PAGÉS LARRAYA, ANTONIO
10

Cuando las tinieblas invernales
agrisaban el aire liviano de plaza Libertad
lo vi bajo el ombú tendido
como un héroe triste que olvidó su quimera

Un intangible límite
se abría en la oquedad de su ojo vacío

Toda la luz del fatigado atardecer
acudía a ese hueco

Un fuego tutelar
vigilaba la savia inmemorial
allí escondida

Con su clara pupila contemplaba
los perros vagabundos
los jilgueros pequeños
la Temblorosa Rama
los alegres cantantes del viejo Coliseo
las hechiceras de la tarde
los mendigo
y las gentes sencillas que cruzan por la Plaza

Con su ojo oscuro
volvía a las remotas llanuras del presagio
Veo la extrañeza de un niño
tan igual a Tobías frente al ángel
alucinado por el fulgor de esa tiniebla
que a su inocencia le descubre
entre las nubes veleros y sirenas

Y poco o nada
para los hombres ciegos
a tan deslumbradora transparencia

Varón antiguo
burlaba el tuerto con su ojo temerario
la desmemoria de los cuerdos

12

No visitaré más a la viuda del rengo
ni a su cortejo
de arpías fragantes y solteras

Voy a acabar con las sitas alegres

Soltaré ahora mismo
estos pujantes perros
que me dejó hace años
por un rato
el matrimonio triste

Podrá esperar el Loco
que un día le devuelva
el levitón apolillado
de su última boda

Nunca más besaré
a esa dama de la sonrisa ausente
que a la luz extravagante se confía

Voy a quedarme eternamente quieto
en esta Plaza
de resplandores argentinos

Diré adiós para siempre
a las funestas voces
que repite y repite
la gris retórica del día

Miraré únicamente las acciones
desnudas y concretas

Así sabré lo hermoso
del peligro

13

El Loco de Plaza Libertad
sobre el aire escribe
señales que abrasan

Tuercen los hombres su camino
y se disfrazan de indiferencia
fieles al laberinto ciudadano

El Silencioso Loco
con el índice graba tercamente
sus anuncios fantásticos
que se van por las nubes
con los globos y los volantines
asombrando a los niños

Pero cuando amanecen
las agonías y los duelos
la andrajosa agorera descifra
esas palabras
esos emblemas
de agonía y de sangre
llameantes en el alba
de Plaza Libertad

14

Qué alucinación
qué exorcismo
qué droga
podrá borrar ahora
su insaciable
frecuentación de mi memoria

Ni la veo
ni la pienso
ni la sueño siquiera
y me asedian
ráfagas de su voz
la languidez de sus vestidos
el aire que la envuelve
su perfume secreto

Ya es abril
y la Plaza dice adiós al verano
en sus tardes más calladas y breves

Sé que estás aquí cerca

Mientras pasas sosiegas los espacios
a dura luz abiertos

Ciega de tu evidencia
hacia el río te fugas
sin que te desamparen
las calles impacientes

No de un lírico ensueño
De tu piel y tu sangre
nace mi estremecimiento

Y cómo ser el hombre
que ni su nombre sabe
y el hombre que ella habita
sin quererlo

15

Mis ojos no seguían a las aves salvajes
ni mis oídos escuchaban las antiguas campanas.

Hasta la invención del amanecer
parecía fatídica
frente a la pesadumbre
que secaba las siembras

Un telón de lutos
otra vez encerraba
el pequeño teatro de este mundo

Y allí escondían sus espadas
los títeres manchados
con la sangre del prójimo

No se pueden asesinar los ríos
los jóvenes
los árboles

No se puede matar
un alma ilusionada
ni una flor
así la pisoteen y marchiten
ni los rincones de esta Plaza
donde se esconde
Mi nostalgia

Animal acosado por penas y retratos
mordí la sal de la palabra amarga
y vi crecer la espera

No es cierto que el pájaro
conozca la verdad de su cielo
ni el hombre el sitio de su llanto

