LATORRE, CARLOS
ALGUNOS AFORISMOS

¿La ilusión deberá ser siempre óptica?

ALGUNOS AFORISMOS

En ocasiones me doy, frecuentemente me despojan.

ALGUNOS AFORISMOS

Desesperado alzó los brazos al cielo y así permaneció
hasta que se le cayeron los brazos (Ley de
Gravedad).

ALGUNOS AFORISMOS

Si, aceptado, mi pensamiento como la mayoría de los
pensamientos, es contradictorio. ¿Pero qué cree
usted que es el pensamiento?

ALGUNOS AFORISMOS

Es posible que no existiendo soluciones no existan
problemas.

ALGUNOS AFORISMOS

Pudiendo echar fuego por los ojos me ahorraría
muchas palabras.

ALGUNOS AFORISMOS

¿Está seguro de que si las cosas fueran de otro modo
usted sería de otro modo?

ALGUNOS AFORISMOS

No es para tanto, es para todo.

ALGUNOS AFORISMOS

Escribo, no tiene usted derecho a exigirme más
concesiones.

ALGUNOS AFORISMOS

Ni esto ni lo otro. Todo.

ALGUNOS AFORISMOS

Si es verdad eso de que hemos perdido ciertos poderes
es porque nunca fueron verdaderos poderes.

ALGUNOS AFORISMOS

Dadme un punto de apoyo y me moveré con el mundo.

ALGUNOS AFORISMOS

Poseo todo lo que deseo, me falta todo lo que pienso.

ALGUNOS AFORISMOS

Los poetas terminarán por imponer Las Tablas de
su Ley.

ALGUNOS AFORISMOS

Uno por uno más uno menos uno dividido uno,
siempre Uno.

ALGUNOS AFORISMOS

Dios tiene lo suyo, el César también. Y el hombre,
¿cuándo?

ALGUNOS AFORISMOS

Así son las cosas, ¿pero así son los hombres?

ALGUNOS AFORISMOS

Si se tiene tanta sed es porque en algún lugar debe
haber agua.

ALGUNOS AFORISMOS

Dos vidas pueden ocupar un mismo lugar en el
espacio.

ALGUNOS AFORISMOS

No diga es absurdo, Sería absurdo.

ALGUNOS AFORISMOS

¿Por qué declamamos tanto nuestra nostalgia por la
libertad si nunca la hemos conocido?

ALGUNOS AFORISMOS

Si fuera cierto aquello de que forma y fondo son una
misma cosa, el hombre ya debiera ser el Hombre.

ALGUNOS AFORISMOS

Nada en esta mano, nada en la otra. Todo allí.

ALGUNOS AFORISMOS

Reclame por lo ajeno y conseguirá lo suyo.

ALGUNOS AFORISMOS

La infalible lógica me subyuga porque
indefectiblemente me lleva al terreno de lo
absurdo.

ALGUNOS AFORISMOS

Si sinceramente cree que la fama o la gloria sirven para
algo, humíllese y consígalas.

ALGUNOS AFORISMOS

¿A qué tanto clamar por la felicidad si nunca hemos
sabido de qué se trata?

ALGUNOS AFORISMOS

Si lo prefiere, deje las cosas como no son.

ALGUNOS AFORISMOS

La velocidad del pensamiento apresado por el poder
de la mano: la vida.

ALGUNOS AFORISMOS

Para los amantes de la Ley, digo: si el caos fue también
tuvo su ley.

ANÁLISIS DE LA NOCHE

Una noche siempre es una buena noche si se comprende
que a su término fatalmente muere todo lo que
supone la noche:
las puertas abiertas de par en par,
el golpe de dados,
la novela pasional
y sobre todo, los juegos precisamente nocturnos
practicados por las jóvenes bestias de la libertad.
Una noche siempre es una mala noche si se piensa
que al finalizar la noche se cierra la boca de la
verdad,
se pisa lo pasado,
y solamente es puro lo que pone en pie de guerra
el canto del gallo que ataca cuanto de oscuro
acecha en la oscuridad.
En realidad,
la noche es siempre la noche como quiere que sea,
es ese fuego negro
de raza negra
cuyo negro tambor convoca a los condenados a gozar
su carne negra
con olor a negra flor
de magia negra
y de negra muerte ineludible
por el negro crimen de amarla hasta
el mismo rojo del peligro.

(�Los temas del azar�)

ARTE POÉTICA

La palabra busca cielo como pájaro que cruza el
atardecer sin dejar canto ni estela,
frágil golondrina fugaz en busca del eterno verano,
que en ocasiones muere sepultada en nieve de invierno
de otro hemisferio.
La palabra se proyecta como alameda que lanza
remota flecha de horizonte,
desdichadamente desmoronada a tiro de piedra.
En ocasiones cae en surco de vida fértil,
a veces hace pie en tierra árida
u hondonada envuelta en bandera de niebla de
pantano pestífero.
Mas lo que se pudre no es su intención reveladora
sino su envoltura de mariposa fatalmente letal a
fuerza de libar venenoso concepto,
explorar hermético laberinto ontológico
o habitar falso reino ideatorio.
La palabra describe paisaje semántico,
pocas veces playa marítima,
vida viva,
follaje azul,
fuente de agua pura
ni otra belleza creada en sol de amanecer,
noche
o tarde de lluvia.
Cuando la palabra habla de amor suele amar sólo
su eco estético,
su canto de Onán obseso o propio ritmo;
más
mucho más que imagen corpórea
o analogía,
más que piel de mujer ya sea adolescente
inocente
o triste ramera.
Sin embargo la palabra es Verbo, acción,
para-vida,
meta-lenguaje,
propia meta que algún día terminará por alcanzar
sabia
y desnuda,
de toda estúpida convención
o servilismo.

