RUANO, MANUEL
A MI CASA SE LLEGA PERDIENDO TODO RUMBO A PIE

A mi casa se llega perdiendo todo rumbo a pie.
Como llega el pájaro de plumas esplendorosas
que nunca levantó vuelo;
pero que dejó un huevo lleno de fantasías
y regresa el soñador por el camino soñado.
A mi casa se llega perdiendo todo rumbo a pie.
Por ese jardín donde amanecen todos los recuerdos
y crecen las flores que no brotaron nunca.
Como en el cuadro de una naturaleza ausente,
allí hay una escalera que sube al mundo del adiós
y hay otra escalera que baja a una vieja leyenda
de fantasmas.

Por mi ventana entran las ramas florecidas
de una planta del ensueño que no existió jamás,
y asoman las raíces mojadas del último verano.
A mi casa se llega perdiendo todo rumbo a pie.
Allí hay un tubérculo de sol que penetra en el
pensamiento.
Allí hay un tubérculo de luna que duerme en la
realidad.
Y hay un pensamiento y una realidad colgados
en la pared,
como cuadros de una naturaleza ausente
que no conducen a ninguna parte;
como piedras flotantes que escuchan el río invisible
de algún recuerdo.

Y a cada oreja se la despoja del viento,
mientras una garganta secreta nombra el ayer…
A mi casa se llega perdiendo todo rumbo a pie.

De Hypnos, Lima, Perú, 1995

ANÓNIMO ES EL POLVO DEL OLVIDO

Anónimo es el polvo del olvido y anónima
la vieja profecía.
Es anónimo el libro más leído y anónima la loca poesía.
Apócrifo será lo que has querido y apócrifa
es aún tu fantasía.
¿Qué turbia sinrazón mata el olvido
del malogrado amor que te encendía?
No sufras por las páginas gastadas que en dramáticos versos escribieron.
Son inciertas las palabras más sagradas y profunda
la herida que te hicieron,
de anónimas historias develadas,
del canto de los días que se fueron…

De Concertina de los rústicos y los esplendorosos,Caracas, 2008

DEMÓDOCO DE CORCIRA

Mi nombre es Demódoco de Corcira.
Aedo fui en la corte de un rey de Feacia,
que viejos rollos de pergamino llamaron Alkinoo.

Un poeta ciego me incluyó
en páginas memorables
que todos conocen como Odisea,
en la epopeya de las epopeyas.

Mi memoria es la de un recitador ambulante
que recuerda sus palabras:
“Cantó el divino Demódoco, tan honrado por el pueblo”.
Este Canto enorgulleció a la gente de Corcira,
Isla del Mar Jónico.
(Héroes que vendrán:
juntad monedas para este oscuro poeta,
de una tierra austral,
que ahora añora mi Canto).

Inédito

EL COLGADO
(SIGLO XV)

Desollar al carnero para vivir en ti, Villón.
Beber de la jarra y hacer el conjuro de los enviados
y de los caminantes melancólicos
que conocen el lenguaje de las plantas maléficas
y el despertar, jornada tras jornada, de ciertas flores.
El cantar está en ti, Villón.
En el sahumerio desconocido y los amuletos medioevales,
en los monederos falsos y en el corazón
de los viejos asaltantes de caminos
y en los magos y fulleros de oscuras tabernas.

Práctica mía de la muerte que lleva su címbalo
y engaña a los descuidados paseantes
que cantan “tout aux tavernes et aux filles”.
En el mercado azul de los hechizos, Villón.
En las celdas apartadas de la luna doliente,
en las flautas para encantar serpientes,
en las nalgas de la gorda Margot
y las niñas alegres de la posada.
Para mí el testamento cínico y burlador;

para mí la lujuria y los grandes feudos
que se divierten con las aves misteriosas
de aquel espíritu navegante que vence las pestes.
Pedrería difícil de los olvidados
que partieron un día felices en busca de lo eterno.
Para mí, Villón, la comedia de los pajes verdes,
con sus mendigos hambrientos y sus tullidos;
para mí las aguas celestiales y los vinos añejos
tan ardientes como el delirio y la pasión.
Para mí los bosques y las cosechas abiertas.
Para mí las rutas lluviosas y los castillos grises
y las casas perfumadas de las amantes.

