FIDALGO, ANDRÉS
A MODO DE HAIKÚ

Primera noche del preso:
golpeaba sus alas contra los barrotes
la paloma del sueño.

De madrugada,
ojos de insomnio. Y por el piso,
algunas plumas blancas.

AGENCIA DE COLOCACIONES

Sordos tapias
que no escuchen bombas ni truenos,
incapaces de oír el clamor
no sólo de individuos,
sino de pueblos enteros.

Ciego topos
que no alcancen a ver sus propias narices
ni advierten la pobreza
de turbios tugurios
en Villas Miserias.

Mudos huecos
que no pueden emitir el más leve gemido
por ellos;
menos aún, vociferar ante torturas
a miles de presos.

Los citados
sordostapias-ciegostopos-mudoshuecos,
pueden presentarse en nuestras oficinas
a fin de ser postulados
para muy altas posiciones políticas
y para los cargos mejor rentados.

APRONTES

Soy guitarra que apenitas
sabe unos cuantos acordes;
venga el pueblo y lléneme
la boca, con sus canciones.

Hablemos de paz y guerra,
digamos odios y amores;
coplas, décimas, romances,
alegrías y dolores.

Tiernas las primeras mujeres;
graves borconas varones.
Hagamos salir el sol
en las brumas de la noche.

Contra el silencio miedoso,
se alcen, a gritos, las voces.

¡Guitarrita de pino,
cuerdas de alambre!
Cantá con los humildes,
son tus iguales.

BAJA TENSIÓN

Afuera el campo. El campo todavía
verde, bajo estos cielos otoñales
que muestran las primeras nubes frías
en ponientes de luces espectrales.
Afuera el aire libre, la ancha vía
sin alambrados, cercos ni tapiales,
donde sólo se advierte, noche y día,
el mundo de los reinos naturales.
Aquí el enclaustramiento. Celadores
que sofocan susurros y miradas;
la mortecina luz de corredores
húmedos, entre paredes injuriadas.
Aquí, todo penumbra macilenta.
Aquí, la muerte por nostalgia, lenta.

BORGES

…una biblioteca universal que registrara
todas las variaciones de los veintitantos
símbolos ortográficos, o sea cuanto es
dable expresar en todas las lenguas.
�Obras completas�, pág. 747.

El infinito diálogo cruzado
que sostienen palabras y lectores,
derrota números, imaginados
para ahogarnos en cándidos rigores.
Ese firme tejido, iluminado
por metáforas, ritmos y colores,
en urdimbre paciente ha entremezclado
la vida con el libro y sus autores.
Conversando en silencio con la tinta,
discurre el ojo sobre el firme verso
donde sospecha oculta una suscinta
versión del otro sólido universo.
Y sólo alguna vez, la poesía,
deja entrever a Homero, el claro día.

COPLAS

Aunque estoy viejo y barbudo
les cantaré una canción.
El cardo más espinudo
también sabe dar su flor.

De lejanas tierras vengo
pasando ríos crecidos,
para avisar que así crece
la unión de los oprimidos.

Yo les contaré el motivo
de las flores de Tilcara:
son desquite silencioso
de la tierra trajinada

De las peñas nace el agua;
de los árboles, la brisa.
De ver tantos atropellos
nace el afán de justicia.

Si te nombran comisario
no me busqués entrevero;
el hombre, aunque cambie ropa,
no muda su ser primero.

Habrá que dar a cada uno
lo que su esfuerzo merece.

Cuando el día echa sus luces,
para todos amanece.

No te cases con minero:
su novia es la dinamita.
Ella, en un beso violento
cualquier día te lo quita.

Ya no hay razón para el pobre;
se terminó algo que había.
Quien antes la fabricaba,
vende otra mercadería.

De las peñas nace el agua,
de los árboles, el viento.
Los hombres de valor nacen
de difíciles momentos.

Ya no sufriré rigores
ni he de sentir el trabajo,
cuando cultive la tierra
desde la parte de abajo.

El amor es una planta
que nace del corazón.
En nosotros ya es un árbol;
a su sombra echémosnos.

Tan buen mozo que era yo
y tan fiero que me he vuelto.
Estoy peor por afuera
pero mejor por adentro.

CUARTO REINO

Hermosa
como un lapacho florido
que en el otoño ocre, alza
su malva-rosa
encendido.

