TISOCCO, GUSTAVO
¿SABRÁ EL PESCADOR

¿Sabrá el pescador
que no hay proezas?
¿Descubrirá alguna vez
que el pez elige morir
devorando anzuelos?
Tristeza de agua.
Suicidio de escamas.
Tierra y vanidad.
¿De quién es el triunfo?

ABRIGATE ABUELA

Abrígate abuela
que allá hace frío
y la tos corroe,
golpea como un martillo.
Cuídate,
ponte esa mantita gris
sobre la espalda
y mécete suavemente
en tus recuerdos.
No olvides
que te extrañamos tanto,
frágil colibrí
que nos dejó su vuelo.

AMO A UN HOMBRE PEZ

Amo a un hombre pez,
un hombre marino,
acuático como las algas, como la sal.
Habita en las profundidades oscuras de todos los naufragios,
a veces llora
terriblemente solo allá abajo,
en otras baila en salones transparentes, torrentosos.
Yo amo a ese hombre pez
de cuerpo brillante/filoso,
de un mirar constante/horizontal.
Un hombre que me cuenta eternas leyendas,
que me canta con su voz de espuma
y me abraza como puede.
Yo amo a un hombre pez
y soy hombre terrestre.
Me condena la asfixia.
Lo condena mi aire, mi mundo de pájaros,
mi universo de redes, de anzuelos.
Me mira desde la superficie apenas sumergido
lo miro desde mi oxígeno
al límite extremo del ahogo
y nos besamos apenas un instante,
ínfima eternidad habitando en la apnea.

CISNE

Apenas
un leve resplandor
en el horizonte.
Apenas
una línea curva
en el abismo.

DE MAL EN PEOR ANDA LA MUJER

De mal en peor anda la mujer.
El marido toma mucho,
su hijo está preso
por homicidio simple —dicen-,
la hija sigue internada
-rehabilitando lo imposibley
su vecina prende fuego
cuando ella lava la ropa.
Para colmo
ahora hay hormigas en su mesa.

DE PEQUEÑO ME DECÍAN

De pequeño me decían
-no vayas al ríoque
puedes morir.
Yo me sumergía en profundas odiseas,
nadaba entre espasmos tórridos
y gemía en el agua.
Buscaba cada vertiente
y cuanto más profundo
el límite líquido-aire
traspasaba mi cabeza inquieta,
más brincaba mi corazón,
más estallaba mi sexo.
De niño me decían cuidado con el río…

DE TUS TRES HERIDAS

De tus tres heridas
fluyó la total resignación.
Salvaje
el horizonte se tiñó rojo,
todo fue diluvio,
insomnio, adversidad.
Tu madre ya no llora. Cada año la cruz espera,
los tres clavos también.

EL MAR ME HABLA DE PECES

El mar me habla de peces
con un murmullo salino y flotante.
De acunar entre espumas
al triste marinero
no dice nada,
se calla el carcelero.

EL PANTANO

Peludo,
ermitaño,
bestial.
Bebe la savia de las hierbas,
sangre infantil es su alimento.
Sus ojos, dos agujeros secos,
su lengua enorme como el destino
y grises son las llagas de sus manos.
Aún así, lo más terrible,
son sus gritos en la noche,
en el día, en su atmósfera. Solo ella con su capa azul
calma la agonía
al ofrecer su néctar.

ELLOS PARIERON A SUS MADRES

Ellos parieron a sus madres
y éstas llevan sus fotos mostrando al mundo
que no hay naufragios.
Ellos, los ausentes,
denuncian con sus gritos
la poca memoria de los que salvándose
se quedaron en la barca.
Sus madres también gritan
y descubren que en el fondo del mar
florecen jardines.

HA MUERTO EL JILGUERO

Ha muerto el jilguero
y llora la jaula.
Un largo amor
sufre de ausencia,
la ausencia que como trino
habita en los barrotes.
La jaula
llora hoy su prisión
deshabitada de nidos.

HERMANO

Hermano,
la casa sigue buscando rincones de luz.
Maltrechos tejados rasgan el velo lunar
de lejanas añoranzas.
Si vuelves, búscame en la hamaca del patio
donde quedaron ilesas antiguas inocencias.
Hermano,
el camino sigue difícil y empinado.
Las viejas carretas circulan con los abatidos obreros.
En el cielo hay barriletes
con recuerdos legendarios.
Si vuelves, te espero en esta hamaca donde quedan aún
nuestras risas inconclusas.
Hermano, si vuelves torturado y perdedor
estaré en el portón aguardando los pasos.
Si es que no puedes retornar,
si tus sueños aniquilaron,
si desapareciste tras un manto de ironías,
seguiré esperándote en la vieja hamaca
donde no existen los olvidos.

LA CASA ES UNA TUMBA

La casa es una tumba
donde a diario la abuela
llora al hijo muerto.
Ella
despliega estampitas
de venerados santos
e implora.
El abuelo
tiembla su rabia y también sufre
y todo el patio es una fuente
de agua salada.
La casa es una tumba
de pálidas flores,
uvas caídas,
sol olvidado.
Un Viejo cementerio
de pasillos
pregona tu ausencia
y duelen todos los días.

