MARTINEZ, LEONARDO
AL ABRIGO DE LO MARAVILLOSO

El pinchazo la magulladura
la amputación es lo cierto
¿Quién repone un miembro cercenado?
Una abstracción no repara
y si existe persistencia es por la confianza ciega
¿Nos entregamos al azar por incertidumbre?
Pero lo incierto incuba débil creencia Sin preguntar nada miro el fuego apagado
al abrigo de lo maravilloso
Estás en mí
conmigo
fundidos cuerpos ahora desoldados
Las memoria liga y es irrevocable
El por siempre está antes y después
Lo amado es amado ahora
y desde el principio hasta la desolación
Muertos no podremos olvidarnos
No hay pérdidas
La constante generación restaura
Pacientes o apasionados
ni mejores o peores
buscamos adentro lo que está en el afuera sin límite
Somos el afuera sin límite
abandonados al ir y venir
hasta abarcar los ecos de los sonidos
de los ecos de los sonidos de los ecos�..
cambiando formas
reconociéndonos en el nudo salobre de las lenguas
o en el proceso de descomposición de los cuerpos
confundidos cuerpos sin cuándo ni dónde
Cada uno está en el otro y en los otros
Amor no muere si no muere el otro
Si no muere lo otro amor no muere
Hoy madrugué con el canto de los pájaros
Dudé estar vivo
Sentí tu olor
y el cuerpo de la infancia y tu cuerpo
eran uno Animal viejo
huelo el esplendor del invierno
y reverdezco
Toco y reverdezco
La escarcha se derrite
y un zorzal pronuncia la primavera
La dulce promiscuidad de las estaciones
alardea en línea de horizonte
como escalón hacia lo no visible
El sabor de bocas extrañas
se encabalga a tu boca
que echa a latir un corazón tumultuoso
Animal viejo
reverdezco en la cumbre junto al águila
que en la hornacina de piedra
golpea el pico contra la muralla
Cuando se arranque con el pico nuevo
las uñas y le nazcan garras poderosas
tendrá cuarenta años más de cacería
Solo cuenta saber
que la fuga del invierno
trae en sí la fuga de inviernos incontables
canción repetida y nueva todas las veces
como tu olor en mí
recuerdo de tu olor en mí

CARTA A UN AMIGO II

Querido Martín:
esta mañana es como las mañanas de antes
Desnudos y brillantes diseños despuntan con el día
El horizonte pintado de presagios
parece al alcance de la mano
y la claridad nos asegura que estamos vivos
¿A dónde iremos?
Estuvimos estamos ahí y aquí
juntando señales
para un fuego y la necesaria ceniza
Un engaño nos hace creer que somos o que fuimos
Como airecito mañanero o pájaro cantor
marchamos en un fingido desfile
de canciones
de nítidos olvidos
o presencias memoriosas
¡Alabado sea el cordero!
Preparamos el altar
las vestiduras
los útiles del sacrificio Como ofrenda
estamos listos para proferir el balido
bajo el puñal del padre
Pero el padre soy yo
con el hijo resbalando entre mis manos
¡Alabado sea el cordero
que corre libre hacia el collado!
Artificio
Impostura y utilería desaparecen
El aire de arriba y el aire de abajo se entremezclan
La ciudad enterrada despliega sus avenidas de talco
y en una mirada de vidrio infinito
las calles como chales al viento
arrastran colores que suenan
vagidos engastados
preciosos en el viento de la madrugada
El aire entrefino o el aire grueso
también el delgado aire cumbreño
persisten en borrar los rastros
de la comedia sin fin
Despojado de mercancías y herencias
el almacén de recuerdos queda con las estanterías mudas
Es grosero no creer en lo evidente
Entonces
dejemos para el próximo instante
la reivindicación del nido
No vale la pena hurgar
meter la mano bajo las faldas de la madre
para arrancar el secreto
Quizás en otra eternidad posible �

EL RECUERDO

Liebre escondida entre las altas hierbas
dispuesta a huir
no reptil ave o pez
en su agujero cielo o agua
sino liebre a todo lo que da
cabalgando en ancas
de horas felices o color de nada
liebre
arrastrándose en las zanjas
incapaz de mí
sola de mí en su sangrar
ahogada en las entretelas de mi corazón

LA CASA

Mi padre
heredó de viejo
la casa y los alfalfares de mis abuelos. La casa estaba en ruinas
puertas y ventanas tapiadas
Las hormigas habían levantado grandes túmulos
en los pisos
Los techos filtraban el agua de las lluvias
y por los huecos de las tejuelas rotas
la luz caía en figuras cambiantes
Mi herencia fue en otoño
La iguana que tenía su cueva
en la sala de sillones sombríos
empezaba a dormir su sueño de invierno
Las comadrejas abandonaban el nido
hecho en la maraña del clarín de guerra
y en el patio
sólo se oía la embestida del viento
Los alfalfares ya eran montes
de vegetación áspera y cerrada
guarida secreta de habitantes
de la casa
Ahora
la casa está vencida
el tiempo clausurado

LA NIÑA ALBA

Trizaba la vida
hamacándose entre el látigo
y el almíbar de las uvas
Era mujer de grandes pechos
y de ojos como guaicas calientes
Me acuerdo del ludir de las sedas
cuando arrastraba su soberbia
por la penumbra de los patios
A su paso
dejaba un leve olor
a yegua en celo
Me acuerdo de su risa entre las flores
oscura
con vestigios de exterminio
Andaba por la casa como una criminal
impune
criando orgullo entre los escapularios