Airosa,
es otra llama en la Puna
que libre de cercos
goza
la fría luz de la luna

Reposa
en fresca agua cristalina
o sobre duros metales;
esposa
que el amor sitúa encima
de los reinos naturales.

EL ARQUITECTO

Una casa sólida
que puede ser gastada por la luz
o la música.
Una vivienda
que encierre bien a quienes
no quieren evadirse.
Y nos permite estar al aire libre
entre paredes, bajo techo;
a la reparadora
sombra ardiente del sol.
Protección que no impida al temporal
castigar nuestros cuerpos.
Una vivienda
donde morar los dos únicamente
con todos;
en libertad amarrados
los dos también con todos.
Una casa,
hecha para la poesía
con palabras.
Afuera,
todo lo demás
inhabitable.

EL CAZADOR

No en aquel consabido
ramo de flores;
pobrecitas, a pesar de ellas
mal pintadas.

No en la declamación grandilocuente
ni en frases afectadas.

Tampoco en cargos burocráticos,
ni en peñas de escritores
o en cafés literarios.

¿Dónde entonces?
¿Dónde su esencia perdurable
pero a la vez cambiante
y transitoria?
¿En qué región su vuelo
inútil y perfecto,
su aire liberador?

Aquí, aquí:
en la búsqueda misma,
en esta cacería sigilosa
cuya presa anhelada
-y alguna vez caída-
es el mismo perseguidor esperanzado,
el ingenuo, el maldito,
el que quisiera renunciar
pero no puede.
El que inspira. El que expira
hundiéndose en silencios
donde ella-ahora-sí
lo espera.

EL DURAZNERO

Rosada celebración
editada antes de tiempo;
sofocó, cruel, su poeta
la censura del invierno.

Se apuró a decir belleza
y libertad, contra el miedo
agazapado en lo oscuro,
endurecido de hielo.

Quiso alegrar su comarca
un agosto tempranero
y concertar a los pájaros
en andamios de gorjeos.

Blanca sotana de nieve,
botas de escarcha en el huerto,
el frío le torturó
la intimidad de los nervios.

En vez de flores ingenuas
un arbolito en silencio.

Vendrán otras primaveras
y entonces yo, el duraznero,
me desquitaré sembrando
coplas para todo el pueblo.

EL POEMA

I

Nadaba
grácil,
enfundado
en su agua
una
y sin palabras.

Algo atrapé
fugaz como primer mirada
de amor adolescente.
Se debatía en el aire,
se asfixiaba…

¡Pronto,
vuélvanlo al agua!

II

A través de la luz
se levantaba, izado
por los hilos sonoros
de su propio canto.

Quise enjaularlo:
apena un instante,
los labios
se estremecieron
de plumas y aleteos
desesperados.

¡Vuélvanlo al aire,
rápido!

III

Es preferible
que el poema y nosotros
vivamos libres,

pesando beneficios,
calculando interés.
Esto es lo que alguien llama
“celestial semejanza”;
esto que entre hambre y frío se edifica
estimulando plusvalías ávidas;
esta oprimida libertad
que los relojes acobardan.

Lo que pudiera ser limpio destino,
traicionado
en un clima de gas y subterráneo.
¿Dónde el árbol florido compañero?
¿Dónde el relincho del caballo?

La vaga,
perdida mirada
del guitarrero,
se fue con la mía, cantando
al territorio azul de la baguala:

Crece mi sangre hacia el norte,
para el sur me tira el alma.
El corazón, en el centro,
duda si es mar o montaña.

ESTADO DE SITIO � I

El albañil
que hizo este banco de cemento
fue bastante sutil.

Aunque hosco y duro en lo fundamental,
modeló una discreta curvatura
justamente a la altura
de la columna vertebral.

Es claro que sabía
que era un banco de cárcel
sobre el que largas noches,
innumerables días,
muchos (la sola piel por medio)
tendrían que dormir.

Por tu modesta ayuda, gracias
compañero albañil.

ESTADO DE SITIO � II

Al principio,
contábamos las horas;
¡lentísimas!

Todas tuvieron mucho más
de sesenta minutos
y cada una alcanzó bien
para repasar la vida.

Después
(siempre en tinieblas
aunque hubiera sol),
transcurrieron los días.

