DÍAZ MINDURRY, LILIANA
AL CUADRO LA LECCIÓN DE PIANO DE MATISSE

¿Quién es el niño que toca la melodía que une y desune las
cosas?
¿Qué fieras danzan sin saberlo la danza de las galaxias que
danzan sin saberlo la / danza de las fieras?
¿Quién arroja la memoria del bosque hasta volverla chispa?
¿En qué reino feliz la tela de araña se incrusta en la sombra?
¿Quién tiró el cielo por la ventana para que el cielo cayera en el
cielo con forma de espacio inútil?
(De Sinfonía en llamas, 1990)

ALICIA

I
Alicia está cansada de barrer la mugre que siempre recomienza,
mamaderas en el suelo,
trapos sucios,
(la eternidad es ésa).
Se le cierran los ojos mientras la escoba rema en su estanque de
/ tierra hasta comarcas con olor a desinfectante,
hacia alguna comarca,
hacia ninguna comarca, quién lo sabe, ella es una pobre diabla, / ella tampoco sabe,
puede estar en su casa o en la ciudad bancaria persiguiendo
depósitos, extracciones,
puede estar en cualquier parte,
o en ninguna parte, ella no lo sabe, ella es una ignorante,
sigue a un conejo que consulta el reloj y determina
que ya es tarde.
Ya es tarde, grita Alicia,
tarde quien sabe para qué,
tarde
seguramente tarde (la comida se
/quema, los chicos perderán la escuela)
Si ya es tarde, entraré en la conejera, que más da,
Cae, cae despacio, conejeras de sueños metidos en sueños,
conejeras pequeñitas, trampitas, conejeras monstruosas con
/trampas gigantescas,
(hacia arriba o hacia abajo, o es la caída del pecado original,
quién lo sabe, ella es una infeliz).
¿Será eso un salón de lámparas con las puertas cerradas?
Desde el fondo llama el timbre.
Alguien llama.
quién sabe,
Dios, el amante, la vecina,
alguien,
alguien llama aunque sea Nadie.
Habrá que abrir la puerta,
una puerta ínfima por la que no pasa Alicia,
una puerta, alguien. Llama el timbre.
La puerta del Reino es estrecha y sólo pasarán los justos,
no ella, tan insignificante.Del otro lado, quién sabe, el paraíso,
Dios, un ángel, una cosa distinta.
Alicia está cansada.
En la alacena una botella de whisky dice “bébeme”
Bebe Alicia. Alicia bebe, bebe. Lo ha hecho tantas veces.
El whisky agranda o achica, hace posible ser princesa o pulga,
cucaracha o arcángel.
Adentro, el deplorable amor, esa bebida falsa que no cambia el
tamaño de las cosas,
esa bebida inmunda.
Llama el timbre desde el otro lado,
Quién sabe el paraíso, Dios, un ángel una cosa
/distinta.
Alicia bebe. Y no importa abreviarse, hacerse gusanito,
y que la llave esté muy lejos.
Alicia bebe. La eternidad es ésa.
(De Wonderland, 1994)

CANTO SEXTO (FRAGMENTO)

Somos empujados hacia el fondo
donde siempre hay una mujer y un ángel,
pero crece el bosque. Y nos deja sin ojos.
El ángel cruza temblando esas tierras extrañas
Y dice también o no dice o callando dice:
Purísima mujer. ¿Quién me perdonará si te pido que huyas?
Y la mujer habla de esta forma: ¿De qué pureza me hablas?
Sólo sé de neblinas.
Mi avidez sólo sabe de piedras.
Y de noches. Habría que nacer de nuevo hiriendo los relámpagos que nos separan de
/ las cosas.
Habría que inventar un nuevo amor que estuviera por encima de las
/ torres del desprecio.
Mi paz es una zona donde resplandecen tormentas: como cualquier
/ mujer se que doy a luz a la muerte,
pero también sé que alguien despertará de soñar palacios de silencio.
Por eso te digo que sí. He de creer aunque cada fulgor, cada gesto.
me arrojen al abismo. Esta es la fe. Así la entiendo.
Toda mujer tiene un dios en el vientre.
Todo ángel anuncia la misma hoguera desde el comienzo del
tiempo.
¿Alguien ha visto algo semejante?
¿Qué chispa detiene este paisaje donde naufraga el mundo?
(De “La Anunciación de Leonardo da Vinci”,
poema que pertenece al libro Paraíso en tinieblas, 1991)

