GLORIOSO, ROBERTO
ABRE UNA PUERTA.

Abre una puerta.
Hay bosque.
Hay fieras que sitian
el acantilado.
Esa imposibilidad de lejanía
extrema
ausencias homicidas.

ASCUAS

Ascuas
o durezas de cielo
todavía
lastiman la casa.
Se impone una hendija
mordida a contraluz.
Abierta
en desarmaderos de infancia.

ASILA

Asila
hilachas de luz
hasta esclarecer
con qué dios pulsea este universo.
Después su corazón descifra
el borde de una ráfaga.

DECIR ADIÓS

Alguien
indaga su lejanía
y no puede decir
adiós.

Tiene los labios
apretados
de un celeste silencio
inmemorial,
que le muerde
receloso
los umbríos estribos
de la sangre,
y no puede decir
me voy.

Porque sabe,
fatalmente desposeído,
que decir adiós
es quedarse acuchillado
en uno mismo.

DESBROZADO

Desbrozado.
En carne viva
advierte blancuras
sin fiesta.
Cegueras del revés
próximas a fondear
sus oasis de piedra.

DESPUÉS DEL ESCAL�N

Después del escalón
hay una jungla que fue desierto.
Se disparan bocas por mordiscos.
Si alguien hace blanco
dibuja el paraíso.

DICE LA ÚLTIMA PALABRA

Dice la última palabra.
Puede ser fuego, terraza abandonada,
desierto de otros soles.
La dice.
Y el pájaro que canta
sobre temibles naves incendiadas
echa a volar
su cuerpo desconocido.

EL CUERPO.

El cuerpo.
Inmenso bramadero
desorienta su costra en otro cuerpo.
La herida aún se llama
silencio.
De Música
de guerra

EL FUEGO DE LAS CONMEMORACIONES CIRCUNCIDA ARTILLADO

El fuego de las conmemoraciones circuncida artillado.
A este paisaje lo atropellan la ventilación de los
enfermos
y sus miradas brumosas. Algunos alcanzan a morir como extranjeros en su
cuerpo.
Cuando Dios no baste, ¿qué signo astrológico, qué
advocación salvará
lo humano?
Ahora los bombardeos cultivan el aire.
De Playa de mediaciones

EL JUEGO DE LA NAVE

El juego de la nave
supone cartas de otras marinerías.
Cuentan
el esplendor de la mañana
como finísima llovizna.
Nada alude
a su profundidad de precipicio.

EL PLATO GUARDA

El plato guarda
brutalidad
de hueso infinitamente roído.
Su limadura de hambre
cumple ceremonias
ampolladas de idolatría.
Contenciosas.

LOS PERROS SUPIERON CONTENERSE.

Los perros supieron contenerse.
Afuera una nebladura traía
su soledad amotinada.
Olieron manchas de abandono
y temblaron
lo que después se supo
era conocimiento de fuego.
Esperaban tardes inalcanzables
como la lejanía.
Detrás de la ventana.
Oscurecidos en el rastro
que pudieran derrumbar.

MIRABAN LO QUE IBA CONSTRUYENDO

Miraban lo que iba construyendo
la tibieza del tren
sentados a esperar
detalles todavía de siesta.
Pensaron entonces
admitir paraísos y prostíbulos
en el tizne de sus marcas.

NO HUBO MÁS QUE EL SUEÑO

No hubo más que el sueño
de los dogos.
Lamían
reversos de su furia
en acequias
del espejo.

PARA QUE HUBIESE SALVACIÓN

Para que hubiese salvación
a media tarde escucharon
música de guerra.
Ahora
extienden arsenales ocultos
en sus camisas de fuerza.

PLAYONES PARIDEROS DE NOSTALGIA

Playones parideros de nostalgia.
Un silencio sin identidad
viola
esas gargantas.

POEMA

Las brasas

Como un reto
lejano
del olvido
vuelven otros
ardores
a salvarnos.

Vuelven.

Apenas si ordenamos
testamentos apócrifos,
sangre distendida,
verdades demoradas.

Vuelven.

Son ellas.

Regresan
las brasas.

Y la identidad
es esa
condolencia
que nos taja.

PREGUNTAS

Borges, cuéntenos.

Usted que amó la rosa,
la costumbre, el laberinto,
los espejos.

Usted que amó los tigres,
una tarde de sol,
los arrabales,
el malvón, aquella esquina.

Usted que amó el silencio,
los puñales, el verbo,
algunos libros.

Usted que amó los patios,
los aljibes, los sueños.

Usted que transcurrió
sediento de olvido,
usted que estuvo solo
y en soledad ardió la vida.
Borges, cuéntenos.

¿Cómo es pisar ese último
umbral?
¿Cómo se va hacia la muerte
con ropajes esquivos?
¿Hay algún gozo minúsculo,
impío?
¿Cómo es el cielo abierto
en plenitud de linos?

Borges, cuéntenos.

¿Se abraza a la muerte
el hombre que la ha vencido?

De Apuntes de intemperie

SOLEDAD

Aquí la soledad
es un asilo
que frecuenta memorias.

Aquí las hendiduras
de la carne
enclavan
diarias fundaciones
de milagro.

Aquí la soledad.
Aquí el crudo
ejercicio
de entenderme.
Aquí páramo y diluvio.

Aquí la soledad
tiene respuestas
en los múltiples
puños del silencio.

De Lejanías conjuradas

UN DIOS PARA ESTA TARDE

Un dios para esta tarde
de domingo.
Para que su aliento a soledad
desmantele grúas
de silencio.

UN GRAZNIDO.

Un graznido
alrededor del silencio
ya no es noticia.
Lo invalida
esta seducción de pastizales
que agravan la casa vacía.

UN POSTIGO ABRILLANTÓ PARICIONES

Un postigo abrillantó pariciones
de esas madres
que en albergues de arena
prevenían
aventurando sus barricadas.

Aquello tan último era la casa.

UNA TROPILLA.

Una tropilla
patea los muros
donde la madre dice
hijo mío
y se lleva al pecho
la llamarada
de esos cascos.
De Astillas

URGE

Urge
una destinación en nuestro duelo.
Ese pasadizo de metrallas.