URONDO, FRANCISCO
�FUMANDO ESPERO�

A Raúl Gustavo Aguirre

el último cigarrillo
el último fósforo
que fue sorprendido a último momento en el bolsillo
el fósforo que resolvió la situación
el fósforo que encendió el cigarrillo
el cigarrillo que se consume en tu mano
en tu mano sin ternura
tu mano rígida que sostiene a desgano el cigarrillo
tu mano incapaz
la misma que estrechó correctamente otras manos
la mano que te defiende
tu mano frente al mundo
atajándolo
el mundo contento y realizado
tu mano que todavía tiene todo por hacer
la mano que sólo quiere encender el último cigarrillo
con el último fósforo

1

de boca
sin ruidos
he caído una tarde
sobre la playa

y no recuerdo
si he despertado
o si fue otro
quien se levantó
de la arena

tengo mala memoria

10

una nube
en el cielo de junio

sus vapores son las aguas
de otros mares
su golpeado oleaje
su transición
su tierna humanidad

12

una mujer
una rama
y en el otoño algo más
asomado al inflexible
horizonte

algo insignificante

sustantivo como la vida

en acción como los hombres
o el río

14

un fantasma recorre la tarde
después de haber vendido
nuestras fuerzas
en el verde amanecer

un fantasma
una voluntad

una esperanza
de ser limpiamente libres
como las hojas al relente

una unidad expuesta
al aire frío y libre
de la tarde

17

este tiempo
sin estaciones
sin textura para el amor
este tiempo
de escombros
y de promesas

este tiempo
y el triste desamparo
de tus palabras

19

signo del crepúsculo

noche

hay que pasar la noche
tocar la oscuridad

(De �Breves� �I�, 1957/58)

2

en este lugar
puede abrirse
una rosa
un amor

un hecho
habitual
simple
antiguo

algo

frutas
vulnerables al viento

en este lugar
siempre será lo mismo
o cambiará todo

4

la mujer
canta
entre
las rosas
líquidas
su voz
abre
la lluvia

somete
las fragancias
nocturnas

revela
la forma
de la flor

los dioses
no resisten
la humedad

la voz
trepa
evaporándose

(De �Breves� �II�, 1957/58)

AMARLA ES DIFÍCIL

Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.

Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.

Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.

Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.

A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.

ARIJON

(Fragmento)

fue allí siempre
junto al río coronda
donde las aguas fuertes
agredían la tierra
o descubrían los cangrejales absortos
o convertían la orilla en barro divino

la canoa era la aventura
el ceibo no era todavía símbolo nacional
sino una flor
�una mujer encendida�
y la arcilla blanda
la prueba de nuestro alcance
la resistencia

y fueron los primeros aromas
los ademanes primeros del amor
�como una olita�
abatidos como un junco
penetrado
�como el calor del barro en el pie sumergido�
comunicando la primera ternura creadora

�descalza cimbreante tibia
la que acompañó
las primeras andanzas
jugosa como el ceibo
junto al coronda
roja como el sol y su sangre�

no se sabe si allí fue
junto a los pajonales
donde fueron revelados
o donde se ocultaron algunos secretos
no recuerdo si entonces fue
por el llamado seco de la cascabel
o por las magnolias
o por el sol

B.A. � ARGENTINE

(Fragmento)

toda la noche pasó sobre nosotros
sin que ella llegara
desfalleció el champagne
evaporándose con las notas del último balalaika
con el estallido del póstumo souvenir

sobre la calle brilló una luz imprecisa
su ausencia era leve
un departamento dejaba filtrar
un pálido resplandor
y toda suposición fue posible
y el mundo se rehízo sin lamentos
de sus propios despojos

se inventaron los-sueños-dorados
entre las perfumadas basuras
de la calle donde estuvimos esperando
voló por los aires
un camisón perfectamente frágil y rosado
voló como un hada protectora
a la hora triste y perfecta de la tarde
es este un país en el cual se fornica a toda hora
en la hora de la serenidad y en la del peligro,
se fornica con esposas propias y ajenas
con parientes
en grupos de toda edad
hombres entre sí mujeres entre ellas
fornican como pueden en este país
en este país se fornica sin alegría
no se ama como uno quisiera
en este país estamos muy tristes
nos ha ocurrido una desgracia
y ahora no hay sosiego en el corazón desorientado
y se tiene miedo
y todos quisieran abandonarse
y claman por una tregua
y no pueden amar como soñaron
no reconocer que otros vendrán
sin nuestro señorío sin nuestra incapacidad

un camisón puro y eterno
se nos escapa siempre de las manos
se nos vuela
y ahora sentimos el luto de las mujeres
ocultas para sufrir su dolor inexcusable

una lengua rosada
se introduce en un rosado orificio
y se conmueve una pálida noche sin horizontes

julio-octubre 1959

(De �Nombres�, 1956/59)