La voz seca de unas palabras muertas
era lo último
que en la patria perdida
salvaba con su savia secreta
el mañana imposible

16

Todo el rumor del mundo
de pronto se ha quebrado
en el círculo mágico
donde alienta la Plaza

Ni el corazón
deja ya oír
su insondable latido

Dónde

Dónde se ha ido
la silbante agitación de las hojas
el aleteo de los pájaros
las secretísimas
melodías del aire

En medio de enmarañadas calles
arrebata
el sosiego de la Plaza

Lejos
sobre las nubes y ramas
y penas y distancia
resplandece el campanario viejo

El cántico perdido
sus altos bronces salvan

Detrás
en pulsación secreta
el tiempo se apacienta

Oh Plaza Libertad
que victoriosa
en instantes brevísimos
rescatas
la extinguida hermosura
del silencio

17

De pronto
una lejanísima lumbre
alzándose fantástica
sobre el oscuro río

O un pájaro extraño
plateando en el ocre
de la tarde marchita

Hasta entonces
charca inmóvil
abierta en pleno pecho
la antigua pena
ahogándonos

Dócil al que la llama
tan desde dentro
la esperanza nos guarda

Un remolino del Sur
o el primer fulgor del lucero
o unas altísimas campanas
cierran el cauce tenebroso

Y hasta de no morir
somos capaces.

18

�En su negro caballo de arrogancia��
Francisco Fernández Blanco: Vniversal Redemption
(1584), II, fol. 96 r.

Errantes carabelas
en el viento perdidas

Fantasmales galopes
que las duras raíces estremecen

De qué confines llegan
esos brujicaballos
con sus crines de fuego
y su sudor plateado

Se hielan las miradas temerarias
y huyen las bestias estremecidas
Salvaje séquito de furor y derrumbe

De muy extrañas y acuciantes maneras
prueba el destino
la impavidez con que destruye
la frágil hermosura

Alguien acecha con mirada infinita
el orgullo de espadas y coronas

Pero también algunas veces
salva la mansa sombra del olivo
a los siervos de la pobreza y la desdicha

Ah lejanías

19

Abismadas memorias

Cajones infinitos
donde yacen guirnaldas melancólicas
y flores secas de carnal perfume
y collares y cintas;
y cartas amarillas

A Plaza Libertad
traigo estas lástimas
y melancólicamente las disperso

Acepto la victoria del olvido
y su resplendor sagrado

Indiferentes caballeros
dormitan en los bancos
las noticias del diario

Los niños se aventuran
a la Rama que Tiembla

El Loco perturba con sus signos
a los señores presurosos
o el aire quiebra
Con su disparatado clarinete

Navego como la barca del diluvio
esta mañana neblinosa
y mis reliquias sepulto
entre las hojas otoñales
de unos árboles altos
trágicos de inocencia

Soy otro hijo perdido de este mundo

Soy un hombre azorado
que comienza a vivir
con ojos cegados de verg�enza

20

Adiós a golondrinas
que nunca pasan por mi cielo
y acaban por desgarrar el horizonte

Señales de la doliente espera
agitan a los privados de la penitencia

Perdido en el enigma del río alucinado
ya ni siquiera escucho
el despertar del viento

Me he tirado sobre la tierra de la Plaza
y cruzando las manos sobre el pecho
he cerrado duramente los ojos

Así he llegado al hondísimo lecho
donde fluye el olvido
hasta las raíces del silencio

Un desolado canto
turba la paz de los altivos

Solo llegan al río
los que la sed acosa

21

Cuervos errantes
celebran a la noche
sobre el viento

Intemperie lunar

Piedras hostiles

El peregrino alucinado
se inclina sobre el barro
a beber una estrella

Unos remotos paraísos
velan su desvarío

De sombra a luz
se apacientan
en los mansos rincones
de Plaza Libertad
las calandrias heridas
y la huraña penumbra
de los rostros sin nadie

24

Veladores de un sino inaccesible
los azorados ojos

En este desierto
donde hace miles de centurias
no camina un hombre
han nacido árboles

