SOLER, GUSTAVO
AMERICAN DREAM

Imaginar un gigantesco galpón de cristales rotos, amontonados en
desorden a las tres de la tarde
hora de Brooklyn con pizza, patrulleros y negros asustados.
La baja tensión en los camarines de los vodeviles,
cuando mujeres ojerosas sin amor a la vida,
ensayan un peinado rubio.

Descendemos de Lincoln, hemos aceptado
los Human Rights, el �Free, From, Fear�
y las declaraciones de buena vecindad,
hasta el New Deal, para tirarnos con hijos gordos y
uniforme. Imaginar Vietnam (ahora que los comunistas
se han marchado) jóvenes destripados, el napal como paisaje y odio,
mucho odio en la defensa de la libertad.
Al fin callados, pudimos regresar al Bronx
comer salchichas por la calle, pagar nuestros impuestos
y ver películas policiales.
No somos bostonianos, ni Kennedy nos recibe en su casa.
No somos pálidos artistas de Hollywood fatigados de soledad,
ni tontos millonarios ante las ruinas áticas.
Somos el pueblo �people resuena más� somos
el objetivo del sueño americano para todos los hombres
del mundo que lleguen a estas costas como el �Maryflower�
con sus sueños, sus credos y sus deseos de riqueza.

Aquí hay hamburguesas para todos y radios portátiles
y hasta un automóvil por pocos centavos diarios. Aquí
habrá estaciones con bares solitarios y la lentitud de
correr en el Metro, la experiencia de estar solo con la
multitud, la emoción de Baseball, del cine y la TV.
Uníos a nosotros� Pero ahora. Antes de que sea tarde.

(De American Stress, Corregidor, 1997)

ATARDECER

(a A.)

Déjame besar cada una de tus palabras,
las que vas diciendo,
aprehender, con la humedad apenas de mis labios,
cada rosado pliego que nace de los tuyos.

Déjame unirme a tus colmillos blancos,
con mi acerada lengua,
y sentir tus suspiros,
tan suaves,
que parecen provenir del alma.

Déjame apoyar mis labios
nuevamente en tu boca
y evitar el rechazo para lograr
ese silencio inadvertido que precede al amor.

Déjame apoyar mis labios
nuevamente en tu boca
y evitar el rechazo para lograr
ese silencio inadvertido que precede al amor.

Déjame otra vez
-ya en el reposo de la pasión-
besar tus “no”, tus “no quiero”
y el �no quería�
y todas las palabras de este diálogo
de aparentes reproches
que pido a los dioses
se prolongue hasta la eternidad.

Buenos Aires, 3 de septiembre de 1999.
(De �Amarillo de Cadmio�)

* Nació en Cantabria, Santander, España.

AUGURES VIEJOS SOBRE ENGRANAJES COBRIZOS

Grisáceos predicadores sobre engranajes cobrizos
intentando coexistir plásticamente, algo marchitos ya,
amontonados desordenadamente en una relación tediosa,
amarillentos también y resecos también
como insólitas postales en el cajón
de una romántica niña muerta en la Guerra del Catorce
cuyos recuerdos el tiempo cobijara en algún armario
de estilos francés, situado en algún gabinete,
detrás de unos vidrios a los que el sol
enturbia por las tardes cuando las voces de la vida
llegan desde un jardín vecino,
gritos de nombres que se llaman mutuamente,
acordes cálidos rodando por el aire
en tanto que el dolor se ha detenido
sobre los huesos de la difunta dispuestos
ordenadamente en la soledad almohadillada.

En las calles, empujados por el viento,
desfilan anaranjados cortejos de resecas flores
un día más, una estación cualquiera más entre los años�

Cuánta melancolía, cuántos deseos de andar
para quien dentro de las paredes yace muerta�

(De Los Pálidos Profetas, Stilcograf, 1962. Faja de Honor de la SADE. Traducido al francés
por el poeta belga Marcel Hennart)

BALADA DEL ORÁCULO CON ACTITUD APOSTÓLICA

Hemos representado con fina distinción
el papel de los pálidos augures.
Y algunas veces señalamos: �La sal se ha corroído,
la simiente también está podrida,
el mundo vaga enfermo de justicia�.
El engranaje compacto, inmenso, frío,
tolera a los profetas, reproduce también
su cántico viscoso y admite con prudencia
su inofensiva hostilidad.
Nuestra impotencia es parte
de su efecto ensamblamiento.