¡Derramemos ese vino tinto sobre las mesas!
Tal vez después juguemos a implorar el perdón.
Porque más allá de cualquier pecado,
siempre está el canto a la vida…
Desollar el carnero para vivir en ti, Villón;
aunque las tripas viertan su agua de perdición
y a borbotones se escuchen los lamentos de Chátelet.

EL MAR DEL SUR VESTÍA MIS CREPÚSCULOS

¿Qué espuma levantará su vuelo al paso de esa gruta?
¿Qué acantilado vulnerará sus remolinos?

La tarde se encendía. La tarde se extasiaba.
En olas que traían y en olas que llevaban…

Esas aguas anunciadoras eran una constelación de pesadillas,
de cementerios hospitalarios dormidos en el arenal,
mordido por pájaros de funestos picos y presagios.

(Algunos olvidaron allí sus huesos, sus plumajes y sus huevos).
Y quedó un resumidero de especies,
restos de brea, carbones apagados,
manchas de aceite de un naufragio
y el paisaje de un volcán dormido
que dejó manuscritos perdidos en la escollera,
que supo ver a ésos seres venidos de Odiseo
en fantásticas oleadas.

Huellas indudables en estas aguas frías del sur,
que cobija sus criaturas marinas,
de recamadas luces como fantasmas.

La tarde se encendía. La tarde se extasiaba.
En olas que morían y en olas que cantaban…

Esas rutas de viajeros de allende el mar y de corsarios,
viajaba por tus cabellos como luna de Eurídice entre nubes.

Lo que no permitirá decirle adiós al pueblo mío,
ni en ciclónicos oleajes para una garganta de viejas profecías.

Tiempo ha, criatura, que sigo atrapado en estas redes
profundas…
“Soy tan torpe, tan torpe, que confundo el fondo del mar con mi propio olvido.
Y soy tan olvidadizo, que una isla se hunde en mi memoria sin el más leve asomo de dolor…”.

De Celebraciones del Vigía, 2015

ENVÍO

Príncipe: te imploro por el alma de Villón
y levanto una copa grande como el olvido,
así como le consagro romances a su polvo.
Esta vil memoria, me concede fe en la versión.

De Últimas Noticias, Suplemento Cultural, Caracas, 1978

EPÍGRAMA A FEDERICO

Traía escapularios de palabras,
como estuches en los que asomaban maravillas.
Caracoleaban en su corazón festividades de gitanería.
No se sabe si era duende o milagrero.
Le rondaban los demonios que daban fuertes voces.
Y las cerraduras de la noche lloraban.
Pero al amanecer, los versos eran como mariposas
que se trepaban a los árboles.
No sospechaba de sus demonios;
pero ya era un tatuaje de la muerte.

De la revista Letras de Buenos Aires

LA HOJA EN BLANCO

Esta página en blanco que presume de virginidad mas no de gloria,
está eximida de la aprobación de Dios en su pureza y su locura,
o de la maldición y la turbulencia de algún ángel caído del Infierno,
que hiciera su aparición y desahogase su ingenua transparencia,
del plagio o la adivinación, que invita a no mancillar un espíritu
en trágico discurso, o leyenda procaz que alguien trazara con mala fe.
(¡Ah, Rey Lear, que aullabas contra la impudicia y el humano,
mientras tu corazón se convertía en polvo y el ultraje en desamor!)
Para que ese tránsito infecundo en la noche tormentosa de los tiempos no sea.
Esta página en blanco que anunciárase como fuente de y transparencia, desde un territorio en el que renacen astros ya muertos y no se /redimen
los ligeros caballos de la impetuosidad, en los que asoman rostros /antiguos,
escudos y lanzas de la fatalidad que vienen a la reconquista de los lugares sagrados,
destruidos por los fuegos del mal, el saqueo y la mendicidad…

