DEVESCOVI, ALEJANDRINA
CRECE DENTRO DE ÉL

Crece dentro de él
la más feroz de las enfermedades,
la vergonzante,
la que alguna vez fue sagrada.
La que no está en todos.
Por un trozo vital y sensible
de su piel, percibe. Por allí habla, oye
y ve deslizarse la finitud
de las lágrimas
de los que lo acompañan.

DE PIE FRENTE AL ESPEJO

De pie frente al espejo
que la reflejaba a los veinte años,
advirtió
que había vivido equivocada.
Para qué hacer
tantas cosas memorables,
darles de comer a las palomas,
reflexionar sobre la tristeza de su gato,
ventilar la casa con perfumes orientales,
depilarse con esmero la entrepierna.
Para qué tanto esfuerzo.
No pudo detener el tiempo
con lo ambicioso de esos gestos.
De pie frente al espejo,
ve la imagen de una aparecida.

DIAS, MESES, AÑOS, ACARICIANDO

Días, meses, años, acariciando
al perro que había regalado
para que no estuviera tan sola.
Tanto lo amó,
tanto metió sus manos
en el vellón cálido y sedoso,
que su voz de soprano ligera
fue transformándose
en un prolongado aullido.
Tanto observó cómo se ovillaba
dentro de su lana,
que decidió imitarlo
envolviéndose en su propia piel,
arruga por arruga,
hueso por hueso,
recuerdos por olvido.
El juguete preferido de su perro,
una pelota macilenta
que rueda por la casa.

EL COLOR SIENA

El color siena
de la palma de mi mano
me preocupa.
A veces parece
que recién la sacara
del abismo húmedo
de mi vientre.
La palma de mi mano derecha.
La palma de mi mano izquierda.
Pascual y Margarita,
el nombre de mi origen
en el tiempo.
También parece
una pálida pasta de almendra,
tan pálida
como esas pobres almas olvidadas que cada mañana necesitan
un recordatorio.
El color siena
de la palma de mi mano
me preocupa.
Tan parecido a la tierra
franciscana,
al manto de las madonas
florentinas.

EL PECHO VIOLADO EN FLORES

El pecho violado en flores,
y tanto desconcierto en los ojos.
La luminosidad te acompaña
perro de nácar.
Tus hermanos llenos de muerte
se adormecen sobre el ocre de
la piedra,
mientras tú sobrevives al riesgo.
Palma con palma
recorro tu cuerpo,
(huesos y vellón amarillento),
y un ligero temblor
nos estremece. No te apartes,
no todo está perdido,
todavía ilumina tu osamenta.

ESTE CUADRO CHICO,

Este cuadro chico,
perfecto y corregible,
monograma de todos mis aciertos
y turbaciones,
es la palma de mi mano.
Sabia en el pedido,
desprotegida en el rechazo;
hilvana la dirección
mal interpretada con el gracioso beso al aire
de la despedida.
Tan juiciosa,
que no toca lo que otros ordenaron,
y suelta la presa elegida
cuando el calor compromete
a mi corazón,
ese otro objeto de cuidado.

LA MESA ESTÁ SERVIDA

La mesa está servida.
Ella le da de comer a la muñeca
su hija tiene hambre.
El baño está preparado.
Ella baña a la muñeca
su hija está sucia.
Le dicen que guarde la muñeca
en los cajones,
en el armario,
que no la lleve a la mesa,
al baño,
al jardín.
Ella cuida a la muñeca
su hija la tiene abandonada.

LA MUCHACHA

La muchacha cubierta con su propio miedo,
frágil y rosa
camina.
En mitad del viaje,
responde a un súbito estremecimiento,
descubre una figura redonda y amarilla
plegada en su vuelo.
Reconoce y huye.

LA PALMA DE MI MANO

La palma de mi mano
es un extraño territorio.
Montañas de presagios
y profundos valles
de experiencia.
Un viaje alrededor de ella
puede ser deslumbrante.
¿Seré yo quién determine
el orden de ese viaje,
o Alguien lo programará
desde su sabiduría?

MIS SANDALIAS CAMINAN DESORDENADAMENTE

Mis sandalias caminan desordenadamente
hacia el rumbo que marca tu música.
Resentimientos quedaron atrás.
El poema que me escribieron,
el cuadro del cual fui modelo,
los deseos que hollaron mi candor.
Todos se esfumaron,
porque me acerco
con mi pobre lenguaje
a tu rica madera que sueña.

