NASSIF, ALFONSO
ABUELO LABRIEGO

Apenas un rezongo.
Una brecha en el tiempo.
Un campo rasguñado
de esperanzas y surcos desparejos.

Te miro entristecido
y comprendo tu estatura de piedra.

Meneas la cabeza
mientras bajan a la tierra
a cascadas dulces
las miradas floridas de tus nietas.

Abuelo labriego:
ayer, no vi tu estatura de piedra,
tu altura de guitarra mecánica,
no vi tu hogar angosto
ni el oro humilde de tus manos
desparramando destinos olvidados
por el cielo y los campos.

Hoy, pienso en el surco
torturado de bueyes y fracasos,
en tu aclimatada lágrima terrestre,
en la simiente ardida en la piel de tu sueño
y al ver en tus ojos
que emigra el testimonio,
te siento implacable… Rumoroso.
Y mido tu dimensión de callos y terrones,
abuelo limitado…
abuelo anónimo.

CANTO PARA DECIR SANTIAGO

Madre de la voz y la semilla
con que se anticipó toda esperanza.
Nunca
pudo nacer de otro lugar la patria. A ti te nombro
y a ti vuelvo.
Quién sabe qué gigantes alas
atraen mis pies a tus raíces
y te nombro desde el final del regreso
hasta el principio donde partir es el recuerdo.
¡Carne de mi andar y mi quedarme…
de mi quedarme siempre!
Vamos juntos
por la cicatriz abierta de tus ríos
a dialogar al clima de tanino
a desparramar al cielo tus represas
animando la raíz de tus salinas
entonando las coplas
que escribirán en árboles de luz
los días de tu nombre.
El tiempo es un cacuy sangrando esperas
pero hay colores que la mañana aguarda…
ya dirá turay el poema
y será un hermano sin nostalgia.
Que así lo anuncien
el sol y las guitarras…
¡Qué hermosa es la esperanza!
¡No la maten mañana!

DIOS SIN MÍ

Conviérteme en mí.
Hoy que he plegado todas mis vidas
a la única célula que falta
aunque a la hora de abrir y cerrar las palabras
vuelva a invadirme el mundo.

Quiero ser yo
desde adentro de mi propio barro
caminar mi geografía
hasta las fronteras de mi hermano
solidariamente solo
restituyéndose para venir a mí
recomponiendo el amor entre las ruinas.

Las sombras caen sobre mi destino
por donde ahueca mi voz tu silencio
tal vez dudes y te reconstruyas
y ensayes otra piel para entender las penas.

Desde adentro del hombre
desde el dolor oscuro donde se ve la tierra
se refracta la luz del cataclismo
y mis huesos
con sonido de espejos
se trizan con tu imagen
desordenando el mundo.

* Nació en Icaño, provincia de Santiago del Estero.

EL FUSIL CIEGO

Hace un día de cansancio.
Salgo de la boca del fusil
al poema de la especie
lineal,
sangriento.
Aún sostiene la historia,
esta ceguera fría
con un ojo de aumento
y el amor es una carta que va
y otra que viene destinada a los muertos.
Te escribo desde la prehistoria
porque he recogido todos mis rudimentos
para vencer al mando.
Olvidé mis palabras
descerrajadas en esta lucha diaria,
con mis manos tintas de siglos
llevo el pan a mi pena
hasta el cubil social
donde llega el rumor desesperado
que dispara verg�enza
desde el otro lado del hombre.

EL LAZARILLO Y DON QUIJOTE

—¡Basta caballero!
Basta de golpear a los monstruos.
De cortarles las siete cabezas
para liberar a tu dama.
—Déjalo Lázaro, apenas sueños de aventuras
que sólo son aventuras de sueños.
—Digo a vuestra merced
gran Caballero:
que yo encontré dos monstruos
que no podrán matar
los venideros milenios:
el Hambre y la Riqueza.
—Dices verdad, joven,
yo encontré monstruos
en toda la heredad de mi cordura:
el dolor, el desamor, la injusticia;
pero tengo el coraje suficiente
para sembrar la tierra de verdades.
De cabalgar hasta el último amanecer
de todas las astronomías,
donde quede un planeta, más allá del rubicundo febo,
seguiré cabalgando
buscando primaveras.
—Señor caballero
es la estación del hambre
en todos los planetas.
Inéditos

EL POETA TIENE HAMBRE PORQUE NO EXISTE

Cuelgan los países desde un agujero abierto
en el infinito.
Aquel profesor pretende explicar por qué caen
los ojos cuando el idioma parpadea.
Una pareja joven, hace el amor con neologismos;
desorden, caos, grita el psicólogo,
aún no les ha crecido un diván en la sangre.
Un Yo y un Nosotros creen reconocer el sexo
de las galaxias que no tendrán endecasílabos.
Los hombres están olvidados.
Los sacerdotes cobran salarios para no encontrar
peregrinos que puedan hablar el verbo de los dioses.
Las computadoras controlan cinco millones de años
de códigos genéticos. Temen que el niño de la probeta
sea ególatra o gobernante.
Abandonados.
Sin que nadie explique para qué estamos
en cualquier planeta.
Alguien pone medallas a las horas laborales.
Los hombres son héroes olvidados de la vida.
La batalla final sigue en su sitio,
aún no ha sido comprada por nadie.
El mejor postor, al ajustar a su conveniencia
la cantidad de armas y de muertos,
descubre que le hacen falta más muertos.
Aquel profesor docto en palabras
dice en medio de poemas que no entiende
y que duelen con sangre de la vida:
�Los poetas no existen, son una creación de la poesía�.
Del libro Poemas para el amor y complicidad terrestre

