SCHAEFER PEÑA, BEATRIZ
ABISMO DE LOS MARES

(Génesis, Cap. VIII)

Ciento cincuenta días fue tu día,
transparente mordaza suspendida del cielo,
mientras la esperanza se mecía
en aguas del sacrificio.
Era necesario cortar el hilo de oro del placer,
desflecar esa trama donde la infamia
bordó los nombres de los siete pecados,
ahogar las alas de la discordia
derrumbando su vuelo.
El cristal debía clavarse como puñal
que urde en la herida
el destino blanco de una cicatriz.
Criaturas y sueños sepultados
serían la penitencia.
Nada tenía que subsistir, solo nosotros
bajo esa lluvia de condena.
Éramos los elegidos porque la voluntad
puso a resguardo al corazón
mientras la impudicia rasgaba sus velos.
Debimos sobrevivir desde el escarnio
cayendo de rodillas en noches de inclemencia.
Y a pesar del olivo de la purificación
fuimos, una y otra vez, Caín.
Y para siempre.

(De El Fuego y los vestigios)

ALFA DEL CENTAURO

Bajo este asombro de constelaciones,
presintiendo tu huella que conduce
al vislumbre del Primer Universo,
-aquél que engendró al día de los días-
detengo la mirada y me arrodillo
en un ejercicio de humildad
y te pido que me dejes prevalecer.
Antes de culminar tu ciclo luminoso
detén, por un momento, tu vorágine de estrella
y como hiciste antaño con el Niño,
enciéndeme en la frente el soplo de los dioses
para que pueda ejercer otro destino
diferentes en los signos y el castigo
sobre esta tierra donde caen destruidas
las imágenes que elevé con plegarias.
Sí, yo te pido que antes de partir definitiva
en el tiempo donde no sucederé,
me aproximes al enigma
y en la frontera inconclusa de los sueños,
como esa bruja de los cuentos de hadas,
cabalgue tu fulgurante rabo
mientras desecho la intención oscura,
la que subyace en el sabát secreto
que alguna vez, también, he celebrado.
Y te pido, como último deseo,
que les concedas a mis imposibles:
la inabordable Noche, el verbo alucinado
o el laberinto mágico que mide
su proyección eterna en el espejo.

Solo por un instante de encendido milagro.
Apenas el instante.

(De “Revelaciones y artificios”)

ANTES DE AMANECER

(Libro de Judith, Cap. X-XVII)

Cerrada la única salida, tuve la llave
de la certidumbre.
Debí atravesar la muralla del placer
y andar en medio de todas las caricias
sin más velo que ese antiguo dolor
brillando en la mirada.
Libre de todos los presagios
pude llegar a las puertas del deseo.
Alguien puso ante mí esa presencia
magnífica y pagana.
No hubo otro sonrojo más que vino
derramado en la almohada.
Entonces, dormida entre mis manos,
su cabeza signada en la condena
rodó, desde lo hondo de aquel sueño,
ceñida al pedrerío, ya inútil, de la gloria.
Y nunca fue después.
Siempre fue antes.
La vara del amor.
Lo inolvidable.

(De El fuego y los vestigios)

ANTES DE ESPARCIRNOS

(Génesis, Cap. XI)

No teníamos alas, sólo la desmesura
y quisimos llegar hasta el Azul.
¿Qué hacer para alcanzar el sitio
donde la Majestad
hizo posible al hombre?
No existía en la tierra
más que un solo lenguaje,
unos pocos vocablos
y con ellos construímos los peldaños
para subir los sueños.
Abajo quedó la ciudadela,
el soberbio herraje que se abría
a la fiesta de las bocas.
El beso anunciador
del fuego de otros besos.
Los muros del silencio.
El placer del olvido.
Y mientras descubríamos
la distancia infinita
en procura del Nombre,
nuestra voz perdió su melodía.

(De El fuego y los vestigios)

BREVEDAD

Mi ciudad habitual, su circunstancia,
albergó un tiempo,
un limitado espacio
de suave musgo,
de líquenes trepando paredes devastadas.
Un oculto paisaje de humedades remotas.
Amaneciendo sueños,
llanuras desprovistas,
fui creciendo las horas
de luna y de letargo.

¿Qué fue de aquella infancia de bosques?
¿Qué se hizo aquella risa de maíz
abierta en la mañana?

Apenas queda un gesto.
La vaguedad de sombras
presentidas y ausentes.
Apenas, la memoria.

(De “De ángeles y designios”)

* Nació en la ciudad de Buenos Aires.