Esta página en blanco que no es para la blasfemia ni la vanidad,
ni para la escandalosa fuerza del dogma en pergaminos ya olvidados, sino para reunificar el Canto a la Belleza como partitura a los dioses
que orquestan las palabras y los ceremoniales de las sombras…
En fulgores, como se debe templar el acero como espada toledana. ¿Habrá alguien en otros reinos, Poesía, que levante estas consignas?

Largas peregrinaciones hemos hecho.
Y así también, Alfonso X (llamado el Sabio), bien te hubiera tratado… Que en idioma de galerías y de espejos, abriría los cantos de celebridad como antorchas en la noche de los tiempos…

Extensas perpetraciones y parlamentos con frailes y demonios /hemos tenido,
que trashumantes fueron, para que esta página en blanco sea el estandarte a la alabanza a los vientos y a una liturgia arrancada de una fuente secreta,
llagas y lastimaduras son para que alguien ose poner su mísera /letra sobre ti.

De Turdus Merula (Antología Poética), España, 2014

NO HUBIERAN SIDO MÁS QUE PÁJAROS SIN ALEJANDRA (1936-1972)

Hay dos cosas verdaderamente graves e infelices:
los sueños cuando no refieren más que el destino de sus criaturas
y dragones a ciertas horas de la madrugada.
Amén, de otros mayores y menores.
Por ejemplo, aquellas fábulas (de viejas Ediciones Gallimard o /N.F.R. de lujo)
y las conclusiones sin aliento.

También hay otra que desconcierta,
cuando el seconal sódico es una invitación en pequeñas proporciones
a que el viento recoja sus nostalgias,
mientras quedan insomnes las páginas en blanco
y en las manos la perpetuidad del instante.

Y es ahí, que la piedra de la locura cambia de color,
que se transforma y no se detiene,
que su peso es entonces más del debido
y queda entre las viejas historias del amor, los sueños, las caricias, porque ya no es posible su extracción de los estantes.
Pero entonces ahí es, —dulce bretoniana incorregible—,
que los ojos advierten que hay dos cosas verdaderamente
graves e infelices,
que dejan de lado el Arte Poética, los labios proscriptos,
y el despertar de las mañanas para siempre.

De la revista Zona Franca, Caracas, Venezuela, 1972

NUBES VIAJERAS PARA UNA DESVELADA AUSENTE (1920-1999)

Esa es tu voz.
Sí, un cartílago de oro que iluminó al sol.
Más bien debería recordarte que he aquí un cristal de roca
de belleza inaudita. Ese espacio por donde tu alma pasa con el verbo ad verbum
atemperado,
que contradice a las presencias en su traje ritual.
En sinfonía de voces.
Más exactamente, había en ti una convalecencia de penumbra,
que llegaba sin aliento a las conclusiones inesperadas…
De igual manera había en la memoria una pajarera
desconocida para las nubes,
adonde entrabas y salías siempre, alabando los paseos perdidos.
Tengo la sensación de estar tomando contigo el té de las difuntas,
en el fondo de un jardín y tú, con tu corona de flores.
—Es un diálogo secreto entre los huérfanos—, dijiste.
No estoy tan seguro de haber develado esas ausencias,
pero esos lamentos, esos paraísos perdidos,
son de aquella geografía del adiós.
Con rigor, debo confesarte que no debes confundir los sabores,
los reinos invisibles, las pasiones inescrutables
que alguna vez te han hecho llorar.

¡Ah, tapices revestirán una galería de abriles crueles,
de gladiolos moribundos,
de lágrimas de una mujer solitaria que toma sopa
con los retratos de un paisaje irrenunciable!

