CORBACHO, OSCAR
ANTES DE SER PAULA

Perdóname la edad. La voz vencida
por días de neblina y bares infinitos.
Perdóname el silencio, las respuestas inhallables,
mientras creces en el vientre como tumor inmemorial,
como raíz codificada. Perdóname la historia sin relieve
transcurrida entre viejas paredes de melancolía. Perdóname las dudas.
Y los libros que fabriqué con pena. Perdóname que te use para sobrevivir un poco. Para matar al tiempo.
De Poetas juntos.

CESANTÍA

Te echan al mundo. Luego, te echan de las conversaciones,
de las camas de los adultos, de los bailes a los que no te invitaron,
del colegio, de las veredas ajenas.
Después te echan los amores, los hijos,
los amigos, cuando te echan de los empleos.
Tu mujer te echa de la cama.
El sueño te echa de este mundo. Te echan de las antologías,
de las concentraciones políticas, de la infancia, de la casa materna.
Te echan la culpa. Te echan al olvido.
Finalmente, te echan a la muerte.
De Poeta en publicidad, Inédito

COMPRENSIÓN

Pasé tres meses ocupado en buscar ocupación.
Comprendí que hay gente especializada en recibir desocupados,
en reparar digestos de excusas, trampas para no dejar huellas,
expertos en mentiras impiadosas.
Conocí las tablas de la indiferencia,
los reyes del calorcito y de la casa con piscina.
Seres premeditadamente arrinconados en la ciudad
por un dios inferior al que se someten rencorosamente.
Comprendí que la paz es la frontera de la guerra.
La felicidad, una prórroga de la tragedia.
La seguridad, un desecho de la fragilidad.
Comprendí que hay muertos que tardan en morir.

DADOS

Yo alcanzaré mi juventud un día
Antonio Machado
Un minuto más tarde, unos metros después, un error del lenguaje,
me trajeron aquí.
Una mariposa que volaba demasiado lentamente,
haber equivocado la calle o el consuelo,
perder el tren que llevaba a la mujer
que hubiera amado para siempre, me trajeron aquí.El timbre del teléfono que sonó para nadie,
confesarse culpable en un destiempo inútil,
la delicadeza de ciertos hechos, las obras completas de mis días,
Dios, que juega a los dados, me trajeron aquí.
A estos bienamados pasillos,
a este ambiente de playa al mediodía,
como un retorno al viejo colegio secundario, una enmienda posible,
una manera de alcanzar mi juventud, ahora.

DERIVADO EN DISTANCIA Y AZOTEA

Derivado en distancia y azotea,
subiéndose al clavel de la mañana,
el río es un temblor de porcelana
repetido en el cielo y así sea.

De pronto es mar y el aire zarandea
verde color azul de resolana
y una marinería veterana
entre los arrecifes regatea.

Mar imperfecto, río salitroso,
desliz del agua, límite borroso,
atlántica jactancia de rodillas.

Yo también, desde lejos, como el río,
parezco mar nostálgico de quillas
y desde cerca solamente río.
De Un domingo por semana

DESCUBRIMIENTO DEL MAR

Un día uno comprende que el mar es tan profundo
como el aire o las sombras,
que contiene naufragios lentamente deshechos por su tenaz destreza,
que debajo del juego de sus olas hay monstruos desusados,
dictámenes perversos, gritos deshabitados,
mensajes que aún repiten sus claves de socorro,
muertos meditativos, anclas de antiguos buques,
viejas hostilidades perpetuamente activas,
negrura acumulada por distancias y pesos,cuevas donde confluyen peces afrentados por el odio y el hambre.
Un día uno comprende que vive sumergido en sus aguas viscosas.
Que tiene mucho miedo. Que el mar es uno mismo.

DESESPERANZA

En tres meses conocí el smog de la desesperanza.
La irritación de haber querido inmerecidamente.
El desamparo de caminar por calles desabridas
y no ser nadie, a pesar de mis libros,
los premios, el amor de mi pequeña hija, el amor.
Hace tres meses me dejaron cesante
por no parecerme en nada al muerto que mataron.
Y comprendí la vida: me ensombrecí.
Hoy, estoy nuevamente vendiendo ropa para la temporada,
inventando promesas para desengañados, engaños para pobres.
Y siento la sospecha de estar de más,
de estar a préstamo, de no ser cierto.
O de ser otra mentira de la publicidad.

