DíAZ BIALET, PATRICIA
AGUALAVA

Agualava cae de mi sexo.
Aguafuerte de químicos poderes.
Agua de prisión desmedida.
Agua de pequeña prostituta subterránea.

Agualava cae de mi sexo.
Pintado artilugio de mis labios.

Agualava aguaceite en borbotón de añeja ingle carcomida.
Agualava aguaceite de espeso puntapié en caída libre.
Agualava en queja de paracaídas.
Agualava en frotación constante.
Agualava por vos mi amor de veinte identidades.

De a sorbos te ofrezco mi agualava paraíso.
Mi rocío de muslo disgregado.

Yo te ofrezco mi dulce artimaña de gacela.
Mi amague de nudo.
El ardor de mi ojo de circo.
O el timbal de cópula en permanencia.

Gruta áspera de pico que penetra
la púrpura pluma de aire cuando gozo.

Agualava y su fluir en cauce anónimo.
Agualava y su tambor en talle de gladiolo.
De gorjeo.
De gruta acorazada.

Agualava por vos mi amor de quince abrazos.
Agualava aguapéndulo de piedra para ser fundida en franja de
/furia.

CALLEJÓN (Y SU TEATRO)

al hombre de vagón secreto

Después de nuestra hierba.
Nuestra nata en el vagón a medio habitar.
Nuestra descarriada escuela de peldaños.

Tu regazo era entonces,
mejor dicho,
aquel día aquella tarde
tu regazo era un tibio gesto de península inconclusa.

Pero aquel día aquella tarde
el próximo escenario y su eco de zinc sobre mi falda.

Mejor dicho,
tu regazo era aquel día aquella tarde
una taza de balas amarillas.

O quizás
yo en tu regazo
—humeante trazo de recuerdo—
era la sopa de hervor mágico que se desea siempre en el
invierno.

Mejor dicho,
y digo bien,
aquel día aquella tarde
nosotros imploramos lo sagrado,
lo que siempre permanece aunque no estemos.

Un lugar en la calle Humahuaca, Buenos Aires

DE CUANDO APRENDÍ A NO AMAR

Ya no estoy aquí
No he cambiado de lugar
Pero ya no estoy aquí
Vasko Popa

y entonces los demás me atraen me cobijan me gobiernan
pero bien internado en mi muslo hay algo de avestruz que huye
algo de vértigo profundo de malabar equivocado

por eso algo de mí
no todo
algo de mí se despedaza se quiebra se anquilosa
y regresa serenamente con sus escombros a su lugar de animal
/doméstico

y también algo de mí se yergue en caja de bestia
y me lanza estrepitosa hacia tu cuello erguido
hacia tu siemprenunca transparente en la promesa

algo de mí se evapora cuando me atraen me cobijan me gobiernan
cuando en este mismo sillón el dedo infame me corrompe
cuando justo debajo de tus glúteos se desenvuelve la parsimonia
/exacta

cuando entreveo vellos en septiembre
hombres duchas jabones diezmados en fricción tremebunda

por eso declaro que algo de mí
no todo
se repone a sí mismo el coto de ciervos malheridos

algo de mí se fuga envuelto en palabras
mientras miento felizmente en descaro de ahogo
y vuelvo a abofetear el aire
y me elevo desierta de mí
como se eleva el alma de celofán de los niños cuando mueren

un departamento en la calle Posadas, Buenos Aires

DE LOS AMORES DE A PIE

al hombre de flecha de imán húmedo
Cartas de amor que se queman
Flores negras en el viento
Le dejan al que ha querido
El corazón ceniciento
Cartas de amor que se queman
Manuel Castilla / Gustavo Leguizamón

Cuando antes hacía los amores de a pie en julio y en enero
Mi adorador era vena que emergía del mar con su branquia de
succión aventajada
Que picaba la cholga espléndida del acantilado

Lucía prolongaciones de horma catastrófica
Estocada de textura de alga que aún hoy retrasa mi decadencia

Yo me transformaba en aspaviento de niña malcriada
En capricho de burguesa chillona
Y en un pliegue de mi adorador lograba inmiscuirme
Hendía la cisura ineludible para permanecer allí una temporada
Entre sus escotillas y sus cáñamos

