BOCCANERA, JORGE
(II)

Bésale las piernas a la poesía
aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
Bésale las palabras hurga su lengua hasta
que abra los brazos y diga ¡santo dios!
o hasta que santodios abra los brazos de escándalo
bésale a la poesía a la loba
aunque diga que no que hay mucha gente que aquí
nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
hasta que no de más hasta que pida más
hasta que cante.

(VI)

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre —como el tuyo— es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus breves colores se deshacen contra el olvido,
pero ya lo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.
Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.

(XVII)

Alguien ha entrado al mar como a una casa,
humaredas de espuma le entorpecen el habla
lo ciegan
llenan su corazón de harina negra.
Si el pescador era propiedad de la tierra
el ahogado pertenece al mar,
y es inútil disputarle a las aguas esas verdad pesada. Como el rostro del que entró para siempre
al espejo del agua,
en un país que desconoce.
En el muelle
la muchacha de la bufanda azul espera.
La memoria es a veces como una piedra enorme
en los brazos de un niño.
De Oración para un extranjero

ATTILA JÓZSEF

Attila József espera al tren carguero,
su barba de tres días lo delata,
lo delata un brasero entre sus manos
y un zapato callado lo delata.
Attilla József espera al tren carguero
mientras guarda su sombra en la valija,
y recuerda a su madre:
“frágil era mi madre. Murió pronto
porque las lavanderas mueren pronto”.
Attila, el tren carguero y cuánta hambre
metida entre tus huesos, atada a tu cintura.
Y Flora lejos, casi inalcanzable
como el perfume a hierba de diciembre.
“En donde yo me acueste está tu cama”.
En tu espalda la tarde deshizo sus colores
en tanto que el silencio le dibujaba un nudo
a tu sonrisa.
Un obrero, tu hermano, mira un repollo fresco
y tú esperas al simple tren carguero.
El día presiente que vas a construirle
un grito,
un salto,
un ¡Basta para mí!

CARTA DEL SUICIDA

Lo poco que he vivido,
me ha hecho perder demasiado tiempo.

COMENTARIOS X

La gente ha escondido sus ruidos,
sus modos de doler,
ha incendiado sus nombres,
fusilado su ropa,
puesto a dormir su sangre y sus saludos.

Por si esto fuera poco,
los perros de la noche
llevan mi nombre entre sus dientes.

DE REPTIL MAGAZINE

Es inútil,
jamás encontrarías a este corazón de dinosaurio
porque has sido educada para el corazón de
otras especies,
animales domésticos,
cuyo pelambre con aroma de cedro y azucena
es más que necesario en estas épocas,
gallináceas de fastuosa cola,
plumaje verde con visos azules y dorados.

Un dinosaurio nunca ha sido ascendido en su trabajo
ni ha sido condecorado nunca,
ni siquiera ha protagonizado un film de amor,
más bien resulta incómodo su abrazo,
ilegible su letra,
incomprensible su cuota de alcohol diaria,
y lo que es más,
esta piel cuaternaria no comprendería nunca
las complicidades y pactos de hoy en día:
mente ágil,
disciplina,
popularum-progressio.

Yo bien sé que es inútil,
quizás en otros días,
después del maremoto anunciado por los sabios ilustres,
antes del gran diluvio,
alguna vez,
quién sabe.
Pero ahora es inútil,
porque has sido educada para otros menesteres.
Nunca el insomnio
cabalgando en esta música de besos,
encuentros insolentes,
el deseo de pastar en los campos prohibidos
y la entrega total,
de cabo a rabo.

Ahora,
recoge con cuidado tus manecillas suaves y tus
labios ociosos,
tu cabello de seda y esa voz aflautada que entre sorbos
de té solía decir: “mañana es otro día”.
Ha de haber sido horrible
haberte visto envuelta de pronto en este embrollo.
Tamaño lío,
haberte enamorado por un instante de este corazón
de dinosaurio.
Además,
nunca hubieras podido dormir con mis latidos
como de clavicordio y de tormenta.
Con estos ojos tristes quién hubiera podido,
mi pequeña.

