VERA OCAMPO, RAÚL
2001 ODISEA DEL ESPACIO

Yo no soy
de este mundo,
hace tiempo
que no respiro
su aire
no siento
sus ruidos
no comparto
sus calles
sus vicios
su aliento
contaminante; mis órganos
duermen
otro sueño
no late
mi corazón
y por las venas
y arterias
fluye
nada más
que el silencio.
Eso me obliga
a convertir
mi espacio
en celdas
irreductibles
donde no cabe
el taladro
que horada
o la conciencia
que impide;
sufro reglas
que determinan
su propia
identidad
aleatoria
una espuma
que segrega
la acumulación
del intento
corrompido
por la gente.
No creo
en falsos
ídolos
ni utopías perimidas
con olor
siempre
a mercancía,
siento
apenas
un escozor
como vidas
divididas
entre la materia
y la inercia
del vacío
y cuando
se piensa
que algo crece
es sólo el vahido
de una célula
que se
detiene.
No quiero
fingir
hologramas
ni símbolos
virtuales,
lo real
es una apariencia
decadente
que decrece
entre estertores,
no caben
funerales
ni pompas
circunstanciales:
yo no soy
de este mundo
y hace tiempo que mis voces
mis gestos
mis palabras
y todo
lo que escribo
no son más
que puro
silencio.

CANCIÓN DE LA NOCHE

Qué incierto
provenir
de un credo
donde el alma
muerde
su velo desconocido
germinando
su naturaleza
ese polen extraño
que orienta
los olores, los vuelos,
la aproximación
del prójimo como una aventura
original
y fértil
que libera en medio
de sus células
ese prolongado
vínculo nocturno
de nuestras
entrañas.
(De Álbum de Cámara)

CANCIÓN NATURAL

Qué remedio con desatar nudos
qué remedio con perversas series
de irracionales destinos que no piensan
ser ni construir ni levantar ánimos
o consecuentes melancolías
que despierta el no saber adónde
va disparado el fusil sin mira;
qué remedio discutir contigo
sin miedo a perderse por no decir
las cosas que duelen o endurecen rígidos
los miembros con palabras estériles
qué poética es esta que nos lleva
a callejones herméticos donde creemos
estar empujados y tartamudea la lengua
con creer sombras de balas
que no salen ni escupen bocas
que no sienten lo que derraman
sus huesos, estos oleajes puros
o impuros qué importa volvernos
piedras o miserables cuerpos de guano
que se rellenan con cuentos, papeles
viejos y estirados año tras año
hasta rompernos las cejas
qué remedio todo si no hablamos
el idioma mismo del hambre
la lengua cortante del que todo
siente irremediable, irremediablemente
lejano, perdido, podrido hasta roerse
por dentro y afuera la piel vieja,
aflorado el polen negro de su hiel
parlante como pubis tumefacto
al que no ronda el sexo
ni marca el amor o el sueño;
qué remedio con contarte toda
la dulzura melancólica, este triste
pasado sin condena ni ausente
poder desistir de hacerlo como todo
irremediable puede hacerse
o sentirse vivo latir bajo el pecho
cuando salta el pájaro escondido
que se muere sin remedio,
irremediable se extingue sin poder
dar la medida exacta de su vuelo
inextinguible, qué remedio
puede tener este dudoso acecho
en una oscuridad despedida
por entrañas que no conozco
si mis propios recónditos huesos
crecen a mis espaldas y veo
que el aire veta un aullido
incomprensible, ahogado en lluvia
por sed de agua pura, agua seca,
agua cálida de tus manos,
todas las unidas, elevadas, tiesas, duras
manos que se alzan en tu tierra
como el rumor de un bosque
sin palabras, para entonar áridas
la canción natural que ciñe
esa hermosura estriada y magra
de las penas que se cantan
o gritan en la espesura del mar
para incendiar la resistencia pérfida,
para quemar las tiendas distraídas
del odio, esa espuma indiferente
que ataja, impide, destruye
irremediable, nos destruye y cava
una fosa en los ojos
para llenarlos de olvido sin remedio,
qué remedio, entonces, te digo,
qué remedio decirnos el aire,
las quejas del viento destripado
o el ardor de mis venas,
si el canto no llega
así, vertiginoso entre los dientes,
ni clava su puñal en tu sangre
y te destila ese veneno lento
que un día hundirá ciudades,
un día crecerá en tus úlceras
para gritar la voz de todos
con el mismo despertar rancio
de un sueño irremediable,
aquél que ponga fin a su locura
en la punta de tus dedos
con un estallido de estandartes
y revoluciones tan puras
como irremediablemente ciertas.
De Canción natural

CIRCUNSTANCIA DE NUESTRO MUNDO

Es el peligro
de amoldar los rasgos,
ajustados el sosiego
y las acciones
a frías murallas de simulación
que revelan la idea,
el objeto triste de querer
marcar nuestros secretos
ignorando el genio,
la tumba que nos cierra.

Sin saber que el ritual
es manso trabajo que agota,
que no existe la ansiedad,
la venganza, ni el pavor,
sólo las tintas tristes
de las humillaciones, la misa fiel
que acumula el testigo
innumerable.

Entre el ojo y la máscara,
entre el misterio y la idea,
está el mundo.

EL AGUEDAL

El Aguedal es zona
vedada al sueño inquieto
que depara un itinerario
de pérdidas y fracasos.