NADIE VE EN LA SOMBRA DE MIS OJOS

Nadie ve en la sombra de mis ojos
el índigo de las aves del paraíso.
La suerte, esa palabra
que sale de mi boca como contraseña a tus deseos,
viene a mí feroz y fugaz
sin ser llamada.
¿Cómo contenerla?
Tus hombros ocupados
por las manos del ejecutante
me ignoran.
Casi desnuda
avanzo desbocada
como nota desprendida
de una sinfonía.

NO QUIERO PAREDES DE LADRILLOS

No quiero paredes de ladrillos,
ni ventanas con cortinas
que opacan el sol.
No quiero sobrios vestidos,
ni zapatos de terciopelo
ni letras en escuelas y libros.
Me gusta pisar la tierra,
el celeste bajando del cielo
la hostia en un pan caliente.

NO SÉ LEER

No sé leer,
tengo miedo de que mi alma
quede impresa en la lectura,
ni escribir para no ser
poseída por el destinatario
de mi carta.
Por eso cuento maravillosas historias
como la de la gitana
enamorada de un contrabajo.

OLÍA A NARDO

Olía a nardo,
ese mismo olor que el viernes santo
perfuma el cuerpo de Cristo Crucificado,
y su piel era untuosa
como el aceite enamorado de la Magdalena.
No opuso resistencia,
eligió el camino
y comenzó a prepararse disciplinadamente.
Ornamentó su cuerpo.
Lavó su alma.
Se armó contra el enemigo,
ese dolor que le atraviesa el corazón
materia oscura.
No pudo resistirse
y lentamente
fue vencida
por la seducción de la ventana.

POÉTICA

Es el momento preciso,
aquél que viene precedido
por un silbido en la sangre
y arranca sin piedad
hasta la última palabra,
esa palabra
que está pudriéndose
en la casa.
Diferente
del hombre que muere
y deja de participar de las cosas
volviendo su mirada
hacia adentro,
así este momento,
desprendido,
comienza su trabajo
hacia afuera.
Tan extraña es su misión
como agitar el aire con las alas
y remontar.
Pero más extraño aún
es cuando nombra;
descubiertos
permanecemos aguardando
lo que puede salvar
nuestros corazones.Extraña misión,
ser pájaro y mensaje.

PREPARACIÓN

Cuando se hace de la temprana muerte
un acto heroico,
y nombramos a nuestros hijos
sintiendo que ya no nos pertenecen;
cuando comprendemos que hemos visto
mudar la vida y nuestra piernas no caminaron en redondo
pisándonos la cola;
cuando podemos renunciar
y salir a la calle con un clavel en el ojal
entonces,
estamos preparados
para recibir la vivita del ángel
y lo demás.

PUDE HABER NACIDO

Pude haber nacido Tampoco prostitutas
que desvelen
a los hombres poderosos.
Maltratadas junto a nuestros hombres
la historia nos marcó,
deshonra y martirio.
Los hornos del poder
purificaron nuestros nombres
y la gran mujer gitana
pudo sobrevivir.
en Serbia, Hungría
o en la India,
también en las tierras del fuego.
Fue en el mes de abril
cuando espejan los crisantemos.

SABE QUE LLEGÓ EL MOMENTO

Sabe que llegó el momento
de las limitaciones.
Sólo un bocado de carne
como alimento del día.
Ni una gota de vino
para su garganta.
Ya no, esas ciruelas carnosas,
bocado único de su juventud
ni esas vainas henchidas de miel
para la duermevela.
Tampoco la sal
que atrevía sus acciones
o los mariscos que lo introducían
en mares lejanos.
Se le oscurece el alma.
Para qué vale ya vivir,
se pregunta con cierta
vocación de santo,
y siempre encuentra
algún comprimido multicolor
en su bolsillo
que le contesta y lo reconforta.

SECA

Seca.
Tierra sin riego.
Translúcida,
expuesta a quebraduras mortales.
La ojiva medieval
que esconde entre sus piernas,
el amor veneris
de otros tiempos,
es carne trémula
cuando un dedo
asépticamente enguantado,
pretende averiguar
qué hay dentro
de la añosa caverna.
Suya, tan suya,
esa inseparable concavidad
que la hace mujer hasta el final.

TODAS LAS MAÑANAS

Todas las mañanas
dibujo señales
en la tela de mi carpa. Pintura fresca,
no acercarse dicen los vecinos,
los gitanos manchan.
Sé que presientes mis señales,
tus cuerdas se precipitan
en feroces armonías,
ven madera grande
a conocer mi rosada manzana
y ejecuta…
No mancho.