TROMBINO, RICARDO LUIS
ANCESTROS

Llaman.
Basta pisarse la sombra,
descalzar la rutina;
o en la misma tierra
rezuma el perfume
y el grito…
Los prosternó la intemperie,
el hambre de siglos,
la postal errante
que desde una foto
los congeló en ausencia.
Llaman,
nos tiran del brazo
hasta la conciencia dormida.
Atraviesan calendarios de piedra
con llanto mordido en yugos
como bueyes
empujando el costado del miedo,
como un desgarro en la urdimbre del telar
mientras amasan paciencia de milenios.
Llaman,
se cruzan por huellas cotidianas
que su muerte dejó en las ciudades
en nieblas de tránsito y apuro.
Se asoman
por arcoiris de lluvias
por los ojos de un niño
sostenido en las espaldas.
Llaman
y en su afonía nombran
mi olvido y mi desgano esta amnesia de sangre,
la utopía disuelta en vértigo.
Llaman. Gritan. Me nombran,
voces tiempo atrás,
mientras otro siglo
sobreviene a mis ojos
sin redimir el espanto
ni abrazar la espina
del abandono.
Llaman. Gritan. Me nombran
mientras me voy
saltando milenios
a la incertidumbre
a la total incógnita
del hombre que fui.

CANTO RODADO

Es cuestión de las acequias, en tiempo ayer las palomas,
el sueño en la montaña nueva y los pies cansados
de empujar arriba el peso de una aventura a lo alto.
Me dijeron una vez vale la pena, sí,
la mecida tonada de un recuerdo
cuando la torcaza sobrevuela nombres quietos de la siesta. Empujé travesías a desgano de piedras
con un fulgor zonda calcinando entusiasmos.
Busqué en sombra de algarrobo la respuesta del desierto,
agua como vena por debajo de la tierra.
Tiré piedras en el río del verano,
espejé en su caudal mi poesía;
me llevó rodando a los sueños de la nieve,
me trajo cordillera en cristalinas gotas
y descubrí en su arena mi destino.
Hoy, poeta deletreando los cerros,
acunando en el valle comisura de olvidos,
abrazo una guitarra de árbol recuerdo
y canto un poema, me reúno con los álamos,
me refresco la historia en las acequias;
viene en remolino el ayer, días infancia de los pájaros
que enjauló el pavimento de otra costumbre,
una traición por la espalda del sueño.
… Y este grito hecho verso rasgando vientos de la tarde,
palabra que me salva para crear de nuevo
el horizonte postergado.
Y me invento otra calle para despertarme,
saludo a los pájaros en la incertidumbre del lucero
para que me nombren los días futuros
y se meza entre los álamos mi renovado canto,
poema despojado, desnudo,
la voz creadora de mis ojos en la urdimbre del río distante,
en la cumbre del agua gestando racimos.
Ando entonces, desde entonces,
como canto rodado, pariéndome otra vida
mientras ruedo por el tiempo de los sueños
en despojo y apropiación del mundo,
hilo de sol en mis aristas,
dorada huella en la veta de las búsquedas.
Tengo el nombre de la sed bautizándome los años
y el lagar de estos poemas para beberme otra vida.

DECISIONES

A veces se elige
sólo porque hay que hacerlo.
Es como una espada
llevándonos al muro.
Un día tocamos
la inminencia de una hora,
el reclamo
de una cansada espera.
Y se habla,
se define,
se opta…
Es decir,
puede uno equivocarse.

DESPOJO

El inventario de las noches y los días
excedió las hojas que guardé. Desde mañana tendré que discernir
qué páginas le quemo a la memoria.
Acaso borre la mentira que quedó
detrás de luces que insinuaron verdad,
la sangre de ojos de un adiós despiadado,
largos días que el entendimiento no descifró.
Tengo que despojarme.
Hay criaturas que acuden a mis sueños
y me cuesta cruzar las calles con fantasmas,
llevarlos de la mano, cuidarlos
para que nada los atropelle, para no caerme.
Un viento suave predice la aurora que viene.
Volveré a abrazar el prodigio de la palabra
y la honraré con mi mano tallando otra arcilla.
El Cielo asistirá con su Verbo
mis nuevas formas de nombrar la Vida.
Soy el dios y el adán de este porvenir.

