NONINI, JORGE
ADUANERO

No es en las tinieblas propiciatorias
sino cerca de la luz que veo el pecado.
Mi madre me hizo guardián de los umbrales
y aduanero de las emociones,
lo que me llevó a estar siempre,
siempre,
equívocamente enamorado.

De “La memoria es tiempo equivocado”

AUTOBIOGRAFÍA

Hoy evoco mi vieja casa, recortada en mi asombrado silencio,
oscuro bosque transcurrido entre arañas, alergias y misterios,
ensayando respuestas rápidas para los hermanos abortados;
con las mujeres… misteriosas en sus olores…
que me excitaban culposamente, agarrotándome los músculos.
En la somnolencia del amanecer, esperaba los verdes y los colores,
el frío de la mañana, que me suspendiera en los últimos sueños.
Era un alivio. El tiempo era un alivio,
un ombligo, un puerto escondido en la bahía sin tormentas.
Había guerra sin armas: música de cañones eran las voces de los adultos
que peligrosamente realizaban sus maniobras envolventes
para crearme una memoria.
Ni una palabra me queda que me señale el error.
Mi sufrimiento no es por las letras, escondidas entre ladrillos,
sino por los olores, los perfumes, los gráficos
las líneas y las curvas, los colores olvidados pero presentes
que impertinentemente aparecen dentro de una memoria inexperta[pero tenaz.
Ese silencio de la siesta, con el sol olvidado detrás de una esterilla,
en la casa compartida pero solitaria,
imaginando viajes interminables
donde se confundían las caras y los disfraces
en diálogos libres, tan libres que no los puedo recordar.
Luego las espigas y el maíz
el gallinero y algún caballo zonzo para sentirme
suspendido en el misterio del poder.
Los ruidos de la noche me prometían
el sudor traspasado de mis sueños interrumpidos del día anterior
y cada gota, era un pedazo de vida salada
en la curvatura del agua y en la humedad de las sábanas, blancas y frescas,
simples sábanas que enloquecían con mi cuerpo.
No necesitaba más, sólo subir o bajar, hasta el punto en
que mis pies abandonando el suelo, me prometían otra[victoria sobre la memoria.
Esfuerzo inútil: todo indica que perdí la guerra definitivamente. Como un cristo azul obligado a renacer, me quedaba mi abuelo,
su pipa fumada en silencio —como nos respetábamos el silencio—
(es una costumbre de labradores) su sangre caída
en palanganas por esas rarezas del vivir
su mano generosa en el gesto discreto calmando
mi fiebre o aguzando mi mirada.
No pudo irse, el tiempo se lo llevó antes.
Pero no tan pronto como para que su perfil de hombre
no me dejara una cierta esperanza.

BENEFICENCIA

Una foto esquiva y pretenciosa
me deforma tu recuerdo
destruyendo la imaginación
transformada en una calle empedrada.
No habiendo tenido el acostumbramiento del amor
y sin tener el consuelo del alcohol
este tiempo es como un asilo enlutado
mezquino de cuidados
como la oscuridad oscura de una celda nocturna
resignado a morir de hambre
aunque incalculables manjares nos rodeen de costado.
Los monjes penetran en la luz de las catedrales
en su esperanzado y cotidiano casamiento con Dios
mientras yo hablo con mi esqueleto
este diálogo ridículo, desnudo y silencioso
para todos los prójimos pródigos
anclados en el aceite de su beneficencia.

DEJEMOS DE IGNORARNOS

Ya es hora de que vengan
los que den valor a la existencia.
Que como bosques entre la piedra
nazcan los creadores de un lenguaje nuevo
sencillo y simple
que como viento del infierno
atropellen a los confusos con poder
eternamente confundientes
y los transformen en estatuas de arena
llevadas por el mar.

Ya es hora de que la lucha contra el tiempo
no nos mutile más de lo creíble
y así podamos abandonar el oficio
de enfermos prósperos,
confiando que nunca más
en próximas reencarnaciones
retornemos a este mundo.