(�Las ideas fijas�)

AUNQUE NO LO PAREZCA

Venían desde muy lejos. El uno encima del otro.
Cuando los tironeaban con fuerza todo sucedía a puertas abiertas. Desbordaba.
En ocasiones se invertían los términos. Uno debajo el otro encima. Se repetía hasta el infinito hasta la exasperación. Podía producir pena o indignación.
¿Preguntarles? Inútil. Y cualquiera se daba cuenta de que el hecho era espantoso, que no podía continuar mucho tiempo más.
Si por un momento las convulsiones cesaban, la inmovilidad se tornaba angustiante. Al reanudarse el ajetreo asaltaba una intolerable sensación de vacío, de falta de intención. Y siempre era así. Quizá fuera la repetición lo que llevaba al vértigo. Ellos, impasibles. Pero sin embargo se advertía que no consentían. Sucedía muy a pesar de sus voluntades.
Imposible enterarse de quien decidía. Ni nominación, ni abstracción, ni presencia. Ellos, no. O quizá sí. Era algo o alguien de seguro, ¿pero qué?
Por instantes parecían desintegrarse. O crecer. Pero no era el espacio el que mermaba. Tampoco se agigantaban ellos ni el contorno o contexto, si se prefiere. Era otra cosa. El coraje o la decisión tampoco los disminuía o los engrandecía, no. Otra cosa.
A pesar de todo, ellos y el espacio tal vez resultara lo más atinado como explicación o siquiera vaga toma de conciencia. La relación entre sí podría aducirse. Así era posible que llegaran a representar esto o aquello.
Era una interpretación, una salida precaria, un alivio, una tregua muy fugaz la que se lograba. Luego se volvía a comenzar más rápidamente de lo previsto o lo deseado.
Causa aparente para semejante comportamiento no existía. Por lo menos a la vista. Si representaba la consumación de un castigo, la absolución no existía. En verdad no la pedían. Nadie los escuchó.
Es cierto que permanecían, pero sin ningún desfallecimiento, Tanta congruencia intimidaba por su dosis de grotesco y de irrisión y por lo mucho de ductilidad. Es posible que fuera sólo una impresión. ¡Vaya a saberse!
Cuando existen ciertas referencias, ciertas pautas, siempre es posible saber a qué atenerse. ¿Pero así? ¡Inquietaba!
¿Forzarlos? Inconducente.
No nacía de ellos. No era así como podría revelarse nada, lograrse nada.
La espontaneidad, el deseo natural, la inclinación o la elección, capaces de influir no se manifestaban. Continuaban allí, en idéntica actitud, dependiendo o tal vez forzando las circunstancias.
El movimiento volitivo aparecía sólo en ocasiones. Y no temblaban, no. Pero una conmoción permanentemente incipiente los trascendía como un halo. Era perceptible. E inexplicable.
Serenidad y pavor. Estabilidad y movimiento. Fuerza y transgresión. En definitiva, y pese a todo, temeridad.
Solamente mediante la observación más denodada y su correspondiente testimonio, era posible hacerlo aparecer, comparecer y sobre todo, permanecer, más que cualquier otra cosa, ¡Y todo hacía presumir que llegaban desde tan lejos!
A cada gesto correspondía otro que podría llamárselo colectivo. Era como si movieran el mundo apenas con mirarlo. O simplemente, pensarlo.
No como un reflejo o como un espejo. Sino como lo mismo.
Tampoco era la repetición o la réplica. Como una sola cosa. Lo mismo, para insistir y precisar.
No era el caso estar encima o debajo. No se inferiorizaban por eso. Tampoco se redimían.
Antes o después. Ahora o siempre. No cuenta para nada.
Vaya y véalos. Compruébelo usted mismo. Allí están.

(�La línea de flotación�)

CIENCIA CIERTA

Un poema no se hace,
comparece,
va emergiendo como un islote que el mar pone
lentamente en descubierto.
Un poema no dice nada de lo dicho ya,
grita, más bien,
como un apuñaleado a quien el arma le revuelve
las entrañas ferozmente.
Un poema no canta
ni encanta demasiado,
nos toma de la garganta como Jack el Destripador en el
estertor del consumado crimen de su negra
imaginación.
Un poema no explica
ni justifica,
nos somete como una borrachera desatada a medianoche
en el estanco de un burdel.
Un poema no hace luz
ni oscuridad,
sin embargo enceguece como el sol cuando se lo mira
cara a cara.
Un poema es gratuito como un accidente
y comprometedor como un crimen sin coartada.

(�Los puntos de contacto�)

DERECHO DE ASILO

A veces sucede en las habitaciones donde esperamos
los días de olvido que alimentan su propio
fuego con la parte del león
en tanto la ansiedad prepara sus maletas con la fiebre
de verlo todo más rojo
y la leña del amor arde en la distancia propagando la
llama de la ilusión.
De pronto,
la casa queda solitaria y devuelve las monedas mal
habidas;
se cierran las ventanas de zozobra devorando la
conciencia de uno mismo
y nace el agua de las correrías en la que partimos
con el miedo de mirar
hacia el miedo de morir.
La distancia es el curso del destino que busca algo
para llevarse a la boca,
el paisaje,
esa larga carretera de piel de mujer vertiginosa,
la meta,
la culpa que espera en el linde del bosque a que la
vida consuma la pasión que impulsa a los seres
en medio de la tormenta
o quizá,
ese alarido del tiempo domesticando a la perra de los
instintos.

Quedan atrás los andenes en medio de la noche donde
muchos esperan la llegada de las mujeres que
ilustran las novelas de aventuras,
queda atrás el país que trueca ese mismo tiempo
por el espacio
con sus calles alumbradas por linternas de ladrones
que revelan la inalcanzable distancia del
horizonte,
morada no para la confianza,
sino para el terror.
Delante, el mecanismo de crear contradicciones
y despojos de amantes que pernoctan a la intemperie
sin ayuda,
sin esperanza,
casi sin soledad.

Nos espera la prueba de fuego,
ese constante desafío que nunca corrige el cielo
de su falsa lejanía,
consumación del viaje que siempre disgrega a la
materia.
Mas si alguien consigue entrar al camarote del que
no se puede volver para trocar el siempre del amor
por el nunca de la muerte,
hará girar todos los grados de la verdad.

EL AMOR Y TODO

Bella como las mujeres que aparecen en los sueños
de los buscadores de oro,
honda como la música de la obsesión surgiendo de los
bares portuarios entre copa de delirio
y humo de restos de perdición,
así es tu vida de cazadora de instintos extremos
indispensables para devanar hilos de vida,
hilos de amor,
hilos de pensamientos sospechosamente atractivos.
Tu boca devuelve palabra por palabra,
beso por beso,
ambos tendientes a demostrar la existencia de los
cuatro elementos
y los cincos sentidos,
y son tus manos las que echan leña a la hoguera
o destruyen,
sin compasión,
los botes del naufragio, no siempre imprevisto.
Pero tu solo consentimiento puedo llegar a sacrificar
la ciega bestia de mi libertad
o falsear toda verdad
o todavía matar al tiempo que ya no me puede matar.

