MOLINARI, MARÍA JUDITH
“ESE MIRAR QUE DE TAN LEJOS VIENE”

A M a r í a
Granata
Leal es el poema. Asevera
la luz incandescente de sus voces.
Incrustan arco iris en veloces
y bárbaras distancias. Es verdadera
la posesión del verso y la manera
de remontar la vida, los adioses.
Segura de sí misma, con los goces
que el nutricio momento le infundiera,
sabe dejarnos venturosamente
esa continua búsqueda naciente
que apacigua el temblor del universo.
�Ese mirar que de tan lejos viene�
aguarda incorruptible, hasta se aviene
a coronarme el ámbito del verso.
De Letras privadas, 2007 (inéditos)

A JORGE LUIS BORGES

En letras de su nombre lo recuerdo;
con números las letras de su mundo.
Comprendo íntegramente. Es más profundo
el criollo atardecer. Ahora concuerdo.
Por las mismas razones no lo pierdo
ni malgasto este suelo. Lo circundo.
Tampoco es arbitrario este segundo
casi idéntico a mí en el acuerdo.
El placer estudioso de mis días
aquerencia el lugar de sus poesías
que se han vuelto inmortales en la tarde.
El símbolo de un tiempo está sellado
y aquí, en la biblioteca, consagrado.
Imposible olvidarlo. Soy cobarde.
De Leonor Acevedo y Borges, 2006

A QUINQUELA MARTÍN

El matiz del matiz más bucanero
salvó con tu pincel la travesía.
Te ha llevado la brújula bravía
y premió tu clamor de marinero.

Yo miraba tu barco compañero.
Mi náufrago perfil de cada día
en un claro recuerdo te quería
y hoy estamos de frente, timonero.

Ganador de barcazas y carenas,
ojo de buey, y a bordo tus sirenas.
Inventor de cuadrantes y luceros.

Ven conmigo a esta luna que te espera,
descubre el litoral en primavera
y píntame un bogar de jangaderos.

AQUÍ SE HA CONGREGADO TODO EL CIELO

Estoy frente a la tarde más verdosa
de enrojecido sol en los ceibales.
A través de los años siempre iguales
y siempre una guirnalda temblorosa
tal vez, haya cambiado alguna cosa.
En el resurgimiento hay naranjales
que señalan los nombres esenciales,
y el rayo precursor, en cada rosa.
Un rumor de jazmines, la presencia.
Nadie más puede entrar. No hay más ausencia.
Aquí se ha congregado todo el cielo.
¿Quién me ayuda a cantar? Es el ocaso.
Espléndido el color y paso a paso
el hábito del verso con su vuelo.

CARTA DEL QUIJOTE AL GAUCHO

Mucho más ambicioso, su destino,
Usted fue la aventura en carne viva, y la patria empujada a la deriva lo probó con coraje en el camino.
Su entorno se fue haciendo cristalino.
Pidió a Dios lo asistiera desde arriba
y sintió que era suya la cautiva
dulzura de aguantarse con el vino.
Mis señales lo hicieron al valiente,
pues olfateó la muerte, frente a frente,
en esa dura historia que lo ensancha.
Es segura la vida con ideales
que apunten a seguir. Somos iguales.
Lo saluda el Quijote de la Mancha.

DEL QUIJOTE AL GAUCHO

¿Qué voces desencuentran su llamado
y quiénes desconocen las ofrendas
que, de hidalgos clamores, a sabiendas,
rematan en camino galopado?
Desafía el agravio y, consagrado,
acompaña de frente las contiendas.
Sabe adiestrar las furias con sus riendas
en contra del espléndido malvado encantador de noches, convencido.
No han de enredarlo en tiempo ni en olvido
y sólo habrá un deudor con girasoles.
Montará por el aire en clavileño,
corcoveando, el manchego, con su sueño,
y en esa irrealidad, los mismos soles.
De Del Quijote al Gaucho, 2005

