ESCUDERO, JORGE LEONIDAS
15

En Baden Baden e en Wiesbaden,
donde amó la ruleta Dostoievsky,
ahí estuve en mil ochocientos sesenta y pico.
Aún lo veo al ingenuo de Fedor
perder hasta el pasaje de vuelta a Rusia
y me veo a mí mismo, ilusionado,
perseguir infames mariposas.
Es que vengo haciendo en muchas partes
vida de iluso,
soñando con aves del paraíso
y perdiendo las plumas.
Sin duda que el eximio novelista,
jugador extremoso,
seguirá todavía en Baden Baden o en Wiesbaden
(tal como lo dejé)
luchando a pie juntillas contra los numerosos
caprichos de la suerte. Por eso le remito este mensaje hoy
para que venga a ver mi última martingala,
tan bonita,
que si no anda inventaré otra.
Vendrá por descontado el amigo Fedor
a que juguemos juntos, porque le gustaba mucho
colgarse en los precipicios y sacar la lengua.

AL ARRIERO DANIEL GONZÁLEZ

Allá en Los Paramillos del Tontal su toro
pecho en la soledad
bajando malherido tropezaba en el aire,
se caía, cayó nomás.
Se le cortó la vida por lo más delgado de la tarde.
Pidió al viento la guitarra, y con la orilla del poncho
punteaba el último estilo cuando un enjambre de estrellas
se asentó en la rama seca de sus pupilas. Cantaba:
Ya el hombre se hizo tierra, déjenlo en Los Paramillos;
la tropa de sus recuerdos volvió a los pagos de nadie.
Déjenlo en Los Paramillos, póngase otro sus espuelas.
Para que siga rodando su voz en los pedregales.
Tres veces alzó la taba del sol con la mano muerta
y la clavó en el poniente,
suertudo, pues les juntó las cabezas a los jotes.
Tres veces la Cruz del Sur se le paseó por la frente
hasta que lo halló un pastor y bajó con la noticia.
En el boliche, en largas averiguaciones de vino
pasó a flote su vida como tronco en el río.
Un triste le puso música, otro idas y venidas,
otro unos tallos de albahaca en perdidos carnavales.
Después lo fueron dejando solito en Los Paramillos.
Y allá anda, entra y sale de las neblinas. Y como solo es arriero, y yo poeta, dicen,
le entrego esta yeguada de palabras
rumbo a los pastaderos del olvido.

CAZA FURTIVA

Aguaiten:
la poesía se deja ver cuando gusta y uno la alcanza si le alcanza el salto. Entonces
cada uno cante lo suyo
en la rama que se le cante. Intente
lo mucho a nombrar y escaso,
lo necesario y difícil. Escarben
debajo de las cáscaras busquen
la palabra única.
Búsquenla, mejor dicho espérenla;
y aunque cierto es vano decir a otro cómo
hay que caminar,
les digo aquí un modo de cazar gorjeos
de pájaros emisarios, pero es obvio
que si no naciste con dedos de guitarrero
te es mejor tocar otros asuntos.
Tan cierto como reír o llorar
puesto si vos te estrujás el cerebelo
sale merdosidad,
esos palos de ciego que castigan de alivio
a oídos inocentes.
Me pasa
golpear tambores, meterme en berenjenales
y participar en festivales de chicharras.
Tarde nos arrepentimos, si acaso,
pero lo escrito queda escrito.
Es que aguaiten pues todo es acechar
hasta que una evidencia salga de su cueva y recién dar el salto, cazarla,
compartirla con los análogos
nuestros que viven en las cornisas gatos
hambrientos de infinito.
Y alegría festejos alegría
porque el cazador de palabras
vive para no matarlas.

EN AQUELLA MESITA

Aquí venían cuatro y queda ninguno,
en aquella mesita , señor,
ahí donde una mosca se pasea triste.
Aquí hace, bueno, no tan poco,
el vasito de vino y los amigos
la conversa la risa la voz alta
sobre lo que si no es cierto
vale para hacer tiempo.
Bueno muchachos esos que ya viejos
venían a hablar sobre jubilaciones
y últimamente de nada.
Hasta que de uno en uno
desaparecieron de aquella mesita
donde siempre se reunían
como si cumplieran horario. El tiempo los echó del bar
y quedó la nostalgia de aquella
mosca solitaria questá recordándolos

LA PALABRA ÚNICA

Sigo aquí en el camino de otras veces, escarbo,
me encaramo en las palabras, miro
cielos a ver si la palabra única
me resume todo lo a decir.
Sigo esto y escribo como que soy mandado
a encontrar arduamente lo que aún no asoma
pero lo atisbo.
Una esperanza bruta me asiste.
Y voy a lo invisible sin saber qué
ni cuando ni si
podré poner pie nel umbral de
o me consumiré andando el camino. ¿Estoy quizá hablando de la nada
o del todo que es lo mismo?
¿Será eso el
silencio total ah? Me asusto:
¿Buscar la palabra única será
instinto de muerte?

MINERO RIQUELME

El bar de La Alcaparrosa
y un largo llanto en la puerta.
En estas piedras el río
¡qué va a decir otra cosa!
Vistas a la cordillera
el bar de La Alcaparrosa.
Riquelme entra.
Le dan un valle remoto
adentro de una botella,
la sombra de una mujer
copada por agrio tiempo.
Joven se hizo minero
y andando el mundo adelante
se vino como ha venido,
solo en caballos de piedra.
Metido en las alumbreras
se le rajaron las manos;
craneando volver al pago
se le hizo arrugas la frente.
Por tanto amor que le deben
trae unos vales ahí, para vino. Con tanta dicha que espera
él sigue como dormido.
Él vive a cuerpo de sombra
mientras arriba
el oro claveteado aflora en primavera
sobre los yuyos,
los arroyos dan vetas de alfalfa malaquita
y el cielo entre sulfuros atardece de cobre.
Y apura un vaso el minero.
Se estira como un gusano
para formar mariposa.
Pone los ojos en blanco.
Rumbo a la noche de adentro
y un golpe de tos lo encoge sobre la mesa.
Tanto golpear en la cuña
tendrá que abrirse la vida, Riquelme.
Hay un caballo blanco esperándote.
El agua subterránea sacará un espejo
donde tu cara charqui
reencontrará el asombro y la sonrisa.
En un profundo derrumbe
del bar de La Alcaparrosa
está Riquelme apretado
y afuera el río lo llora.