Los he visto
sobrevolados de pájaros
a las últimas horas de la tarde
Otros comienzos he mirado

Sueños
espigas
tumbas
proas
abrazos
lágrimas

Después
islas dormidas
bandadas de gorriones en fuego
yermas tierras
arboledas tronchadas
y grandes cazadores
pisoteando la vida

Llega ahora la noche
y me detengo
al borde del bosque renaciendo

Un viento salvaje
agita el llamear del exorcismo
donde se abren los sangrientos ojos

No traspondré ese límite

25

Increíble parece
que dormir pueda todavía

Me tiendo a tu costado
y quisiera dejarme llevar
por la respiración infinitamente suave
de tu ternura

Yacer quisiera como animal
que dio a Dios su fatiga
o como un pájaro ya del aire librado

Inútilmente busco
los resguardos umbrales del sueño

No cierra fácilmente esa hendidura
de toda la tristeza y toda la mentira
en lastimoso día atravesadas

Al pasar por la Plaza
hoy ni siquiera he visto
esos dos ángeles
el azul y el plomizo
que me vienen siguiendo
desde hace tantos siglos

Pero me duermo al fin
y otra vez en mi soñar revuela
la estremecida fábula
que una bruja sombría
urdió para acosarme
Y eso es lo que odio

Que hasta mis sueños sean
ardid del enemigo

26

Nunca entendí
tu paz ni tu victoria

Entreveo ahora
luz de tu hermosura
entre la niebla
que como ojivas
alza las ramas
hacia altísimas copas
sin que nada concluya

Aun temblando
en la savia de árboles perdidos
mi instinto sabría
que llegaste

Bienvenida

Oh Secreta Olvidada

A tu llamado fui
con carnal evidencia
abrasándome al filo
de tu lírico cuerpo
o pegando el oído
al temblor de tus mares
y mi boca
al latir
de tu boca

Tu límite fue el viento
o el aleteo de una abeja increíble

Miro ahora tu ausencia
como miras la mía
Soy el ciego que sabe
dónde escondes tus ojos

27

��se adentraba la noche, la noche en que
la pobreza es más desvalida y triste que
durante el día.�
R.M. Rilke: Historias del buen Dios
(1907)

Cuando ya nadie cruza
los húmedos jardines de Plaza Libertad
un cielo remotísimo
enlunado
absoluto
ciega los negros piélagos

Alumbradora dádiva
para estos dioses mutilados y viejos
que en los fragantes veranos
duermen bajo las copas de sus árboles
y el invierno dispersa
cual migratorias aves

Qué secreto designio
los expulsó del Reino

Por qué puertas huyeron
memorias y hermosura

Peregrinos que esquivan
el pavor de los justos

Solamente los niños
saben de su misterio

Los niños absortos reconocen
la gloria altiva
que en su miseria
resplandece

28

Quisiera resguardar
cimero en su tristeza
ese fulgor
de la anciana dormida
en medio del crispado
bullicio de las calles

Un hueco en tinieblas
se oprime entre su cuerpo
junto a un umbral cualquiera
y la gente que pasa
del lado de la vida

Tal vez ningún espejo
mirarse quiera en esa vieja
abrigada con trapos
y papeles mugrientos

No hay un balcón abierto
ni una luz encendida
sobre el oscuro ángulo
de su sueño intangible

Un vaho de remotos conjuros
sagrado la circunda

Pórtico de alguna comarca
donde no hay hacia cuando
qué inmolación oculta
esa mujer quietísima

Tal vez ayer
fuego y belleza alboreantes

Es posible mirarla
cruzando en plateadas mañanas
vívida de amor
los mismos sitios donde ahora
Hasta su sombra esconde

No abres heridas
mujer dormida
en tu porfiado círculo

Muy lejos del aquí
que habita nuestros ojos
se alzó el clamor
que en tu oscura miseria
resplandece

Tu arcilla es nuestra arcilla
y tu alma arrojada
señala nuestro exilio

*

Voy a aprender de nuevo
el mundo
Me ataré al hilo
de exactísimas guías
y descifraré el mapa
de los ojos humanos