DUDAS

¿Los muertos, en el paraíso
conservan la edad en la que murieron, para siempre?
No pudiendo reconocer a gente amiga
que hace veinte años que no frecuento
cómo hago para reconocer a mi padre,
que se fue hace cuarenta y dos años,
¿Cómo nos reconoceremos?
Todas mis historias nuevas,
y los años,
me han ido deformando
¿Cómo me reconocerá?
¿Nos reconoceremos?
O andaremos buscándonos,
cruzándonos,
sin reconocernos
como cuando estábamos juntos
acá,
hace más de cuarenta y dos años.

EL DIOS DE LOS HOMBRES

Pensar es también una forma de orar:
al retornar del rezo
me encuentro con dios hurgando los trópicos
recogiendo los escombros sensuales que dejaron los negros
la noche anterior.
Acopiador de placeres prohibidos
sus dedos se acostumbraron a navegar por los gemidos
y su lengua bebe inagotablemente
todas las infidelidades que promueve.
Asesino de infantes
sólo se reconoce por el placer de lo destruido. Cada diez mil años
crea un mundo nuevo para repetir
su sistemática explosión.
Sólo nos queda el refugio de los templos;
a lo mejor es verdad: luego de nuestra muerte,
participaremos de su gloria.

EL TIEMPO ES UN DOLOR SIN EL CUAL NO ES POSIBLE VIVIR.

El tiempo es un dolor sin el cual no es posible vivir.
Contadas veces sabemos que somos felices.
Casi siempre nos enteramos
cuando dejamos de serlo.
La felicidad siempre es un recuerdo
y habitualmente
no la reconocemos en el momento.
Todo lo demás es vivir
y cumplir.
De La piedra también morirá

EL TIEMPO NOS AHORCA

El hombre es una costumbre escrita
que nació con el primer sonido
hecho palabra,
alimentando la esperanza de vencer lo efímero:
inútil religión
que sólo produjo cementerios de ilusiones.

* Nació eN la ciudad de Buenos Aires el 2 de diciembre de 1932.

ESE POCO DE CONFIANZA

Ese poco de confianza que guardaba en el cajón
me lo robaron un día o una noche
en que descansaba de mis inútiles y
frágiles ensoñaciones.
Allí seguramente fue el zarpazo
o el deslizar de dedos
mientras alguien me hablaba
de otra cosa.
Cuando fui a buscarla por una necesidad
del momento,
como una moneda,
ya no estaba.
Inútil buscarla en los lugares perdidos.

FABULACIONES

Quiero esclavas, sólo esclavas
mujeres honestas y lascivas que me esclavicen
con su esclavitud.
Docenas de esclavas hábiles
y empecinadas en su función.
Que gocen con sus disfraces
en esta fábula cotidiana.

HISTORIA DE AMORES

Como un viento helado aparece el amor
insospechadamente
desacomoda el orden
de cada una de las celdas
en que guardamos nuestros amables recuerdos.
Nos dispersa
y somos como niños abrasados por el hechizo de su cuento fantástico
hasta que se hace historia
y entonces somos una historia de amor
hasta que nos volvemos a encontrar con un
viento helado
que nos impacienta sospechosamente.

I

Para encontrar mi tiempo caído
instalé un escenario en mis ojos que se fue llenando de cosas
de tantas cosas
que para seguir viendo
tuve que cerrar los ojos
De Variaciones sobre un tiempo

II

En capas azules se acoda el día rumeando sueños donde se mezclan los
soles.
Escucho los altibajos de su prédica con un ir venir de mar enloquecido.
Recojo los trapos quemados de su ser y la negrura de su tizne encorva
mis uñas.
Mi camino se hunde en la tierra agria, imposible describirla, agria y húmeda
de sangre y heridas viejas, agria de esperas, de frutas no comidas y caídas.
Mi camino no llega, parte siempre y en ese partir constante encuentro mi
calma.