BENEFACCIÓN

Piedad para los equivocados, para
los que apuraron el paso y los torpes
de lentitud. Para los que hablaron bajo tortura
o presión de cualquier tipo, para los que supieron
callar a tiempo o no pudieron mover
un dedo; perdón para los desaires con que nos trata
la suerte; por titubeos y balbuceos. Perdón
por el campo que crece en estos espacios
de la época trabajosa,
soberbia. Perdón
por dejarse acunar entre huesos
y tierras, sabihondos y suicidas, ardores
y ocasos, imaginaciones perdidas y penumbras.

(De �Larga distancia�)

CARLOS GARDEL

Extranjero del silencio
en el mundo arrasado; vertiente de la extrema melancolía
y del coraje y de la velocidad del amor y del miedo.

Dueño de la ciudad, de su memoria blanda
y de la madrugada hambrienta y sin sentimientos
y de la suprema soltura de los vagos.

Cómplice de los encuentros,
de la grappa que nos hizo hablar
loco de la noche, despreocupado amigo del alba,
señor de los tristes.

CRIATURAS

Y resurgirán las ciegas testigos, protagonistas de mi perdición, las que no respetaron mi juventud, las que me envilecieron, las que reirán ante los cráteres que ni siquiera lo serán entonces, las que comentarán: “ha sido una presa fácil”, las que explicarán: “ese foso que allí se ve, aquel abismo, estos lonjazos”, y no habrá piedad para mí que con tanta adolescencia las he amado, para mí que tanto he perdido por ellas; y los estragos del desgano que ellas me han enseñado.

DEL OTRO LADO

Cuando estuvimos desesperados, alguien
contó la historia.

No se la puede escuchar serenamente, tiemblan
las manos, el corazón se encoge de dolor;
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.

Ocurre lo de siempre.

Estábamos perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que ver con la certeza, ni
con el muslo de la bataclana. No
intervinieron traiciones; no es
una vulgar historia de fervores o de mantenidas.

Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También
aquella vez, siempre aquella vez, apagaron
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.

Nos apretamos las manos en la sala impenetrable; temblamos
ante el cólera que aún no se había manifestado, que nunca
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra manera. Nuestras manos
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso
pánico;
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.

Estábamos perdidos en aquel
cine y él no era como el redentor; su cruz
no era un mandato, era
la inteligencia del hombre, era la resurrección
de la ciencia y de nuestros queridos finados.

Hace mucho que nos pasó esto; la mano
fría del cadáver impenitente
rozaba los sueños,
acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos.

Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las historias
con los muertos que no aceptan su desdichada condición,
no sabemos qué hacer con el miedo; no sabemos
encontrar nuestras manos, nuestra
tristeza. El mundo inconsistente.

Hubo muchas anécdotas como ésta. ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien la contó.

Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentarás olvidar que estuvimos tristes o asustados.
Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de
siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.

Nadie esperaba una historia como ésta, tan lamentable.
¿Por qué
no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la espesura
de la sala?

Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y
la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo.

EL CARTERISTA

El moncho Angaco está
cosiendo laboriosamente dos
carteritas. Para
hacerlas, ha usado los pocos
elementos con que se cuenta en estas celdas
de Villa Devoto: un trabajo
de preso ducho, de hombre que
lleva casi dos años ya por esta
cárcel y también por Resistencia
y Rawson y el barco Granaderos que �ay�
los compañeros oportunamente no pudieron volar . El
moncho Angaco es alto
fuerte y ágil como un siervo de Dios: un samurái
político y bondadoso; cuando cayó
tuvo mala suerte; se batió
o quiso batirse y la corredera
de la cuatro-cinco se trabó, o algo
por el estilo. Le han
pedido veintidós años de prisión que no
cumplirá porque hay
todo un pueblo que no quiere verlo tanto tiempo
encerrado porque hay un pueblo que lo quiere
mucho, aunque no lo vea coser
sus dos pequeñas carteras para sus hijitas,
aquí, en la celda cuarenta y cinco de
Villa Devoto. Montonero Angaco: Viva
la Patria, Perón o muerte
y todo lo demás: queda
sellado así nuestro pacto
de sangre, nuestra suerte con
los que viajaban en esta
gran tierra de fuego y promesas
a conquistar, con toda
esa gente que no puede
mirarlo ahora, sino a través
de mis ojos inmerecidos, de sus
carteritas. Y que nadie
se atreva a dudar de mis
palabras ni de los amores del pueblo
argentino, de su confianza, de su salud,
de sus juramentos, de sus brindis.