DERRUMBES

Se nos dirá que este es un mundo donde se derrumba la luz
que la muerte es apenas un juego frente a un camarín con máscara
/o disfraces de mal gusto,
que imaginamos ejercicios gramaticales y les llamamos
/comunicación, que las palabras han perdido el sentido o sólo son lluvias de saliva
/donde gotea el resentimiento,
que rezamos como un coro de cigarras o un hervidero de tábanos
y que en cada gesto
hay un alambre de púas.
Se nos dirá que el dolor se nos sale de todas partes y se expande
/lentamente,
que nuestras zapatillas arañan el suelo y nuestras palabras de amor
parecen ronquidos y hasta se unen para la complicidad de la injuria,
que son tristes nuestras calles como patios,
nuestros cerebros como patios,
que sólo pensamos en la eternidad cuando miramos lujosos
/ventanales de palacio o vitrales de iglesia.
Nacemos a mitad del espanto.
(inéditos)

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

Con la mitad del ojo de Picasso
habrá medio ciego azul, media guitarra.
Con la mitad de la música de medio guitarrista ciego
aún es posible abrasarse.
Abrasarse es imaginar algo más que un silencio.
Todavía medio amor
es más fuerte
que cualquier forma
de muerte.
Tal vez la muerte no sea música
ninguna música,
ni siquiera
una música pintada
o escrita.
Tal vez la muerte sea
un ciego que partió hace mucho de una tela de Picasso
y se le quebró la guitarra
y el azul.
Tal vez Picasso muerto sea una tela con un guitarrista
que ya no significa;
el azul, el color de una mancha de pintura,
y el ciego,
una teoría sin demostración.
Todo el cuadro:
la irregularidad de un ojo de vidrio que se rompe.
Los pedacitos volando en el espacio,
un vestido de novia comido por hormigas.
Tal vez ese cuadro que alguien mira haya dejado de existir,
porque sólo existía para Picasso.
Es que ese guitarrista de los poemas
ya no es el mismo guitarrista del cuadro.
Es un guitarrista de un azul de palabras
y su ceguera
son unas cuantas letras
para desfigurar el vacío
de la hoja en blanco.
(De Resplandor final, 2011)

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

No hay fe. Ya es tarde para ahuecar aún más el hueco de los ojos
e inventar la música.
Peor aún para juntar
desechos de palabras,

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

Debe haber en el ojo de los ciegos
una sórdida luz de pasillo donde avanzan los bastones blancos,
un pobre pez que se pudre en el agua del mar sin que nadie lo
advierta,
una zona sin defensa,
el vientre de las noches sin luna. Se sospecha:
una minuciosidad oscura,
un detalle
que se escapa del cuadro.
Y la música no cura.
Cerrar el ojo e inventar sonidos no inventa
otra luz. Ni siquiera una luz oblicua.
Debe haber un cielo roto de antemano.

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

Si el ciego sabe que la oscuridad es una luz que no espera,
si el ciego sabe que los sonidos son una forma de guardar la
extrañeza en el oído,
el ciego sabe
que la música habla de una especie de universo ya extinguido.
Fue cuando los hombres no quisieron
ver más la rotación de los días y las noches
y se llagó la piel de la fotografías
y desapareció el tan dulce engaño de las cosas.
El ciego no sabe
que también la música ha dejado de servir
para los ciegos.
Dice la música:
ya no hay nada que hacer. El peine al peinar arranca pedacitos de cerebro,
hay una araña escondida en los cajones.
(En los cajones aguarda
el temor de los ciegos,
el miedo de la música).
O es la enorme tristeza.

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

Es posible que la música
sea una forma ciega de tomar las cosas,
una astilla en el ojo,
la astilla de un ojo que no quiere ver más. O al menos una forma de guardar la noche,
esa noche donde nada es seguro.
Es posible que la música
sea una forma ciega de verificar las relaciones,
y el ojo abierto,
apenas una trampa desde lo virtual.
Una pequeña bofetada a las ilusiones de este mundo.
Ya se sabe:
la música lo dice:
Estamos hechos para la muerte.