EL AMOR, SIEMPRE

Yo lo recuerdo.
Alguien dio la señal
y un rayo de luna puso el dedo en la llaga.
Ahora,
solos,
entre ella y yo
que el amor sea lo que pocos se atreven a vivir.
Lo repito una vez más,
aunque a veces se sienta caer la noche como si estuviera
sentada a la diestra de la boca de lobo,
por su resplandor de delitos pasionales
y música de pieles que se rozan con violencia,
yo ofrezco mi cuerpo del que no quiero desprenderme

EL EJE ROTO

Aquí llega la aventura en su berlina de secuestrador
nocturno con caballos de mercurio y música
de fondo
Aquí llega la mujer con su resplandor de arena
movediza y sus pies de dársenas lamidas por los
deseos de todas las distancias
Aquí llega el convoy del sueño con ruedas de
pájaros migratorios y pasajeros de dos dimensiones
Aquí llega el deseo ya para siempre inscripto en las
Tablas de la verdadera Ley
Aquí llega la poesía con su séquito de asesinatos
absolutos y látigos de nueve colas
Y aún así no es fácil restituir la tierra a su función
de satélite del conocimiento
De instantes poco comunes
Pero vale la pena intentarlo abriendo cráteres en el
gran esfuerzo del pecho
A través del cual soplan todos los vientos del mundo
su inmensa canción de océano joven y ya
labiodental
No importa que el hombre haya sacado su pasaporte
de polizón de clase única
Entre las vísceras siempre queda lugar para la rotación
del fonógrafo del girar perdido
o para una ascensión en globo de fuego eterno.

EL EXPOSITO

La función comenzaba en el preciso instante en que una gran mariposa gris levantaba vuelo descubriendo el ojo del proyector cinematográfico de la sala situada en la terminal del ferrocarril subterráneo, exactamente cuando los niños caen rendidos de fatiga sobre los lechos donde los padres se transfiguran cerrando los ojos para transformarse cada uno de ellos en el que el otro desea.
La capacidad del cine no era mayor que la de una sala de espectáculos común, pero por ciertas razones irrebatibles, cabían en ella todos los viajeros que durante el día y parte de la noche transitaban a lo largo de la línea.
Las películas nunca se repetían y presentaban la particularidad de que los intérpretes eran los mismos pasajeros que por cualquier razón, ajena por supuesto a sus voluntades, habían sido arrollados por un tren compuesto por tres vagones de clase única, cosa que por otra parte sucedía a diario a causa de la ley que fuerza a las vías paralelas a encontrarse en el infinito. Esa circunstancia poblaba el cine de deudos ansiosos por volver a ver al familiar o al amigo desaparecido. Es justo dejar constancia que gracias a un gesto de evidente generosidad de los empresarios, todos los afectados por el duelo estaban exentos de abonar el precio de las localidades. Esta especie de humanitaria compensación era muy bien recibida por los espectadores, pero nunca faltaban los advenedizos que lloraban a un supuesto familiar con el propósito de eludir el pago de las entradas y aun aquellos otros que por carecer de dinero llegaban a empujar a su propia madre arrojándola al paso de los trenes con la sola finalidad de presenciar el estreno del día. Cuando eran descubiertos el repudio se tornaba unánime y en la repulsa intervenían los mismos actores, los que volvían a la vida hasta que los intrusos o los matricidas eran expulsados violentamente.
Recuerdo que la noche en que concurrí al cine por primera vez, al levantarse el telón de lágrimas petrificadas y algunos recuerdos inolvidables insertados a manera de avisos publicitarios, una orquesta sinfónica compuesta por cien profesores diplomados atacó briosamente el tema del Juicio Final.
La pantalla sobre la que iba a ser exhibida la película caía a pico en medio de la sala, y el proyector era una inmensa cabeza, probablemente de pensador o de poeta en tono mayor, agrandada por un secreto procedimiento intelectual inverso al empleado por los jíbaros para reducir los cráneos de sus víctimas. La cabeza descansaba sobre una bandeja reluciente de piel bruñida, y por el ojo izquierdo escapaba un grueso haz de luz violácea que al iluminar la pantalla provocaba en el espectador la sensación de hallarse frente al ocaso de ciertas vidas inútiles. Cuando el mecanismo proyector empezaba a funcionar producía un rumor parecido al de la armonía universal, mal llamada música de las esferas.
La película exhibida esa noche comenzaba en una plaza totalmente rodeada de agua, sobre cuya superficie se levantaban algunos edificios de los que aparecen en las antiguas ilustraciones de las novelas de Julio Verne. La hora alrededor de la medianoche, cuando los furtivos roedores nocturnos minan los cimientos de las ciudades lacustres. La plaza estaba solitaria y sobre la copa de los árboles del bien y del mal planeaba un gigantesco pájaro con irisado plumaje de luna en cuarto menguante. El batir de sus alas producía una visión casi imperceptible y muy fugaz de paisaje en el extremo del mundo, y al pasar cerca del pararrayos de la Municipalidad, emitía un sordo graznido parecido al arrullo de noche de bodas.
Una mujer embozada con las intenciones ocultas esperó a que el ave se alejara en dirección al primer día del año y entonces abandonó el portal de la iglesia en el que se refugiaba, echando a andar en dirección al centro de la plaza con el paso de quien ha hecho largamente el amor en una casa de citas. Bajo el brazo del lado del corazón llevaba un bulto irreconocible que trataba de ocultar echándole encima toda la oscuridad de la noche. Cuando llegó frente al surtidor situado a mitad de camino se detuvo como hipnotizada contemplando el chorro de mercurio que fluía de la fuente.
Sus gestos eran furtivos y denotaban nerviosidad incontrolable. Luego de echar una recelosa mirada en torno extrajo de pronto el bulto que transportaba y abriéndolo con celeridad puso al descubierto un hermoso niño con los días contados. Cerca, el pájaro batía sus alas con ruido de sirena de barco en noche de niebla cerrada.
La mujer, asustada por la proximidad del único testigo, depositó al niño sobre el chorro de mercurio y la bella criatura quedó suspendida en el aire como las pelotas que permanecen en equilibrio apoyadas en el hocico de las focas amaestradas. Luego se alejó corriendo con los brazos en alto quizá invocando o maldiciendo.
El expósito reía alborozado, sostenido en vilo entre el cielo y la tierra, inocente de cuanto habría de sucederle veinte años después cuando al intentar contraer matrimonio no pudiera referirse a su árbol genealógico sin un sentimiento de profunda verg�enza. La risa del niño poblaba la noche de la alegría de morir y a su conjuro las ventanas de la mayoría de las casas que daban a la plaza comenzaron a abrirse dejando ver los juramentos de amor y ciertas relaciones entre sí sobre cuya naturaleza resultaría inconveniente insistir.
Una señora, muy conmovida, cerró su piano de cola en el que ejecutaba un sublime trozo musical y propuso a viva voz adoptar al niño a condición de que alguien con responsabilidad indudable le asegurase que la criatura era de noble cuna y había sido raptada para satisfacer alguna terrible venganza palaciega. Exigía además que los atribulados padres dieran con ella tarde o temprano para retribuirle en su vejez, y como bien lo merecería, toda su larga, desinteresada y maternal dedicación.
Un señor ya entrado en años apareció con una pulida carabina de dos caños y luego de apuntar con sumo cuidado disparó sobre el expósito diez tiros sin dar en el blanco. Contrariado, cerró su ventana para siempre.
El ruido de los disparos atrajo a una interminable procesión de sirvientes con antorchas humeantes a cuya luz solían descubrir muchas infamias domésticas. Llegaban con la misión de adoptar al niño para que sus respectivos amos pudieran gozar de la divina felicidad de la familia. Cuando se detuvieron junto a la fuente comenzaron a luchar ferozmente con el propósito de lograr el mejor lugar, y entre la confusión y el forcejeo, todas las antorchas se apagaron sumiendo la plaza en una oscuridad de mundo interior intransferible. Algunos gritos se alzaban por sobre la multitud y en ellos era posible reconocer las voces de las mujeres desesperadas al descubrir que sus vestidos sufrían las consecuencias de los sentimientos tan generosos como piadosos. Muchas de ellas optaron por desnudarse para protegerlos, actitud ésta que motivó la intervención de la censura, razón por la que la película sufrió algunos cortes que resintieron la logicidad del relato cinematográfico. Pero superados estos inconvenientes con un despliegue moderado de imaginación, era posible reconocer la continuidad indispensable para captar el sentido y la unidad del tema. Es así cuando de pronto y sin que uno pudiera comprender totalmente cómo llegaba a producirse el hecho: la maternidad esculpida con gran rigor estético abandonaba su basamento de piedra abriéndose paso majestuosamente hacia el surtidor sobre cuyo chorro el bello y sonriente niño demostraba la volubilidad del peso específico.
Caminaba envuelta en luz resplandeciente y a su paso de alegoría sagrada todos se postraban reconociendo el privilegio que le asistía en su carácter de acto absolutamente gratuito. Su luz crecía por momentos encegueciendo los ojos de la noche, y cuando tendió los brazos para recibir amorosamente al niño, todos cayeron derribados por la grandeza de su fuerza genética.
Fue en ese preciso instante cuando el pájaro, que continuaba planeando por encima de los árboles y las terrazas, se precipitó sobre la criatura con la velocidad de ciertas epidemias tropicales. La estatua volvió a quedar petrificada y el ave tomó altura parecida a la que alcanzan los grandes pensamientos llevando en sus garras a su presa que ahora se asemejaba a un globo incandescente. Luego, cuando nada hacía prever tan doloroso desenlace, aflojó sus garfios parecidos a los broches de esos biblioratos que se usan en las oficinas de estadística, y la pequeña y tierna masa de carne se precipitó a tierra con una velocidad proporcional al peso de su masa.
Entre dos repiques del campanario de la iglesia situada como es lógico frente a la plaza, el expósito se estrelló contra la corteza terrestre con un fuerte ruido de toalla mojada junto con la palabra fin delicadamente puesta para evitar las sensaciones demasiado desagradables.