EL SUEÑO DE LOS JUSTOS

todos duermen

alguien
pasa y mira
el lugar
donde duermen

andan
entre el sueño
y el alba

EL TIEMPO SIGUE

la tarde se va
y los colores
y el agua
y ese aire
entre nosotros
ese soplo
que nos rodeaba

cómo vivir
sin ese sol
con este desaliento

qué penoso hablar
tocar un árbol

qué veremos después
más hermoso y más lento

GARZA MORA

una nube blanca
roza los vidrios
y pasa

una bandurria enamorada
esgrimiendo
sus plumas grandes
de mujer

un bañado intenso
y largo
reflejando el rostro
que quisieras
mirar

y los pasos
en las aguas espesas
hundiéndose
en los charcos
y en la aprensión

vida linda y fuerte
ésta

vida grande
difícil de vivir

HISTORIA ANTIGUA

Es cuando la tarde arremete.

Cuando el sudor se complica con los recuerdos, la sangre y los sueños.

Es cuando no sabemos de qué lado estar.

Pero, no hay que alarmarse, nos quedaremos hasta que las velas ardan.

LA FIERA

La fiera está allí, escondida en las otras habitaciones. Por momentos asoma su ocio o deja escuchar rugidos y la casa tiembla y se despedazan algunas porcelanas.

La fiera está allí, entre las notas, el agrada vestirse, utiliza antiguos deseos y rasga a veces los doseles que caen sobre el lecho del futuro enfermo.

Los timbales no le asustan. Todas las noches, pese a los huecos sonidos y a los suaves del río aceitoso, ella viene, se acerca y sólo la detiene el rumor del fuego: extiende las uñas, muestra los dientes, danza, y luego huye arrepentida de tanto mal.

Es entonces temible, pues sola, entre las rocas, teje su melancolía y es demasiado triste su aspecto y nadie lo puede sobrellevar con dignidad.

* Nació en Santa Fe en 1930.

LA PURA VERDAD

Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria; nada
importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor y
miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me averg�enza verme cubierto de pretensiones; una gallina
torpe,
melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin darme
cuenta voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera
o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi memoria
ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos
sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme, pero
lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vegarán algún día.

Pasaré desapercibido, con falsa humidad, como la
Cenicienta, aunque alguno
me recuerden con cariño o descubra mi zapatito y también
vayan muriendo.

No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se
corrompe.

Poder hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida.

Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme.

Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.

(De �Del otro lado�, 1960/65)

LOS DESCUIDOS

Mi mano se desliza en busca
de los pechos expertos: el agua es tibia y generosa

Bajo la tela prevenida de su prenda nocturna,
han bajado los cielos
para dejar caer el primer movimiento del agua.
Parece que va a llover; todo está quieto y solo.

Ella puede demorar las cosas;
ocultar algo todavía. Puede salvarse.
¡Dios mío, que no haya perdido ésa, entre tantas agudezas!

Sólo me tranquiliza que sea una mujer del mundo:
tiene astucia para el naipe
y para la indolencia;
es hábil con su cuerpo elegido
que se encrespa y ruge. Conoce a fondo los placeres.

Pero con el temporal irrumpen sus fragancias secretas:
es ésta una delicadeza que nunca pudo controlar.
Entonces la excede su innecesaria verg�enza;
los sueños quebrantados, el olvido.
Y la dejo llorando,
perdido en su mundo,
en nuestro dudoso mundo,
tan frágilmente suspendido.

PARQUES Y JARDINES

(Fragmentos)

Como aquellas ciruelas tan orientales, en un farol
se balancea el ahorcado. Nadie
puede olvidarlo,
como nadie olvida el sabor de los frutos exóticos.

Se desconocen los hechos
que liquidaron su tal vez limitada sabiduría, pero
todos comparten una certidumbre grotesca:
al sacar la lengua no tuvo tiempo de sonreír.

Un momento antes pudo hacerlo; estaba
entre amigos, lejos
de preocupaciones, y tenía entre sus cartas un envidio real.

Sabemos qué consecuencia afrontan
los afortunados en el juego,
pero da lástima que con esas barajas
haya tenido este desgraciado fin.

Quienes representan al orden, no juegan .
Es eficiente la Policía Federal; sus
oficiales están bien educados, estudian
diversas tomas, saltan,
aprenden algunas técnicas de la astucia y del contragolpe.
Es un cuerpo eficiente, pero inoportuno.

Llegó después que el pobre ahorcado sacara la lengua .
Tarde llegó.
Tarde has piado.

