LIFSICHTZ OTTOLENGHI, CLARA
AMOR

Abrazo valedero.
A un segundo
por cada hombre y su prójimo en el mundo
la entera vida nos doliera menos.

ÁRBOL

Desde toda tu tierra y en la hondura
que afirma tus raíces ya te enciende
la fiebre de subir. Bien se comprende
que tu profundidad busque la altura.

Desde la tierra cuya entraña obscura
guarda la luz por la que todo asciende
tu vida de la sombra se desprende
y fuera de su firma se aventura.

Así palpitas, subes y te alejas
hacia el vuelo y la estrella mas no dejas
el suelo que te nutre y que no evades.

Eres un árbol. Tierra conmovida,
cielo por alcanzar, tiene tu vida
dos extremos que son dos soledades.

AUTODESPOJADA

Portadora del fuego más obscuro
con angustia prolija
sólo fijó en la sombra su mirada.
Desaprendió la dicha.

No la quiero nombrar.
Sólo decirla.

Desde siempre llamada
por la tiniebla viva
camina por las horas de los días
que no quiso habitar.

Releo las palabras
en las que columpiaba su agonía.

Sombras desmesuradas de la noche.
Relámpagos de niebla y poesía.

La encuentro sin dolor
aunque me duela.
No sonríe
pero no le incomoda que sonría.
Lo sé desde una tarde
en que ella habló su lengua
y yo la mia.

CANCIÓN

En el fondo de ese río
está durmiendo el paisaje.
Abajo sueño de vidrio.
Arriba quietud del aire.

Los árboles sumergidos
escapan de él sin mojarse.
Abajo ilusión de nidos.
Arriba nidos reales.

Del ancho cielo invertido
las nubes no se deshacen.
Iluminando el prodigio
la luz resbala y se cae.

Y como ante un remolino
silencioso de agua y aire
con el sueño sacudido
se despereza el paisaje.

CANTO FILIAL

Pienso en él y me digo: está callado
como el grito en el sueño
como un poema solo comenzado
como un nombre sin voz en el recuerdo.

Y me llega del aire la dulzura
medular de un silencio
en el que cada cosa se depura
como depura toda cosa el fuego.

Entonces mido lo que está lejano
de verdad y comprendo
cómo es posible retener la mano
que se perdió en el corazón del tiempo.

Y si he gestado una palabra dura
se diluye naciendo
y se desprende cada sombra obscura
del fondo de los ojos y del ceño.

En la raíz precisa de mi canto,
su vértice de fuego,
mi padre vive. Libre de mi llanto
voy con toda mi voz por su silencio.

CASA PEQUEÑA O GRANDE

Extrañas
rigurosas o tiernas
las palabras nos adensan la sangre.

A veces nos expresan.
Solo a veces. Si saben
llegarnos a la voz.
Y si la muerden.
La verdad es salvaje.

Un haz de esas palabras desgarrantes
ha penetrado en mí.

Casa pequeña o grande
cuando muere la madre
todo empieza a morir.

CAUCE DEL TIEMPO

Desde un vértice azul
todo camino
retrocede a las fuentes.
Debe pasar por él un trazo mío
que viva y me revele.

La raíz de la única palabra
que por dentro me aferre
que se suelte y me fije
que siga siendo mía para siempre.

Bastará que alguien sienta que la dije
para que de ella el tiempo se destierre.

COMPUTADORA

A Julieta y Alma Gómez Paz
El hombre le destina
el nudo original de las palabras
y un corazón de números lucientes
cuya sangre transita
por sus notas cifradas
y agudiza los ecos
las interrogaciones
la posible respuesta inesperada.

Ignora cuanto sabe
de ese modo especial de ser la máquina
pero no es toda gris
tiene matices del genio que la guarda.
El poeta —que sólo puede darle
las urdimbres del verso y la metáfora-
siente que el hombre no ha cambiado al hombre
desde el instante en que creó su magia.

El mismo tacto de sus propios dedos
forjó la llave que no cierra nada.
No es milagro que aún viva encendida
del rayo que no emite
de una luz que no apaga.