Ensayaré pensamientos audaces
y ademanes al día

Tengo que razonar muy bien
mis sinrazones
para saber si soy
el no invitado
a esta fiesta tan rara

No puede ser
que tiemble un gajo de romero
o zumbe una abeja en mis oídos
y boquiabierto quede
como si nunca sucediesen
cosas al fin y al cabo naturales

Está sucio el azogue de mi espejo
Te pido que me mires y me digas
si soy pájaro en un vuelo olvidado
o muñeco de una tramoya ajena
o madera de sangre y lágrimas

Trato de verme claro

Si aquí quiero seguir
tendré que regresar de alguna parte

30

Alumbran los pasos del distante
esa comarca rota en mitad de su pecho

Tiembla una alondra oscura
sobre las puertas del regreso

Ciego en la paz de su camino
hacia que adóndes infinitos
se dilata su espera

Nada sujeta
la costumbre
de mirar al después
con unos ojos
en el adiós hundidos

Ay

Manos de verdugos
no enterrarán la luz
del país
que fue mío

31

En el desvelo
la ceniza inaugura su reino
y la ronda agorera
hunde en el pulso
la fiebre del desquicio

Cegado al sueño
miro el potro salvaje
muriéndose en el viento
y arboledas oscuras de ceniza

Tu cuerpo
es la única claridad
y su dulzura
llega venas adentro
con dádiva pacífica

Se apagan las últimas estrellas
y de pronto la lluvia
comienza a beberse suavemente
la tierra

Huésped de riberas ilegibles
traspaso algunas noches
ese extraño círculo
de coronas de barro
y hechizadas siembras

Es entonces
tu cuerpo de mujer
una flor que se abre
al borde de la vida

32

Por el aire revuelto
llegan litúrgicas vestales
con sus senos quemados
y unos ojos suspensos
donde el absurdo
destella su locura

Rostros en asombro
desde el nacer del mundo
hasta las últimas vendimias

Su hálito consuma
la condena esparcida
en cada brote nuevo

Ni siquiera nacido
ya el amor es memoria
o una fotografía
temblando en nuestras manos
o aquella frase trunca
cuya última hermosura
o nunca la dijimos
o nunca la escuchamos

La vida exhala el olor de un bosque
donde lo que se marchita
frágil y tembloroso
renace cada día

A tus anuncios
sempiterno búho
los contestan las pequeñísimas rosas salvajes
o la plata recóndita de los plenilunios
o el ardiente tejido de tu mano y la mía
unidas en espera

33

Más lejos todavía
de los desiertos
sembrados por la sangre
mana el sueño
que nunca descifraron
los oráculos

Del primer ojo
que lloró una lágrima
Del primer ay
que crispó una boca

Del primer abrazo

Del primer hijo

De la primera herida

Del primer temblor
de la indiferencia

Hubo una vez primera
cuyos vestigios
habitan ese adentro
que estremece los huesos

Todo después es ciego

34

La grandilocuencia del olvido
levanta sus sagas

Deltas febriles

Pero a su borde
estremecidas y ya sin asidero
nuestras manos rozan la inminente mañana

Imposible pararte
toro de la noche ciego
que vas en recta furia
hacia la espada

El sol resplandece
desangrándote

Un cielo total
hacia siempre extendido
une días y noches incesantes

Dados a su altísimo equilibrio
alumbran nuestros ojos
el claro desvarío
de estar en este mundo

Testigos de los dormidos dioses

35

Vi las sangrientas ramas del olvido

Vi el zarpazo del tigre sobre el ala

Vi el hierro clavándose
en un pecho inocente

Vi a Longinos o a Barrabás
arrojados a otros ojos
que a nuestro lado cruzan
incesantes
sin mañana y sin numen

Brasa insomne
la mirada exalta
lo que ve a lo que sueña

A las sombras se atreve
y a estos sitios
donde se amparan
los exiliados de la dicha

