ROSSI, OSVALDO
APEGO

Detenerse.
Bajarse en cualquier estación
o en cualquier paraje que nombraron las vías.
Dejar atrás el andén, los horarios, el furgón de equipaje, los durmientes.
Decirle adiós al guarda.
Y al silbido, los oscuros pasillos, los asientos.
Bajarse.
Y pronunciar: �ya usé mi boleto�.
Acordarse de los olores provincianos,
los verdes sembradíos, el ocaso.
El cielo que ajustaba su desatino a los ojos.
Recordar el vendaval, la sequía,
la siembra y la cosecha,
la lluvia y el destiempo.
Recordar. Y bajarse.
Pero, ¿cómo, Dios mío?
¿Cómo no correr desesperado
tras el último vagón?

AUSENCIA

Cuando no estás me abraza
un silencio de muerte.
Un viento de camposanto
siembra lágrimas de frío
y una bruma perversa
desdibuja las formas.
Ya no hay amaneceres
ni balcones
ni brisa marina
ni horizonte.
Si no estás,
mi piel vacía se pierde
en fronteras miserables.
Y no soy más que una mano
escribiendo poemas.

CERCANÍA

Hay una costa lejana.
Una playa que promete
alimento y abrigo.
Y yo remo en mi bote
hacia esa imagen esquiva,
hacia ese confín desdibujado.
En esta soledad
me acechan las criaturas marinas,
los zarpazos de un miedo legendario.
Mientras remo en el mar de los otoños
el sol pinta delirios en mis labios resecos,
la noche presagia su intemperie de lunas.
Y me abraza un afán de renuncia,
la fatiga de un peldaño sagrado.
Pero también
una esperanza tenue, soberana:
ya está cerca la costa.
Ya está cerca.

COMPROMISO

El tiempo devora
con inclemencia de plaga.
Apresarlo
es comprender los rituales del sueño.
Profanar un santuario que no existe.
Yo,
labrador de apremios y retrasos
proclamo al fin la muerte de los días.
Desde hoy celebraré el instante,
prolongaré en el sueño mis vigilias,
desafiaré la impudicia de estas horas.
Desde hoy apelaré a los dioses
para que envidien las huellas de mis pies.
Aunque el viento repita su ambición cotidiana.

DE PROFUNDIS

El mapa no es el territorio.
A. Korsybsky
Esto que escribo es un mapa. solamente un bosquejo.
No tiene hondonadas.
No muestra
el cansancio del viaje
ni la ardua travesía.
Es
arista de un polígono,
retrato, vestimenta.
Esto que escribo
es sólo una señal.
Apenas
una cumbre solitaria.

EL BOSQUE

El bosque
es un reino de tinieblas,
un desafío a los miedos,
la antesala del vértigo.
Allí adentro reina
un enjambre de troncos.
Y la noche del árbol
que es niebla entre las manos.
Pero cada bosque tiene
su fatiga de sombras.
Su apoteosis de luz entre las ramas.

EL ESCLAVO

Escribieron la Historia
sin sufrir las desdichas.

Saqueadores de esfuerzos,
han sabido contar
lo que yo no podía.

Sin embargo,
construí mausoleos,
resistí en calabozos,
me sumé a los que luchan
en violentos combates.

Fue mi sangre
la que inundó los caminos,
los severos santuarios
con sus bloques de piedra.

Los otros
cometieron perjurio relatando conquistas.
Describieron batallas sin haberlas luchado.

Han escrito la Historia
con palabras robadas.

Nadie quiso escuchar
la versión del esclavo.