No debes alzar la voz cuando alguien te habla
de los salones desiertos…
Más aún, deberías controlar a quienes te adulan.
No siempre son de confiar.
Pero la niña terca que hay en ti, mira fijamente su plato
mientras se mueven las cortinas que dan hacia un balcón vacío…
No hay nada que hacerle: ¡robarle fuego al sol, ocasiona desgracias!
Te pone por delante una viuda de luto que augura calamidades
y prepara el pensamiento para la muerte.
Con todo respeto, siempre hay un embaucador de cosmogonías,
que pretende ocultar las nubes, las tormentas que se avecinan,
como un anticipo de los tiempos.
No te dejes impresionar por la distancia.
Recuerda que los poetas se reconocen más cuando no hablan. Realmente, no hay embuste posible en los versos
que no hayan dejado flores marchitas como la soledad…
Pero los huéspedes, amiga, no han vuelto. Y tú me dijiste:
-Me voy por unos días-, y yo te lo creí,
como un creyente de las cosas que vuelan;
los poemas de Pessoa se vuelan en un lejano bar de Lisboa
que ha quedado fijo en tu recuerdo;
pero tú, te ibas para siempre…

De Territorios de fuego para una poética, 2010

POUNDEMONIUM

En aquel cadáver hubo una vez una mirada intranquilizadora,
y en aquel otro, un ronquido feroz bajo la luz de mercurio;
pero en la mirada de la multitud no está el moribundo.
Tampoco el doliente.
Ni hay paciencia que valga para soportar la historia.
Ni siquiera un poco de sentimiento para consolar su
angustia.
Por usura, mantienen todavía en alto su radiografía,
en la que deambulan los fantasmas del miedo
y el líquido turbio de la desesperación.
Algo me dice que ni los huesos lo protegerán del olvido.

Ese cadáver nada entiende de Propercio,
ni de los “pétalos de una rama oscura”…
Razón tuvo el loco de los Cantos.

Y tú, ¿de qué te ríes, desgraciado?
¡Si también serás molido por la rueda de la incredulidad!

De Mirada de Brueghel, 1990

SALMO DEL REY DE LA LLUVIA

La más perversa desnudez es la más bella.
A la hora en que esos ángeles dormitados,
criaturas tiernas son de la concupiscencia.
Aquí hay que ganarse la virtud o la impostura,
recogiendo el servicio hospitalario de lesa humanidad,
arrojando entre algodones el bofe cotidiano,
implorando en la Casa de las Alucinaciones
como en el altar de un dios despiadado,
que reclama para sí el reino de las tinieblas,
enfundado en la celebración de un vino amargo.
Así el ofidio muerde para el ensueño o la locura.
Y yo viajo desde hace tiempo en un tren anónimo
que va sumergido en el miedo y la desolación,
para poder verte algún día como un espejismo en la bruma.
Mis recuerdos van cargados de ayer.
Y me pregunto qué fundidor de metales trabajará mi canto.
Yo no sé de la memoria de la piel,
de hoteles baratos que dejaron sin aliento nuestro amor
en medio del paraíso perdido .
Yo no sé si hay amor en la impostura.
Sólo sé que la más perversa desnudez es la más bella.

De Los Cantos del Gran ensalmador, 2005

TÍO EZRA

Desde años ha, me fascinan tus dotes visionarias,
patriarcales, órficas, musicales…
Desde años ha, se complican los testimonios de eufonías
que de versos fueron en períodos inciertos,
de un oratorio demasiado sublime, que descansa
como muerto en cada prosa de románica estirpe.
Y extravagantes edades del Canto fueron,
que se repiten en voz de provenzales ecos,
en melodiosa perpetuidad…

Desde años ha, sigo esas polifonías,
esas melopeas que de las viejas épocas son
como prados humedecidos,
como cielos que todavía te ven pasar en Venecia,
como rama de un árbol muy antiguo,
que todavía brota en la espesura…

Mas no como piedra que esculpe el paisaje.

En el Cementerio de San Michele, Venecia, 2014