Depositaba por ejemplo poemas incendiándose
Esbozos de vigilia guarecidos entre sus mandíbulas

Mi escondrijo
Mi antro de rancias intenciones
Mi perforación clandestina

Todo eso mi adorador me autorizaba
Cuando antes hacía los amores de a pie
Y me hamacaba en su puntal como una cúpula indecisa

Cuando antes
Cuando la casa de envoltura de madreperla inextinguible

un pueblo en el Sur

EL AMADOR

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Jorge Luis Borges

el amador impide la carencia
es azucena próspera
quintaesencia del oro
suerte de bendición prehistórica
conexión con la liga de tiento que nos pare
sin él la vida será coartada insegura

el amador es esporádico
inasible
se interpone en las agendas

en la escaramuza
el amador retrocede algunos pasos
luego arremete sin remordimiento
me impacta en la cara su balde de horas toleradas

el amador es cuna de piedra para el ocio
porque con él nunca se duerme demasiado

el silencio cincela la despedida
entonces el amador masajea con ahínco
proyecta contornos desiguales sobre el pubis
de su boca escapan pétalos salvajes

todo es pesimismo en la violeta vigilia sin el amador
cae la tarde como un fruto indolente
frecuentan los sapos taciturnos mis alrededores

alguien pasta en el vapor de los arbustos
el amador es rosa y suave como un Platero favorito
una casa en San Telmo

Buenos Aires, 1985

ELENA Y CONSTANZA

ladrillo tras ladrillo
una dilucida su infancia
y la poesía es la raíz desnuda
en el origen

Derrito mi cemento y allí aparece esa chica aniquilada casi
—un cometa la apunta desde afuera—.

Ella manipula los juguetes con destreza de bruja.
Resume en sus dedos lo que habrá de tocarle en suerte.

Sentada en la baldosa de polvo de esa casa ya desvanecida
su mano no tiembla.
En vez,
coloca tapete tras tapete,
construye el castillo que luego será su vida
—ella aún no lo sabe—
pero denigra la calidad de su niñez
como si no mereciera tener lo que las otras.

Con los muslos aferrados al piso
Elena y la otra sobreviven a sendas familias.
Un abanico de padre enloquecido,
hermanos a medio fabricar,
prematuras ideas del amor que jamás llegará como debiera.

Las diez uñas apresan el juguete.
Sostienen el mundo que siempre se les viene encima.
Hurgan por demás en la suerte y nada rescatan.

Elena se erigirá,
se desplomará,
se hundirá en cientos de hombres,
atisbará la causa,
luego trocará en camaleón de luna.

Ahora no lo intuye.
Solamente sus muslos ya fríos en el seco departamento
mantienen la jugada,
la baraja dispersa.

Elena y la otra,
la que sufrió el cartílago pesado,
la que proviene del suicidio.

Elena y la otra
-aunque jamás vuelvan a versese
unen en sus pedazos.
Casi se imitan en lo trágico.

Ellas acaparan el suelo
como si el temblor no fuera así a dañarlas.

Un departamento en la Av. Santa Fe, Buenos Aires, 1973

(De Agualava, 2009)

EMBARCARCE

después vendrá la sucesora
la castración
el divorcio
vendrá el creerse radiante
el pelotón de aniversarios

pero lo que desea Eduardo es despegarse del mundo
embarcarse en abundancias óptimas

que alguien franquee las claraboyas del diluvio
que no lo importune con su agria grapa amarillenta
con sus ubres que expulsan porvenires
sus salarios quejumbrosos
sus matronas de agobio

Eduardo anhela el mensaje que gotea en el letargo
las papilas sedientas de un burdel en la ribera

y no la opereta de gaseosa tibia en el comedero de su pueblo

ya no le basta el tenue cálculo de antaño
o la cónyuge adiestrada como una foca perezosa

cuando entra en mi departamento
Eduardo fractura su generosa descendencia
y la comparte

un departamento en la calle Posadas
Buenos Aires, 1994

EN UN AUTOMÓVIL DOS HOMBRES ENAMORADOS Y NO DE LA MISMA MUJER

Quien se enamora no hace culpa alguna,
simplemente se enamora y en el camino
suele accidentarse.
Hay una curva cerrada donde muchos
pasan de largo hacia vuelcos mortales.
Jorge Leonidas Escudero