LA DIFÍCIL PROSTITUTA (POEMA A BUENOS AIRES DESDE LA BOCA)

De noche,
mi ciudad se va a bañar al río.
Yo lo sé por la mañana
porque encuentro sus calles y paredes
llenas del petróleo usado,
de la mierda de sus cloacas,
de los pulmones callados de sus ahogados,
de sus barcos desfondados
y acostados
con sus barrigas al aire.
Yo vivo en una ciudad
que tiene un río con olor
y que es la ciudad donde vivo:
la difícil prostituta.
Cuánta rabia inútil
para mis esporádicos intentos de alejarme.
Estás llena de palabras
que no son tuyas
ni te importan que lo sean,
como el semen de los otros
porque para eso sos la difícil prostituta.
Las galerías de arte,
las canchas de fútbol,
tus plazas, el cine y tus teatros
son las vaginas fáciles y complacientes.
Lo que te pido y no me das
aquello que te quedás soñando
tal vez con inútil letra de tango
es lo que me da bronca.
Nunca estás más vestida que cuando te desnudás,
por eso sos la difícil prostituta.

LA PIEDRA ENAMORADA

El río nervioso
me dio una piedra desnuda
de la cual me enamoré.

Creyéndome diestro
en el ejercicio imaginario
de las complacencias eróticas
acepté su propuesta
que me llevó a un lugar aletargado
y laberíntico,
imposible de salir.
De Poemas otros y compuestos

LOS APARATOS QUE COMPONEN

Los aparatos que componen
al hombre,
aparentemente,
fueron construidos
previsoramente,
para una duración de cuarenta
o cincuenta años.
Como las endemoniadas y pecadoras
artes de los hombres
tocaron las piezas o las reemplazaban
para su mayor duración.
El hacedor,
molesto por el ingenio humano
sintiéndose corregido,
tocó a su vez otras piezas
y el hombre comenzó a olvidar
que el tiempo pasaba
e instaló una nueva Babel privada.

MANIFIESTO DEL HOMBRE SOLO

No estoy afiliado a ninguno de los diez y seis o diez y siete mil partidos
políticos que hay en el mundo. Es decir: estoy perdido.
Todos me pueden encarcelar, torturar o fusilar en nombre de la libertad
y la verdad.
No pertenezco a ninguna de las dos mil sectas religiosas que me rodean.
Es decir: estoy condenado. Cualquiera me puede insultar, vejar o condenar
a la hoguera en nombre de mi salvación.
A veces hablo con mi prójimo. Quiero ensayar el conocimiento y el amor.
Siempre me doy cuenta que no me oye. Lo único que le interesa es saber si
lo voy a fornicar o me voy a dejar coger. Es decir: estoy mutilado.
No tengo ningún idioma para hacerme entender. Cualquiera me puede
tomar por extranjero y deportarme constantemente.
Bien: soy un habitante de la tierra al parecer genéticamente malformado.
Democráticamente está demostrado que soy un aborto de la naturaleza.
Seguiré tomando mi vino hasta que me vengan a buscar en nombre del
rey de turno.

MILAGRO

Cómo es posible que tus ojos me encuentren
detrás de todas las imágenes
que tus párpados permitieron ver.
De Historia de tiempos

POEMA EN SEIS TIEMPOS

I
Mi tiempo se va cayendo en racimos
como en una vendimia que no cesa
II
Cuánta alegría tierna ser tiempo en el aire
ser sombra de un cuerpo
ser pena con causa
ser rayo que cae y vidrio que se rompe
III
A tientas
como un ciego que no deja su taza
te voy bebiendo con mis dedos
en minúsculos sorbos
pero de prisa y quemándome
IV
Un ruido se desplazó en el aire soñé tu figura
pero fue el perfume de otra
V
Esta marea de palabras
sólo me deja en su reflujo
un tiempo de arena en la playa
y la imagen de tu nombre
sin eco ni cuerpo
VI
Tu presencia me alegra
como una sorpresa de vinos.
Quisiera beberte a plena luz
con burbujas y campanas
con cantos de día
como cuchillos que brillan
metiéndome por tu tiempo
dejando que suban tus colores
para beberte con ellos.
IV
Si yo te viera ahora que mi asombro está agujereado
si un poco como al pasar
como no queriendo
te hablara de liviandades
y te dijera: antes, cuando jugábamos juegos salvajes
y en nuestras diversiones
mezclábamos los colores pintábamos obeliscos tiernos
y pájaros belicosos
y noches agudas
como si estuvieran de perfil
esperando nuestro juego.
Entretenidos
ensayábamos nuestro acostumbramiento
hasta agotarnos de inocencia
tan llenos de ella
que una gota de más nos tiraría a la pregunta
a los juegos terribles
a los juegos sin memoria
al cuchicheo de los juegos
a los juegos que se rompen.
VII
El tiempo que necesitamos para alejarnos
y estar solos
no es mayor que el tiempo que deja una sombra al caer
pero el tiempo que se necesita
para acercarnos y estar juntos
no se puede llenar
ni con la cuenta de todas las hojas del mundo.
De Variaciones sobre un tiempo