Ah llanuras silenciosas
cuajadas de inmemorial misterio
que aquí brota
tangible
del abismo nocturno de la Plaza

Por dura sinrazón
que es toda de su esencia
ya ni el pan ni el vino
tienen en nuestras bocas
otro sabor que ira

Tal vez miento
y olvido esas palabras
frescas
hondas
fervientes
únicas
que tiemblan
en abril o en el aire

Quisiera levantarlas
gritarlas
llamarlas
por sus cauces materiales
a ser
semilla
justicia
árbol
vendimia
suelo
donde sembrar
una esperanza

Inútil búsqueda

Barro irrescatable

Un horror luminoso
nos ciega
a su martirio

36

En ansiedad de luz
abierta travesía

Ay entrañables horas
de temblor y de asombro

Este es un Reino que cruza las riberas de la muerte

Las noches musicales del verano
miran sobre el reflejo de los árboles
rostros que nunca perdieron su hermosura

Salen de la París o Las Victorias
acercándose en calma
a ojos deslumbrados
y en altivos ocasos
entre sombras hurañas
suelen charlar vecinos eminentes

Cuántas veces se escucha a Mansilla y Zeballos
hablando de indios y de guerras
de libros, del desierto
y de sucesos viejos
que vuelven
como arenas sagradas
a estremecer el tiempo

La Plaza se abre inmensa

Hacia su centro
llega
la exactitud radiante
de unas golondrinas

Grave como un ancla
el cielo
me traspasa

Puedo mirar entero
el horizonte
y respirar hondísimo
el aire de la tierra
y ser el hombre
que con los otros parte
el pan y la palabra

Un hombre absorto
seguramente equivocado
que aprende el duro
deber de la desdicha

37

�Cuidados veladores
hacen inobedientes a mis ojos
a la ley de las horas�
Quevedo: El sueño

De pronto
es más hostil el frío

El horizonte
ancho y prodigioso
lentísimo respira

Eternidad
las horas
ciegas a mi desvelo

No se alza un resplandor
no tiembla un charco
no se espanta un gorrión
ni se apaga una estrella

Crispada y en vigilia
un hálito de infierno
hacia el confín se tiende

Amanecerá seguramente
si amanece

Entre hilachas de sombras
llega del río hasta la Plaza
un temblor de presagios

Greda es el aire
La noche nos confina
a las orillas donde ya nadie espera

6

�Un temps tyrannisé pourrit l`herbe � nos pieds�.
Jules Superville: Des deux cotés des
Pyren�es (1938)

De espaldas
y en penumbra
mi país se me ensancha
imperativo
trágico

Allí
en las abiertas
húmedas llanuras
el Ciego mira
tanta vida tronchada
tantas manos sin siembra

Ay alejado
mordiendo doloroso
los racimos del vértigo

Sacudo
esa embriaguez de la nostalgia
que se afilia
sobre engañados ojos

Dónde
la harina de los justos
la ofrecida palabra
y los surcos arados
con la frente a lo alto

Hojas
que brotan en los troncos muertos
espinas de martirio

Desvariado a otro clima
empieza ya la ausencia
a arrastrarme a su rito

7

Sobre los socavados paredones
del caserón vacío
su ornamental oficio
ejercen las palomas

Entregadas al aire
sus alas orquestales
lentamente devuelven
transparencias perdidas
que a los mortales hablan
con claro sinsentido

La tarde es este cruzar
de alas grises
blancas
azules
sobre el primer sosiego de la Plaza

Altísimos rituales
de plumajes en vuelo

Delirio que no roza la ciudad llameante

Líneas que abren como estelas
la libertad arrebatada

8

Herido de silencio
recupero
el peregrino sueño
que a mi costado vela

Perdido en los senderos de las sombras
arde la lluvia hasta en mis huesos

A nosedónde boquiabierto miro
entre la bruma de los vagabundos
tirados a la noche

Pasa entre crujientes carretones
la vieja doña Engracia
y su famélica jauría
desvelando el gauchaje
entre surco y desierto