EL MALECÓN

Desde el final del malecón, alguien llama, alguien proclama su derecho
a vivir entre regresos, su miedo a no poder más, su miedo al miedo.
Es un nombre que alguna vez amé, creo, en plazas sombrías,
en sillones de cuero, en partidas de ajedrez, en desconsolados tedios.
Es un satélite inútil y desorbitado, una humedad maligna,
un viejo mapa de la ciudad con calles de nombres anteriores,
un apodo perdido entre los juegos, un feto muerto.
Imposible quedarse.
El malecón huye con su grito a cuestas.
Lo veo perderse como una astucia del arrepentimiento
o la promesa de un dios clandestino. De Reflexiones de un profesor cesante, Inédito

EL DUEÑO DE LA RAZÓN

El señor tiene razón. Yo soy un pobre poeta
que pone su corazón en unos textos
para que el dinero venda más dinero.
El señor tiene razón. Al fin de cuentas,
¿qué autoridad confiere la pobreza?

EL GOL

Había por el aire un evidente olor a goma de borrar.
Las torcazas daban sus últimos pasos de talco.
Las avispas bebían en las canillas del patio. Los pinos sostenían la tarde.
Las hormigas se multiplicaban sigilosamente.
El silencio estaba tirante como un parche.
De repente —lejano, imperioso, irreal— el gol.
Estremecía la tierra con una tristeza solitaria
como las figuras de humedad de las paredes,
se metía entre las piernas,
hacía correr de miedo contra el viento,
patear con furia las magnolias caídas,
hinchaba la camisa, interrumpía los juegos, hacía volar los gorriones,
estiraba la cadena del perro, enfurecía a los teros,
penetraba en la casa como humo venenoso,
movía la pelota desinflada,
torcía los retratos de los abuelos, abría las ventanas
y se perdía en la calle rumbo al campo lejano.
Asustada, mi madre me llama desde la escalera.

EL OTRO

Dientes sobre la alfombra, olvidos en los baños,
animales deformes en el fondo del mar,
barro que lame los dedos de los pies,
las salas de tortura, pelos en los jabones, ruido de tiza nueva,
un vómito borracho, verdines en las rocas, tropezar con los ciegos,
grifos donde me caigo destrozándome el vientre,
ratas inmensas sobre niños dormidos o, acaso, muertos,
agujas de tejer perforando los ojos
o la masturbación descubierta por la madre.
Así viene el desprecio cuando ocurre.
No quiero ver las nubes, ni el río, ni el tiempo de la melancolía.
Imagen adventicia de mí mismo, contrincante feroz del fraudulento,
alimento maldades. Soy el otro.

ENFERMO

Daré parte de enfermo. Diré que he tenido un ataque de vejez.
Que el corazón me duele. Que desde hace un tiempo
sólo pienso en calles polvorientas cerca de dulces ríos.
Que me han extirpado dos amigos.
Que todas las mañanas me entristecen las medias.
Que tengo los bolsillos llenos de telegramas de despido.
Y no sé qué contestarles.

ESCRUTINIO

He confesado todo. Has comprendido todo.
Más allá de palabras y códigos
entendiste que el hombre que te amaba
era sustancia estéril, condenable repudio, depósito de miedos.
Hace mucho que uso esta sinceridad para que no te vayas,
que te agobio de penas para que tengas lástima,
que enciendo fosforitos para alumbrar tu vida.
Si nadie lo sabía. Si hay gente que me cree.
Por eso me desprendo, porque no quiero verme,
porque me asusta el aire que respiré contigo, porque soy tu fracaso
y eres la crónica de mis entrañas. Porque no me soporto.
Apesto a claridad.