Una pareja alcanzó a verlo con vida; su
cuerpo temblaba,
como en la pubertad se estremecía, y
la pareja huyó: ella
había olvidado algunas prendas
y comenzaba a sentir frío.

No conviene que el frio entre por allí;
Dios ha destinado ese lugar para otros visitantes,
por más ahorcados con los que uno tropiece en su vida.

Él también tendrá frío en todas partes.
También allí tendrá frío para siempre: el eterno
silencio, el eterno frío
de la muerte, se ha hecho cargo de su virilidad.

Si no hubieran llegado tarde;
de no estar ahorcado,él arrasaría
el corazón de la fugitiva
y ella lo hubiesen amado con tierna delicadeza.
Pero es demasiado tarde.
Tarde llegó la patrulla, demasiado tarde

PEPPERMINT

A Juan Gelman
A Juan Carlos Portantiero

no cantan
los que nunca conocieron una esperanza

dicen que la esperanza no aparece
y que algo se derrumba
dicen que se desliza la vida
por la pendiente donde comienza

que está en un declive
que se desploma por naturaleza
que la vida no es vida

no escuchan las risas que empujan al amanecer
ni el canto último del ebrio extenuado
que se aleja
abandonando la noche con indecisión

saben que caer es difícil
que después de los brindis
vienen los sueños y los presagios
que es penoso tranquilizar el corazón alegre
y el abandonado

nadie se atreve a cantar
junto al endurecido silencio
sin promesas

7 de marzo 1958

QUIÉN PUDIERA

A Javier Urondo

tiene
el aire suave y limpio del infierno
la peligrosa cadencia

conoce esa forma
de mirar las cosas
esa perdición recién nacida

algo sabe
angelito de dios
animal tibio del silencio

desterrado de este mundo
que viene y escapa

SELVA ALEGRE

Respetemos bien esto que se nos brinda. Esta fronda de mujeres, ese primer aire fresco, el madeira cariñoso, la voluntad de terminar con los años, el amanecer que hemos resistido de pie.

Besemos hondamente este seno que pasa cimbrando a nuestro lado.

(De “Historia antigua”, 1955/56)

TAMBOR

Todavía cantan en su infancia
�tápame
tápame tápame
que tengo frío�

y todavía
con la memoria encallada
en un lugar mudo y enfermo
sigue buscando

como si las cosas no hubiesen pasado
como si al menos estuviera allí
una palabra que lo cubra con sus plumas

y desde entonces
destinado y sin ganas
nada puede poner al reparo
y siente frío y necesita taparse todavía

TANTO AMOR TANTA HUELLA

la tarde
y las formas
y la mujer que amo
vienen del dolor

corren
destinadas
y alegres

(De �Lugares, 1956/57)

TRAMPA

Como es sabido, la normalidad,
en el sentido estricto de la palabra, es
una expresión �a pesar
de Rabelais� de origen típicamente
francés: �C`est normale�, corona
un pensamiento, una
conducta gala, que, a
su vez, se adapta perfectamente a una norma
que una clase de un
país �la burguesía francesa� puede tolerar.

Las normas no trascienden
formas rudimentarias,
maneras que intentan acceder a principios
de funcionamiento
mecanismos �diríamos� elementales que
movilizan una realidad
inevitablemente circunscripta: cómo poner
�por ejemplo� el pie
sobre el pedal �o el dedo sobre la cola del disparador� para
ejecutar correctamente lo que puede
ser considerado un buen
pedaleo, o acción y efecto de pedalear.

Pero no es así: una norma
trasciende esas formas rudimentarias, elementales, aunque
esto pase desapercibido a los espíritus
detallistas ya que no sutiles o rigurosos. Porque
la suma de normas suele
hacerse con el artero, herético
objetivo de formular una
concepción del mundo que, si bien, destinada
al fracaso, puede
perpetrar un atropello a la dialéctica.

No obstante, si el criterio que impera en
nuestros tiempos supone esta pobreza,
esta idea maula de la normalidad, al menos
convengamos que todo es anormal, que un estado
de cosas rechazable, es decir, una anormalidad, sólo puede
ser reemplazada por otra anormalidad; es más: hay
que organizarse rigurosamente para conformar esa
nueva anormalidad que nos espera con los brazos abiertos
para no caerse, como un chico
que corre hacia nosotros por primera vez.

Conocí a una mujer joven y bella que, durante
toda su vida, antes de reír, debía toser y
viceversa. Hasta que murió, dejando
naturalmente de hacerlo, de cumplir este rito; nadie
advirtió la diferencia, nadie pretendió
sacar ninguna conclusión: �Ha triunfado�, pensé
antes de ponerme a reír como un loco y ahogarme
y toser durante el resto de mis días.