Alejandro tiene dientes herraduras
Su melena es anacrónica
El medioevo le sentaría mejor que este 504 en el que esperamos
para entrar en la fiesta
Soy capaz de asesinar al otro

Alejandro suspira un vapor irresuelto
El sonido de su voz es una almohada de sopor
El otro se atornilla al automóvil
Vocifera expele acota su devoción a mis zapatillas azules
Pero Alejandro es la insignia que atesoro

El ascensor permite arrebatar un perfume
Sudar en pleno invierno

La fiesta es una cacería
Nos sentamos en el suelo Alejandro y yo
El otro vaga en sopa de adiós

Anticipo la puntada en la sien
La guillotina precisa
Invento una rima estúpida
con él hay una vida y no soy la elegida

Alejandro se despide
En capuchón de desamparo me cubro a lo largo de la avenida

Esta es la baraja que me toca
La migraña infalible

un departamento en la Av. Luis María Campos
Buenos Aires, 1979

ES ASÍ

Entonces es así:
yo vengo,
te excito,
te encamino
y luego parto.

Sacudo mi cola kilométrica.
Abofeteo a las otras.
Te declaro mío para siempre
y luego parto.

Me encapricho.
Te enciendo.
Paseo mi oropel en tu nariz inconstante
y luego parto.

Entonces es como yo digo:
aspaviento para anda.
Entonces hagamos el amor con tus manos en el aire
en el preciso momento en que la multitud nos mira
y luego también parte.

Entonces es así:
aprender a desear y sólo eso.
Mecer mis senos fantasmas y esperar a que explotes.

Un hotel

HUIR DE LA BODA

La magia encerrada como un canario.
Diana Bellessi

Eduardo baila como hace el amor
Estriba su pierna izquierda entre las mías
La confundo con una viga de titanio
Eduardo se ríe

El hombre es visiblemente fibra y ganas
Su piel lo frena escasamente
Su cuello dirige el movimiento

Eduardo canta como un crepúsculo caliente
Su voz retumba en mi abertura indispensable

Bailo con Eduardo el día de su casamiento
Todos despliegan excitación y buen augurio
Me adhiero a su pierna
Lo nuestro no acaba todavía

Huelo levemente la nuca de Eduardo
Usa un corte al ras de todo
La espina dorsal envía una señal y yo le obedezco
La novia danza caucásica como un barrilete

Apoyo el canto de mi mano en el pecho de Eduardo
Que late como un canario asustado
Se cierra su pulmón cada vez que estoy tan cerca
Como en este bolero en esta sala en esta boda

Eduardo es un cristal y yo lo esmerilo a mi antojo
una fiesta de casamiento

Buenos Aires, 1990

PISTA DE BAILE (I)

al hombre de tiempo enjaulado

Acting upon information received
Rosie had everything planned
Stood in the garden with shotgun in hand
What a woman
Rosie had everything planned
Supertramp

y yo bailaba mi diminuta Italia
—ópalo de pista untada de muerte ahora—
y yo bailaba en hueco de hiena la verdad aristotélica
en orfandad de navío errante yo bailaba
mis piernas taconeando la madera
—los orgullos agónicos ahora—
y yo bailaba
con pablo con mariano con josé el fenicio maloliente
a través de la ventana tu oscuro maldecir de novio
y yo bailaba la melodía erguida
la menta en mi vaso de vapor y yo bailaba
los sillones eran góndolas de anclaje
un hilo hecho de sábado
una mesa en reposo
—los gatos escondidos en la luz a veces nos traicionan—
pero yo bailaba la eternidad de tu recuerdo el bretel de flores
bailaba en idiomas irresueltos
festejando mi naufragio mi partir hacia lo que queda
—un gramo de dolor se aferra a mí en estos días—
pero yo en mi hamaca de diosa o de zarina
yo bailaba la portentosa música
mi suerte tu whisky tu hermosa hermana