Deslumbran rieles de tranvías muertos

El vino sepulta las lágrimas

Los amantes descubren su vocación de olvido

Mi rostro ya ni siquiera sabe
sobre qué viaje se recuesta

Largamente respiro
el húmedo fervor
que la penumbra exhala
sobre la Plaza abandonada

Vestigios de extravío
que al dormido se le niegan

9

No las vimos volar
sobre la tierra helada

Infaustas aves

Volvió el sol a los ojos
oscuros todavía
de borrasca

No salvó nuestro llanto
los brotados frutos

Y nuestras manos
arañando sepulcros

Quiénes somos ahora
los muertos y los vivos

En qué tierra
hundir las manos
y tocar esos huesos
que fundan la memoria

Combate desigual

Vacíos límites

CEREMONIA DE FUNDACIÓN – 1

La vida es fanática
El loco de Plaza Libertad
(Abril, 1977)

Asiduamente llego
a las orillas de la noche
en esta antigua Plaza

Hueco de la ciudad dormida
donde burlan mis ojos
las leyes de las horas
y velan sobre grises moradas de cemento
más frágiles que el barro
de la primer mañana

Respiro tierra nueva

Cruzo espacios remanzados de ausencia

Como animal alerta
a la más transparente vibración peligrosa
resguarda la nostalgia
el clima que le es suyo
y que posee fiel
un lugar de este banco
ráfagas deslumbradas
de caricias o esperas
que se unen
a las ramas cobrizas del otoño
la hojarasca marchita
de la tarde de invierno
o el lánguido vestido
que llevaste aquel día
y un torbellino de palomas
perdidas en el viento

Cavidad de más cielo
lecho donde duermen estrellas
tu círculo resguarda
la luz que cruza noche y día
sin que la ciegue
el poderoso cerco de murallas

Oigo ahora suavísima
la canción que te acuna
niña de las cinco de la tarde
en la plaza dormida

No han de grabarse en bronces
ni tu risa ni la voz que te mece
pero se enredarán entre los árboles
o quedarán volando
igual que el aleteo de los pájaros
tan dóciles al irse
y tan inderrotables

Solo en esta ensenada de prodigio
persisten evidencias
que a ojos de dolor
su vislumbre no niegan

Fuerte y sustentadora
como la savia de tus árboles
invencible se tiende
sobre tus límites
la pampa
donde tal vez únicamente fuiste
el sitio de unos cardos
o de una huella que empezaba a soñarte

Sobre ese ayer fundada
perduras clara en la memoria
Plaza desmemoriada

Y si alzando la cabeza
traspasamos los bruñidos ramajes
la Cruz del Sur
dichoso encuentro hacia lo alto
equilibra
en la serena curvatura del cielo
el ritmo de los astros

Plateado fulgor
mas no balanza ciega

Puñal hundiéndose
en el mismo corazón de la Plaza

Aguja que teje y desteje
una misma trama
de suelo y nubes
y estaciones y lutos
y pájaros y adioses
y el pobre amor que cruza
infinito
de primavera a primavera
uniendo mano y mano

Ventura de un instante

Flor que se abre salvaje
en su alborada única
de un único verano

Toda las noches
una sola noche
para el
latir del tiempo en nuestra sangre

Aquí
a este rincón preciso
llegan delgadísimas voces
de dolores carnales
Ah tierra desolada
abierta a noche inmensa

Ah sombras
donde arraigan
tangibles y absolutas
semillas de la sangre

CEREMONIA DE FUNDACIÓN – 2

2

Vive dura morada
quien la noche custodia

Cada luna inventa sus fantasmas
y burla la inocencia de las constelaciones

Ausencias
tan sin nunca borrarse

Cenizas
del olivar quemado

Malherido cielo
cruzado por la silbante agorería
de los tordos

O una calandria
muriéndose en la lluvia

Ir hacia la esperanza
es abrazar el viento

Tal vez se empinen todavía
tensamente los álamos
y nazcan madreselvas
con olor a verano
y eterna sobreviva
la savia del gran río

