MAUVECIN, LEONOR
ALMIZCLE, CLAVO DE OLOR

Almizcle, clavo de olor
la fruta disecada.
Agridulce
el sabor, en la cocina de la casa.
Vuelve allí el navío
con su carga de Irlanda
navega
por los ríos de la lengua
juega.
Abre la tarde su caja de Pandora
y vuelan oscuros pájaros
que develan
antiguos sueños de duendes y fantasmas
insomnes, caminan
el derroteo de un tiempo
que se agosta en vendavales.
Por los contornos de mi casa es abril. Apenas si me entero
que es otoño
y se olvidarán las hojas.

CRECEN LANGOSTAS VORACES

Crecen langostas voraces
debajo de mi piel.
Y una serpiente oscura
se enredó en el pelo.
En el jardín
el pasto crece en matorrales
y las hormigas devoran los geranios.
Mientras la noche abraza el sonido de los grillos
y miles de chicharras perforan el oído
una araña desova entre mis piernas
huevos azules.

DEBO ESCARBAR DESPACIO

Debo escarbar despacio.
Retirar la hojarasca.
Separar el polvo de los huesos.
Acomodar cada cosa en su sitio.
Saber qué hacer con lo que sobra.
Ordenar las palabras.
Encontrar la punta del ovillo.
Cortar el nudo.
Abrir las puertas.
Y echar de menos
todo lo que falta

EN UN VUELO DE PÁJAROS

En un vuelo de pájaros
el silencio se quiebra en el vértigo del ave.
Minúsculas figuras, origami, pueblan
el espacio de los sueños.
En el ojo de la mujer se multiplican
y el hombre
desafía esa mirada.
Grullas de papel construyen
en el vacío
y las dejan volar desesperados.
Grullas de papel pueblan el cielo.
Conjuran el instante.
Breve espacio / tiempo, entre los dos.
En el ritual de la espera
el próximo movimiento es poesía.

ESCRIBO EN LA PALMA DE LA MANO

Escribo en la palma de la mano
en el revés
el código secreto.
Nadie habla en voz alta
pero el ojo de la cerradura
espía y sabe.
Altos los anaqueles
en la biblioteca de mi padre.
Hoja a hoja
mi infancia como un reloj de arena
se desgrana.

FRAGMENTOS DE LA CASA VACÍA

Fragmentos de la casa vacía.
Escritura
que otra mirada ha contemplado
y queda el perfume en esa alcoba
el olor de los cuerpos
sus gemidos, que el viento disimula.
Quejidos de la casa.
Entre las paredes, entre el olvido
muerden los espacios del silencio, las palabras.

LA MENTIRA

La mentira tiene patas cortas -dijo mi madre.
Pero fue cuando sentí el corazón
en el cucharón de la sopa / el aroma
del pan recién partido en el agua de la boca.
Cuando mentí / dije:
Quiero ir al convento madre / las monjas me necesitan.
Seré feliz —dije
Y se quebró la palabra en retazos de silencio
y fue el destierro.
Como desentierran los bulbos de Narcisos en otoño.
Como se desprende la cebolla del manto de la tierra
con su bolsita de lágrimas.
Elegía en las manos vacías de mi madre.
Elegía en la boca vacía.
Mi madre dijo:
—La mentira
tiene las patas del hambre.

LA VIDA

La vida
abre los ojos
y sostiene la mirada ante el cielo
que se extiende al sol como un pañuelo leve.
Es el saludo del tiempo que pasa.
Es el viejo Mércury celeste de mi padre
por la calle polvorienta.
Ese auto ya no existe
pero
yo lo miro pasar desde la ventana
y él, me deja
abandonada al azar.

LOS ÚLTIMOS COMEDIANTES

Aquí estamos
Entre todos los últimos comediantes.
Entre los socavones del amanecer.
Entre los manifestantes con banderines de plomo.
Entre las innumerables mentiras.
Entre los ingenuos culpables y los malvados.
Entre los que emigran dejándonos una cicatriz de aborto.
Entre los sórdidos mendigos con sus mendrugos agusanados.
Entre los locos
Entre los insaciables que consumen la última hamburguesa
y juegan al polo con caballos de palo y escopetas.
Entre los que devoran bibliotecas con la única finalidad de sí mismos.
Entre los que miden el último gen del genoma humano
para saber que somos sólo el doble que una lombriz
y menos que un insecto.
Entre los que buscan el primer contacto con el mono
en el mítico eslabón de la historia.
Entre los que deambulan con los pelos rojos
y el rock and roll en sus orgasmos.
Entre los que gritan con Charly
sueñan con Fito o comen langostas aladas
en los recitales nocturnos de los Redondos. Entre los que miden el compás de un tango abovedado
Y huelen la nostalgia de una calle desierta.
Entre los que no saben volar o no pueden
y usan polvo blanco o jeringas para vivir una vida prestada.
Entre los que ven la muerte.
Entre los que ven la muerte en pantalla chica
y se creen a salvo.
Entre los que viven la vida como una película del Far west
hartos de pochoclo y coca cola y se pegan a la imagen
dejando sus máscaras en las ondas del aire.
Entre los que hablan y leen un lenguaje universal
y buscan la metáfora.
Entre los que hacen dedo en las autopistas
y pagan el módico peaje de la intemperie.
Entre los que aman.
Entre los que venden un cielo de cartón
Con un rey de bastos dispuesto a golpearnos en las dos mejillas.
Entre los que caminan kilómetros para escuchar
al famélico maestro con su magro librito bajo el brazo.
Entre los que descubrieron la ternura.
Entre los que descubrieron la ternura
y golpean las puertas.
Entre los que golpean las puertas buscando la salida
hasta que la sangre florezca en las manos .