(�Los alcances de la realidad�)

EL FORASTERO

Era cuando la vida giraba en torno al miedo como
los insectos alrededor del solitario farol de una
esquina
y el caracol de la idea dejaba, en tanto, escuchar su
zumbido de ola infructuosamente eterna.
La alegría, infiel, había huido ante el primer atropello,
y en la habitación colmada de nuestros deseos no
quedaba espacio ni siquiera para el grito de socorro.
Fue necesario transitar el amor con el mismo
desamparo con que un forastero recorre la calle principal de un pueblo.
Y sin embargo ella y yo permanecimos unidos y
separados a la vez como las islas de un mismo archipiélago.
(“La ley de gravedad”)

EL TREN DEL DELEITE

Carnicería del verano, por el tiempo subía un vaho
de hotel obsceno
y en el centro tú, alcancía del deseo, globo cautivo,
con tu ley de mandamiento apócrifo,
rayo probable en una noche de miedos y metafísica
implacable.
Árbol de Navidad tendido, tu realidad era la
velocidad de la luz y la ventanilla del tren de
mil brujías.
Ferrocarriles de estrellas y muselinas te llevaron,
quemado celuloide de la noche,
fuga de tres dimensiones sobre cenizas de pensamientos
y de cansancio,
y de olvidos razonables.

EL VIAJE EN SI

Hemos sentido transcurrir el tiempo cortando el pan
de las canciones
Hemos visto pasar los barcos que ofrecen su ardiente
botella de libertad
Y los trenes con sus ruedas de constantes pensamientos
Toda la casa ha sido recorrida con los dedos como
un cuerpo
Es ahora cuando el deseo vence al horizonte y deja
oír su música de pianola corporal.

ELLA OTRA VEZ

Cuando tomo,
de la cabeza a los pies,
las características más sobresalientes del deseo con
su consiguiente aspecto físico,
aquellas que nos confieren forma de guitarra
o de Fregoli
o de alimaña maligna, al decir de algunos
(concepto este último del que no participo de ninguna
manera no tanto por principio como porque
vivo para mí
y para quien quiera embellecerse de pasión sin medir
las consecuencias),
cuando tomo,
decía,
las altas horas de la madrugada para acostarme con
ELLA
que aun siendo ellas,
como a veces ha sucedido,
no por eso ha de ser fatalmente cualquiera
o ninguna mujer
o la falta de amor.
Entonces,
considero que lo poco o mucho que nace de mí,
o si se prefiere,
muere de mí,
lo hace con absoluta prescindencia de lo que no se
desea y por lo tanto,
ha desaparecido.
En esa situación resulta lógico comprender,
si se carece de prejuicios contra el pensamiento lógico,
que más vale pájaro- amor en libertad
que pensamiento en mano
y que como nada se pierde y todo se transforma,
mi deseo no cae en saco roto
sino en el corazón,
crisol del que siempre brota el humo de la
POESÍA
que no veo por qué no puede tomar,
por ejemplo,
la forma de
MI
ÚNICA
MUJER.