TODO HUMANO

Todo humano
convive con decisiones múltiples
y opuestas
trasladándose por el mundo
como pashguord
hecho con las certezas,
respuestas y convicciones
de todos sus antepasados
y algunas que se ilusiona
que le son propias.
Saldos que se imponen,
a veces, y siempre conviven sin verg�enza
por las contradicciones que conllevan,
creyendo que encontró el camino
para salir del Laberinto.

TODO LO NACIDO

Todo lo nacido,
por un momento,
aparenta cambiar de forma.
La piedra
también morirá.

VIDA COTIDIANA

Como esa lluvia tersa
que aunque ingrávida
no deja de caer
así transcurre mi día.
Me levanto casi al amanecer
—mi departamento está en un segundo piso,
interno— así que mis auroras
nada tienen que ver con la salida del sol.
Conservo el hábito de la higiene
y de esos ritos modernos que ya me molestaría no hacer.
El mate cocido es obligado y solitario acompañante de mi despertar.
A veces una llamada de teléfono, aun si es equivocada,
me despeja y predispone. Aunque llamen para proponerme
un negocio imposible —porque yo no hago ningún negocio—
o para convencerme de las ventajas de comprar una parcela
en un cementerio privado, con vista al bosque.
Voy a pagar las cuentas obvias al banco
a retirar la ropa de la lavandería
a caminar las veinte cuadras para mostrarle
a mi corazón que aún tengo ganas de vivir.
Luego,
a reanudar el diálogo con mis hijos, en mi memoria
cuando creía que los ayudaba a crecer,
y hacía proyectos y me sobraban ilusiones y confianzas.
Sin buscarlos aparecen los recuerdos réprobos de mi infancia.
Infancia que no quisiera repetir,
pero donde había algo de aire fresco
y la gente justa en el espacio adecuado.
Ahora todo está lleno y me confunden las caras.
Un solo rasgo,
una nariz (pero sólo la nariz)
o una mirada (pero sólo la mirada)
o un perfil fugaz,
me hace recordar a alguien que frecuenté en mi adolescencia,
y lo saludo contento de recuperar algo.
Su mirada indiferente y su saludo esquivo
me indican que me equivoqué otra vez.
Para evitar esta molestia
opté por no saludar a quienes creía reconocer
lo que me valió que muchos vecinos me creyeran orgulloso
y dejaran de considerarme.
Así voy pasando los días
que como esa lluvia tersa e ingrávida
no deja de caer.

XXII

Y siempre buscando el silencio creyendo que en él está la paz; lo inmóvil
asociándolo con un poco de verdad; la luz despejando auroras indecisas.
La angustia de nuestro tiempo amasando poco a poco una montaña de
dudas donde a fuerza de bucear nos mezclamos con ella y somos nosotros
fuentes de destilación chorreando signos. Admiración de nosotros y de la
esfera que tiene por radio la longitud de nuestra mirada.
Mis sentidos se han dormido en la estúpida experiencia diaria y me cuesta
un esfuerzo imponderable dominarlos para echarlos a andar. Y cada palabra
ignorada que pasa por mis dientes me lastima.
Es como un cuchillo de perfil que sale por mis labios cerrados.
Me siento como un esclavo perseguido por los perros.
De Tiempo de poesía