EXILIO

expulsados de la selva del sur de Sumatra
por los hombres que vienen a poblarla, 130 elefantes emprendieron hoy una larga marcha
de 35 días hacia la nueva ciudad que les fue
asignada.
(afp. 18/11/82)
No hay sitio para los elefantes.
Ayer los expulsaron de la selva en Sumatra,
mañana alguien les impedirá la entrada al Unión Bar.
Yo integro esa manada hacia Lebong Hitam,
yo sigo a la hembra guía,
cargo con la joroba de todas mis valijas sobre las
cuatro patas del infierno.
Llegarán a destino —dijo un diario en Yakarta.
Los colmillos embisten telarañas de niebla.
Llegarán a destino,
viejas empalizadas que sucumben bajo mareas de carne.
Llegarán —dijo el diario—.
La estampida cruza por suelos pantanosos
y mi patria —la mía— es sólo esta manada de elefantes
que ha extraviado su rumbo.
¡Guarde celosamente la selva impenetrable este ulular
de bestias!
tambores y petardos, acompañan.
Algo de todo el polvo que levantan, es mío.
De Polvo para morder, 1986

FLASH BACK

Hay una habitación a oscuras
y un hombre dentro de la oscuridad.
Hay un corazón oscuro dentro del hombre
y un rostro de mujer dentro del corazón.
El hombre se pregunta:
¿quién puede dormir esta noche si los pechos
de la mujer aquella saltan sobre el alambre del
recuerdo y caen entre mis manos?
Se pregunta:
¿quién puede dormir esta noche,
si una mujer apedrea mi piel desde sus labios?

En cualquier calle de la ciudad vacía puede
encenderse un rostro de mujer,
que entra a la habitación,
se desnuda callado sin encender la luz,
y se recuesta.

El silencio se duerme en la saliva de una mujer y un
hombre.
En la mesa de todos los días,
una manzana abierta golpea contra la oscuridad.

HABLAN LOS OJOS DE NAZIM HIKMET

Sobre mi mano,
la mitad de una manzana brilla.
La otra mitad está sobre una mesa a miles de
kilómetros de aquí.
Es imposible morder esta mitad
sin que duela el vacío.

HADA

Se alimenta de carne de venado, de hojas grandes
y verdes, pero vomita nieve.
Se desliza a gran velocidad, sube a los altos picos
y cuenta lo que todos callamos.
¿Podría patinar sobre un pie? ¿Dibujar en un pie?
Voy a decirlo de otro modo: la Sordomuda pasa
con su cuerpo ladeado para recuperar el equilibrio.
Aquí todos la aclaman: �no hay palabras, es única�.
Con su pasamontañas se desliza.
Clava sus espolones y mi lengua aterida se enrolla en
viejos miedos.
Y así ella se alimente de frutas amarillas o de peces
plateados, siempre vomita nieve.
Cuando vomite al bosque, yo lo conoceré.
Ahora está en la pendiente: �no hay palabras, es
única�.
Yo rito del trineo, con mi hocico escarchado poco
puedo decir.
Para ella los aplausos porque puede bailar, dar vueltas
como un trompo.
Y si se lo propone,
podría leerle los labios a un muñeco de nieve.

MADRE (FOTOGRAFÍA UNO)

¿Cuántas llaves su boca?
Candados que la visten, la roban de la luz,
escondida, entregada.
Ladran perros de trapo en cajones saqueados
por el polvo.
Todos los movimientos de mis manos la dibujan.
¿Cuántas llaves su boca?
Días ajados flotan sobre palabras rancias,
en el mismo rincón.
donde mi edad es un ruido y una canción de vidrios
sucios quiere hacerme dormir.
Ella respira los venenos.
Esa señora vive a dos pasos de nadie, replegada.
Y vuelvo a ser un niño hecho sed y ella un agua
escondida entre las piedras.
¿Cuántas llaves su boca?
¿Cuántas vueltas de llave?

MONÓLOGO DEL NECIO

¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio. ¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
Eso se come. Gula del vacío.
Inéditos

PACIENCIA

Sordomuda,
en tu lengua vacía flota Janitzio, la isla.
Pasa Dino Campana vestido de bombero.
Arden las casas de Chiloé con sus escamas de madera.
No dejan de girar los voladores de Papantla
Y el trío Matamoros canta �Lágrimas negras�.
¿Y qué esperaba yo, mirándote la lengua treinta y
tantos abriles?
¿Un tifón? ¿Una chispa, trébol de cuatro llaves?
¿Un vendedor de Biblias?
¿Una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser escrita en letras de oro?
Sordomuda
estoy sentado en el lugar de siempre y en tu
lengua vacía escucho pasos.
De Sordomuda, 1991

PALMA REAL (v)

Yo respiro la selva, no lo ves pero yo la
respiro,
y voy sujeto al humo de su cuerpo.
El vapor de sus nombres sube por las cañerías de
esta ciudad vieja.
Y respiro su sangre.
Aspiro la arboleda y es de un trago, con borbotones,
pelos de animal y cáscaras de fruta descompuesta.
Cosas que fueron otras se deshacen en el plateado de la
noche.
Son estrellas podridas que acunan con aullidos, con un
filo vidrioso y una piedra que duele a cualquier tacto.
Vivo en esa caverna sin paredes.
Entre sus inscripciones lo enmarañado tiene rostro, los
perfumes gozan su fugacidad eterna.
También en mi noche de cemento te respiro.
Agua insolente cruza debajo de mi almohada.