FUEGOS FATUOS

Aunque uno esté muerto
sigue viajando en la tierra.
En la misma órbita
impredecible de la vida.
¡Vano es el reposo!
Nuestros huesos siderales
tienen mucho de estrella.
A veces, también,
pueden brillar sobre la tierra.

GUITARRA EN EL DESCANSO HACHERO

Te vi afirmado contra el tiempo.
Una vejez ecuestre sangraba de tus huesos.
El brillo de un galope
resonaba desecho en tu guitarra, y tus horas afinaban el desquite ausente
del vino sin distancia.
Te vi, afirmado en tu cordaje,
demoliendo las huellas
sin respuesta a tus cuerdas
sin urgencia.
Tu destino interroga a bocanadas
y el silencio se duele irrevocable.
El hacha callosa va talando tus dientes.
Hay frío en el surco sin mieses,
en los trojes el invierno te abrasa
y en tus hijos los meses se derraman
sin ninguna enseñanza.
Arrastra tu guitarra contra el tiempo
a veces a trasluz semeja un hombre.
La realidad del vino calcinado
participa en tus cuerdas ardidas.
Acerca tu mano hasta la última nota
y golpea con tu voz jornalera
alguna rebeldía
o a tu muchacho,
no lo esperes más junto a las parvas.
No llegará.
Ha visto el carbón en dos bolsillos
y su hacha está mellada en la leña campana
de los quebrachales degollados
en su camisa impaga.
Suena hermoso el boliche en tus dedos.
Está lejos el itín,
la rodeada a oscuras,
el machajuay muerto junto a las parvas y el muchacho descalzo…
¡Hay que matar la muerte pulsando una guitarra!

LA HERIDA

Mía.
Por complicidad de sangre.
De siglos genéticos de sueños,
para ese despertar azorado del espíritu.
Soy el mismo de ayer
viajando con mis antepasados
y esta propia esperanza.
Necesito un punto de apoyo
entre Dios y la vida
y podré comprenderme.
Nada está quieto en mí,
heroicidad de vivir entre el cielo y la tierra.
Y esta lucha que sangra así:
inasible latido a latido.
El amor de todos los seres
me nutre de mundo.
Surjo del amor de todos pero la herida es mía.
Esta herida,
que vive como si fuera yo mismo.
Como si fuese ella el hombre.
Y yo,
la sangre que gotea,
más invisible que el olvido.

LA MUERTE NO PROHÍBE SER POETA

No sé de qué estoy vivo.
Vengo a visitar los días
y el tiempo olvidó memorias por mis ojos.
Debo dejar la soledad intacta,
borrar mi silencio habitado.

Existo.
Es la señal.
Se puede morir en el mismo dibujo
y tu rostro
apenas un complemento del destino,
un paso por la sangre
un relámpago hacia nosotros,
con todo el infinito al cual no volveremos
para intentar de nuevo ser principio.

Y el día converge
en el sitio preciso adonde espero.
Pongo un sueño adentro de otro sueño,
con la muerte suspensa
a mitad del cansancio.
Hay un silencio que ha nacido
para decir amor y volver al silencio.
Y todo está a los pies de la ausencia:
un escombro de días adentro de otros días,
una espera voraz,
y el tiempo se detiene.
Paso a trasluz de mi esperanza,
atravieso mi voz
y sigo mi camino.

PAISAJE ALUCINADO

Tú eres el paisaje
tus ojos
colorean la copa de los sueños
y la tarde se incendia
detrás de tus palabras.

paisaje desmedido
que se queda en mi sangre.
Parada en el centro de la tierra
te quitas lentamente la ropa
y cuando estás desnuda
la luz cubre tu cuerpo.
Y
te quitas la piel
y la carne
y los huesos
entonces quedo ciego
con las manos azules.

PALABRAS CON EL TERRENO ADQUIRIDO

Tienes rostro de espera…
de promesa olvidada.
No tienes paredes,
pareces un poema
porque te aprieta el cielo.

¡Cuánto he vivido para este sueño!
Es tan hermosa esta alegría
de la primera cuota,
tan infantil y humilde
que me hace creer en el porvenir.
Vislumbro al hombre,
su dignidad y su alma.
¡Creo en el otro asombro!
Creo en el pan sin lágrimas,
en el lenguaje humilde,
en el poema simple
casi sin sugerencias.
Que no incomode a nadie
cuando se diga: hambre.