Ahora, monótonos,
los meses se deslizan.
Tal vez resbalarán sobre nosotros
los años. En alguna medida
nos consideran muertos.

Las uñas y la barba
-tenaces-
nos crecen todavía.

FOTOS MEZCLADAS

Altas planicies de insomnio,
extensa Puna
de vez en cuando hendida
por ráfagas de sueño.
Lentamente desciendo hacia tierras del sud
y por entre la débil cortina
de los párpados, veo
en cierta habitación lejana,
dos niñitas llorando
leve rocío, sobre
la noche larga.

Pero sigo —entretanto-
en este actual aquí
de años canosos
de apacibles paisajes
por los cuales avanzo
hacia la multitud del ruido en la ciudad,
donde las jovencitas de hace poco
surgen recién adolescentes,
se hacen mujeres en instantes…
Las oigo sin poder dormir; reconstruyo
su temor ante el mundo,
el gesto desolado
por el que muchos
también solos,
se vieron desbordados.

Dentro del mismo sueño,
desde la madurez actual de ellas,
regreso años atrás y me ubico
en ese recuerdo donde alguien posa
desvalido.
Náufrago de socorro, hago esfuerzos
para cruzar la noche. Y cuando logro
asomarse a los ojos de la rosa
complementaria y compañera
distingo en su interior
(que es la ventana desde afuera
mojada por la lluvia),
la imagen de las hijas.
Rostros de un negativo revelado
por nuestras lágrimas,
en donde están —ahora sí-
sonrientes,
nítidas.

FRONTERA

Más que una reja fornida
nos separa diferentes
concepciones de la vida.

Violencia opresiva al frente,
muestra sólidos candados,
poco seco y muchos dientes.

El débil, al otro lado,
anuncia la rebelión
justa, de los explotados.

Y aunque pidan delación,
oirán solidaridad
gritada a todo pulmón.

Cada uno con su verdad
o cada sapo en su pozo.
Usted, siga en libertad;

yo regreso al calabozo.

GLOSA DEL VUELO (1)

Paloma quisiera ser
y que me cace el halcón.
Que me derrame las plumas
y me coma el corazón.

Paloma quisiera ser
navegando la pradera
del aire, hasta ir a caer
en brazos de quien espera.

Y que me cace el halcón,
certera flecha lanzada
no sé bien si desde el árbol
castaño de tus miradas.

Que me derrame las plumas
para hacer la cama tierna
donde podamos librar
batallas de amor en guerra.

Y me coma el corazón
sin que la pasión me coma.
Porque vos sos el halcón,
seguiré siendo paloma.

(1) Copla 1236 c. del �Cancionero Popular de Jujuy�.

INDAGACIONES

Cantando llegó el coplero
a la vida justa y fuerte;
apenitas dio dos trancos,
que ya lo volteó la muerte.

Aquí,
donde pucarás silenciosos
apenas perturbados por el viento,
esconden cenizas anónimas
de remotos tiempos;

donde Néstor Groppa reencontró
su ascendencia sureña de labriego
y donde Mario amansó toros de luz
en los corrales del soneto.

Aquí,
donde un humilde pintor
vivió disimulado tras el nombre
de Medardo Pantoja,
en tanto reconstruía a sus paisanos
con terrones oscuros,
hoja por hoja;

donde Jorge Calvetti aprehendió
en el silencio total
lo que después,
palabras pulcramente armonizadas
apenas pudieron musitar.

Donde mi compadre Héctor
deschala cuentos
en los que superpone aires de sagas
con épocas de Homero;
mientras se machan abrazados
hasta mezclar su aliento,
Agamenón y Edipo
con Quispe y con Romero.

Por aquí, desorientado aún,
me busco entre ellos
y en las bagualas áridas
de los copleros.

Primero cantó inocente
y con intención después;
no recuerdo el apellido,
pero su nombre era Andrés.

INSTANTÁNEA

Por el alto mar del cielo
y con todo el velamen desplegado,
una flotilla de nubes
pasa bogando.

Costurera paciente
la lluvia femenina
trabaja sin descanso
cosiendo sus cortinas.

(El viento, alborozado, desordena
la cabellera transparente).

Animal de agua y barro,
la tierra se sacude
los árboles mojados.

