LUNA DÁVILA, ELISABETH
AHORA

Ahora, sola,
se angosta la puerta,
claustro que urde sueños
en el telar de mi memoria.
Rueda una lágrima, la última,
la guardé en el fondo
de mi ojo derecho
para que se hiciera olvido.
No resiste esta pena
que se ensancha, se hace grito,
roe mis entrañas,
—amanecer y crepúsculo—.
Arrasa mi pecho desbordado de vida,
—también de muerte—.
Ahora que soy sola,
se angosta la puerta.
Para abrirle
arraso muros,
cavo túneles hacia mí,
cuelgo mapas en el viento
para no perder mi corazón
en la tormenta.

ÁLAMOS

Acariciaban la tarde.
Sin excusas el sol
se instaló en mis ojos.
Constelada entre sus rayos viscerales
me amalgamé al paisaje.
Un silbido de viento preludió a mi voz.
Fui pájaro entramando raíces en la flor del aire,
recuerdos en los ecos del silencio;
augurio de crepúsculo que dibujó el plumaje.
Algo de mí se hundió en la tierra
perfumada de patay y aloja.

ALGO DE MÍ

Aires de familia
con acento francés,
cajas chayeras
se deslizan
entre el Famatina y la Tour Eiffel.
Todo es posible
en el sendero azul
donde juego al equilibrista,
me gusta mojar al sol
con el perfume que exhalo
cuando me alcanza la Vida.

AMOR BREVE

Se alojó en un suspiro.
Fue engarzando cada uno de mis poros
al gesto de su boca.
Cayeron notas frutales de su aliento
sobre un campo de girasoles en enero.
Dibujé un espacio sin límites,
otras formas con relojes de olas
que saben de naufragios
(conocen su breve destino de espuma).
Sí, ellas nacen y se entregan
en un túnel oscuro hasta el trueno final
de su caída.

ANTIGUA BRASA

Envuelta en llamas
la palabra siempre
albergó el presagio
de los dioses.
La eternidad
es privilegio del instante,
lo demás es ilusión
que nos descubre a la intemperie.
Tras el miedo late la antigua brasa.
Otra vez,
pronunciamos el mundo.

EL ÚLTIMO SUSPIRO

Quiero un abrazo.
No las estrellas.
No la luna para ocultar mi pena.
No las joyas de la reina.
No las migajas del mantel.
No un cuadro de Monet.
No los puntos suspensivos
que completo a mi antojo cuando digo
… la paz, la voz, el sol, el río, te amo,
palabras esenciales.
Quiero conjugar el silencio en el latido
de un lenguaje pulsado por la sangre
hasta sentir el último suspiro.

ELLOS

Se amaban.
Se amaban en francés y en jeringoso,
se amaban sobre el piano
se derramaban como espuma
en la orilla del porque sí.
Jugaban como niños
sobre la arena del ¿por qué no?
Los vi corriendo hacia el futuro
rasgando versos con florcitas
de “no me olvides”
Se fueron deslizando
por el ojo de una cerradura
al otro lado del miedo.
Se dieron la espalda.
Caminan desnudos, a la intemperie,
buscándose con el olfato
y la piel desgajada.

ES PRECISO

Es preciso abrir sueños.
Ir hacia la ventana,
seguir el recorrido del pétalo
que se desprende
y despacio,
despoja a la rosa de su nombre.

Sí, tan vertical
su caída arrastrará
los pétalos restantes,
marcará el camino
de lo que ya no existe
ni volverá a ser.

Sólo quedará el tallo
desnudo, incierto
de aroma y de recuerdos
bajo la ausencia.
La buscaré al cerrar los ojos
debajo del cordón umbilical del rocío.

ESPACIO

Suma de miedos este espacio
en que el tiempo vertical alzó sus alas.
Miedo a este cuerpo
cuando deambula por la vereda rota
que agrieta mi sombra.
Miedo a la araña que teje y desteje
en el centro de una hoguera
absorta de ayeres.
Este tatuaje de miedo me amortaja.
Soy una estatua de sal
en un desierto impiadoso.