DESPUÉS

Luego será la luz. El ignorado
mar de la eternidad.
Ahora es comprender
que apagando los ojos y cruzando los brazos
haríamos la noche
de todo nuestro tiempo.

Inertes
desechadas la fuerza y su fatiga
puede ser vasto el sueño
y aún podría
parecernos celeste.

Pero es vivir, vivir,
la herida más urgente.

Por la única vez
la hora que se va nos pertenece.

Sin duda nos debemos
al entrañable rastro
al solo gesto
que nos hará visibles
luego.

DOY FE

Jamás regresaré de estar conmigo
pues todo desde adentro me retiene.
Conmigo va lo que a mi fe conviene
que pueda declarar como testigo.
Vivo sintiendo que a mis ojos viene
la luz que pasa por un rostro amigo.
Jamás busqué mi premio en un castigo.
Amo la vida que me sobreviene.
Siempre tuve la noche iluminada.
Siempre quise la luz que me quería
y nunca se me fue de la mirada.
Si alguna sombra me ciñó la cara
no pudo ser sino mientras dormía
y huyó mucho antes de que despertara.

EL SOLO DOLOR

Yo no tengo dolores. Tengo el solo
dolor de estar despierta.

Caminante angustiada de la calle
donde se pierde el vano de las puertas
me han herido los ojos y los pasos
la sombra y la pureza
la sangre y el silencio el verde vivo
y el corazón sin luz de la miseria.
De las pequeñas calles no he querido
ni muro ni presencia.

Me importaba saber que no moría,
que mi piel no era seca
que en mi carne latían las punzadas
de las heridas frescas.
Me importaba salvar en mis palabras
las antiguas palabras verdaderas
y el silencio, el silencio que las guarda
y se cumple después desde su médula.

He querido buscarme así por dentro
con mi rostro de afuera
en la perfecta sombra de un silencio
que es toda mi certeza
y en esta soledad que es el secreto
de la honda persistencia
con que mi vida crea sin saberlo
el aguijón de luz que la penetra.

Yo no tengo dolores. Tengo el solo
dolor de estar despierta.

ELEGÍA

Pienso en el niño que llegar no pudo
y que pudo llegar.
Era vivo y alegre. Iba desnudo
como un niño a jugar.

Ocurrió en pleno mundo en pleno día
y ocurrió de verdad.
Quien su muerte miraba y no impedía
propició la maldad.

Yo levanto el recuerdo de su olvido
y no para llorar.
Mi bandera es un niño destruido.
No la quiero plegar.

Era un niño de todos, como el sueño,
como la libertad.
La semilla del hombre más pequeño
vale el hombre en verdad.

La verdad es verdad. No tiene modos
de ser sino verdad.
Ese niño judío era de todos.
Yo lo levanto ante la humanidad!

FE

Si el amor no latiera para ti en toda hondura.
Si su llama no fuera reflejo perdurable
aún en aquellos vasos que desborda la sombra.

Y si tú no creyeras sobre toda amargura
y si tú no esperaras como esperas que hable
la voz que tras los muros del silencio te nombra,

estarías sola y plena de la obscura tristeza
de no llorar tu lágrima más preciosa nacida
para que nunca seque la tierra de tus ojos.

Y no tendrías en haces de profunda belleza
entre tus pobres manos lo mejor de la vida
para ofrecer a cambio de todos los despojos.

HOMBRE LIBRE

Hombre de la tierra libre:
conserva los ojos claros
El día que así ni mires
mejor los tengas cerrados.

Hombre de la tierra libre:
conserva libres los brazos
y si para ello no vives
los tengas entrecruzados.

Hombre de la tierra libre
siendo libre ya eres sano.
No enfermes que estarás triste
tu libertad es tu canto.

HOY

Más que toda la muerte hoy me duele la vida.
El aire, desolado refugio del lamento.
La tierra que se nutre llorando de la herida.

Más que toda la sombra hoy me duele la lumbre.
El gigantesco leño siempre vivo en el viento.
El doloroso fuego que es ya triste costumbre.

Más que todo el silencio hoy me duelen las voces.
Más que toda la ausencia los regresos me duelen.
Más que todos los llantos los desdichados goces.