JUJUY � III

Medio mapa comido por el monte
y otro medio, raído por la arena.
Metálica en la altura, y en los valles
la entraña tierna.

Lengua de fuego, el trópico acezante
con gritos de colores te atraviesa;
hombres de dura estirpe la habitamos
sobre las nubes, sin dejar la tierra.

Lágrima enorme, goterón fecundo,
Salta en sus brazos te rodea
y levanta hasta el cielo la estructura
de tu copa de piedra.

El tabaco, las minas, los obrajes,
los ingenios de pálidas cosechas,
matan al heredero de los incas,
que se despide entre bagualas lentas.

JUJUY �VII

Celebrando la gente y el paisaje
de esta provincia, niña de la altura,
yo creí exaltar el fiel linaje
de la patria total, su estirpe pura.

Al cantar la comarca, el paisanaje,
los infinitos campos en su dura
labor, la corta vida que aquí traje,
quise testimoniar con voz madura.

Pero no fui entendido. El mundo digno
que propusiera de diversos modos
quedó, bajo anatemas, sepultado.

Y ahora, escaso de fuerzas, me resigno
sin esa tierra que me diera todo,
a la cruel condición del expatriado.

LAVANDERAS DEL RÍO CHICO

Pulsas el río,
tocas
su eléctrica materia transparente.
Y él la imagen devuelve, agradecido,
de tu rostro de gracia adolescente.

Sus largos dedos de agua
te acarician.
Es árbol de cristal el que sustentas
y en ti se nutren sus raíces líquidas.

Cuando sacas tus ropas
nace el alba;
y cuando las recoges, el crepúsculo
tiende, sólo de envidia,
sus banderas moradas.

Regresas con tus huestes de colores.
Detrás de ti, la luz
desata sus fulgores.

Bates el tambor ronco de la piedra
como si convocaras a tu lado
todos los minerales de la tierra.

¿Es el tiempo
quien lleva la hermosura?
¿Es su firme pulir,
su largo viento?

(El tiempo es duro, seco.
Desecha la blandura de la carne;
busca lo sustancial,
el hueso.)

O tal vez,
quien roba la belleza es el esfuerzo,
el trajín cotidiano,
el sufrimiento.

Entre pálidas sábanas enjuagas
tu color
y tu aliento.

Pero no, que es el río;
pero no, es el esfuerzo.
Pero no, que es el agua;
pero no, si es el tiempo…

Allá se van, imágenes robadas
por un fugaz espejo,
la corzuela en asombro de tus ojos
y el nocturno pluvial de los cabellos.

Paso ríos, paso fuentes,
siempre te encuentro lavando.
La hermosura de tu cara
el agua la va llevando.

* Nació en la ciudad de Buenos Aires en 1919.

LEGADO

Ordené ya mis bienes terrenales
una cuchara, un peine desdentado,
plato, jarra, una manta en sus finales
y además, este cuerpo avejentado.
También obtuve de la vida, males
que debiera ordenar: un descuidado
afán de libros y de amigos; tales
cerros, arroyos o árboles amados.
Todo lo dejo a tres sencillos nombres
que no alcancé a cantar lo suficiente
pero que me ayudaron a ser hombre.
Nélida, Alcira, Estela: he aquí la ardiente
celebración de quien, herido en llanto,
liga un ayer de amor, a un hoy de espanto.

LIED N� 4

La poesía me libera,
la poesía me aprisiona;
me lleva y trae de las tormentas
al mar en calma de su zona.
Por la mañana me condena,
al caer la noche, me perdona;
a la rutina me ata y luego
con fantasías me corona.
No entiendo bien los complicados
o simples cantos que ella entona;
transcribo mal lo que me dicta,
soy su amanuense y su fregona.
Cuando me llama, estoy perdido:
no reconozco mi persona.

LIED N�3

Yo tuve dos alas:
Estela y Alcira,
con ellas cruzaba
la noche o el día.

Crecieron con plumas
ligeras y alegres;
sombra para el sol,
calor en la nieve.

Aprendieron pronto
las leyes del vuelo
y solas se izaron
hasta su aire nuevo.

Quedé mutilado
a ras de la tierra,
falto de la gracia
que me daban ellas.

Una, casi Estela;
otra, toda Alcira.
Para mí, dos alas;
para otros mis hijas.