SANGRESECA

Preguntas que cortan las manos, queman la boca,
flotan en la cuchara.
Yo respiro preguntas hechas de sangreseca.
El insomnio de los colores engendra monstruos.
¿Qué engendra el país de los torturadores?
Un túnel de preguntas donde zumba una novia de
espadrapo, la novia rota del camino.
La vi temblar en una foto y arrastrar sus dos pies.
Es la memoria el humo de todas las palabras,
chispazo entre las alas de los días donde la muerte tuvo
domicilio, jardín de encapuchados, ropa sucia.
Ruedas de la memoria, sangre fresca.
Que el asco no te saque a bailar, que no te mire.
La pista es un pañuelo endurecido.
Y la novia, ¿utopías? ¿un puñado de fiebre para
cambiar el mundo?
La rosa del pantano engendra sueños.Es la memoria ese sudor de madres.
En la cabeza llevan este fuego encendido.

SERVICIOS DEL INSOMNIO

a V i c e n t e
Muleiro
Apilo noches cada noche.
Paredones de sombra donde mi sombra reza, traga
un bocado, un ruido de hojas secas.
Es a destajo y es de mala gana.
Yo tuve otros trabajos. Eso está en otra historia.
Ahora dedicación, la vista baja.
Castigo de las manos, pena. Una sobre la otra,
apilo noches, de barro son, cuadradas.
Ahora dedicación, la paga escasa.
Reseca es esta noche, hosca, de madres muertas.
Yo tuve otros empleos. Eso está en otro cuerpo.
Ahora dedicación, la lengua muda.
Soy el que apila noches toda la santa noche.
El que traslada escombros de una carta a la otra.
De Bestias en un hotel de paso, 2001

SILVIA PLATH LAVA UNA TAZA, SECA UNA TAZA ROMPE UNA TAZA

Qué cabeza la mía,
dejé una frase suelta y una rosa en el horno.
Cotidianos trajines, calores, taquicardia,
y un almohadón de plumas
con un lápiz labial justo en el centro.
Qué cabeza la mía.
Yo buscaba algún parque y encontré en un mal sueño
una torta partida por un rayo.
La sala está revuelta.
El miedo de un venado no cabe en este horno,
por eso huele así toda la casa.
Pero a quién se le ocurre
dibujar una piedra y tropezar dos veces,
llenar un cenicero con los puntos y comas
de alguna carta antigua.
¿Hubo un Adán violento? ¿Hubo un amor-halcón �de una vez para siempre�?
Qué cabeza la mía,
guardar los zapatones en un charco
y aceptar ese baile sabiendo que me espera
una puerta cerrada tras la puerta.

SUMA

Los días no contaban para mí,
bastaba la palabra. Yo escuchaba en cuclillas como alguna palabra
conversaba con otra.
No contaban los días.
Pero extravié palabras y los días me siguieron
de cerca con sus largos abrigos.
Yo iba mirando el suelo.
�Ese no cuenta el cuento�, vaticinaron unos.
Yo no escuchaba a nadie, yo contaba con ellas.
Los días fueron como trapos mojados en los pies.
Habité días feroces porque perdí palabras.
Eran contadas y eran, al fin, las que contaban.
El tiempo es implacable.
El que pierde palabras tiene los días contados.

UN HOMBRE

a Humberto Costantini Un hombre se me viene cayendo por la sangre
con una copa rota entre los dientes.
No soy yo,
somos todos,
la soledad,
el tajo de odio en la memoria somos.
Un hombre se me viene derrumbando
por la oscura saliva del silencio,
salpicando mis ojos con antiguas cucharas,
lágrimas que él inventa cuando pisa
los charcos de mi sangre.
Un hombre se me viene cayendo por la herida,
no hagan música o fuego,
no soplen ni respiren.
quiere decirnos algo.
Hay un sur de rodillas preguntando
dónde estábamos todos,
cómo fue que dejamos crecer la indiferencia
para que de una puerta salga el enceguecido
tirando puñetazos al aire,
echando espuma por la boca.
Un hombre se me viene cayendo por la sangre
con pasos de borracho.
no hagan ruido, no escupan,
no demoren,
quiere decirnos algo.