FLORECIMIENTO

A la Asociación Correntina Gral. San Martín (1903-
2003)
Litoral que he vivido en la verdosa
tarde junto al amor de los ceibales.
Te miro. Todavía son iguales
los declives del sol. Y es misteriosa
esa casa que sube venturosa
entre lunas rosadas. Tropicales
achiras me reviven. Son leales.
Yo también estoy hecha de esa cosa,
y son inevitables estos versos,
porque soy de ese tiempo en los diversos
nombres que el porvenir no pierde.
¡Qué más puedo pedir para mi suerte
que no fuera vivir hasta la muerte
en un mundo continuamente verde!
De El oro de las espigas, 2004

HABLA UN SOLDADO COMPAÑERO DEL SARGENTO CABRAL

Retumba con el golpe de la tierra
un túnel de tormentas en mi pecho.
Desbocan disparadas y al acecho
un cielo repentino se me cierra.
Redobla el horizonte sus anchuras
abiertas en lanzazo y alborada;
y el largo sapukai* —la llamarada—
quemándoles los lomos, las monturas. Me faltan más caballos, más caminos.
De sobra tengo penas, remolinos
desangrando quijadas cuando enanco
el grito que galopa sin cansarme.
Me vuelvo más valor de tanto darme.
Me sobra corazón azul y blanco.

HABLA UN SOLDADO DE BERÓN DE ASTRADA

Busco la luz y vengo galopando
de la sombra. Esta vida en otra suerte
de estar vivo en la muerte, en la alta muerte
y ser alguna flor de cuando en cuando.
Yo soy el que se fue. El que ha sangrado
entre lanza y clarín por defenderte.
El que ha matado para no perderte.
El que ya no está más. El olvidado.
Vengo a cobrar los días de descanso,
alguna que otra estrella y, si no alcanzo,
el polvo del que vine ha de llevarme.
Yo soy el que se fue. Y el que ha vencido
a la vida, a la muerte, al largo olvido.
Sólo un campo de paz, vengo a cobrarme.

IMAGEN

A Esquina, mi pueblo

La rememoro intacta. Prodigando
a mi fluvial mirada su belleza
este barco cargado de tristeza
se aleja de su puerto. Voy llevando

la lágrima que nubla el horizonte
para borrar despacio las distancias,
para dejar volar junto a mis ansias
los pájaros heridos de aquel monte.

El naranjo será un azul sonido,
blanco como el adiós de los azahares,
transparente laguna en los talares.

Y cantaré después, como el olvido,
pero ya no estaré. Seré ninguna.
Mi llanto tendrá un rostro en cada luna.

LA HERMANDAD

Se propuso el hidalgo cabalgante
en su afán una lírica aventura.
Cambiante realidad. Juego y postura
montada en el heroico Rocinante.
Con alforjas y botas va el tunante.
Escudero de a pie. Gorda figura.
Gozador del festín y de la anchura,
la gula redondea su semblante.
Tan opuestos los dos y tan rodeados
de la unánime burla. Despojados.
En ambos la amistad no ha sido avara
ni avaro el tiempo que los nombra enteros.
Mirándolos andar tan compañeros
este aciago universo se me aclara.
II
Espaciosa caverna por delante.
Espada y corazón, zarza y maleza,
de cuervos y de grajos, toda espesa.
Y, Sancho, con mil cruces, suplicante
Dios signa para mí toda esta empresa.
De azul la he declarado en este instante.
Porfía empecinada y anhelante
que linda con la tácita belleza.
�No sé si era yo mismo�. El intrincado
y asombroso lugar he conquistado.
No fue un simple sueño ni dormía.
Dios me manda este amor. La sangre siente.
Va rendido a sus pies. Y no le miente.
�Soy ahora el que soy, amada mía�.