EN LA ZONA DE VEDA

Avanzando avanzando,
el soborno del camino tiñe de verdín nuestra sandalia
de caminante que da pávulo a tantas fábulas
mientras el sol derrocha su oro engañoso
o la lluvia cumple su misión impelida por insoslayables
responsabilidades que rigen la fecundación
y el crecimiento.
Imantadas criaturas,
yo
y / o ellas,
se arrastran en pos de cercana población donde idéntica
agua del cielo deja oír sus sordos pasos caminando
sobre los techos de pizarra de las habitaciones,
tantos y tantos como deseos
y deseos descolgados sobre la marcha del mundo
compasivo que siempre los cobija,
aunque su dádiva suene de otra manera.
Fuera,
la inmensidad sin objeto
ni gobierno,
dentro,
cierto hogar
o crisol enseñoreado con el poderío de tantas
generaciones sin opción
que guían el desenvolvimiento de la especie,
muchas veces a pesar nuestro.
¿Mas,
qué otro mal puede resultar mayor que el nacido de
sustraerse a cumplir con la herencia de lo eterno?
Alguien nos hizo carnada
y cazador
en el fondo de la trampa.

ESPECTRO Y DEFINICIÓN

Me siento tentado a ir más lejos
y más
y más meter la nariz en el oscuro laberinto
-meandro turbio-,
pero no sé apreciar mis fuerzas aunque,
en verdad,
cualesquiera sean ellas,
tampoco quiero dejar de husmear ese olor a carne
espléndida que reside al alcance de mi mano
siendo mi mano misma.
Junto a ella todo crea
o se revela,
todo muere, es verdad,
eso sí,
a precio de oro que vale lo que pesa en hueso,
en esencia y en conciencia,
en sexo,
en extensión de tierra propia
y plato de comida que nunca está de más.
El amor,
móvil extremo.
única posta en el viaje sin relevo;
el amor,
códice
o casta que a todos nos comprende: maldición posible
a pesar de lo que fuere,
de todos modos letra viva,
carne viva,
carne al fin,
que me es tan cara.

ESTADO DE ALERTA

En ocasiones me asalta el terror a decir cosas que
no comprendo
y que sin embargo están en mis palabras
-y por lo tanto en mi pensamiento-,
como reptantes invasores comidos de lacras que
inoculan sucios sentimientos
y enfermedades denigrantes.
Son sórdidos mensajeros de la decepción royendo la
carne de lo prohibido con sus podridos dientes
de halcón que conoce el hombre
y el hambre de la época por alcanzar todo lo locamente
codiciado.
Ideas,
vagas aprensiones que siento, dije:
y las siento, si,
pero como la mano quemada en la llama que no
advertí
y la cabeza en el garrote tan vil,
tal puede llegar a ser mi corazón
-ciego como mi entendimiento-,
cuando la desesperación
o el furor
ajustan su última tuerca.

ESTO Y LO OTRO

Para ver lo invisible, la dimensión, lo decretado; no
este ojo que ya estaba escrito. Con los ojos
abiertos la pupila no es lo que ve sino lo que
refleja.
No quiero esto que veo. No quiero aquello que ven.
Quiero esto y aquello: TODO.
Lo de adentro y lo de afuera: la contradicción,
el hueso duro de roer.
El mundo exterior, el mundo interior, el mundo
en un puño.
Es el juego. El juego prohibido, naturalmente.

I

A la memoria de María Esther,
mi madre.

Ahora puedo hablar contigo porque tienes el mismo
rostro para siempre.
Ni oración, ni canto, ni palabra arrepentida.
De ti a mi me quedó tendido un ulterior vocabulario
más recto que un camino.
Nada de espejos, ni de cintas, ni de sombreros, ni de
álbumes con retratos de muchachas que me
dicen que han sido tú.
No hay voz ni figura duplicada.
Tu tumba no fue por mí nunca visitada.
Tú y yo podemos entendernos de otra manera;
por eso no hace falta pulir el recuerdo como un
metal gastado.
Has vivido en mí lo necesario para estar siempre
en mi corazón futuro,
has visto del mundo todo lo que se puede ver a través
de una ventana
y sabes que de estar viva, otra muerte te procuraría
por sostener mi misma vida,
pero sabes también que los cinco dedos de tu mano
bajan como un delta desde mi corazón.
Y sin embargo no he de llorar.
Ninguna lágrima quema lo bastante.
Tal vez tu rostro se haya llevado mi beso de desvarío
y sé que no quieres para mí ningún castigo,
ni siquiera el de la útil victoria de tu muerte.
Estás en mí más allá del séptimo grito.

(“Puerta de arena”)

IMPOSIBLE GUARIDA

En el sumidero del tiempo van a parar no sólo
esperanzas vanamente acariciadas
porque los cuerpos hace ya muchos años que han
desaparecido
-y de eso no se habla-
sino también siluetas fugitivas que alguna tarde hemos
visto recortadas contra un árbol
o una pared que era la de nuestra casa.
Son recuerdos que a esta altura quizás carezcan de
sentido por cuanto las cosas han cambiado mucho
y nadie se detiene a llorar sobre lo perdido.
Más conveniente es considerar si en adelante vale la
pena acumular fantasmas,
que si filtran muros,
bien pueden atravesar cuerpos indefensos sin dejar
rastro de su paso,
frecuentemente vengativo.
Para impedirlo nada mejor que hurtarles cuerpo
y pensamiento a hechos tan gratuitos
para que pueda yo dormir en mi rincón protegido por
los dientes de mi propio perro
fuera del contagio de tantos desperdicios sentimentales.

LA ASENCIÓN DE LA CARNE

La densa,
la triste,
la si se quiere bella carne desde la que se abre paso,
indefinidamente,
otra
y otra distinta carne del mismo esplendor corrupto
y tierno,
jamás un tiempo,
-mito supuestamente eterno-,
un espacio-tiempo sin la voluntad que ella misma
debe generar como existencia
o gratitud.
La carne que por ser carne
y no cosa anónima,
(no sé cuál ni importa demasiado imaginarlo),
me somete a su extrañeza
o casi siempre azar.
Carne
o mala suerte,
no sea dicho como oprobio
o fatalidad,
que como tal me humillaría con tan sólo mencionarlo
en tanto algo
o alguien,
aún imprescriptible en su origen
y su desenlace consecuente,
logre demostrar hasta dónde es posible ofrecer el pecho,
el blanco,
el amor,
la insurrección;
y hasta dónde
esa misma carne y su condición hermética consumarán
la tentación
y su naturaleza insobornable:
unión siempre emocionante como el estremecimiento
de insana que propaga otro cuerpo codiciado,
otro día,
precario asilo cielo
o pensamiento;
otra trampa sexual,
digamos de tan temible apego
y pasión en todo su esplendor.
La carne,
la carne que asila un no sé qué
o ánima
o soplo divino,
así llamado.
Eso que siendo carne de hecho
busca encarnarse tristemente
y hasta ser su propia verg�enza,
su juez,
su eunuco,
su ISLA DE LOS TREINTA SEPULCROS.
Quizá ella fuera fauna
y flora
y forma para siempre;
fuera floresta
o flor,
simplemente;
fuera perla que no roe el diente abstracto con su
ignominia si algo
o alguno que fuera yo
o su equivalente,
dijera:
¡a los perros su material ideal,
ésta es mi carne y su orgullo!