Mundo de los ausentes
invéntame tu fábula

Canción
que distante entreoigo
amanéceme pronto

Ah solitaria sangre
buscando su vertiente

*

CEREMONIA DE FUNDACIÓN – 3

3

La vieja de los andrajos verdes
y el asesino jorobado
salmodian indescifrables letanías
mientras el pampero
embiste arrebatado
y el invierno los muerde

La socavada luna del amanecer
deja caer su ira
en la región más fría
de los huesos y el alma

Pero si alguien
vigila su agonía
su temblor lo desangra

Abiertos cauces
por donde la noche
hunde su tumulto
en el soñar de los pacíficos

Entre diarios y harapos revueltos
los ojos de la mendiga y el maldito
como brasas vigilan
los arduos vaticinios

Ah mañana inminente
que a los dioses olvidas

CEREMONIA DE FUNDACIÓN – 4

4

Entre tinieblas de Plaza Libertad
hechas de espanto y frío
un magistrado arcaico
erige sonámbulo
misteriosas señales
para cerrar el paso
al engaño del día

Sobre los verdes serenísimos
fugitivas resbalan
sombras de la hoguera

Sagradamente ordena el brujo
sus fetiches
y amenaza a las buenas personas
apaciguadas por el sueño

Alguna vez lo sorprendí
extasiado en su fábula

Hasta más hondo que los huesos
me cortó el filo
de su seca mirada

Ya sobre el horizonte
al alba abierto
el enigma me sangra
me agrava
me deslumbra
Sólo una piedras
sobre cenizas de la nocturna hoguera

Junto al árbol herido
vela ese juez antiguo
el hermoso secreto

Ah promesas y olvidos
en aire y nada amaneciendo

CEREMONIA DE FUNDACIÓN – 5

5

Estoy despierto

Pronto llegará a la ventana
el primer campaneo de las Victorias

Puede ser que llueva
y huyan estos ruines patriarcas
metidos en mis huesos

Duermes
y tu mansa respiración
es una hermosura
que me sostiene

Tus latidos
me traen la luz del verano
y el olor de tu piel
y tu pelo
enloquecido por el viento

Me decido
a que mis ojos sirvan para algo
solamente mirándote

Me acerco a tu ternura
como a un manantial
para saciar mi sed
y apaciguar a estos fantasmas
circunspectos y crueles
y su tez de penumbra

De tu lánguido cuerpo
una paz se me tiende

Voy a mirarte
todavía más hondo
para dormirme
con tu mismo sueño

CEREMONIA DE RESURRECCIÓN

A cruda luz de mediodía
he visto hoy
en Plaza Libertad
una paloma muerta

Ya frío
sucio
y pronto a ser barrido
con otros despojos
que inquietan a la estética urbana
ese liviano cuerpo
que conoció
cimero
y en audacia
la altura

Plumas de azul quietísimo

Ojos abiertos
sin horizonte ahora
inmóviles
fugándose
hacia otro linde inabarcable
Pero hay hervor y prisa
en la ciudad sitiada
por letreros y cifras
y dioses cibernéticos
que vendan bien los ojos
para esos jirones
de un más arriba
como el que en la paloma
resplandece

Solo un ruedo de niños
la mira
en sagrado silencio

Con mano temblorosa
uno de ellos la sostiene de un ala
y al cielo la arroja
a que renazca
vuele

Un inmenso segundo

Cayó pesadamente
la paloma muerta

Y no quedó
ni sombra de su vuelo
ni en la tierra
ni en el aire

LA VISITA

Enciende su mirada
un quietísmo fuego
hacia lo hondo ardiendo

Frágil peregrino
siempre llega y pasa
cuando azulan los aljibes
y los grillos brillan entre las piedras

De sus manos pobrísimas ofrece
la harina y el racimo

Lentamente ilumina
los huecos de la pena
y humedece las ávidas raíces

No pregunta
ni el nombre ni la culpa
de aquel a quien resguarda
con su flaqueza inderrotable