Padecemos la tierra en apostólica actitud,
redimimos al mundo con exagerada insistencia;
la agresividad de nuestro pensamiento
es parte de la debilidad que nos aqueja
y esa tenacidad que difunde verdades
indica una claudicación perseverante y púdica.

Finalmente tenemos nuestro mito
y nuestra cobardía inverterada y nuestra
indignación irreprochable, demasiado evidente,
excesivamente prodigada, sistemáticamente devorada
por los gusanos que germinan en nosotros mismos.

(De Los Pálidos Profetas, Stilcograf, 1962. Faja de Honor de la SADE. Traducido al francés
por el poeta belga Marcel Hennart)

BALADA I

Odradek, El perro de mirada amarilla

Porque ahora yo te imagino aquí,
tu mano en el mentón apoyada en la almohada
diciendo aquellas cosas que yo quería oír,
y cerca de nosotros el perro que murió,
el Odradek, de mirada amarilla,
aquel que leía el pensamiento como una pitonisa
silenciosa. El perro de los muertos que otrora
el Nilo andaba en las resecas márgenes.
Ahora él ha quedado a merced de la húmeda tierra
en tanto que nosotros recorremos palabras
en la escena vacía.

Porque, de pronto, podríamos queremos nuevamente
y estarías aquí, oyendo nuestra música
y aquellos planes de la adolescencia
que uno copiaba de los Césares;
las jornadas de gloria
hoy entre cenizas arrojadas.

Porque de pronto, podrías estar aquí,
con mi perro. Y te diré más: sí, con mi perro muerto
y ambos muertos o consolados que es lo mismo,
descifrando los signos marginales,
engañados aún por aquellos conceptos
que se decían sabios -o lo peor-
razonables, aunque había bohardillas,
calles,
había cosas, lugares y estaciones,
que nos acercaban tiernamente a nosotros
cuando todo era sólo una proyección
de lo que viene de adentro y no se entiende.
Al fin y al cabo -razón tenía Husserl-
éramos parte del fenómeno de una realidad
que confundíamos con la existencia.

Y allí ha quedado la esquina del otoño,
lo que siempre quise decirte, y no te dije,
lo que pensaste, y no sé,
el lugar adonde no llegamos
y la ciudad que nos aguardaba en el extranjero.
Fueron y serán muchas más
las situaciones tangenciales
que esta vida poblada de espejismos,
como cuando el perro vivía,
como cuando yo estaba dentro de los pensamientos
olvidados.

Y sí. Ya estás aquí. Al descorrerse la niebla
traes a mi perro. Llora de frío y está contigo
que te adornas con la camelia seca
y tienes cartas en el bolsillo
de amantes muertos en batalla.
Ya estás cerca de este juego de imágenes
que hoy esparce la bruma
alzándose sobre los recuerdos
como un incendio frío.

(De “Baladas del amor eventual y otros poemas”, Ediciones Dead Weight, 1979)

BALADA IX

Chantal

a S. E. M. (1972)

Mi amada tiene una amiga
que se llama Chantal.
Con ella hemos salido juntos
a cortar rosas
y la he besado.
No por amor
sino para que la pasión
se encienda en todos nosotros
así como el alba
se acerca a todas las flores
y entrega su luz,
no para que el día llegue a una sola
sino para que la tierra,
iluminada,
pueda despojarse de las tinieblas.

(De “Baladas del amor eventual y otros poemas”, Ediciones Dead Weight, 1979)

BALADA XIII

Los jazmines de la tierra mojada

Ya nadie podrá hallarla
en el camino de la redención cuando ella,
la sacerdotisa de lo impuro
-corresponde mejor decir lo vano-
prometía senderos venturosos
donde húmedos ojos se posaban
en los gestos retóricos
de alguna despedida,
en ciudades contaminadas
también por la nostalgia
o el olvido.

