DI PASQUALE, ROBERTO
12

No sé por dónde caminé.
Ni si estuve
conmigo.
Tal vez fueron palabras
que no dije
las que guarda mi memoria.
Sin embargo
la arena no ha marcado
las horas del andar.

Alguna vez
encontraré las huellas
que dirán si fui yo
quien creo que ha partido.

Imágenes no quedan
adentro de mis ojos.
Acaso si existieron.
O cayeron en el foso
de una nostalgia
que detesta los recuerdos.

Arquitectura serena
del vacío
donde
cada vibración
es una ausencia.

(1996)

15

Luego. Antes.
Mientras el pájaro
navega
de regreso a la noche
entre las ramas.

Su vuelo es observado
y rasga el equilibrio
de aquellos hemisferios.
El observador
se ha detenido.
Desorientado.

Imágenes errantes
y signos de interrogación
que se intercalan
rotan
en el fondo y lejos
de sus ojos

El pájaro rectificó
el rumbo de su vuelo.
Extendió y aquietó sus alas
dejándose caer
en el follaje.

Letras transparentes
fuera del tiempo
se agruparon.
En silencio dijeron
Ahora.

(Ciudad D`Este, Italia, abril de 1997)

16

Los ojos
decidieron dejar de mirar.
Renunciaron a su rol
de testigos
y a su dudosa
veracidad de testimonio.
De párpados abiertos
construyeron instancias
que aguardaban ser vistas.

Seleccionaron contornos de objetos
que no estaban
afuera de sus pupilas.
Las ofrecían
a quien los abrigaba
debajo de su frente.

Luego comprendieron
que miraban hacia adentro.

Que ella. Su frente
no era una cornisa protectora.
Era el TRANCE
que usaba sus pupilas.

(18/7/97)

17

Se dijeron adiós
sin saber quiénes eran.
Convencidos
que debían partir
ignorando la meta
y su destino.

Se estrechaban las manos
y su mente giraba
ausente de palabras.
El olvido
era un murmullo que orillaba
los muros de sus sienes.

No había luces ni sombras.
Eran.

(31/7/97)

18

Dichosos
los que no han nacido.
Serenos. Desposeídos.
Liberados de un Yo
Que los aliente o angustie.
Plenitud de no ser.
De ignorarlo todo.
Vivos y eternos
en el nunca.

(5/11/97)

3

La muerte
se murió una tarde
abrumada
por la obstinada eternidad
del infinito.

Inundada de lágrimas
aulló
con un gemido balbuciante.

Formas ajenas al Cosmos
fueron testigos
de señales alentadoras
que anunciaban
su resurrección.

(27/06/1998)

33

Los párpados.
Clausura del mundo.
Y otro
en el reverso
que comienza.
Siempre renovado.

La araña tejedora
de rutas imprevistas
naufragios
abismos en la arena.
Aquellos rostros
y sus manos aisladas.
El silencio
atravesando los gestos
de una orquesta.
Los gritos
que huyen
tropezando en las grietas
de labios ignorados.

Los párpados.
Muro de piel
entre ahora y después.
Y ese nunca
en los dos extremos
del sube y baja.
Cambiando la trama
de los argumentos
que el Destino improvisa.

(París, mayo 1995)

36

Es una buena mañana.
Esta de hoy.
Todo
está dispuesto para ser vivida.

El cielo con sus nubes
en diálogo de vientos
y aquí abajo
�como siempre�
los árboles
de espalda a las paredes
que guardan los secretos
calcados por el tiempo
de ventana en ventana.

Hay colores.
Hay ruidos, voces
música y silencios.

Y en medio
de estas voces, árboles
colores y música callada
¿por dónde
andará el alma
viviendo esta mañana
sin pensar en la noche
que espera
agazapada?

(París, mayo, 1994)

37

El pasado
no tardará en llegar.
No es que regrese.

Sólo escucha una voz
que lo pronuncia
y abrirá
las puertas del olvido
que no tiene memoria
para él.

La voz
le marcará el sendero
donde las huellas
huyeron una vez
cansadas de esperarlo.

Pero él llegará.
Distraído del tiempo.

(Mayo, 1994)

47

He mirado al árbol que soñaba un sueño.
Le brotaban ramas
que estaban remando
en mares aéreos de su pensamiento.

De pensar dormido y de ramas despiertas
mientras navegaba
por cielos abiertos
desterrando el ancla de inciertas raíces.

Y era libre y lleno de miradas nuevas
que lo acariciaban
hasta despertarlo
sin matar su sueño que tanto soñaba.