MEMORIA O DESMEMORIA

Detrás del tiempo
seré tan sólo
las palabras
escritas al azar
en algún libro.
Ellas serán memoria o desmemoria
tal vez
una voz, que no será la mía
una imagen, que negará mi espejo.
Seré tan solo
el reflejo de las letras
buscando la metáfora en otro tiempo.
Ellas perdurarán seguramente
y recogerán
la fama o el olvido.

MI PIEL

Condenada a esta piel, la observo
abrirse lentamente sobre la flor del tiempo. La desdoblo, para leer en ella su código secreto.
La estiro sobre los cuatro puntos cardinales para enredar los sueños.
No alcanza, es apenas un despojo que encoge y me atrapa.
Como tela de araña
mi piel, oculta un ojo siniestro que mira, más abajo de mí,
mi pobre ropaje que deshoja
mi pobre ropaje con su ritual de fuego.
Condenada a esta piel de barro, de pulpa de maíz o de madera
recorro sus límites y escribo sobre ella.
Trazo el último enigma de la aurora.
Escribo en la fragilidad.
Sobre la arena, con mis huesos. Esperando la última marea
mientras socava el tiempo, me desgrano.

MI PRIMA TIENE GUARDADOS

Mi prima tiene guardados
a los abuelos
y a los tíos abuelos
en una caja de madera.
De madera es el árbol
de los antiguos bosques
donde bebían whisky
y comían plom-pudding
y dormían �como ahora�
con sus duendes,
serenos.
Como las serenas hojas
de los altos árboles
seguras del olvido. Mi prima los embriaga cada noche
con su cuota de whisky y de olvidos.
Deja respetuosa el vaso
sobre la caja de madera.
Cada noche
silenciosa.
Teme despertarlos.

PALOMAS DE HARINA

Mis manos son palomas de harina cuando amasan.
Vuelan sobre la mesa /dibujan un nido
pongo allí los huevos / y la blancura
acuna el sol y la vida/ como una moneda dorada.
Estiro la masa / hundo las manos en ella
le doy forma y me creo Dios.
Un perfume a monte ahúma la tarde.
Un olorcito a pan
invade la casa.
Entonces
como un aroma suave / me consuela
el olvido.

PARTE Y DESOVÍLLAME

Donde son sordos todos los murmullos
parte y desovíllame los huesos.
Deshilacha el corazón
hasta que la sangre se convierta en río.
Sácame los ojos, entrégaselos a la noche. Desteje la trama de mi pelo y échalo al viento.
Enrolla mi lengua y déjala, donde las palabras
puedan relamer mi abandono y mi locura.
Sepárame los dedos
en especial, aquellos que saben de escrituras
y entiérralos en algún rincón sombrío
donde los ratones mastiquen el rojo de mis uñas.
No te olvides de ninguna de mis bocas
que saben del amor, absórbelas como en una marejada
y llévalas a morir junto a los peces
Y a los oídos, que escuchan tus pasos,
que saben distinguir el sonido de tu voz
y el canto de Orfeo, disfrázalos de mar
y escóndelos, entre las caracolas del río
que repiten el rumor del universo.

POR TODAS LAS VENTANAS

Por todas las ventanas
hay una escritura que se lee
desde el otro lado de la noche.
Donde nuestro propio mundo centra el universo
y las cosas pesan por su nombre.
Es el amor —dijo.
El amor, con sus altas paredes silenciosas
y jazmines y la mesa tendida y aquellas sábanas blancas
tan blancas como páginas.

SEPTIEMBRE Y DEBO HABER OLVIDADO

SEPTIEMBRE y debo haber olvidado
algunas cosas, algunas que dejé en donde nunca.
Algunas pequeñas cosas, en este volver
donde vuelve la vida, donde todo es verde
con este verdor que reverdece
y renace como si nada fuera imposible.
Como si la vida estuviera agazapada
en cada rama seca, en cada corazón.
Como si la muerte fuera de mentira
y nada y nunca y sin embargo todo.
Todo en cada pétalo, en cada color
que pinta con un arco iris el vacío desde el iris de tus ojos donde miro
y busco esa imagen de mi
que florece en este septiembre
de primaveras tardías.

SERPIENTE EMPLUMADA

Por el ojo del equinoccio
cae, tu piel.
Apenas una sombra sobre el calendario.
Apenas un rayo de luz, une la cabeza de piedra. Cae
sobre el amor que procrea en el vértice del sol.
Sobre el territorio de la muerte.
Sobre el sueño de la vida.
Sobre los 365 días
y las 365 noches.
Tu piel
es acaso una pincelada efímera
y se arrastra y nos devora.
Y nos lleva a las cavernas, despeñados.
con todos nuestros sueños de pájaro
sobre la piel del tiempo.

SON LAS ALAS DEL VIENTO

Son las alas del viento/ las que hablan
las que murmuran
como oscuras mariposas arañan mi piel
pero yo la perfumé con alcanfor y eucaliptos
para espantar los males.
Y para espantar los dolores / bebí poleo / ruda y ajenjo
en medio de la noche.
He bebido la noche en medio del silencio
He bebido el silencio en medio de la soledad. Pero el silbido del viento me recuerda:
�estás sola.
El silbido canta al oído una canción secreta:
�Eres mi hija —me dice.
Y yo / no lo quiero escuchar.

TOCAMOS APENAS A LA PUERTA DE LA SOLEDAD

Tocamos apenas a la puerta de la soledad
con nuestras manos delgadas
y cruzamos el umbral de la casa vacía.
Conjurados
comimos la mariposa viva
con la tarde palpitando entre sus alas.
Y en el oído
el rumor del viento entreteje arañas
y la hierba salvaje y olorosa
crece
en un rincón del jardín
abierto
en desmesura.