EL HUMO

El humo de una pipa
fue el ritual de mi infancia.
La niebla que mi padre esparcía.
El aroma era un intruso bienvenido,
un asombro develado entre las ropas.
Había un poco de mi padre en los estantes,
en los vasos, los sillones, los espejos.La memoria de ese olor y de esa nube
es obstinada como la marea,
sanadora como un mantra.
Hay un poco de mi padre
en cada pipa que veo.
Y en el cuadro de Magritte.
Y en los surcos de mi frente.
A Ribó
in memoriam

EL VIENTO

Qué hice con mi vida. Qué hice.
Los abismos no me vieron
explorando sus enigmas.
Por qué no me perdí en la espesura,
conviviendo con tribus olvidadas
y adorando a sus dioses indudables.
Por qué no visité las galaxias invisibles
y los astros que iluminan
la vastedad de la noche. Por qué no me lancé como los cóndores
desde picos negados a mis alas inmóviles.
Estoy sentado aquí
mirando el sol que declina,
preguntándome, buscando respuestas,
intentando descubrir
qué hice con mi vida.
Y sopla el viento.

HERENCIA

Soy todos los gritos.
Y todas las voces.

Los silencios
y el desierto de palabras.

Me habitan los que fueron,
los que buscan estrellas
y los que habrán de ser.

Soy viento.
Y cifra, paño, volcán,
mar profundo,
sol de enero.

He sido, y soy
un buscador de luna en la mañana,
un mendigo de luz en las tinieblas.

HONRAR LA HERENCIA

Fui un buscador de palabras.
Y astronauta, alpinista, buzo,
explorador de voces en silencio.
Peregrino en comarcas ilusorias,
alfarero de versos inservibles,
perseguidor de soles. Rabdomante.
Supuse que existía una luz
más lejana que otras luces,
un sabor más exquisito,
un afán más admirable.
Que siempre habría un verbo mejor,
más oportuno. Más propicio.
Supuse que unas ramas
me acercaban más al cielo.
Y mientras tanto
descuidé el tesoro de mis voces,
no honré mi herencia como hubiera debido.
Fui rastreador de palabras imposibles.
Hoy celebro las que abrigo entre mis manos.

INALCANZABLE

Este peso doblega aunque pasen los años.
El sendero hacia la cumbre
está poblado de espinas.
Y es tan arduo subir arrastrando esta piedra.
Ya no hay oído para mis voces,
ya no hay más ojos para mis actos.
Sólo vive la hora que renueva el infierno.
No descubro la puerta al final del pasillo.
Ninguna luz resplandece,
ningún esfuerzo redime.
No hay Dios que imponga
penitencia tan larga.

LA NOCHE

Una tras otra se cierran las puertas
en el largo pasillo.
Una a una se apagan las luces
que alumbran el cielo.
La noche tiene heridas que no admiten sutura,
sentencias escritas con la impiedad del rayo,
ladrones furtivos que aprovechan la sombra.
La noche tiene memoria.
No olvida las inútiles violencias,
los estigmas en el cuerpo,
las voces que preludian la tormenta.
Las manos de los otros son aves migratorias.
Y la noche es una llaga en mi cuerpo malogrado.

LA PALABRA

La palabra fuego
es más que el fuego.
Y se presiente el agua
cuando decimos agua.
La palabra confunde.
Se pierde en laberintos,
se exilia en otros vientos.
Y resbala por el musgo
entre las piedras de un arroyo,
en la selva, en los tejados.
La siento como larva,
como espuela,
como animal en celo.
Como canción de cuna

LAS FIERAS

Un zarpazo.
Un instante feroz me arrancó la mitad,
la parte de mí que más quiero.

Todas las voces,
los ríos de lava
se alzaron en un grito.

Y se alejó mi costado más sabio,
mi costado más fuerte.

El pródigo, el íntegro,
que infundía coraje
y lloraba mis lágrimas
y cuidaba mis huesos.

El que era roca, terciopelo.

Y mis manos le dieron
de comer a las fieras.