ESTA CIUDAD

Ya me duele en las uñas esta ciudad de ruidos,
este humo coronado de viejos escrúpulos
que se desploma por las plazas
haciendo creer a los niños que el cielo es de este modo.
Me duele en las pestañas la cautela del pasto
que finge aceptar su predestinación
y condesciende en verdear pequeños pedacitos de vereda.
Me duele esta ciudad por el ombligo
donde pasan muñecas infecundas, rastros de viejas deudas,
placeres acariciados con perversidad, salutaciones descomedidas,
el desolado olor de las aulas barridas
y lamentosas bocinas que llaman a las madres
con el rencor de los huérfanos.
Me duele el río envenenado, tirado al río junto con Obras Sanitarias,
Mariano Moreno y Berazategui,
y todo, todo hecho inmovilidad y costra.
Pero vamos tirando, vamos yendo, vamos vamos,
hasta el final despojo,
con una frase de amor hecha por publicitarios
que total Dios te ama.
Yo no quiero morir en Buenos Aires.

EXCAVACIONES

Soy un viejo familiar desconocido. Transitiva región.
Larva caviladora. Desertor del adulto.
Como furioso arqueólogo practico excavaciones,
toco lentas vajillas, desentierro herramientas nostálgicas,
pequeños hábitos disecados,
escarbo en oscuras cenizas.
Pero no aparecen los dioses que araron el recinto de la ciudad,
ni los que pactaron su destrucción.
Y sigo sometido a la sentencia de ser el transeúnte de mi alma.

FOGATAS

A la tarde, juntaba las hojas de los árboles y encendía fogatas
que ardían como lluvias. El humo remontaba su barrilete blanco
y todo el pueblo olía a pan y cohetería.
Cuando el fuego cesaba
me quedaba mirando su muerte polvorienta.
(La noche trasladaba las cosas a otros sitios).
Los padres regresaban con su calor a sopa.
Mi padre retornaba a su fotografía.

LA CASA

Aquí la reja. El limonero enfrente.
Mi madre vive y es mentira todo.
Estoy leyendo. Llueve. Tengo el modo
y la mirada del adolescente.
Desde el patio rojizo, de repente
siento llamarme por mi viejo apodo.
La muerte está distante. En un recodo
andan amor y magia nuevamente.
Toco la puerta. Noto que no es mía,
que nada es mío, que el ayer embiste
contra mi desolada biografía.
Y cerca del umbral donde claudico,
perdido, viejo, avergonzado, triste,
me voy llorando igual que cuando chico.

LA CASA DE TUCUMÁN

Se oyen pasos. Hay voces. Lentas manos inducen al destino.
El tiempo aminora los objetos, cancela modales,
instaura imprecisiones.
La fantasía corrige los olvidos
y vuelven a cundir los nombres y las cosas.
Ésta es la casa, los rosales, el frío,
el escritorio de las firmas y su madera dulce.
Ésta es la tapa de los cuadernos infantiles.
He aquí la tonta lágrima del patriotismo.

LA PELOTA ROBADA

Fue un mal rechazo. Tomó altura como globo luminoso,
superó el cerco de ligustros, picó con alegría por el empedrado,
saltó arbitrariamente como si fuera otra pelota, rodó un poco
y quedó tiesa en la cuneta, sin fuerzas, desolada.
Otros chicos, rotosos y aplazados, se la llevaron entre gritos de horror.
Colgado del alambre, preso, les grité que se las prestaba,
que si me la devolvían se las prestaba.
(La esquina los tragó como un mal pensamiento.)
Juro que se las hubiera prestado.

LUNES

Hoy me compré un desconsuelo y me lo puse.
Es lunes. Y nadie ganó perdiendo, que yo sepa.
He perdido lo menos diez mil años
creyendo en los demás, soñando, dudando,
diciendo �pase usted primero�.
Es lunes. Un lunes inhumano y astuto
que quiere eternizarse. Un lunes herido de muerte
que a las 3 de la tarde se defiende a dentelladas del martes que se avecina.
Un lunes amargado que, morir por morir,
lo hará matando redactores a prueba
que se atreven a escribir poemas
a escondidas para olvidar que es lunes.