FIN DE FIESTA

Las luces se apagaron
y despuntaron las sombras.
El bullicio de un día pleno
se transformó en silencio.
En medio de la penumbra
mi sangre surcó su cauce
con el pregón de los latidos.
Simplemente vivir,
atesorar la plenitud que fluye
con la pureza de lo verdadero,
lo demás es hojarasca
al costado del camino,
se la lleva el viento
junto a lo que no tiene raíces.

GESTO

El gesto del adiós
es un muro,
desvía el cauce
donde nacen la voz,
el beso y las palabras.

El gesto
enfría las sábanas,
deja marcas de labios en la taza
que destiñen el café.

Huele a olvido el aire.
Como gorriones
picoteamos migajas del derrumbe
para desterrar el miedo al vacío.

HIRONDELLE

Vivía en tus juegos de infancia.
Olía esa piel de jazmín
que tembló al oír el canto del poeta,
que recitó a tu oído, versos de Verlaine de Darío.
Germiné en la blancura de tu vientre
saltando a la rayuela,
entre caricias y metáforas.
La aurora hecha voz
me envolvió en acento de Francia
y navegamos bajo los puentes del Sena,
junto a Edith, cantamos la Vida en Rosa,
bailamos con Charles,
hasta que quedó Venecia sin ti
y se apagó la luz de tus ojos tiernos.
Era tu “hirondelle”, sólo tuya.
Hoy, que nadie más me nombra,
vuelo hacia vos con las alas quebradas.

INTENTO

Hazme el corazón.
Toma este trozo de vida
que te nombra,
moldea mis latidos
—vórtice inacabado,
nota sostenida
en la bordona de mi voz—.
Hazme el corazón,
dibújalo con tu boca
llénalo de voces
que sostengan
mi para qué.
Si la vida es un intento,
hazlo, pero entrégame
las llaves.

LA GRIETA

Estabas ahí, tan cerca de mi grieta que dejaste atravesar un haz de
tu luz. Fui luna violeta, verde, púrpura, carmín, topacio, ondas de
un nuevo arcoiris se arremolinaban entre corcheas multicolores
sobre un pentagrama de giralunas plateadas y brillantes.
Me crecieron alas en las cuerdas y en el alma. Amé ser Do en el
blues de los grillos al despertar la noche, Re en el canto de las
alondras sumergiéndose a la hora del poniente, Fa en el croar
de las ranas que saludan a las estrellas, Sol en el aleteo de mis párpados batiéndose en la oscuridad, La en el lamento del rocío
al caer en espuma desbordando la copa de los álamos, Si en el
vértigo de saber que componer la canción que me nombre, sólo depende de Mi.

LA LUNA Y LA GUITARRA

La Luna quiere pulsar las cuerdas de una guitarra. Sus notas
la recorren, despliegan entre diapasón y clavijas un arcoiris de
vibraciones que colorean su blancura. El mar ruge, quiere opacar
la melodía, pero ella, que sabe de cantos, cielo, estrellas, poesía,
enamorados y desencuentros, se deja llevar por el sonido labrado
en la dúctiles manos del luthier que descubrió los dones de la
corteza del árbol inmolado.
Destellos de su luz llegan hasta la raíz quebrada. Cuando el
hombre crea música reverdece el misterio entre nuevas ramas.
Entonces la Luna se viste de trinos de pájaros que reconocen el
inigualable tañido que despliega el instrumento.
El mar la mece, la arrulla hasta el alba; oculta entre sus cavernas
el encantamiento sutil que acalló su grito.
Él es su gran espejo, se dice, mientras sonríe.