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

Parece que hay dos,
una pareja, dicen,
parece que es un hombre ciego, enfermo y una música ciega,
enferma
y parece que es sentarse y llorar la ceguera del hombre, la
música que no quiere ver nada,
y no parece pero la música se come al hombre
y el hombre sangra. Y no parece pero hay una muerte por asomar la cabeza
en alguna parte. Y no parece pero también hay una muerte
ciega
por aplastar a la música,
por aplastar al hombre.
(O la misma música es la muerte).
Y no parece pero es el amor,
o una forma de amor al menos,
una música rota,
la ceguera de dos que no se encuentran nunca.
Nada de importancia, por supuesto, entonces,
ese hombre ciego puede ser cualquier hombre, de esos que
andan en los trenes,
de esos que tienen ojos pero no miran porque alguna música
les estalla en las sienes.
Cierta locura.
Cierta locura, dije, cierta locura fría
de mosca que sueña paraísos;
nada de importancia, entonces,
cualquier hombre,
cualquier muerte asomada en una música.
Cualquier forma de no mirar el mundo.

EL GUITARRISTA CIEGO DE PABLO PICASSO (FRAGMENTO)

Se nos habló del ojo como del único sentido para construir el
/sentido,
las líneas de significaciones.
Algún francés nos habló de la evidencia.
Un español hizo del ojo el único sentido para construir el
/sentido,
sin buscar claves ni líneas de significaciones evidentes,
juntó casi burlándose la ceguera y la música
como si la música fuera una cuerda rota,
como si la música fuera por fin
un dejar de ver las formas del mundo,
como si nada,
no quería entregar ninguna llave:
una simple música en un azul de ojos cerrados.
(Y por favor, que no se espere nada de los colores de una tela
ni aunque sea azul y un joven Picasso haya inventado a un
/guitarrista ciego).
Como si no sucediera nada hay quien la mira en un azul de ojos
cerrados,
como si la ceguera fuera una cuerda rota,
un viejo que toca una guitarra ciega en un vacío.
O sólo eso: nada,
una música que como la muerte,
cierra los ojos.

I

No me interesa quien
Tal vez dormido sobre trapos,
en la calles crudas, escondido detrás de un edificio, como bestia asustada
conocedor de todas las intemperies,
bajo cualquier luz aceitosa,
ese,
una figura cualquiera de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera,
en un sistema cualquiera, de tantos sistemas concebibles,
se clava tranquilo en la mentira
del mundo.
No sabe de gramáticas,
ni malentendidos ni ambig�edades o metáforas de la metáfora,
feroz e idiota en su país de inventos.
No sabe maquinar conjurar ni extender manteles deslumbrantes,
ni colgar de la negrura del cielo ninguna araña
de Versailles.
A la manera de los peces vive la hondura del instante,
Y cuando reviente en su cama entre parientes o en las camas de
hospital o adentro de las cavernas de la calle
los ojos se le volverán piedritas lisas
y también
el asco de las palabras, aún no nacidas
pero por fin,
muertas del todo.

IGNORANCIA

Eso
recién nacido
nada sabe de asesinados armenios, judíos sin aire, débiles y
áridos como el amanecer, argentinos rotos en lugares secretos,
negros incendiados como antorchas.
Nada sabe del torturador que cuida su santa familia mientras la
picana le revela misterios: que nada existe, ni su santa familia.
No sabe del continuo horror de ser descafeinado y sin azúcar.
No sabe de ratas multiplicadas por la soledad, ni de los que
ayudan a llorar con el agua de sus ojos.
No ha leído castillos de Kafka, ni pasados de Proust, ni horas de
Joyce.
Hilos de niebla,
babas
sobre la piel del mundo.
Más lejos la luna de todos envilece la sombra de los grandes
/barcos
que lo aguardan.

SIN TÍTULO

Un mundo de cristales de hielo masticados con furia entre
sorbos de whisky,
un cigarrillo y un narcótico, mientras el rectángulo de la pared se traga las últimas estrellas,
y las últimas bestias corren entre luces encendidas,
mientras hay olor a despedida, a cocheras con automóviles
dormidos y sin dueño,
olor a ciempiés rubio, a soledad de una pastilla,
para suprimir el universo.
Mientras lo que tiene que pasar, pasa, en el claro del pueblo, en
el claro de la ciudad, en el claro del mundo,
mientras el mundo se separa del ojo.
Mientras el pensamiento es un orden que jamás ocurre.
y las playas ladran cada noche,
apenas.
Mientras en los zaguanes los insectos corren veloces debajo de
puertas y ventanas.
Mientras alguien pregunta la hora como si fuera posible saber
algo.
Mentira.
no es un mundo.
Y aunque parezca suceder
nada sucede.
Las tijeras se comen cada lugar secreto,
cada nombre.