LAS HORAS

Pero es tarde, imposible, no es la hora.
Máximo Simpson
Caen las horas una por una.Caen como lanzas, como misiles.
Consumen los huesos, los campanarios,
las viejas pertenencias,
los muebles familiares.
Caen las horas,
se abisman en precipicios.
Son el viento que arrastra los días
hacia la bruma de los camposantos.
Caen interminablemente.
Como lágrimas de estatua,
como lluvia religiosa.
Así
corre el agua entre las huellas,
entre las páginas escritas,
entre los números del calendario.
Entre los ojos que nunca
percibirán otro invierno.

MANIFIESTO

He alzado los ojos al cielo. He implorado.
Pero los dioses hablan otro idioma.
Están sordos. Están lejos.
Me responde una señal indescifrable.

Qué sendero elegir en la espesura.
A qué puerta llamar entre las puertas.

Es victoria muy fácil la del tiempo.
Cada día se lleva un retazo de mí,
lo usurpa sin clemencia
y me desangra de horas el despojo.

Escribo para saber
qué fui antes del saqueo.

MISTERIO

Tu presencia en la noche
da principio al universo.
Por un instante soy dios.
De mí dependen las nubes, los bosques,
la furia del mar, los salmos del templo.
Me suspendo en un cielo
abolido de espanto
donde baila una luz al compás de tus hombros.
Y florecen planetas,
estallidos, rebeliones.
Bíblicos anuncios y alabanzas.
Hay misterios que soportan huracanes.

MUERTE EN EL PUEBLO

Lo que necesito es paz, serenidad.
Oído al pasar en una calle de Buenos Aires
Hay un mutismo de siesta
en el pueblo esta mañana.
Alguien se fue. Un reloj se ha dormido.
Una ronda color negro
interrumpe el horizonte.
He visto a estas personas.
Y conozco este lugar.
Montando a los caballos de la noche
visité pueblos como éste.
Las visiones se acercaban
confundidas por la niebla.
Un ritmo como una marcha.
Como un tácito acuerdo de pisadas unánimes.Nada queda de sus horas.
Ni el otoño amenazante
ni la captura del sol
en los cielos del poniente.
Ni el refugio en la colina.
Ni el perro que gime sus miserias en la noche.
Ni la arena que extraña su estatura de roca.
Nada queda.
Solamente una paz inevitable.
La del cortejo fúnebre.

PASADO

El que fui murió en un relámpago.
La tormenta sepultó los despojos.
Apenas queda un cuenco,
un manual, una reliquia.
El sonido de unas voces
que dejaron de ser mías.
Los senderos que recorro
se yerguen como fronteras,
como líneas que separan
mis esfuerzos y la noche.
El olvido me contiene en la piedad de un abrazo:
la caricia regalada
a quien ya no la espera.
Nada soy sino la muerte
de todo lo que he sido.

RESPUESTAS

To be or not to be. That is the question.
William Shakespeare
Me oirás preguntar
a las estrellas
por su fragua incansable,
al palacio derruido
por el lujo de antaño.
Al retrato si sabe
que fue óleo y pincel.
Preguntaré si conoce la roca
su mañana de arena;
si recuerda el papel
su pasado de bosque.
El viento de la noche
te acercará mis dudas.
Las mismas que por siglos
fatigaron senderos.
Pondrás atención.
Escucharás Y callará la tierra.

SOLEDAD

Se desmorona el mundo.
Ceden los cimientos,
se agrieta la columna invulnerable.
Se mendiga el olvido,
se abandonan los barcos,
se busca algún refugio en la distancia.
Han arrasado las ciudades.
Los palacios sufrieron el saqueo,
despojaron al pueblo de sus dioses.
Y nadie alrededor.
Sólo yo,
desnudo de palabras.

SOLILOQUIO

Hay un miedo que no da tregua.

Es una celda sin puertas,
una mordaza que hiere.

Un horror de penumbra
que anida entre los huesos.

Un estigma. Un espasmo.

Todo pasa, me digo. Todo pasa.

Hasta la roca encuentra
su canción en el río.