LA SIESTA Y EL CREPÚSCULO

A medio paso
mis labios son un barco a la deriva.
En mi retina musgo
caen destellos de aurora en retirada.
Entre la siesta y el crepúsculo
se asoman otros mundos.
Otra de mí trepa al verso
donde habita la niña que trazó palabras
en un abecedario de luciérnagas.

ME QUIERE MUCHO, POQUITO, NADA

Cae la tarde con lentitud de olvido.
El ayer es un papel arrugado que despliega ocres.
Detrás de mis pupilas
el pino hamaca guirnaldas de abrazos.
En su regazo vegetal laten páginas escritas
bajo su sombra.
El viento tamborilea
mientras desnuda a las margaritas del cantero
en el juego inocente de encontrar
la respuesta entre sus pétalos.

NIÑA CON PÁJAROS Y FLORES EN LA CABEZA

Con un pájaro alzando vuelo de mi cabeza y algunas flores en
el pelo, dibujo mariposas en las esquinas de mis lunas donde
se arremolinan corazones. Aquellos que me nombran, son ecos
de ausencias y arrebatan con sus sones de vidala nochera las
sombras caídas de mi sonrisa. Y pienso, y siento, y me pienso y
me siento. El pájaro se desnuda para remontar su canto, me viste
de plumas, subo al árbol. Desde lo alto atrapo de las nubes esos
colores que me encandilan, los fucsias, naranjas, blancos, grises.
Crece en mi garganta como fruto una canción de amor.
Me digo a mí misma ¡A vivir! Aún hay corcheas por descorchar,
palabras que esperan su lugar en el poema, abrazos, caricias,
algún beso que quedó escondido por temor y esas noches de
lluvia de verano como la que ahora moja mi ventana para estirar
mi mano y ser.

OTREDAD

Desertora de mí, me busco entera.
Cada perfil es un recuerdo
que no alcanza.
No, otra de mí deambuló por la casa,
atravesó muros con sonrisas sonoras,
sones que me sonríen en ecos de amor.
Así me planto en medio de la tierra, me nazco.
Otro cielo me nutre,
otra sed cabe en el hueco de mi espera,
cuenco de palmas donde bebo.

PINCEL DE LLUVIA

Cautivo
guarda su canto sin paisajes.
Atraviesa la noche,
con pincel de lluvia
engarza astillas de luz.
Apenas se oye.
¿Dónde mueren los pájaros
que atraviesan sombras?
Igual que un corazón en carne viva,
muere en su soledad
nunca en su jaula.

PREGÚNTATE QUIÉN ERES

Cuando des vueltas en la cama
y sólo haya vacío,
ponte de costado,
de espaldas a la puerta
que guarda el sonido del adiós,
los pasos sin regreso
que al llegar a la calle naufragaron
entre ruidos de ciudad.
No eres el mismo,
su partida arrasó con tu memoria,
bajaste la cortina, te buscas
en soledad bípeda
dibujas con los ojos cerrados
el nombre del que fuiste.
Sin respuesta.

PUEDO VOLVER

No me apura la nostalgia
que despierta la casa despoblada.
Puedo volver al tiempo de la aurora,
habitar un paisaje conocido,
oler la piel de mis hijos,
saltar sin dolor a esos momentos
ojos adentro.
Me veo transitar
de un lado al otro,
oigo mi canto deslizarse por el tobogán
para abrazar al día
bajo el frondoso pino.
Fui yo desde mis huesos.
Hoy que conozco el reverso de las horas,
en la certeza de haber atravesado tanta vida
me detengo.
No hay límite en el fuego cuando arde,
hasta las frías cenizas dejan huella.

VOLÓ

Sus alas jugaban
en un profundo claroscuro.
Voló solo,
esquivó rayos de sol incandescente.
Perdió el rumbo.
Voló en medio de un azul cielo
espejado en el mar.
Lo abrigó la espuma del fauno.
Voló,
sus plumas buscaron al viejo pino
donde yacía su enramada.
Voló
hacia la inmensidad de la palabra.