MI MADRE

Dejó de respirar. Le cerré los ojos y la boca.
Su cara estaba dulce de no sufrir más.
Parecía muerta.
De La mano sin hocico, Inédito

NADA ES PARA SIEMPRE

Ni la nada es para siempre. Ni la muerte.
Nada. Sólo el amor.
Así será cuando ya estemos lejos, cuando la vida nos bifurque
y el olvido comience su obra devastadora.
Sólo el amor rescatará lo eterno.
De Poeta en la Universidad.

OTRO DÍA

Hoy debería estar desesperado y estoy indiferente, perezoso.
Las 6 de la tarde está tan lejana, irreal, desmemoriada,
que, tal vez, no llegue nunca. O cuando llegue, sea tarde.

PIDO PRÓRROGA

Concedo al otoño sus derechos de existir repartido entre mis venas.
Puede que yo sólo sea una roseta perdida, un calendario juliano,
el eclipse de sol que confunde a los pájaros.
Tal vez la incertidumbre sea el modo pasivo de la certeza.
Hay olor a madera recién cortada sobre un fondo nostálgico de días.
Apena comprobar que por la tarde transita cierta perversidad.
Cuesta creer que siga merodeando por las ruinas,
el vértigo y las enfermedades.
No quiero quedar vivo entre objetos carcomidos
y antepasados luctuosos.
A tanto de empezar, soy mi propio extraño.
En lugar de la sangre, opuse testimonios.
Me ofendí con lamentos, conspiré con el tedio, me persigné ante nada.
Quiero que me den tiempo para nacer de nuevo.

PLAZA ARTIGAS

La misma tristeza amarillenta de la postal
con la estatua de Artigas desterrado y endurecido por la muerte.
Alguna vez estuvo festejada y había parejas en los bancos
y chicos jugueteando entre sus soles
y el viento se aprovisionaba de alegría al pasar por su hueco.
Ahora, la iglesia cierra sus puertas al desvencijamiento,
las palmeras buscan el río lejano y el pueblo huye despavorido.
El pasado se le ha venido encima como una maldición.

POEMA HUMANO

No te puedo leer. Siento el sollozo, la tos, la oscuridad.
Estabas lejos de la vez primera. Lejos de ti.
Contigo endemoniado. Sumergido hasta el cuello. Convicto de torpezas.
Hermano, cómo hiciste para seguir viviendo
si yo, que soy tu mejoría, no puedo más de mí ni de Vallejo.
De Confesión espontánea

POETA EN LA CIUDAD

Escribir, escribir rabiosamente
como un vómito intolerable antes de que la sirena de la ambulancia
me lleve a la sala de guardia y me practiquen una cesárea
para eliminar el horrible feto.
Escribir como golpeaba Miguel Ángel la piedra
hasta dejarla tersa como el alba en el mar.
Escribir sin orden, ni belleza,
en las cornisas de la locura o del llanto.
Escribir cuando el ateo va a misa
y hay metralletas instigando a la corrupción.
Escribir cuando los que van a matarte te saludan amistosamente.
Escribir para que las distracciones no te dejen sin anteojos,
sin cédula de identidad, sin libreta de direcciones
o sin píldoras para dormir.
Escribir odiándome por ser tan débil que olvide los pocos justos,
los amigos, el amor único.
Escribir odiándome porque no sé escribir
y tanteo las palabras, y las peso y las tacho y no me sirven
porque apenas si rozan el cansancio,
la incomodidad, la desesperación de ser poeta
en una ciudad que los barre minuciosamente,
cada mañana, para que no se reproduzcan.
De Orden del día.

QUÉ FESTIVAL DE DÍAS APRETADOS

Qué festival de días apretados,
cuántos domingos porque me querías,
qué desconcierto en las relojerías,
qué deserción de obispos y soldados.

Los trenes sin horario. Equivocados
los nombres de las calles en las guías.
Irritación en las cancillerías.
Nadie que registrara los pecados.

Errores en los textos oficiales,
insubordinaciones siderales,
tanto ayer confundido con mañana

y qué estupor de mundo recién hecho.
Todo pasó. La vida en su derecho:
solamente un domingo por semana.