ENTENDIMIENTO

Se consume un fósforo
en mi mano.
Y cuando ya me quema la piel
—breve instante
que me animo a soportar—
muere…
Casi
comprendo al amor.

EPITAFIOS Y RITUALES

Hay muertes
que no acontecen en ciudades:
un hombre se desploma,
a menudo,
fatigando cerros
y una vasta soledad a cuestas. En algún camino nevado,
cordillerando eternidades,
se desploma su pecho
y besa la tierra para siempre.
Hay quienes después
calcan su camino
y le hacen ritos de cruces y flores
en puntuales visitas
al último sitio de su risa
o al último suspiro de su tristeza.
Hay caminos del campo
que se van nevando
de tanta soledad.

ESPERA

La espesura de la noche
se disuelve en el asombro de una distancia.
Cada cual, de nosotros,
busca la piedad o el castigo
en la memoria breve
que atraviesa por insomnios
las agujas del reloj.
Cabe poco tiempo en el desamparo
cuando todos pasan y nadie mira.
La nevada soledad araña fotos
de rostros ayer que ya no hay.
No tocan la puerta
del otro lado de la estrella.
De cuerpo ausente se nutre el desgarro.
Indulgente se cierra un libro,
y los párpados, y llega un sueño
que aletarga una tregua
donde los nombres se han hecho polvo,
remoto pasado, adiós,
canto sin garganta.
Un remolino de hojas susurra en la puerta.
El viento concurre a la ceremonia
de tanto estrépito callado.
Alguien mueve una llave detrás del bostezo,
empuja la densidad del recuerdo
y en un instante
nos atraviesa el pecho
con la sorpresa de una boca
que nos besa otra vez el asombro.
Entonces, la noche,
es un pájaro liviano
que amanece.

MATÁFORAS DE INVIERNO

Las mujeres en invierno
son grandes metáforas:
hay que descubrir la piel
debajo de tanta ropa.
Por eso los hombres
somos más imaginativos
cuando el frío repliega
hasta la mirada. Habrá que hacer poesía
antes de octubre
y de algunos desencantos.

OPCIÓN

Se creyó la vida,
esa de cuadros que pintaban otros,
una acuarela asegurada por muchos,
certeras pinceladas de costumbres.
Pero un día
lluvias intrusas cayeron en los cuadros
y transformaron todo
en tinta para versos.
Le dolió en sí mismo
tanto color que no le contaron.
Entendió que debía elegir,
decidió hacerlo:
En el banco de una plaza sola,
con algunos gorriones curiosos
y un viento suave de tarde distinta…
tomó sus armas
y se mató de poesía.
Iluso
Uno cree
que todo lo puede
todo lo tiene
lo sabe
hace
Uno cree tanto.

PERSISTENCIA LEJANA

En un mueble dormita,
con perfume a cedro,
un poema callado,
nunca dicho en rueda de amigos.
Es nada más que un apretado abrazo
en madera de silencio.
Si una mano deslizara
el frágil resguardo de ese tesoro
podría tal vez
desempolvar palabras
por las que un día he muerto secándome la boca,
y una herida por la tinta de los ojos
erguiría de nuevo
este fantasma
que deambulo por las calles.
Los vientos del invierno
han posado en ese mueble
todo el polvo de sus furias
y una lámpara vieja
se ha poblado de fantasmas
que le rozan las aristas
y se caen por calendarios de lluvia.
Estoy atesorado en un cajón,
en una hoja.
Soy
la húmeda sombra de un plagio
que camina su recuerdo.
Sólo me repito en una tarde
por la que un día partí
hacia el nombre total del olvido.