(Junio de 1992)

5

Algo.
Tal vez una brizna
se desprendió del Cosmos.
Un grito se esparcía
entre horizontes ajenos
a todas las distancias.
Flotaba o caía
disperso de sí mismo.
Indagándose
sin temor a no ser.

Su existencia
era decidida
por gestos retenidos.
Por la expresión
indescifrable
de cuanto lo rodeaba.

Por momentos
soñó con un trapecio.
Columpio imaginario
que danzaba en torno suyo.

Sospechó
que el espacio era infinito.
Luego
grietas de eternidad
lo silenciaron.

(París, enero de 1998)

50

Me muero entre los brazos de la vida.
No sé por qué lo digo
ni cómo me doy cuenta.
Cosmonauta
en el vientre de mi madre
navegué
con los ojos cerrados
el cielo y los abismos
que pude imaginar.

Lo que digo es verdad
aunque no lo recuerde.
Inventé soles y lunas.
Y las estrellas fugaces
compañeras del viaje
que esperan mi retorno
cuando la vida abra sus brazos
y me devuelva
al cosmos que inventé
de tanto imaginarlo.

(Junio, 1992)

57

¿Dónde andábamos?
Sí, es verdad. Nada
te apartó del camino.
Simulo el olvido
como quien finge hipótesis.

Habías llegado a las últimas líneas.

De todos modos confío
en que puedas asumir
esta verdad tuya
por la que nada has hecho
aunque te pertenezca.
Las manos que empujan tus espaldas
no dejan tus huellas digitales.

Tal vez no esté lejano
el momento anunciado
del niño que un día
en un instante
se separó de ti de pronto
y para siempre. Que hace mucho tiempo
camina empedernido, regresando hacia ti,
peregrino del único,
lugar del encuentro, cuando yazgas
sin vida con una aureola
de cenizas neblinosas iluminando
el alrededor de tu cuerpo rendido.
Tal vez con una aureola tramada
con sueños de recién nacidos.

Y ahora aquí estás.
Enfrentando las últimas líneas.
¿Piensas acaso que aquel niño
que viene regresando hacia ti
trae consigo la respuesta
para aquellos sueños?
¿Serás tú quien los revele?
O volverán juntos
de donde han venido
balbuceantes aturdidos
trasnparentando ceros
las marcas de sus huellas.

(1990)

58

Si de pronto
te invitara a despertar
dentro de la vigilia.

Y como en un juego
considerar que estás contento,
ajeno a todos los abismos
que te propongo
insidiosamente.
Como una realidad
más verdadera
que la realidad
que diariamente se desploma
sobre tus espaldas
como escombros
cayendo de los espacios cósmicos.

Ladrillos estelares
de edades que nunca existieron
pero que pasan y regresan
y nos apresan
en sus tramas
de magias y de dogmas
que cruzan sus espadas
al ritmo de ventrículos
y aurículas de tu pecho encendido

(1990)

61

Contiene tus memorias.
No dejes que dancen por los corredores
de tu alma
luciendo sus harapos de nostalgias
transparentes a la luz enmohecida
de falsos candelabros.
Tan sólo los olvidos
merecen el rescate repentino.
Emergiendo de lavas congeladas
que enrojecen de pronto
al reflejo de llamas
que venían viajando
por las cavidades de tu pecho
desde tiempos
en que nadie pensara en concebirte.

(1991)

7

El encuentro emerge.
Como el rayo.
La fronda de los gestos
esparce sus cenizas
mezclando
confundiendo
los ecos del silencio
y sílabas errantes.

De pronto
una piedra en el espejo.
En el rostro del aire.
Fragmentos dispersos
de una imagen
evocan el Yo
de quien observa su apariencia.
De quien no atina
a pronunciar las palabras
que tiemblan en sus labios.

Luego
todo vuelve a sumergirse.
El Yo se ignora
y huye.

(París, 10/4/96)

II

El dado del revés
con el número cero
grabado
en la faceta que mira
al jugador.

El jugador ha respondido
con el cero
de sus ojos cerrados.
De espaldas a la felpa
donde rodó el azar.

Imágenes ajenas al combate
pasaron indolentes.

El dado
insistió con lo grabado.

Los ojos del jugador
levantaron sus párpados.

Luego lloraron.

(París, febrero de 1997)

JAMÁS REGRESARON…

Jamás regresaron.
Perdieron las huellas
y el deseo de volver.

Sollozaban o reían
en medio del silencio
que inundaba sus sienes.

Nunca supieron quiénes eran
y lloraban
la ausencia de estar vivos.

(14/05/2000)