LA PROMESA

A Alf r e d o De
Cicco
Ya está inscripto tu nombre en la bravura
y ajustado a la sangre del latido.
En la orgullosa pena, el recorrido
de amor y valentía que asegura
salvar con girasoles la espesura,
trinchera de algún tiempo malherido;
lanzar el firmamento, convencido,
ese enorme aletazo que depura.Cubierta ya de junios te prometo
con el encantamiento del soneto
arrimarme a la luz de esta ventana
para poner de nuevo en movimiento
la letra desatada con el viento
en la sílaba azul que nos hermana.

LA RECORRIDA

Ya tremolan espigas del verano
para calmar el tiempo anochecido.
Incógnitos llamados y el silbido
adentrado en la niebla de antemano.
La mañana dialoga con su mano
cuando lava su rostro desvalido.
El sueño descubierto es un quejido
del secreto incansable y cotidiano.
Hay miradas, de pronto, en todas partes;
cartel de profecías que compartes
y una fuerza que impulsa los deseos.
Lo nombran y lo siguen sin descanso.
En el verde pomposo del remanso
un ocioso juncal con balanceos.

LEONOR ACEVEDO DE BORGES

Cuántas veces hablamos en la plaza
bienhechora de verdes y de sombras.
El espléndido árbol que te nombra
hoy me ha traído, aquí, frente a tu casa.
Me hace bien visitarte. No es escasa
esa ley de la tarde que aún asombra.
Altas voces bajaron. Una alfombra
con pétalos azules se desplaza.
Sosegado este banco me recuerda
aquel tiempo pasado que concuerda
con las cintas celestes de tu gloria.
Así te sigo viendo en mi poesía.
Tus lúcidas mañanas, tu alegría
me ayudan a nombrarte en esta historia.

LILAS DESHOJADAS

a Alejandra Pizarnik
Las sombras que poblaron tu poesía
conjeturan tus rostros a la vista.
Angustiada, sonámbula, imprevista,
sondeabas el silencio cada día.
Tu infancia insostenible elegiría
ese salto mortal que da el artista
y, en tu voz desdoblada, la entrevista
con la cripta en continua simetría.
Golpeaste con la piedra y la locura.
Las noches que apoyaron tu aventura
en las supersticiones te desnudan.
Descifrándote a ciegas, te entreveo
segura de ti misma en el floreo
de lilas deshojadas, que hoy me ayudan.

LUCIMIENTO

Me lucía el amor. Era febrero.
Clareó de azul celeste la mañana
y, abierta en su fragancia, la temprana
aventura del sueño compañero.

El espacio y el tiempo, en el lucero;
a lo largo el ceibal, la resolana;
después la confidencia cotidiana
cuando aleteó en la flor de mi sombrero.

Yo sé de la esperanza y la demora,
y aún aguardo la siesta tentadora
que en trigales de sol nos reverdece.

Allí moran fielmente mis sentidos,
y a todo lucimiento, sin olvidos,
ese mundo de amor nos pertenece.

LUGAR DE NACIMIENTO

Nací en un lugar de la llanura,
sencillamente abierto como un plano.
Siempre su nombre con el sol temprano.
Tranquilo de silencio y de frescura.
De fácil latitud; calmoso el verde
asiste iluminado bajo el cielo;
resguarda, incomparable, todo el vuelo
en promesa de paz que no se pierde.
Un horcajo celebra sus dos ríos
que surcan tus momentos y los míos
bermejos de ceibales ¡cautivantes!
Y la luna es una lámpara a la vista
en perpetuo retorno; siempre lista
va entregando bellezas alarmantes.

ORO INTERIOR

A F e r n a n d o S á n c h e z
Zinny
Somos, también, las albas que se han ido;
entresueños, eclipses y regreso
con el oro interior que, siempre ileso,
le responde al amor y no al olvido.
Falta el último verso. No está preso.
Sabemos que vencer o ser vencido
son formas de entender el recorrido que en dádivas de siembra queda impreso.
Dormían sin prejuicio los espejos.
Paredones alzaban los reflejos
con el lento coraje del secreto.
Sobre ese andar pesaba el sufrimiento
erigido, quizá, con lucimiento
en las curiosas letras del soneto.