LOS RÍOS � II

Tirado
sobre el sucio suelo sórdido
de este patio de cárcel,
reconstruyo
con un palito por el barro,
el curso
de los ríos amados.

Y me veo vagar feliz,
buscando
la luminosa atmósfera
de cerros y quebradas;
me restituyo
a la esperanza verde de los árboles,
al júbilo sonoro de los pájaros.

Asciendo las heladas,
altas aguas del Yala;
encuentro
el vestical Desaguadero,
su serpentina clara
entre arcoiris y espumas
arrojadas.

Piso el Tiraxi que custodian
leves pinos erguidos,
hasta llegar donde le cede al Tesorero
su riqueza de truchas sigilosas
en el Corral de Piedras.
Regreso a Las Capillas
descubro una vez más
que al pie del Cerro del perfil Labrado,
se esconde del invierno
con diluviales barbas de helechos,
el verano.

Oigo en toda la piel
el rumor subterráneo del Guerrero
rodando hasta rendir sus armas
al Grande de Humahuaca.
Indago
las fuentes de La Almona
entre ceibos, alisos y nogales
para ubicar las fábricas del agua.

Y cuando ordenan
habituales voces agrias
ingresar a las celdas,
me niego a reasumir
el endeble gorrión que, paso a paso,
mide todas las tardes
esta agonía turbia
de tres por dos, escasos.

LOS TRES MOSQUETEROS EN SUDAMERICA
O CONFUSIONES DEL LENGUAJE

Uno para todos
Nosotros me identifico
vosotros colaboro
ellos me solidarizo.

Y todos para uno
Yo resistimos
tú empujamos
él combatimos

¡A ellos, vive Dios!
O al menos
vive Sandino.

METRÓPOLIS

Pájaros azorados,
fieras depredadoras
o zorros sigilosos.
Rostros
multiplicados junto a mí,
diciendo
sus verdades mentiras.
La multitud de hojas en la selva,
las gotas en la lluvia
de ciudad temblorosa.
A cubierto, detrás
de indispensables máscaras.
Sólo de vez en cuando, alguno
desviste sus paisajes;
levanta una mirada
un ojomano arriesga la caricia;
o una sonrisa emprende
su vuelo mariposa.
El prójimo distante;
mi enemigo, mi hermano.

PASAJE DE IDA Y VUELTA

Entre el ojo y el libro

tierra de nadie,
zona de conquista
que se cruza al asalto,
dejando atrás cavernas
de colmillos y espanto.

Y de donde volvemos
con armas poderosas,
con imaginación inteligente
que transforma la noche milenaria
en hora ardiente.

Entre el libro y el ojo.

PEQUEÑA SUITE BIOGRÁFICA

Aunque a algunos les moleste,
(cada vez más argentino)
siento que toda la patria
condiciona mi destino.

�No te parés a espantar
la perrada del camino�.

Capas de polvo cordobés
me cubren;
fueron lamiendo sigilosamente
hasta ganar el hueso,
el alma ardiente.

Largos, los vientos patagónicos,
su cuerda tensa todo el día,
me ayudaron el canto
con que bañé la primera hija.
Después, el agua litoral,
la humedad pensativa,
calmó la sed del arenal.
Los llanos, bajo la luna, huían.

Por último, el verde norte,
su carnal vestidura,
-la garra de la raíz abajo,
la brindadora mano arriba,
distribuyendo vuelos y colores-
me cubrió las pupilas.

Apoyado en la tierra,
en tierra cierta,
en historias de hombres verdaderos;
combatidor y combatido
veo
cómo se ha edificado mi destino;
apegado a este tiempo, a mis paisanos,
cada vez más argentino.

Ya no me paro a espantar
la perrada del camino.

PROVINCIANO EN BUENOS AIRES

Era la noche, larga.
De pronto
en la Vuelta de Rocha,
entre el hollín de barcos y de fábricas,
bajo lluvias de humo
y de voces extrañas,
estremeció el rincón oscuro
una guitarra.

Llegó
con acompañamiento de ojos melancólicos
y nostalgias:
árboles de anchas hojas,
duras tierras preñadas
con minerales y ríos
de tempestuosas aguas…

Cavó,
cavó en lo hondo
la dolorosa puñalada.
Junto con las seis cuerdas
tembló en silencio mi alma
y odié ese barro informe,
ese bullente miasma.