Ella se refugiaba en la consternación,
rechazaba el desaire
de cada amanecer,
instando a las delicias del vivir
los círculos brillantes,
convocando marchitos invitados
al vértigo azaroso de olvidar.

El mantel ha quedado tendido
y hay copas de cristal en donde nadie toma
porque una razón equívoca
nos acercó a la realidad
como judíos conversos
ante el Santo Oficio
y en donde convenía meditar
ha nacido una desaprensión que nos preocupa
-no por ella-
sino por todas las abstracciones
que nos conducen al destierro,
no por ti ni por mí
sino por todas las distancias
que siempre nos separan.

El mundo se ha tornado más posible
sin ella,
las escenas que se viven
indican tolerancia
y han crecido jazmines en la tierra
mojada
como si la estación se arrastrara
de blanco por el suelo
y el cantar de los pájaros
fueran sus gritos, cuando en fin,
la naturaleza se ha posado
como un amante hastiado
en brazos de la hierba.

(De “Baladas del amor eventual y otros poemas”, Ediciones Dead Weight, 1979)

CANTO DE CIRCUNSTANCIAS PARA EL PATRIARCA JOB

La vida, este desierto de sensaciones,
debe ser atravesado en púdica sumisión.
En su transcurso acostumbraremos los oídos
a esta intermitencia desolada de todos los conceptos
y todas las justificaciones con que se disimula
la función en la áspera muralla.

El color del sayal no es sino una actitud,
valorativa, una axiológica impunidad
que disfraza el pensamiento heredado, el ansia
de prolongar este momento grave y penetrante,
este pálido sueño que se agota a pesar de las
hábiles protestas, del clamor a vivir.
En cada teoría una intención de perdurar
clavada en la ridícula osamenta.

Nos hemos colocados en el desfile con infantil
vanidad, recubiertos de uniformado prestigio,
blandiendo esquemas y soluciones
tan imposibles como creídas.

Hoy sabemos que esto o aquello es lo que se debe
acatar como lo enseñan los pálidos profetas del mañana,
los augures inquebrantables de la felicidad,
inmensamente fríos, terriblemente ávidos,
definitivamente muertos
entre la podredumbre de su misticismo.

(De Los Pálidos Profetas, Stilcograf, 1962. Faja de Honor de la SADE. Traducido al francés
por el poeta belga Marcel Hennart)

DESAMPARO

a Beatriz T. Bistué

Tú creías que el amor era un vértigo
un infinito poblado por las metáforas
con esa lluvia fría que trae la intimidad.
¿Qué ha sido de las lívidas palpitaciones
del encuentro, esa tenue pasión de recordar,
de recoger acaso las cenizas
de la antigua ternura?

Los años han borrado las sendas
donde solías inclinarte recogiendo con manos
enguantadas el bordado galón
de tu vestido, cuando el horizonte mismo
se acercaba a tu paisaje interior como un animal
moribundo,
cuando las flores dormían entre tus brazos
con los colores gangrenosos del estío
cuando el aire del mar llegaba sin rumbo
como un desorientado espectro.

La vida nos ha traído una máscara sobre otra
hasta llegar a la piedad.
Podrás con ella ahora
mirar como al descuido el territorio de la noche
en donde los espejos de la eternidad
te muestran desamparada.

(De Regiones de marcada intensidad, Vinciguerra, 1990)

DETALLES

Después de ciertos años
se suele
ver la vida detrás de la ventana,
calculando los riesgos de cada
sentimiento,
reprimiendo metáforas destinadas
a generar nostalgia.

Logramos advertir que el verdadero amor
es el que nos despoja
del temor de la muerte;
es el de la mujer
que con su tenue voz sabe ofrecer el pan,
omitir en el ocaso las retóricas impetrar los detalles cotidianos
como pidiendo
excusas para hacerlo, temerosas
tal vez,
de existir entre las vanidades
de la vida.

Después de ciertos años la ambición se diluye
como vencida enfermedad del alma.
Y reparamos en esa sencillez que adormece
a las flores en la humedad serena
del estanque.