LAS SANTITAS

De tan humildes
nadie les conocía el nombre
Las llamaban las batateras
Sin registro en medio de los vivos
vestidas de frío y temblonas
salían de los inviernos a la oración
a vender batatas
Las cosechaban en una tierrita junto al río
y con el moro chuzo
tirando del carrito cargado
iban ofreciendo la mercadería
centavos de pulpa dulce
de la tierrita junto al río
Un día murió la madre
Por las encrucijadas las hijas
salieron a mendigar velas
Mi hermano les llevó unas cuantas Dentro del rancho
estaba la muerta tendida sobre la mesa
y cañas huecas clavadas en el piso
hacían de candeleros
Por las paredes se colaba el zonda
y los sollozos
un mayar de gatos en la nochecita
Ha pasado más de medio siglo
y todavía me acuerdo
no apareció el cura
ni se acercó un vecino
Las pobres hicieron un cajón de tablas
Necesitaron muchas y muchos clavos
y alambre para un cajón fuerte
La enterraron un día crudo
de luz indecisa
Más a la tarde
con su carrito y el moro chuzo
partieron las hijas
hacia las tinieblas
al fondo del invierno

LAS VIEJAS DIOSAS

I
Las hermanas que no tuve
me saludan a veces Caminan por el sueño
leguas y leguas
hasta un lugar que ellas solas saben
Se detienen al costado de un altar ruinoso
hacen gestos procaces
y musitan palabras al revés
salvo la menor
muy niña y pudorosa
que mete de vez en cuando
una mano entre sus piernas
y saca una perla
depositándola en el sagrario polvoriento
Mis hermanas no son buenas ni malas
pero agonizan de mí
y odian
II
Encerradas con las gallinas viejas
mis sobrinas
madres de basiliscos
ponen sus huevos a la hora de la siesta
Colgadas de la zaranda caliente
la estridencia de la luz las enfurece
Entonces crepitan
quiebran los huevos
y con las uñas crecidas y los espolones
desgarran el aire III
Los sollozos
los imperceptibles quejidos
de un sufrimiento real
la sarna
la empiojada muchedumbre
de peones que hablan bajo
allá
en la remota edad feliz
cuando la infinita servidumbre de mujeres
encendía las madrugadas
de bellas canciones
y nosotros
crueles
inmortales
inmersos en el oro de la eternidad
bajo el amparo de las grandes madres
escuchábamos indiferentes
los sollozos
los imperceptibles quejidos
de un sufrimiento real

MÁS QUE LA MUERTE

I
En aquellos años
la Delicia la Esmeralda
inventaron trajines
Las alcuzas del aceite y del vinagre
saliéndoles por los ojos
la azucarera de la desesperación
acariciándoles los pechos
la sal caliente de los mediodías
saltándoles entre las piernas
¡¡Qué harán cuando resuciten
la Delicia la Esmeralda
solitas
sobre tanto escombro!!
II
La abuela es una calle
perdida en los rastrojos
donde la alfalfa tiene un vago aroma a siesta La abuela es un recuerdo
de inviernos muy antiguos
Ella se refugiaba en la intimidad del traspatio
para fumar un lento cigarro
y calentarse al sol
A veces me habla en sueños
Su aliento huele a tierra arada.

POEMYA

A la siesta
bajo el algarrobo
muchacho perro y caballo
son el mínimo no imponible
Fuera de la historia
sobrevivientes de Ilión o del Tahuantinsuyo
aguantando el acoso del calor y de las moscas
no preguntan ni se preguntan nada
ni siquiera esperan
sólo dejan que la vida haga su trabajo
Como estatuas combustibles
arderán en el momento siguiente y la memoria no se ocupará de ellos
Único el cuadro que los fija
y estos versos salidos de una consigna milagrosa
Y así todo
Chispazos encuentros desencuentros
Embates en un rimero de conflictos
en los que somos nadie

SIN RESTA

Atardezco
Pronto me alcanzará la noche y la oscuridad será mi madre
recibiendo en brazos al expósito
Infierno y cielo
izquierda y derecha
nada atrás nada adelante
un solo río hacia el mar
una sola voz en la sombra
Madre no me hieras
Pero la madre hiere y danza
en la cornamenta de la luna
Antes y ahora igual
corre el día por amor de la noche
mientras la barca oscura
navega en el copioso abismo

UN INFIERNO MENOR

Mi tía Isidora
se suicidó una noche de enero
al comienzo de nuestras vacaciones Pudo haber sido en diciembre o marzo
pero fue en enero
cuando los largos paseos a las montañas
nos hacían tan felices
Tragó su vida
y se incriminó en el desfile de muertos
adheridos al olvido más pedestre
Se fue diciendo
soy la señora de los escapularios quemados
la doméstica del sagrario de las hostias marchitas
Ningún lugar me contiene
desaparezco
sola con mi angustia
Y mi tía Isidora
se pudre en su cama de tierra
fuera del camposanto
por suerte sin la compañía de muertos
que la hubieran agobiado en vida
Las gallinas escarban los hierbajos
y algunos perros orinan
sobre la tumba sin inscripción ni cruz
Perteneció a varias cofradías
a sociedades de bien público
Demasiado hermosa
sus carnes de leche rosada
es seguro
intoxicaron de gozo al amante secreto
¿Adulterio?
¿Un amor deshonroso?
Ciudad de provincia de tribu pequeña descendíamos señores y siervos del mismo genearca
por lo tanto el incesto era el diario alimento
y la muerte por mano propia
el estrecho camino de un infierno menor

VUELTA A LA NOCHE

Antes fue la noche
Es hora de regresar a ella
El bosque está en penumbra
La arboleda guarda en su ramaje
el vapor de todos los alientos
y la grieta de donde emergimos
se abre a la sombra del padre que cuida
En la hojarasca nos dejamos caer
y con la oreja pegada a la tierra
sentimos el largo latido de años que se esfuman