LA MADRE JUEGA A SER GIGANTE

La madre juega a ser gigante
y empieza a parir.
Y le nace
un niño indefenso
como un charco en el desierto.
Y le nace una niña incrédula
como María Magdalena
ante las bestias.
La madre se va haciendo pequeña
y le surge un niño azul,
una niña que no ríe,
otros niños,
muchos más.
La madre desaparece.
Solo flores le brotan de la boca.

LLORA LA NIÑA

Llora la niña
que carga a la niña
llora el caballo
que carga ambas tristezas.
Lloran pues gritar no pueden,
no pueden con la carga,
no pueden con el daño.
De tanto llorar los tres
se nos inundó el cielo.

MALVARROSAS Y OTRAS FLORES EN UN JARDÍN

¿Puede algo parecerse tanto a la muerte
como un jarrón lleno de flores?
Rojos agonizantes,
blancos como mortajas,
verdes pálidos —cual otoñodenuncian
a la exterminadora mano.
En el rincón
un florero posterga la agonía
mientras la dama impune olfatea ocasos.

MI ABUELO JUAN FUE EL CÓMPLICE HEROICO

Mi abuelo Juan fue el cómplice heroico
de mis días de sol.
Embriagaba su corazón
para que este ría, cuando la oscuridad
traicionaba certezas.
Él sabía que en lo alto su pequeño cuerpo
sería vuelo y se hizo gorrión. Desde entonces poblé mis ángulos
con trinos de aves desamparadas,
desde entonces,
la añoranza habita en mí.

MI NOSTALGIA

Mi sombra se arrastra.
Se convierte en aquel viejo tango,
atraviesa los espejos,
los destruye.
Agoniza mi imagen
cual fantasma somnoliento
y tras el oscuro resplandor
oscila cándida y rebelde
mi nostalgia.

NO ME PREOCUPA LA LLUVIA EN LA CIUDAD

No me preocupa la lluvia en la ciudad,
me preocupa
la ciudad en la lluvia.
La lluvia es como un canto,
un sentirse aquí como un designio,
prueba del Creador,
un sortilegio.
Llueve y en ese frescor estamos vivos
y como un caracol nos regocijamos,
nos dejamos invadir
por el niño corriendo en los charcos,
somos como el río,
una catarata de peces gozando,
una planta verde, fruta encendida.
No me asusta la lluvia en la ciudad,
me asustan grises edificios,
los tristes paraguas,
ese no percatarse del cielo, de Dios.

NOS DEJAMOS OLVIDADO SOBRE EL PIANO

Nos dejamos olvidado sobre el piano
nuestro último suspiro.
Al calor de la vieja chimenea
tus pies desnudos rozan los míos.
En el suelo yacen tus miserias y tus miedos,
ahí dejé junto a mi camisa mis desamparos, mis pudores.Entremezclados perfumes nuestros cuerpos exhalan,
nuestras bocas, sin cordura, saborean cada instante,
solo un gemido inmutable denuncia la pasión.
De los brazos florecen las caricias olvidadas y
en el lecho nos ampara la desnudez.
Nos dejamos olvidado en el patio al crudo invierno.

PORQUE ME DUELEN LAS SOMBRAS

acudí a tiempos de luz.
Descubrí olvidados mares.
Supe de mendigos y agonizantes ángeles.
Incorporé mis huesos,
sentí vacío y sed.
Busqué nidos antiguos
y encontré el asfalto.
Sucumbí entre tangos y faroles
pero me embriagó el alcohol
y perdí la música.
Escalé puentes y laberintos,
atrapé ratas encarceladas
devolviéndoles la libertad.
Intenté ser astronauta
pero el firmamento aturde.
Aún me duelen sombras
y este silencio de sol.

QUE MI CALLE

Que mi calle
tenga tu nombre,
que claven en ella tus banderas,
los números de tu suerte,
la fronda de tus pinos.
Que todos los peatones
me hablen de ti, que los perros aúllen tu presencia,
que duerman cobijados
los niños tristes
y que renazcan como enormes labradores.
Que denuncien en mí
tu posesión,
las cartas marcadas,
los designios de tu mano,
la gloria de ser casa entre tus barrotes.
Quiero que mi calle lleve tu nombre.

SOY UN REPTIL ÁSPERO Y SECO

Soy un reptil áspero y seco
descascarado
gris
triste
rastrero
tenue
descreído
inoportuno
imperceptible.
Tengo flagelos que me cubren
olvidos
metáforas
sed
hambre
desierto
arena roja
risa de caracol
dolor
amnesia
quebranto.
Muero con el día
fantasmas
escombros
acertijos
destierros
desvelo
disfraces
exilios. Soy un reptil
igual quiero tus pétalos.

TRISTE JARDÍN

Con cada muerte,
con cada destello de cuerpo quemado
el bosque se cubrió de penachos rojos.
Cada guerra sembró semillas de verdes brotes
y entre gemidos y desgarros
un aluvión de orquídeas nos invadió.
Cada inocente abatido fue de pétalos cubierto
y a mayor dolor
un aroma de azahares inundó el aire.
Es una tristeza ver el jardín tan florecido…