* Nació el 3 de septiembre de 1922.

SIMBIOSIS

Nos perdimos por laberintos donde crecían rosales venenosos.
Éramos un desmesurado país sin geografía.
Averiguábamos el nombre de animales marinos
para repetirlos durante la noche.
Vacilábamos cada vez que rompíamos una cáscara de nuez.
Veíamos el mundo por la mirilla de la puerta.
Creíamos en la magia, las penas y los números.
Jugábamos con los zapatos de los grandes. Crecíamos hacia abajo.
Cierto día hubo una estampida de bisontes heridos,
vimos la huella de un animal prehistórico,
los números saltaron en pedazos.
Y escapamos del mundo sin intentar amarnos.

SIN INDULGENCIAS PLENARIAS

A un paso del asaltante loco, del cáncer o el infarto, del balazo en la sien
o de ser atropellado con luz verde, seguís intentando descifrar
si la vida es gracia o es condena.
Tantos años y nada. Nada para tus hijos y tus voces.
Nada para tu insomnio y el fetiche del amor. Nada para la nada.
Hay una muchedumbre que hace preguntas tontas:
¿qué significa todo? ¿qué viene después de esto?
¿qué eras antes de ser? ¿por qué es sólo una ráfaga?
¿por qué existen ateos?
Te morirás sin cielo, sin infierno y sin indulgencias plenarias.
Solo con el jadeo familiar de otras muertes,
sin que nadie venga, a pesar de tus gritos,
a dar muerte al chico de la infancia, antes de que crezca.
De Vejez, Inédito

TARDE

Cuando la tarde decae y los relojes y los almanaques se confabulan para que el tiempo avance
y el espejo no repite mi imagen juvenil
ni describe a mi alma cuando moría
quien me enseñó los juegos de la convalecencia,
mi alma detenida en mitad del camino entre los cerros
para saber que nunca regresaría a la muchacha dejada atrás,
mi alma llorando en la bajada de Juncal,
mi alma atrapada en el agudo amor primero y único,
mi alma que ingresaba en el alba de la imprenta
para vestirse con guardapolvo gris,
mi alma arrebujada de miedo ante los padres
o vacilando de soledad y odio en la pieza de la calle Defensa.
Cuando la tarde decae y la ternura es una necesidad
y la tristeza una lava fría que recorre los rieles de la sangre
y hace sonar su silbato de bestia malherida,
siento que es tarde para soñar de nuevo lo soñado,
para volver atrás a tener los abuelos que no tuve,
que es tarde para atender tus ojos, tu letra, tu pecho equivocado,
para entender esta certeza de no poder amarte,
que me duele más que los huesos, el cansancio,
los olvidos, o la congoja de haber vivido tanto.

VOLVER SOBRE MIS VOCES, CONFESARTE

Volver sobre mis voces, confesarte
que todo fue mentira. La ternura
vestida con su traje de locura.
La comitiva del temor, aparte.

Desandar despedidas, regresarte
por los caminos de la tornadura.
Qué otra cosa buscar si la cordura
como loca repliega su estandarte.

Desdecirme, quererte nuevamente
como la vez primera. Todo ausente:
las fechas, el dolor, la valentía.

Borrar los meses. Solamente octubre.
Desarmar la tristeza que te cubre
y volver como octubre volvería.

YA

Ahora mismo, debería decir �vuelvo enseguida�,

YA SÉ

Ya sé que alguna tarde, cansada de mis dudas,
de mis voces oscuras, de mi pasión estéril,
de mi lánguida estirpe, me dirás que ya es tiempo
con la sonrisa triste de tu retrato joven.
Y no sabré abrazarte, ni podré con la pena,
ni entenderé los sitios que dejamos sin ver.
Te prometo el silencio, la flor más desolada, el hombre que querías
y te diré que sí, que la vida te espera con los júbilos hechos.
Y me iré por la tarde, hacia adentro, en silencio.
Y no sabrás el llanto, ni la condena tonta de andar por esta vida sin tu asistencia, solo. Pero que sea tarde.
Tan tarde como el daño de haberte visto tarde.