LA ÉPOCA DE CAMBIO

No es el tiempo pasado
ni presente
ni lo que pueda advenir andando el tiempo.
Se trata de otra cosa,
de otra raza,
de otro lugar o casa,
de otra manera de remontar precisamente el tiempo:
vida en tanto pasión y acción
y libertad,
que de todo eso se trata.
La vida,
La vida es sagrada,
la vida debe ser ganada, aunque ojalá, no a mano
armada
sino a
AMOR,
a abrazo,
a lazo de sangre y geografía
a través de llano y montaña,
a través de río,
de océano,
y no de valle de lágrimas.
Que el hombre ame,
que el hombre sueñe,
que el hombre cree,
que el hombre coma,
que el hombre piense,
que el hombre salte fantasma y valla
y vaya y haga otra carne,
espíritu,
poesía
y sangre que no se desangre de no ser en delicia,
en justicia,
en vuelo,
en sentimiento,
en luz de pensamiento
o visión de largo aliento.
El hombre hombre,
el hombre sano,
el hombre libre,
el hombre que sea y ame al hombre,
que quiera ser hombre sin necesidad de destruir a
otros hombres,
que en definitiva, que a pesar de todo
ES
o puede llegar a ser el hombre.

Que no sea por milagro
o que sea por milagro,
pero que sea por fin un hombre,
el Hombre.
Él.

(�La poesía y otras armas�, inédito)

LA LUZ DE LAS TINIEBLAS

La verdad,
la frontal,
no porque se deba creer en ella a pies juntillas,
sino porque se arriesga.
Apélese a lo cierto
o a lo incierto si alguien duda,
y entonces se verá.
El día comparece todos los días,
¿no es así?,
pero el sol es aleatorio.
En cambio la noche es constante,
aunque no eterna, como se suele decir.
Y la luna no cuenta ya que no quita
ni agrega nada a la densidad de las tinieblas.
Sí,
la noche es noche por sí misma
-vulgo misterio-,
o convención oral
o escrita
ES
y no Milagro como
o debiera ser estimado, en realidad.
Todo lo que sucede, sucede de pronto,
�del día a la noche�,
así también se dice;
de un momento para otro
-reitera el argumento-,
olvidando que todo es lenta gestación
aunque pasión,
materia gris
o instinto ciego.
Insistiendo:
la libertad
y el amor
y la poesía,
sólo aparecen como luz emergiendo de entre el horror
de la tiniebla.

(�Campo de operaciones�)

LA LUZ ROJA

Entre todos los muebles que adornan los mundos
interiores prefiero los carnívoros
Los armarios para las noches de tormenta
Mi lecho de reguero de pólvora
Su lecho para la materia que constantemente se
transforma
El amor siempre toma la forma de los cuerpos que
lo contienen
La casa se adapta a los hijos que engendra
Por eso entre dos mujeres elijo siempre la del golpe
de gracia
La que ama de arriba abajo
Entre ella y yo ponemos en marcha el largo tren del
peligro

(“El lugar común”)

LA OTRA ERA

El sueño alcanza ya la velocidad de la realidad
Y a su relámpago se entrevee por fin el término de
la contradicción
El porvenir es ahora una actitud
En adelante la arqueología registrará sus rostros
solamente en el corazón
La piedra y la lava apenas un manto piadoso sobre una
fugaz estadía en el espacio tiempo
El presente-naufragio será justicia.

LA SANGRE DEL SUR

Entre toda mi sangre debe ser mi sangre de aquí,
esta sangre que huele a sangre,
a fauna de América,
la que se niega a unirse a esa otra savia también mía
que a veces se resiste a hacer pie en la carne,
en el día,
en la vida que reclama el pan de cada jornada.
Entre todos los alimentos que me nutren,
debe ser el trigo que demuestra tanto la feracidad
como la ferocidad de esta tierra
y sus ciudades,
el que hace ese otro pan de mis amores,
algunos de los cuales resulta emocionante recordar.
Por ejemplo,
el amor a las distancias,
el amor al rumor del vino que se derrama sobre la
copa cuando nos sentamos a la mesa de la amistad
singular de nuestras naciones,
el amor a la música de las fiestas en las que se celebra
la caída de los gobernantes
y de los dioses;
el amor a la nocturna relojería donde las horas suenan
desde muy distintas gargantas,
en una palabra,
el amor al amor,
el amor a manos llenas,
el amor de bote a bote,
el amor a tigre y mariposa,
que es como decir el amor a mujer de estas regiones.
Sí, deben ser estas sangres confundidas llegadas vaya
a saberse desde cuándo
y desde dónde,
las que aman a pesar de todo,
las que se unen y aman cuanto alienta,
pervierta
o purifique este feroz país de América presente en
todo y para todo,
este país del horrible pan de fango que hincha el
vientre del hambriento como un hormiguero
que revienta por la boca,
del tembladeral que simula ceder para tragar,
de la fiebre de temperatura demencial,
de la lepra, rata de roer carne de miseria,
del insecto que mata sin advertir,
de la sífilis y su trampa de amor genital,
del veneno de la víbora de la cruz de inmenso
camposanto fatal.

Sí,
debe ser la definitiva sangre
de las sangres del amor a sangre y fuego
que solamente la pasión puede llegar a desencadenar
y propagar en todo su esplendor
y su furor,
la que salve a esta casa de América cuyo hueso no
puede
ni debe
seguir siendo el alimento de los perros.

LA ÚLTIMA PALABRA

Amarla
Seguirla hasta el recinto temible de su investidura
carnal allí donde se destruye la indiferencia
de la participación
Amarla sin otro descanso que la anormalidad
Ella y yo en el centro del lecho para generaciones
De destreza útil para vivir
Ella y yo en las verdades de a puño en los viajes
hasta la linterna del barco de otro siglo
Estos son los testimonios y su apoteosis.