PACTO DE AMOR

Quiero a mi pueblo. En verdad lo quiero.
He pactado con él mi nacimiento,
mis vivencias, mi Fe, mi sentimiento.
He firmado y he dicho que prefiero
el tiempo inacabable de su verde,
de ese verde con fuertes caballadas
con hombres de corajes y de espadas
bajo el tigrero sol que, a siestas, muerde.
El resplandor glorioso y esa gente
de inmemoriales nombres me renueva
esta amigable sangre y esta suerte
de poder encontrarme, simplemente,
en la heroica nobleza que nos prueba
con un pacto de amor, hasta la muerte.
De Imagen, 1993

PALABRAS PARA CUENTOS Y MEMORIAS

Hoy me basta la historia de estos muros.
Palidece la tarde en la neblina.
Un árbol consecuente se reclina
permitiendo los grises, los oscuros.

Es que junio se pierde en claroscuros:
austera, una ventana sin glicina;
numerosa de olvidos esta esquina
hoy nos sigue mirando sin futuros.

Taco, punta, charol y compadradas,
son, ahora, baldosas ya gastadas,
codicias de un pasado con secretos

que andarán por las fieles trayectorias
en palabras de cuentos y memorias
de los hijos, los nietos, los bisnietos.

De Palabras Cruzadas, 1977

PULSACIONES

Yo sé que en otro tiempo fui su dueña
e, incalculablemente, su elegida;
fue aquel jurado amor que no se olvida
que se inventa, tal vez, o que se sueña.
Por inusual designio de un decreto,
resuena en la memoria recelosa,
la clave de una tarde memoriosa
en esta soledad y en mi secreto.
Yo sé que en la memoria he bendecido
las cosas de los dos. Lo que hemos sido,
quizá, como en el ámbito de un cuento.
Si olvido es olvidar todo un pasado
sin principio y sin fin eso ha quedado
durando en lo que soy y en lo que siento.

SOBRE LA HUMILLACIÓN

Cristos breves / los chicos de la calle
Ana Emilia Lahitte
Ojalá que se instale en el futuro
la justicia poética lanzada,
la ironía punzante, bien hablada,
y el juego del lenguaje bien seguro.
Ojalá sea capaz de ese conjuro
que me infunde la gracia regalada
y, en la complicidad más impensada,
resulte justiciera. Yo procuro
llegar hasta el Señor sin que me llame
o arrojar esa frase que se inflame
impidiendo violencias infelices.
Procuro deshacer esta congoja
hasta la insostenible paradoja:
ejércitos de niños más felices.

UN SUEÑO

A Carlos Mastronardi

Como polvo de estrellas se levanta
la blanca marejada de la espuma
y ante el gris continuado de la bruma
sangra el sol en la nube. Se agiganta

la rienda de mis ojos que no alcanza
a flotar en el aire la mirada
porque se hunde furtiva y alejada
el alba casi azul de la esperanza.

Rumbeo las imágenes oscuras
arrastro los momentos, las blancuras;
tiemblo en las sombras. Muero. Ya despierta

sola y aparte una lágrima confluye
envuelta en este sueño que concluye
¡Qué extraño fue morir, y no estar muerta!

De Verde que se oye, 1971

YO SOY AMÉRICA

A Alicia Zorrilla
Soy la tregua, la isla capturada,
la espera que amanece en el desvelo,
el rumbo equivocado, el otro suelo,
la prometida luz de esa mirada.
Yo también soy la mar y soy la barca,
por la misma extrañeza soy el viento;
de proféticas lunas soy tu aliento
y soy ese camino que te abarca.
De días y de noches olvidada,
estoy ahora en tus brazos, reencontrada,
y nadie olvidará que ya es octubre.
Llegaste sin saber y, claramente,
yo fui siempre ese cuarto continente
que en este día doce se descubre.
Buenos Aires, 12 de octubre de 1992