhaló ya como nosotros
su última borrachera adolescente.
Tantas veces me he ido y he vuelto
sobre el mismo punto, tanto tiempo ha pasado,
que la memoria trae tenues recuerdos a mi carne.
Hoy, esta ciudad no es ayer.
Sé más aún,
nuestros sueños son esta vigilia sin su recuerdo,
ella nuestra posibilidad de dolor.
Puedo enumerar mis muertos y decir:
jamás pensé que fueran tantos.
“La vida es pura acción”
soplan al oído las voces de este tiempo.
Sin embargo mi corazón,
viejo cofre de memorias sin sentido
conoce la furia de otros cauces,
la bandera de otro pabellón.
Entre las guirnaldas, para las fiestas o el verano,
alguien profiere los jadeos más sensuales,
un mismo aliento enrarece el color de octubre.
La Virgen coexiste en la palpitación de estos días
y Dios me aguarda después de estos abrazos
pero no me enseña los frutos de la vida,
ellos se conocen en los simples alientos de un verano.