LO QUE NO SE DICE

Si toco algo, que no sea necesariamente el fuego o todo lo que se consume, tanto más si resulta cierto eso de que el placer existe.
Mas nadie puede desprenderse de ese miedo a ultrajar lo que se deshace y lo que es peor aun, sin gritar.
Inútil la linterna que señala el lugar donde debiera celebrarse el encuentro de la carne con la carne, sin otra verg�enza que la certidumbre de su precariedad.
Es verdad que en los casos extremos bien se puede recurrir a la poesía, pero ella tampoco logrará aventar ese tufo delicado de la muerte en maceración, sobre todo si ya adquirió un color conmovedor o su equivalente estético, tal, por ejemplo, un símbolo sorprendido en el uso de la palabra.
Así como una flauta, por mucho que se esfuerce, no alcanza a traducir la luz de la verdad sino más bien la sombra que proyecta sobre los ojos, lo que existe a pesar de nuestros deseos es lo terrible. La ausencia del punto de apoyo que, aun sin mover el mundo, pueda siquiera garantizarnos su falta de sentido y de esa manera librarnos de toda obstinación. Me refiero a ese humo de la desconfianza seguro de su libertad o por lo menos, de su argumento: la noción del agua helada de la vida cuando se manifiesta por debajo de su poder.
Para demostrarlo, allí está otro cuerpo, a condición de que aparezca teñido por el aceite de la fiesta cuando ya terminó y aparece; la salida del sol en el ocaso siempre que le suceda después la mosca de la tiniebla, y muchos otros pretextos que ahora se me escapan pero que seguramente recordaré a tiempo para justificar mi incertidumbre más que mi descubrimiento.
Todo sucede porque se piensa sin delatarse, porque se habla sin que la palabra mate de verdad.
Lo demás, una oscura conversación en la que ni siquiera se pone la lengua en el fuego al que aludí, creo que al comienzo.

LOS FUEGOS ENCENDIDOS

Es un aire de canción antigua
este que trae el viento que abandona ya las cuevas
donde se cobijara junto con las soterradas
hormigas del invierno.
Llega la primera con su escolta de aroma silvestre
y de cigarras tempranamente alertadas por el clima.
La piel se desnuda abriendo el panal de los sentidos
para saborear el regusto del césped humedecido
sobre el que aún se dibuja la silueta de los
cuerpos del amante
y de la amada
que huyeron perseguidos por el frío.
El musgo de las tumbas se sacude el negro hollín de
las heladas entregándose al sexo del sol que
siempre es dorado por mandato de la fecundación
y la sana costumbre de calentarse los huesos del ser
vivo entre los vivos
del ser muerto por falta de justicia entre los vivos.
Es primavera y resulta sorprendente merecerla.

LUZ DE POSICIÓN

Luz sin ventana en qué brillar,
el fuego que habría de incendiarla no cayó del cielo
ni de la verdad;
llegó del arma de la existencia:
cuerpo del delito que nadie se atreve a condenar.
Oculto como el rostro de la fiera cuando la persiguen
otras fieras,
crece el abanico de pánico iluminado,
humo de la purificación,
altas señales que previenen la repetición
desnudando el filo de precipicio desde el que fueron
sacrificados aquellos reyes
y sus súbditos,
enfermos de la misma parte de la libertad.
América,
cuerpo presente,
única como una impresión digital,
elefante blanco en la eterna cacería de mi remota
probabilidad.

(�Las cuatro paredes�)

NO SOLTAR PRESA

Es extraña
extraña
y hace estrago,
es leal admitirlo;
hace ímpetu ciego, además,
y allí reside su enigma:
mano que sin embargo hay que cortar,
ojo que aun así no conviene saltarse.
La vida como aventura,
sin consentir,
sin admitir piedra en la rueda,
ataúd
o corolario.
Es bueno
bueno consumarla otra vez
y otra
y otra consumirla
hasta que,
mero pretexto
o conformismo,
sea de pronto disolución prevista
o peor,
sea fama (en rigor no alcanza),
fortuna,
poder,
en realidad,
apenas lengua con sed que mal lame la sal de la vida.
Y de eso se trata.

NUDO CORREDIZO

Miedo de muerte y de no morir jamás,
incienso quemado en muchas chozas abiertas como
llagar en la oscuridad,
de todas nuestras ciudades llega esa vaga claridad de
ventana de hospital, de teatro
cuando ha terminado el espectáculo y aparecen los
objetos extraviados, seres extraviados.
restos de amores voraces
y vaho de respiraciones que no han dejado de
alimentar su propio fuego.
La nada y nunca eligen pacientemente sus gargantas
para degollar:
cabezas propiciatorias,
cabezas raciales,
gran cabeza general que nadie quiere poner a salvo
ni siquiera para vengarse.
Aquí la vida es un poder que muy pocos consiguen
conquistar.

POSIBLE Y HERMOSO EL VIVIR

Existen cosas
y hechos
y seres
que son bellos porque sí,
aunque con frecuencia se tornen insensatos.
Tanto la vida
como un tigre,
son indiscutiblemente bellos
y sin embargo resultan peligrosos.
En el momento menos pensado pueden saltarnos
encima y destrozarnos el pecho
o la garganta.
Con nuestra existencia en particular sucede algo
parecido
-admitida belleza y misterio al margen-,
permanentemente están al acecho,
la llevamos pegada al cuerpo como un arma fascinante
que de pronto puede dispararse
o escapársenos sorpresivamente de entre las manos.
Quizá en eso consista sobre todo su atractivo.
Lo que se posee
y se desea con conciencia
o sea,
para nunca desde nunca,
nos subyuga para siempre.

REFLEXIONES O NO

Él no movió ni un dedo. El otro movió un dedo.
Él movió dos dedos. El otro movió tres dedos.

REFLEXIONES O NO

Lo sacrificaron al mediodía, cuando el sol se hallaba
perpendicular a la tierra, para que su cuerpo no
proyectara sombra alguna. De todos modos su muerte
cubrió toda la tierra.

REFLEXIONES O NO

Para su desdicha comprendió el exacto significado
de lo que acababa de leer.

(�Adaptarse o vivir�, inédito)

REFLEXIONES O NO

El libro lo eligió al azar. También al azar lo abrió
en una página cualquiera. Leyó la primera frase sobre
la que se posaron sus ojos. Decía: �La tarde era excesivamente
calurosa�.

REFLEXIONES O NO

El arte se debate entre dos términos extremos: la
imposibilidad de conquistar lo absoluto y la imposibilidad
de renunciar a conquistarlo.

REFLEXIONES O NO

Esperaron hasta que amaneció. Con las primeras
luces distinguieron un extenso tramo del camino. Entonces
se sentaron a esperar.

REFLEXIONES O NO

Buscó el lugar apropiado. Era aparentemente
plano, sin límites; por lo menos visibles. Luego tomó la
tiza y comenzó a trazar la raya, alejándose y empequeñeciéndose
hasta desaparecer.

REFLEXIONES O NO

Un día citó a todas las mujeres que había amado.
Cuando llegó lo miraron como si él perteneciera íntegramente
a cada una de ellas. Pronto comprendieron
que no era así y se lanzaron sobre el hombre,
despedazándolo. Cada una de ellas se quedó con la parte
que quizá le correspondiera.