No hay ya puertas cerradas
ni azar mentido
que con lo tuyo y mío
las cosechas incendie

A los malaventurados
ciega con la promesa
y sobre las frentes
de justos y malditos
flotando deja
un resplandor de espinas

Hacia el perdón abierta
su última palabra
es la primer palabra

Desvariada luz
que de sus ojos fluye
hacia el canto de las venas rotas
y la piel de serpientes insomnes

Ancla en el cielo
de un cuervo milenario
volando sin cordura

Siembra de ausencias y presagios

Cuando la visita
a su sendero vuelve
un desafiante amanecer
sobre el torso del mundo se arroja

PLEGARIA

Nadie
ha quedado en la plaza

Nadie

Ni el cíclope
ni el Loco
ni la Venus dormida
ni el maldito

Hasta ha sucumbido
la altísima y eléctrica bacante
en un rapto de espumas

Ahora su esqueleto
de alambres macabros
tiembla
en la noche solitaria
total
irrefutable

Me parece vivir
en la muerte de todo

Un apretado lecho
de palomas
entre alas y miedo
cobijándose

Unos perros crispados

Desnudas ramas ocres
estremecidas y silbantes

Latidos únicos
de la Plaza en tinieblas
No pasa un semejante
ni su sombra siquiera

Y en este páramo de julio
me pregunto y te pregunto
oh gran dolor en vilo
qué espigas maduras
para tus hijos en espera

Miras como nos cercan las espadas
y nos despiertan tus ángeles guardianes

De sangre es el riesgo de los surcos
y tu justicia sigue quieta

Hasta qué alturas
tendrán que levantarse las mareas del crimen
para golpear
contra tus ojos

A qué suelo
de llanto y piedra
nos confinas

Nada vive a nada

Nadie a nadie

Llamo a tu verdad
a tu voz
a tu fuego
a tu diestra
a tu ira

Tu ausencia
es una ofrenda
ya demasiado amarga

Ah Plaza Libertad
limite último

No se apague
barro en el barro
tu fulgor argentino
A qué viento
a qué rama
a qué amor
a qué cólera
a qué nube
a qué cuervo
a qué puerta
a qué cruz
a qué mano
a qué boca
a qué fruto
a qué ausencia
a qué pecho
a qué río
a qué canto
a qué pena
a qué luz
a qué sueño
a qué ángel perdido
irá la voz que callo

Ah voz ahogada

Numen de desmemoria
abismada en su exilio
La patria es una certidumbre
que nos corta las venas

Donde sangra

Aquí
en este límite indeleble
de la Plaza abatida
tiene nuestro país
un grave sonido

Aquí
lo escucho

Sobre estas ruinas
donde alzaremos juntos
la casa del regreso

SOBRE LA VERDADERA VICTORIA

Vuelvo al rincón callado
donde hasta la absolución
es una culpa

Eternas
invisibles
comadres enlutadas
urden sus presagios
entre murmullos
que el viento descalabra

Es la hora de los solos

de los que huyen del aquí
del por qué
del hasta dónde
y quisieran respirar sin las palabras
Venero de zozobra

Por su sola privación
salva el silencio
esa muerte o locura
que llaman realidad
los inventores de alegrías

Ni una luz
ni una estrella
ni alas agoreras

Pero en las cimas
más frías del cemento
brilla algo del cielo todavía
en esa hermosísima
electrónica mujer
que se apaga y se enciende

Musa de plástico y alambres
a su fábula infiel
consagrándose al rito
de algún nuevo jabón
más fragante que hierbas del Olimpo

Secas sangre y savia

Voces y plegarias secas

Aunque la piel más íntima percibe
leves pasos de sombra
volviendo a los parajes de su olvido

Algo no muere siempre para siempre

Todavía cimbrea
la Temblorosa Rama
y a veces
Con las últimas lluvias
de los dulces veranos
siento brotar del hondo
abierto pecho de Plaza Libertad
un día ya sin límites

Oh almas en batalla
que en la Plaza dormida
sin sosiego construyen
su imposible victoria