Y las palabras huecas más que ese canto mudo
que atraviesa los gritos con que los hombres muelen
la inocente mañana y el ocaso desnudo.

LA OTRA LUNA

A Antonio Requeni

Podremos repartirnos esta luna
como un bizcocho gris y quebradizo.
Esta luna. La luna que se hizo
con ciencia y precisión y con fortuna.

Pero la otra, la que siempre es una
presencia de la luz, el pasadizo
por el que transpusimos el hechizo
de las horas vividas, la laguna
donde mojamos las miradas muertas
para que recobraran su alegría
desde una nueva vida descubiertas,

ésa no se reparte. Se atesora
desde la noche del precioso día
en que alzamos la mano soñadora

y la sentimos descender vacía.

LA PIEDRA

Está mirando el corazón del río
y en la entraña del agua se libera
de su aspereza —que es la verdadera
soledad de la piedra- y de su frío.

Está mirando el rostro del pantío.
Su dureza parece más ligera
cuando la tierra dentro de su esfera
le permite su peso y su vacío.

Está en la cima. El cielo la recibe.
Toda la muerte de la piedra vive
con una vida que dibuja rastros.

Pocas veces el hombre al hombre mira
con la piedad que al universo inspira
la piedra en soledad bajo los astros.

(De �Ajena sangre�, 1987)

LA PLAYA

La montaña es del hombre.
También el mar
desde el principio.

La playa no.
Dios la hizo
para cada mañana
de los días de un niño.

Por eso es rubia y viva
la arena en que desgrana
la espuma sus racimos.

LA ROSA

Esa cosa de luz
fragante y fina.
Más aguda su esencia
que su espina.

(De �Cauce del tiempo�, 8 — 10 — 1081)

LÁMPARA

Digan otros su sombra
su magia
su locura.

Yo no abriré los ojos
sino a la luz interna
que hace de mí una lámpara.

Desgarré ajenas nieblas
teñiré de amor alguna lágrima
y estaré de pie para merecerla.

Celaré cada simple terreno y puro día.
Porque soy una llama

y sé que me encendieron de por vida.

MI DÍA

Ya no creo en la sombra. Ya no creo
que alguna sombra existía.

A fuerza de indagar en el secreto
corazón de las cosas, siento el día.
Sobre la quieta flor de mi silencio
se apagó la llovizna
y como en todo vivo ya merezco
la voz y la caricia.

Nada en mí tiene dudas. Todo es cierto;
Cada palabra que me nace es mía
de mi voz y mi sangre. Soy el viento
que las levanta y las arroja, vivas,
a querer y quererse. Soy el fuego
de mi garganta herida.

Nada nombra la noche. Todo el tiempo
de mi día es el Día.

(De �La piel del silencio�, 14 — 7 — 1964)

ORIGEN

Pudo ser la mirada
que sorprendió mi vida
desde adentro.

Que a través de la sangre
�ventura y aventura�
me buscara el misterio.

Nada supe del aire
que marcó mi contorno
con un tizón ardiendo.

Sé que estuve callada
combatiendo poemas.
Fue cuando me nacieron.

Todos se abrieron paso
por entre las palabras
que no dije.

Pudieron.

RAÍCES

Mucho antes de mi arribo
fueron savia en la tierra
los cuatro abuelos míos.

Uno yacía en su país de hielo
cuando mi padre niño
sorbía de la madre
la leche gris del duelo.

Los otros, arropados
con un manto de tierra de Entre Ríos
amor me están debiendo
pues no lo supe crear
sin testimonios vivo.

No es del todo imposible
que un haz de su misterio
las fibras me penetre.
La fuerza del origen
puede dar esta fiebre de escribir
presintiendo
que me conocen tanto
como si me leyesen.

Y también es posible
que yo esté recordando
cosas que les dolieron
en las que a mí me duelen.

ROMANCE PARA MI NOMBRE

Mi nombre tiene el peso
de ala y la de la hierba.
Nombra al pájaro en vuelo
y a la flor en la tierra.
Las cinco letras fuego.
Nieve las cinco letras.
Mi nombre es el espejo
del alba siempre nueva.