CANDOMBLÉ

Pesadilla de médanos
abre fauces el fuego
iluminado el predio
del sueño de esa noche.
Avanza la mulata;
ya no es ella: es la otra.
Un rastro de cerveza conduce
al conjurado encuentro.
El tamboril del viento
emite su llamado
y el cigarro encendido
se consume en la boca.
Ya la mulata danza
un ritmo de collares
y el mar, casi en silencio,
es el testigo móvil.
Fosforescencia antigua
entreteje la espuma
para bordar la falda
con delicada trama.
Velas y flores arden
primitivas ofrendas.
La hoguera es el altar
donde acuden los dioses
y el signo de las manos se confunde
con el gesto mojado de la arena.
Mientras los pies descanzan
un paso improvisado
la tribu del misterio
acude entre los sones.
El heredado rito
repite su plegaria
y el alba se detiene
ejerciendo un mandato.
Cuando la flor apague
su perfume en el agua,
todo será como antes,
sin magia ni desvelos.

(De Revelaciones y artificios)

CIRCE

Emerge tu corazón
de sus cenizas,
celebrante de sombras.
Sobre el altar,
donde oficiaban la flor
y la mandrágora,
yace un resto de sonrisa
sellado por la luna.
Te persiguieron.
Te dieron caza las criaturas
que transformó tu escarnio.
Beso a beso
te fue devuelto el fuego.
No quedó nada de ti.
Tal vez, ese vestigio
de hoguera perfumada.
Y aún estás al acecho,
en la última brasa.

(De Revelaciones y artificios)

DESPUÉS DEL DILUVIO

(Génesis, Cap. VIII)

Arco de luz, tendido,
la lluvia detuvo su cristal.
�No más.
Ya nunca más
�repite La Anunciadora�.
¿Dónde quedó el despojo?
¿Qué corriente arrastró los ofertorios,
los inocentes pétalos?
Ahora
el nombre lavado de la desdicha
se levanta en la infinitud.

(De El fuego y los vestigios)

EL ILUSIONISTA

a Nina Thurler

El fabricante de sueños pasa
y se detiene
con sus ánforas plenas y engañosas.
Me ofrece todo lo imposible:
el retorno del tiempo,
la devanada trama del deseo,
el espejo astillado del recuerdo
la puerta brumosa del olvido.
Él deja que me acerque
y hunda mis manos
en la canastería falsa
donde afanosamente busco
lo que no he de encontrar.
Entonces, desde una roja sonrisa
imaginada,
me deja la promesa del regreso.

(Inédito)

EN ESTADO NATIVO

(a Teresita Flores)

Conocí a una mujer
vestida de paisajes.
En los ojos guardaba
el vuelo de los pájaros
y en las manos el secreto
de las alfarerías.
Conversamos bajo el aire difuso
que antepone la siesta a la montaña
cuando la piedra
recalienta el cielo.
Le pregunté quién era
y me habló de un territorio
de armonías.
�su nombre es un jardín tan vasto
como el rumor sosegado de esa tierra�.
Después, se despidió y la ví marcharse,
deambulando en la luz.
Algunas veces, cuando me ciernen
los crepúsculos,
pienso en ella
y me regresa
su memoria de sol,
su mansedumbre.

(Inédito)

EN LA BOCA DEL PEZ

(Jonás, 2)

Estoy cercado por el remordimiento
en esta prisión de líquenes y arena.
Los cerrojos de la tierra
se han cerrado tras de mí
y el giro de la tempestad reclama
mi lugar entre los muertos.
Pero aún no es el tiempo
del descenso a ese reino.
Todavía queda un espacio
para la clemencia:

Esa fuente de gracia prometida.

(De El fuego y los vestigios)

ESE TEMIDO ATARDECER

No sólo son las sombras
o el color de la sombra.
Hay un río de aromas
que me conduce al sitio de la sangre,
a esa vena propicia
(el manantial oculto que me urge)
Hay un jardín escondido
en los crepúsculos.
Allí crece la rosa,
la suave mordedura.

(Inédito)

HOY

Traducida de ti
me circunscribo
al último designio
y vuelvo a ser origen
de tu origen,
diluida ya de búsqueda
y de asombro.

(De De ángeles y designios)

LA MENTIRA

Pájaro de alas falsas: te celebro.
Tu irrealidad redime mi cadalso
y lo convierte en sueño de aventuras.
La verdad, a tu lado, desvanece su estrella
mientras mantienes, fiel, el equilibrio
del ayer que no fue y el hoy fingido.

Compañera en la ausencia.
Dúctil, perfecta.
Laboriosa de formas y armonías
que revierten la historia del espejo.
No importa que los otros te descubran
soslayada, detrás de la mirada,
o en la sonrisa simple que dibujas.