Que no haya culpables
cuando se diga: pueblo.
Que no existan acusados
cuando se diga: libres.
Creo en el día
en que se hable de paz
y sea cierto
y cuando se diga: hogar,
haya un techo
entre Dios y el amor.

ROMANCE AL QUEBRACHO

Quebracho… padre del monte,
hijo de la tierra mía,
vida de la flora nuestra…
¡Ay!, ¡cuánto vale tu vida!
Síntesis de una epopeya.
Soldado de mil vigilias.
Yo sé por qué los tambores
de las hachas no te olvidan.
El acero vegetal
que en tus entrañas palpita
está templado con soles,
huracanes y codicias.
¡Oro rojo! ¡Sangre nuestra!
¡Sangre de mi tierra herida!
Orfebres manos morenas
te tallarán sus desdichas.
Manos que no son culpables,
hachas sin alma homicida.
Otro es el viento que lleva
la sangre, el sudor y el clima.
…Serás poste de alambrado
en tierras desconocidas
y habrá un sol reforestado
en la intemperie de astillas.
Hoy yo vengo a acariciarte,
verte de abajo hasta arriba
y descolgar las estrellas
que entre tus gajos titilan.
Épico castillo triste
de hojas, garra, sombra y fibra…Sabes que estás condenado
le has confesado a las brisas…
¡Épico baluarte insigne!
¡Vetusta atalaya lírica!
Sin ti se queda el paisaje
exánime y de rodillas.
¡Quebracho! Solio perenne
de las ricas fantasías.
Vida de una flora muerta,
¡ay, cuánto vale tu vida!

SONETO DE MIS CUATRO SILENCIOS

Gracias por el silencio de un segundo,
cual llegado del fin del universo.
Sé de un silencio igual, lejano y terso
antes del alba con que nació el mundo.
Sólo el hombre, ese pobre vagabundo
vive con él, pero lo lleva inmerso,
todo su fluir regresa verso a verso
cuando busca el silencio más profundo.
Sé de otro, el de antes que he nacido.
Frágil, liviano a un llanto amanecido,
a la palabra a la que ahora vuelvo.
Fue a la luz mi locura y fue mi grito
hoy por eso Señor todo contrito
porque es tuyo el silencio lo devuelvo.

SONETO DEL CAMINANTE

Canto acompañado del camino
árbol y fuego de mi propia vida,
es sangre la distancia y es herida
ebria de luz, de amor y torbellino.
Pisa mi sombra polvo del destino
hay soledad y monte que convida
a juzgar la llegada y la partida,
si es el hombre o el cielo el peregrino.
El recodo del alma es un instante,
dudo entonces si soy el caminante,
bajo mi pie, espacio y tiempo escrito.
Soy héroe de mi sombra y de su hazaña,
canto. El silencio canta y me acompaña
toda vez que me inclino al infinito.
De Sed y Canto

TABALAGO

Llevo un silencio oscuro.
El espacio salta a mi costado,
mi caída es un sueño
en donde todo está despierto.
El gesto de las líneas escritas
es un pase de voces multiplicadas.
El cielo resbala por el viento,
sólo confío en mi ausencia
pero nadie trae mis pies
ni la tierra para andar,
el prado está lejos
tiene mucho de árbol, de sangre, de misterio,
es imposible convencer a mis muertos
de que estoy vivo
a lo largo de toda mi ausencia.
Y estos fantasmas
que mi propia imaginación los hace reales
deben convencerse
de que estoy cuerdo
y que el conflicto
está entre la reciprocidad de las cosas,
entre la luz y uno,
más que entre los hombres,
y el tiempo y el espacio
desaparecen para hacerse sombras.
Somos un cristal en el interior de la célula,
un grito alargado de mentiras verdaderas
y más atrás de todo lo prieto en la luz
nos espera el sitio de la ausencia.
Si restituyo mi realidad y existo sin mí,
no podría asombrarme de que
todo el universo sea una célula
un guijarro en un camino de otra dimensión,
el pequeño latido de un monstruo
y nosotros prendiendo lámparas
entre brumas infinitas.
Ustedes son mis muertos
no se extrañen de que este pequeño hoy,
sea para nosotros un día entre los siglos.
No estamos solos
iluminemos la tierra
y no pensemos más en el olvido.

TEOREMA EN SOMBRAS

Somos el día y la noche
en nuestras células,
el silencio infinito
donde la tierra está viva de muertos.
Las sombras vuelven sus fauces
al giro del planeta;
en el fango,
el tiempo
no estira el bisel de los huesos
y los hombres caminan
sobre el dolor y la agonía.
Existimos.
Es lo irreal,
no estamos en ningún lado,
somos el revés de Dios. Es Él quien está en todas partes.
Nosotros aún en nada
somos la ecuación del mundo.
Si al menos pudiésemos dibujar
esta pesadilla en el sueño de Dios,
voltearíamos las aspas del universo.
Nadie ha soplado el barro sideral:
nacemos de nuestra propia sombra.