¿Es altanera acaso al pasar de la hierba?
¿Qué desdeñoso sílice gobierna las arenas?

Después de ciertos años nos conmueve
el posarse del mísero pájaro en la fragilidad
de cada tallo, las luces del ocaso
al refugiarse en las fúnebres hojas �ya desmayadas�
sobre el postrero día.

Todo lo indica el tiempo en la vida aparente
de sus símbolos.
Después de algunos años cada acontecimiento
en su mensaje. No importa quién lo envía,
pero sabemos que no es ajeno a Dios
que se acerca a nosotros
como una nube, una amenaza,
o una prolongación del espacio anhelado y ajeno.

(De Frecuencias extremadamente bajas, Colección Almerge, Edición oficial del Excmo. Ayuntamiento de Barbastro, 1991. Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola, 1990)

HUMPHREY BOGART COME HOME

Oh! Humphrey Bogart ruega por nos, piensa
en nosotros desde Casablanca. Préstanos el impermeable
abotonado, tu altanería �dura�, tu valor sereno.
Necesitamos a muchos Bogart para la guerra, hombres
que miren firmemente y callen frente a una Ingrid
que se inmola de noche para salvar a su marido.

El piano Humphrey, (play again), con ese hombre
de color tan aceptable �incluso para el �Ku��
(�algunos deben quedar al menos para estas cosas�)
ese amigo que sabe de tu vida y padece contigo
en los tiempos duros. Luego, los generales de relucientes
botas �la Wehrmacht� traen el desplante y la amenaza
a tus ojos tranquilos de héroe americano seguro
de sí mismo, bendecido por Dios y el tío Sam
�más o menos lo mismo�, amado desde las plateas
donde las lágrimas son más dulces que la borrasca
del aplauso. También llega el marido �de Ingrid
por supuesto� el hombre perseguido, con esa dignidad
que dan los directores de la Warner.

Entre los misteriosos recovecos
accede Peter, el marginal aceptable,
con barba de dos días y esa risa de amargura
que precede a la muerte en los films bien pensados.

Peter, cuyos ojos se posan
con paciencia pastoral y experiencia de trópico.

De pronto, en otra parte, advertimos
al piloto japonés de risa cínica
atacar la flota de Occidente. No importa,
en un avión de caza llega Humphrey con la bondad
heredada del �Maryflower� y la intención de Hitchcock.

Oh Humphrey, de la Air Force, Marine�
flighter� En todas partes hasta morir de eternidad.

(De American Stress, Corregidor, 1997)

MUJER SOLA

Esa mujer casada cuyos ojos
se han reflejado tantas veces
en los velados cristales de su casa
cuando la ansiada espera del atardecer
olía a la leña -hoy ya muerta-
de la antigua alameda.

Esa mujer que nos abraza por temor
a los días oscuros, las jornadas aciagas
donde las lluvias chocaban estremecidas
sobre las retamas en flor.

(De “Regiones de marcada intensidad”, Vinciguerra, 1990. Revista Letras de Buenos Aires, N� 35, 1996)

ORIGEN

La enmarañada flor permite
el paso de la luz a través de su pétalo
para teñir de su paisaje íntimo,
el vacío interior donde se inclina.

¿Nadie conoce acaso los sutiles matices
que da la transparencia,
el territorio ambiguo donde reina
precediendo a la muerte?

Alentadas del cielo las obsedantes lilas
se entregaron al día y luego�
se posaron en el caer del viento,
derramadas� vistosas
su vana alegoría duró muy pocas tardes.

Pero vinieron otras.

(De Frecuencias extremadamente bajas, Colección Almerge, Edición oficial del Excmo. Ayuntamiento de Barbastro, 1991. Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola, 1990)

TIEMPOS

Cuando nos abrigábamos de la tormenta
bajo los tibios árboles
sólo nuestras palabras formaban el paisaje.
El tiempo nos ha llevado como a otros seres
a jardines y lugares sin nombre
donde el pájaro agobiado del amanecer
entonaba los trinos que otrora
podían conmovernos y que hoy se refugian
�junto al hastío�
en nuestro corazón.

(De Regiones de marcada intensidad, Vinciguerra, 1990)