A la sombra de sus olivos
perdura un mar lleno
que demora para siempre
el gemir de huesos.

Ruinas de pabellones
endulzan el rumor del agua
destinada a un regreso
curtido de acechos.

El Aguedal somete
a una calma desierta
donde tiene cabida
la arena del alma.

Un manto de años
cubre las heridas; senderos
que llevan a fuentes
donde puede leerse el viento.

Desde el arco de siglos
que el pórtico encuadra
me veo derramar el peso
de una desdicha grabada.

Retorno sin respuesta,
trayecto innumerable
que acrecienta el recuerdo
cuando el temor invade.

El Aguedal es muelle
de retiro, jardín sembrado
en carnes que supieron
del fuego y del vacío.

El Aguedal me tiembla
una vez en el brillo
de estos ojos que vieron
la frontalidad oscura.

El Aguedal me crece
como un camposanto
de tierna voz pacífica
que contempla y asiente.

KLAVIERSTUCKE N�9

Ejercicio claro
que no empaña
cristales
ni veda especies
sobrevivientes;
ejercicio
nítido en la gota
que cae,
así es el ruido
en la tecla,
el latido tramado
con ideas
que conducen
a corredores ilimitados
del pensamiento.
Así es
el universo
que no conocemos.

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS

En este tiempo,
entre el hueso recorriendo
la fría luz,
me estiro, asido el mal
de la inocencia,
en la invisible caridad
que me destruye.

Tantas noches
de un ciego esplendor
viajero
entre el altar y la pira,
saciado el juego para convertirme
en carne
y estrechas las vidas
y la historia del hombre
como un papiro perdido
entre la resurrección y el tormento.

Objetos mudos,
intercambiables
del corazón humano,
círculos de ruinas memorables
que un monumento expira
proveyendo el goce
y la razón,
emblemas de mi cuerpo:
la virtud desconoce
el mérito.

Y asido ahora el Cáliz
rechazo la verg�enza,
el frío que me quiebra
como un oprobio,
el signo final que sella
mi elocuencia;
mi virtud es de la que corrompe
el tiempo,
yo no he nacido puro:
he sido fiel.
De Santuarios y otras conversiones

LEOPARDI

Y nada es cierto
rigurosamente
sino la interna claridad
que hace un santo
de un apóstata, una virtud
del raro alimento que compone
las desgracias,
el diario despojo que une
o separa
o aniquila.

Entre el cariño natal
y la acechanza
a que obliga la tierra,
oír cantos
que encierran el mérito
de poder, a pesar del ser
y el infortunio, aliviar
la mente
y desterrar el cuerpo.

Esta cruenta lucha
recuerdan los años
mientras descoloran opacas
la voz y la materia;
el nombre no es sino
un reflejo
para disipar el tiempo.

Or poserai per sempre
Stanco mio cor.

De El misterio y las formas

MI SER ESCÉPTICO

Mi ser escéptico
no cree en nada
y es natural
que así sea
cuando todo
alrededor
no ayuda
a pensar
que las cosas
la gente
el planeta
los seres vivientes
y hasta
los muertos
no ayudan
para nada
a darnos esperanza
de que el mundo
mejore
se convierta
en un lugar
habitable
alegre como una quimera.
Mi ser escéptico
cree
que casi todo
está perdido
pero se empecina
en seguir
viviendo
como si nada
pasara
y el derrumbe
alrededor
no fuera poco;
quizás
esté acostumbrado
o le hayan dicho
mentiras
acerca de la muerte
la redención
el paraíso.
Mi ser escéptico
es bastante
ambiguo
porque cuando quiere
se torna positivo
hace cosas
que parecen
importarle
o ayudan
a seguir intentando
barnizar
el óxido existente
como si el aire
fuera brisa
fresca o el hombre
tuviera
un sentido.
Mi ser escéptico
no cree en nada
y es lógico
que así sea
pero a veces
me llena de asombro
porque en medio
de tanta podredumbre
se pone a pensar
y elabora lecturas
o hechos
que dejan una huella
indeleble
dentro de esta tiniebla
en este páramo
en esta región
del desconcierto.
De Mundo ajeno

VUELO CON UN PILOTO IRLANDÉS

En el espacio
floto
con soltura
y los desatinos
errores
o esquinas
desviadas
de mi itinerario
parecen
leves
ante la inmensidad
del aire,
el soplo
de ráfagas
que juguetean
con la vida.
En esta marea
de partículas
atmosféricas
escruto abajo
los placeres
y crueldades
de aquellos
mis contemporáneos y creo
desvanecer
mis penas
forjado
estratosférico
con una dimensión
mayor
que borra
la minúscula
insensatez.
Floto
genuino
en ruta
hacia ningún
puerto
y hacia
lo inconmensurable;
me parece
intrascendente
aquel detalle
que no engrandece
o sublima
tu creencia,
desde aquí
el mundo
empequeñece
no sólo
su tamaño
sino
la mezquina
proporción
humana.
Quiero
buscar en las alturas
lo que no
encontré
allá abajo,
cegado
por los límites
y el griterío
de la chusma;
del balance
que nos toca
me convenzo
que nada
sirve
y como el piloto
irlandés
que Yeats
perpetuara
yo sé que encontraré
mi destino
en alguna parte
por encima
de las nubes.
De Playa ausente