REFLEXIONES O NO

Minó el viaducto de la montaña pocos minutos
antes de que pasara el tren expreso. Lo hizo de tal
modo que el número de los mutilados superó al de
los muertos.

REFLEXIONES O NO

Él movió cuatro dedos. El otro, cinco. Él se cortó la
mano. El otro no movió ni un dedo.

SALVADOR EMBOSCADA

La muerte asiste siempre de invitada;
la muerte está en todo siendo nada:
está en la plaza,
está en la paz
y en la batalla,
entre pecho y espalda está su candente faz de gas
y lava.
Su helada voz es pan de diaria hornada,
es PAN,
es pánico,
es a la vez Orfeo y flauta agria que anuncia y canta
y encanta con la fatalidad de su amenaza que se
ensaña mencionando,
una y otra vez,
la soga en la casa del ahorcado.

No obstante,
la sangre que mastico es roja por mandato de la
ilusión que entreteje su nido de águila inmune
el ataque de los hombres y de los dioses y sus
funestas ceremonias.

No obstante,
el amor pone no su grano
sino su mar de arena,
cubre pozos negros sin otro cebo que el de lo
constantemente consumado,
cierra el paso al turbión de ira y asfixiante brea que
pugna por sepultar el hilo de agua en que aún
vaga el fantasma de mi organismo
y flota la barca de mi instinto de socorro
y de tormenta,
desdichadamente mal capeada.

Vida a condición,
mas siempre insobornable,
loca tentativa permanente,
con su promesa de imprevisible plazo de latido
exultante,
afortunadamente,
el ojo se ciega o se encandila.

(�Cabeza o triste páramo�, inédito)

SERAMERICA

América,
el mar que mece el gran barco del hemisferio.
Sus orillas con formas de mujeres que se niegan
a dar a luz,
el cielo que nunca es suficiente,
la montaña que crece y crece para alcanzar a ver
lo que está
y lo que no está;
la llanura,
esa piel de la tierra
o de animal en estado de contemplación,
el viento que sopla para ponerlo todo en limpio,
el desierto del que resulta imposible desertar,
las islas que algún día se han de unir,
la leche del calor que hierve desde el Trópico
al Ecuador;
el frío del sur,
hielo sin norte que lo salve;
el río que llega precisamente de donde uno quisiera ir,
los lagos en los que el agua se cansa de esperar,
los bosques donde el lobo siempre está,
los esteros con el barro con el que alguien amasó a
la criatura de esa latitud,
el hombre,
que puede llegar a ser precisamente
el Hombre
en esta vana enumeración que casi olvida,
inexplicablemente,
la apuesta de ese mismo
HOMBRE
a Todo
o Nada.

SIEMPRE EN LA MESA DE JUEGO

Sabido es que una anécdota,
una noche,
cien noches de viajes de posta
o de mar a la deriva
no hacen verano,
no hacen vida,
mucho menos cuando se alerta el oído al llamado del
gallo de la lejanía
y su chorro de sangre.
Veamos entonces a qué pasión apostar en adelante
mi última carta en momentos en que todo se
reduce a reeditar ese secreto placer que goza un
niño orinando contra el viento.
Quizá sea la hora de adoptar esos gestos tristemente
célebres que jamás harán historia
y / o
victoria:
visajes anteriores desaparecidos como sombra al
mediodía,
como la huella del nadador en las aguas del lago
o el torrente,
que así se hace la vida.

Ya no es el mismo mi reino
y apenas fantasma el caballo del cielo que pudo
canjearlo cuando el amor era alucinada pasión
y agua en el desierto,
era triunfante como el amor, precisamente;
como el amor precisamente a muerte
entre un hombre
y una mujer
armados de amor hasta los dientes.
Mas no todas las caídas anuncian el otoño.
Hay hojas desprendidas del árbol de cierta sabiduría
que da miedo,
hay lluvias que no lavan la cara
y las manos, jamás,
ideas que no llegan a ser altar
ni olvido
ni genio
ni figura,
ni siquiera definitiva sepultura para bellas mentiras:
vía piadosamente muerta para el ciego ferrocarril
del tiempo
y yo,
su voluptuoso polizón de toda noche.
Aparte triunfo
o derrota,
miedo aparte,
siento que para mí aún hay caricias que abren en canal
para dar paso a la góndola carnal �por la cual
el fuego mismo ha llegado a ser hombre�,
a pesar del asedio de tantos buitres hartos de carroña
sentimental
y abstractos aserraderos que no perdonan mi aserrín
antropológico
ya sea éste de buena
o
mala ley.

Y ahora,
cuando el día de mi primera juventud ya hundió hasta
el fondo su cuchara en la comida de la vida,
a distancia de ese foco de incendio que se hizo luz
en la entraña,
sólo busco dar en el blanco de lo negro,
amor,
amar y vivir a marcha forzada todavía,
sabiendo que no me resta más que la baraja de la
manga que me niego a jugar como trampa
metafísica,
como as de triunfo tristemente pasional.

SOLO ESTO

De toda esta alma en cueros,
desnuda,
no para mostrar lo presumiblemente eterno
sino más bien el sexo,
mi sexo,
su sexo,
el sexo en la piel,
-¡y por qué no!-,
en la entraña, deslumbrante cielo;
y sobre todo,
repito,
el sexo,
el sexo adhiero al
SEXO,
obsesivamente,
como a las tablas de un naufragio
que es como decir a mi orgullo,
que lo tengo,
que es como decir
el mundo entre las manos
y en parte,
la arena entre los dedos.
De toda esta alma,
decía,
único sésamo,
única cosa que sólo quiere ser cosa propia
como es nuestro un tumor cerebral, por ejemplo,
como un naufragio al que ya en alguna parte he
aludido,
-aclaro para insistir y explicarme mejor-,
como un naufragio cuando los niños y Ellas
han abandonado las cubiertas y se distancian en los
botes de la separación
quizá para vivir toda una vida sin el pasajero retenido
por la muerte
que ronda su obra muerta;
de toda esta alma,
como venía diciendo
y para terminar,
queda la palabra MUJER
como
ESPERANZA
y
NADA MÁS.

(�La vida a muerte�)

YO MISMO

Podría decir puro o útil o mejor, ESPÍRITU,
presumiblemente eterno.
Prefiero decir �tortuga�.
O no decir nada, si fuera posible. Pero no lo es.
Hablo para negarme, escribo para mentir
y muy pocas veces el lenguaje alcanza a ser una
bella impostura.
BASTA. Si me doy que sea en la materia, en este
cuerpo que quizá me pertenezca.
No su idea, sino este malestar en el que aprendo
a reconocerme.