PLAY

Cada cual con su grieta,
algún estigma de calendario,
punzadas cruzando la espalda y el talón
y una pura razón para el dictamen,
la condena y el destierro de los otros
Y un pupo en toda su miseria de pelusas Cada cual con su demanda,
su gota de odio por el ego destilada
un resentimiento traqueteado y repetido
disfrazando de amor
amargas babas biliares
envidias vanas de una cartelera
que se va a dormir un día
al manso aposento de los féretros
Cada cual con su puño
al acecho insistente y sostenido
del tenso torso golpeado
y la zancadilla de una burla
y el gesto agazapado
como el que aguarda con la honda estirada
el certero instante de la piedra
en el pecho del plumaje
Cada cual con su triunfo y su derrota
su podio y su fondo rasguñado
y un envión, el repechaje
tumbo y retumbo
golpe hacha en puertas cerradas
colmillo punzando lengua y adjetivos
tumorando insultos
al ancestro y al útero de madre
Cada cual con su beso y cuchillazo
su perdón y su condena
fosas, lápidas, “Amor y Paz”
remolinos, rayos y lluvias
dieta y bulimia
mueca y mordida, artilugio
llave, candado y cadena
alma de rebenque a contraespalda del abrazo Cada cual con su miseria
guardando en las carpetas la constancia
el certificado con puntaje
el cheque la marca el canon
el título la acreditación
el primer puesto la foto social el moño
el regodeo
el reportaje
el reconocimiento
la resolución
y siempre igual
el rezongo
el resentimiento
el revoloteo
la reverencia
repetida
del resignado
y�
Rewind

PLENITUD

Intensa es la noche de estos días
Intensa es la luz que busco.
Hacia todo voy,
de la nada vengo.

PRESAGIO

Un niño ríe
por el agua de tus ojos,
salta mañanas de un verano
y brinca por un tiempo
que aún no llega.
Un niño corre
por la piel de mi cansancio,
me llama en tu piel
y atraviesa un día
que aún no llega.
Acaricio tu vientre
y los sueños
se me pueblan de bullicios.

SOFÍA

Distante en la noche de los grillostodas ellas me preguntan por Sofía
y yo deposito en cada mano las letras de su nombre.
Me miro en el espejo
en el mapa de todas las arrugas…
Sofía nace de mis lágrimas,
me toma las manos y me besa.
Me diluyo en relojes de agua por la urdimbre de su sangre,
salto calendarios, la llevo y me deja;
retorna y me pierdo por miedos y audacias.
Nos abrazamos
mientras un libro gira suave las hojas de una historia
Sofía escribe.
En mi garganta repite palabras de algún día lejano.
Tiene una silueta para el amor de todos mis veranos
y una ausencia parecida a cada invierno.
Sofía vuelve,
siempre vuelve Sofía para salvarme la pena.
Toda ella me duele en la piel y me brota en la risa.
El rostro de Sofía
es un eco de todos los abrazos perdidos.
Sofía me mira.
Por la médula del insomnio se posa en los árboles,
gesticula un abrazo hasta el fondo de mi sueño,
adelgaza las paredes con el ansia de su boca,
pasea con su estrella el vértigo de las horas.
Siempre sonríe.
Con un manso murmullo atraviesa la lluvia.
Sofía no duerme.
Por la pupila de su tiempo camina un desvelo.
Y en el fondo de todos los pasos y después de todo
mi verso la toca en total posesión de palabras.
Se viste con recursos que esgrime mi alfabeto.
Es el antes y el después de cada poema extraviado.
En la profunda sombra del plenilunio
baila en punta de labios por mi deseo insomne,
juega con una cercanía cada vez más lejana.
Yo me voy tras un perfume
que se estaciona en la piel de los árboles
y se desgasta en el viento la caricia azarosa
Sofía canta,
deja en mi guitarra la exacta sílaba de las búsquedas.
Luego la nombro y ninguna mujer la recuerda, todas ellas me preguntan por Sofía
y yo deposito en cada mano las letras de su nombre.
Me miro en el espejo
en el mapa de todas las arrugas…
Sofía nace de mis lágrimas,
me toma las manos y me besa.
Me diluyo en relojes de agua por la urdimbre de su sangre,
salto calendarios, la llevo y me deja;
retorna y me pierdo por miedos y audacias.
Nos abrazamos
mientras un libro gira suave las hojas de una historia
Sofía escribe.
En mi garganta repite palabras de algún día lejano.
Tiene una silueta para el amor de todos mis veranos
y una ausencia parecida a cada invierno.
Sofía vuelve,
siempre vuelve Sofía para salvarme la pena.
Toda ella me duele en la piel y me brota en la risa.
El rostro de Sofía
es un eco de todos los abrazos perdidos.