PALABRAS TENDIDAS

Frente a un rancho que tengo donde el diablo
dicen que perdió el poncho
pongo estos versos colgados en un alambre.
Es a ver si pasa algún caminante
y al verlos como ropa al viento puede
que no se le dé un pito o
salude agitando una mano como
si hubiera encontrado algo suyo.
Es mostrar intimidades,
ropa de andar dentro de mí,
palabras que se me vienen a la boca
y al no encontrar bien cómo decirlas
nomás las cuelgo afuera.
Mejor dicho se trata de saludar,
enviar saludos a quien acierte
pasar frente a esto y diga sí,
ahí está colgado lo mismo que yo quería decir.

PIRQUINEROS

Tal vez fueran los últimos los aquellos
revolvedores de piedras que i visto montados en las cumbres
para llegar a casi nunca.
Ir a lomo de mula ir a ver
en qué cerro chispeaba el oro,
en qué arroyo
podía un pobre lavar su esperanza en un plato.
Hallaron y desencontraron.
Rajuñaron montañas hasta volverse piedra.
Piojos en las barbas de la riqueza
están glorificados sus nombres en olvido.
Por la causa que fuera,
distancia y soledad, falta de todo,
desde las nubes cayeron al bajo
y el que murió en poblado
quedó mirando cordilleras muerto.
Pero dejaron rastros imborrables. Sepamos
que la gran minería esta de mundiales
compañías hoy en nuestros cerros, proviene
del enroscamiento de la Vía Láctea
en el sueño sin techo de los aquellos
solitarios pirquineros.

POETAS

La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira a hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.
Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Caminos Cielo Amor y Dolor.

QUEMAZÓN

Allá por las alturas de Calingasta
se me ocurrió hacerme rico de endeveras.
Me metí a cateador minero y pobrecito
pretendía nada menos que oro claveteao.
Anduve picoteando aquí y allá
hasta que se me enfrió el pulso, la esperanza
se me quemó en la puerta del horno.
Tan bonitos recuerdos que me vienen
y se van ligerito
como hacer así con los dedos pasó.
Mirar en vano hacia lo ya no,
decir y digo estoy
en medio una calle solitaria
herido de quedarme aquí ¿a qué?
Supuesto es seguir la vida sigue,
tomo una piedra y la miro por toas partes,
no le encuentro lo que antes sino solo
minerales de ausencia.

SENDEREAR

En los cerros i visto sendas de andar
animales sueltos subir o bajar
por rodados difíciles y en las pizarras
escribir con letras de pezuñas, cascos,
patas de guanaco ir
por agua o pasto en busca de vida.
Ariscos.
Dejar señas desde o a dónde,
rastros efímeros
en los despeñaderos campo de aludes.
Eso vi allá
y en eso ando, camino este es
mi senderear con palabras ir
por pasto de luz y agua escondida
en los nacederos de la evidencia.
Y aunque también aquí las avalanchas
borrarán todo, éstos mis rastros dejo, voy
suelto
semejante a en el cerro aquellos animales
que andan en lo que son hasta morirse.

TAL CUAL

Me veo en esa foto jovencito
en campo de San Juan, estoy sentao
en un carro sin ruedas. Parece
que me siento feliz.
Me cuelga de la boca provocativamente
un cigarrillo que dice mírenlo a éste,
se hace el triunfador y veremos después
qué va a pasar con él.
Joven amigo,
me da alegría verte y que hayas venido
a visitarme. Ya sé,
quisieras saber qué hago hoy, y sí,
anduve tras el rastro de algo maravilloso
pero igual que vos
me quedé sentao en un carro sin ruedas.

TE QUIE

Del arranque no guardo más memoria
que dos palabras flacas, espantadas
por el gesto que hiciste en el barrio Bardiani
a mediados de este siglo.
Una cortita y la otra cortada: te quie…
Mis palabras desplumadas
fueron a posarse en unos árboles muertos
llenos de telarañas.
Esas pobres urracas en la tarde
sobre huevos azules nunca sacaron crías.
Si vas alguna vez por esas partes
ruégote revisar las arboledas;
y aunque ahora me han dicho que talaron los paraísos,
deben andar aún aquellos pajarracos;
quié, te quié, quié… pura bulla en el aire,
pues como les bajaste la caña
andarán revoloteando eternamente.

VIDRIO MOLIDO

Si te hiere un amor agudizá la herida
con vinagre, sal, vidrio molido, algo
que aumente la importancia de tu dolor.
Las penas mediocres no hacen huella en la historia
como decir un callo te molesta,
un piojo te habita o cosas menores propias
de la mezquindad.
Habría que gemir como sirena,
rasgarse las vestiduras,
echarse ceniza en la cabeza o mejor aún
no digo qué, pero mucho más sufrimiento.
Nada de olvido. Y que la herida se pudra.
Porque cuando los grandes amores se frustran
requieren lluvias de lágrimas,
carradas de tropezones en la misma piedra,
insomnios hasta que te anide la locura. No se averg�encen de decirlo a moco tendido,
asuman el concepto ético del dolor.