Mucho más que ser blanca
mucho más que ser buena
cuando una cosa es clara
rica es en transparencias.
(Mira que al nombre canta
mi voz y no a la dueña.)

Mi nombre es la mirada
de todas las estrellas.

Siempre amé las palabras
de cristalina esencia.
Puras desde la entraña.
Mi nombre es una de ellas.
Cuando me lo confiaban
ya era el día y ya eran
mis pupilas el agua
que la luna revela.
�Estás predestinada
por el nombre que llevas�.
Anuncio de la gracia
regalo de poeta.
�Estás predestinada��
Dios dirá qué me espera.
Ninguna cosa mala
con predicción tan buena.

Palabra de mi nombre
limpia viva despierta
recogida en las voces
profundas de mi pena.
Porque tú eres el noble
sello de mis poemas
en obras y en amores
mi vida te merezca.

(De �Savia�, 15 — 10 — 1947)

SE TRATA DE ESPERAR

Fueron días muy duros.
Días de horas desnudas
en que la sola luz posible
sobre el mundo
pendía de los árboles
y era el único fruto.

Hubo largos momentos
en los que una sonrisa
fue un arriesgado gesto.
Mas no cerró la noche
las puertas de la vida.
No las cierra esperar.

Hasta la sombra reconoce orillas.
Aun si fuese perfecta
¿qué otra cosa sería
que una callada niebla?
La vida en cambio, ¡cómo
late el sol de la vida!

SOLDADO DESCONOCIDO

En qué grano de tierra está tu mano?
En qué hueco del aire está tu acento?
La voz desvanecida de qué viento
tu nombre aprende mas lo aprende en vano?

Qué Montaña de Dios, de Dios qué llano
cierra tu paso que olvidó su intento?
Qué silencio se busca en tu lamento
casi celeste pero casi humano?

Qué rosa estallará sobre la rosa
tronchada de tu sangre? Qué ardorosa
palabra triunfará sobre tu olvido?

Porque la gloria pueda retenerte
nadie vuelva a morirse de tu muerte
ni a conocerse en ti, desconocido.

(De “Tierra conmovida”, 14-8-1946)

SONETO II

Del �Tríptico de la Savia�

Digo savia si digo el tumultuoso
latido de la vida apasionada
y la mansa ternura condensada
en la sed del impulso generoso.

La inquietud, el sosiego, el vigoroso
rechazo de la espina, la callada
presencia del amor, la revelada
soledad y el encuentro venturoso.

Todo ese vasto, innúmero latido
con que palpita el mundo conmovido:
la carne, el sueño, el árbol. Porque es todo

lo que se siente andar hacia la vida
y humildemente nos la da cumplida
vistiendo el gesto y ocultando el modo.

TIERRA CONMOVIDA

Tierra. Ya seré parte del latido
porque transita en tu interior la vida.
Estarás en mi hueso corroído
y estaré yo en tu savia amanecida.

Me sentiré vivir desvanecida
mi forma en tu monótono tejido.
Mi sangre en tus humores revertida
y en tu quietud mi canto renacido.

Mas en tanto la hora se adelanta
por el paso seguro de mi planta
hacia el límite exacto dirigida

ya previene tu puerto mi llegada
pues antes de partir ya no soy nada
más que un poco de tierra conmovida.

* Nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires.

UN EXTRAÑO VERDOR

He perdido el amor
de las palabras
que amaba y me servían.

Estaban amasadas
con la pulpa y la sangre de mi voz.
Se devoraban
con ansiedad recíproca.

Corrían por las vetas de mi carne.
Las pronunciaba como quien respira.
Con ellas tapizaba mi silencio
desarmaba el olvido
adelantaba el fin de la vigilia.

Un extraño verdor
que no respeta
ni la miseria de las cosas mínimas
ha invadido las horas de mi tiempo
ha cercado mi isla
y ha devorado todas las palabras
que amaba y me servían.

Cómo callar de pronto
y a esta hora
con la tarde cumplida
y un sol que la desmiente
sin quebrar el total y silencioso
acuerdo con la vida?