Yo te celebro: dulce mercancía
por la que obtengo un cielo que no es mío.

(De “Revelaciones y artificios”)

LA OTRA MIRADA

Ella está contemplando otro Universo.
No sabe de domingos hincados y plegarias
que reclaman ese rostro escondido.
Su cara no es redonda, como la dibujan
los artesanos del cielo.
Es esquiva y breve, igual a la hermosura.
La necesito en mi corazón, fría, como los encierros,
para que allí se conserven todos los sueños
y no desaparezcan los nombres habitados con su luz.
Sin embargo, vuelve la mirada dejándome
al borde de la oscuridad, tanteando la noche
apoyada en la fugacidad de las estrellas.
Yo sé que alguna vez me entregará
su piel de piedra blanca
con la caricia intacta.
Yo sé que alguna vez su maravilla
se llevará mi asombro.
Mientras tanto le rezo y la convoco:
Luna arrorró. Conjunción del silencio.
Beso espejado.

(De “Revelaciones y artificios”)

LOS INNUMERABLES DÍAS

(Jeremías, Cap. I-XXV)

Sucedió en mes quinto.
Yo era aquella ciudad que se estiraba,
fuerte, como el celo del león.
Regio muro de bronce contra el mundo.
Me dieron guerra los reyes,
los príncipes ajenos
a este desierto consagrado.
Imagen de la muerte
mis senderos esquivos, inhabitados,
fueron abriéndose en los cauces
como una invitación para el deleite.
¿Qué aconteció después?
Mi antiguo nombre se quebró
entre las piedras de la orfandad.
Mis límites se anegaron de sangre,
vertiginosos ríos convergentes
en el perdido espacio llamado Paraíso.
Ahora respiro mi propia, última exhalación:
este aire profundamente perfumado
con el olor de todos los deseos.

(De El fuego y los vestigios)

LOS SECUACES

La enmascarada cierra el círculo
de reptiles
y un rastro de sombras se pierde
sobre el pantanal.
Alguien viene a mi encuentro.
�¿Has comido alguna vez
carne de cocodrilo?�
�pregunta al ofrecerme
el trozo blanco de la cola�.
Se diluye el sabor
entre mis dientes
y después, le respondo:
�En realidad son ellos
quienes me devoraron.�
El horizonte se enciende
de corales.
Debajo de las piedras
lomos negros y amarillos
urden encantamientos.
�Ahora nos perteneces�
�vuelvo a escuchar
detrás de las escamas�.
La esmeralda partida
de esos ojos
simula un cristal sobre el follaje.
�No habrá más orillas
�pienso�,
apenas esta baba cenagosa
que alguna vez fue rio.
Ya el sol no podrá herirme
con su vara de aromas.�
La Enmascarada despliega
sus cenizas.
Es el momento.

(De Revelaciones y artificios)

THANATOS

Como si fuera una quimera
se hace visión
en su ángel detenido.
Tiene el color tardío
con que, a veces,
recordamos los sueños.
Tú eres la presa,
la cita de ese instante.
No más el resplandor
opacado por la nube
ni el ronronear
de las incertidumbres.
Ajeno de la luz
sólo querrás entrever
el precipicio
donde te espera el sello
de su abrazo,
y el figurado rostro
que elegiste
para ponerle una máscara
a ese miedo.
Inútil ya
tu antiguo interrogante.
Solamente su esfinge
y su armadura.

(De “Revelaciones y artificios”)

VESTIGIOS DE UNA FUNDACIÓN

(a Santiago de Cuba)

Del claroscuro de la memoria
se levantan tus ojos.
�Debes aprender el color de las flores�
�decías en las siestas�.
�Nunca más esa luz volverá a tu mirada�.
Testigos de la tarde
perdíamos su paso
en las hondonadas de esa Isla
roja en soles de batalla;
adormilado lagarto tendido
sobre la seda del follaje
donde un balcón de piedra
se alarga hasta la arena,
reclamando el retorno.
No son fáciles los días sin ese mar agitado
y siempre verde
volcado a tus espaldas;
sin esa fiesta del fuego
cuando las trompetas arden al silencio.
Hoy, desde esta paisaje
donde el Sur se me impone,
me hace falta
la música atenuada de tu voz,
casi hincada en mi oído,
los espejos del cobre
de la corona de la Virgen;
la pared amarilla del cuartel que se levanta
delante de la Sierra.
Me hace falta
el caracol sinuoso de los ritmos,
la apagada vestidura del adiós
y esa callecita empedrada que me conducía
hasta el último resguardo
de tu corazón.

(Inédito)