VANASCO, ALBERTO
�ELLA EN GENERAL�
(1954 � 1984)

I

ELLA EN GENERAL

De buena fuente sé que tu sonrisa estalla como los frutos
que tu nombre resuena como las declinaciones más antiguas
que en ti todo se excede como el año se vuelca

que los días te siguen hasta hacerte llorar
que tu boca es más suave que los saltos del universo
más dulce que la memoria de las primas que tanto hemos
amado

es en tus ojos donde la luz desata sus mares
es por ti que el mar reanuda su juego
es en tu voz donde la noche amansa sus vientos propicios
y es en el centro de tu risa donde el día ordena sus
mástiles

es a ti a quien la mañana dedica su empeño
a quien prefiere la línea del mediodía
por quien se preparan los hábitos del anochecer

es por ti que cada nombre ha clavado sus anclas
y por quien los años abrigan demasiado optimismo

es en tu corazón donde madura lo que está por venir.

II

CANTO RODADO

Tendrías que publicar tu corazón

que interceder por los que viven lejos
que dar tus manos como quien da un grito

habría que difundir tus ojos siempre tuyos
titular tu intemperie
girar las cuatro puntas de tu cuerpo
y dar a conocer los zumos activos de tu voz

si pudieras brindarte como el verano o como el fuego
si soltaras sus nombres como piedras
o propagaras sólo la mitad de tu peso

se detendrían las grandes rotativas del amanecer
y el universo plegaría sus sombras

pero hay que continuar
persistir en un mundo
que no lleva tu nombre

proseguir describiendo
tus pechos
pensativos.

V

RAPSODIA

Cuando digo mujer quiero decir tus ojos
cuando digo el amor quiero decir tu voz

cuando digo infinito quiero decir un día
cuando digo distancia quiero decir no est�s

y si digo el pasado hablo de todas las playas del mundo en
que estuvimos juntos

y si digo el futuro hablo de tu presencia que se propaga
por las cosas como un incendio

y si digo silencio quiero decir adiós

cuando digo las noches quiero decir tu cuerpo
cuando digo decir quiero decir tocar saltar permanecer
cuando digo matar quiero decir tus gritos tus celos de
tigresa merodeando en las noches

y si digo dinero digo mis deudas y tus deudas
y si digo cordura digo tu locura y la mía
y si digo estar vivos quiero decir casi morirse

y cuando digo ahora digo tiempo
y cuando digo tiempo digo siempre

cuando digo dolor quiero hablar de todo lo que odiamos
juntos

y cuando digo odio quiero decir amar
y cuando digo muerte quiero decirlo todo
cuando digo tu nombre quiero decir tu nombre
cuando digo vida quiero decir tu amor.

VI

RETRATO

Ella es hermosa como los preparativos de viaje
bella como la suerte cuando nos toca con el dedo
luminosa como las mañanas de los días de fiesta

ella es tierna como las espaldas de los recién nacidos
suave como los saltos en la luna
y es terrible como los huracanes del Caribe

ella es cambiante como los vientos alisios
risueña como los cielos de la infancia
y nefasta como los Idus de Marzo.

XVI

COSMOS

A la hora de la siesta —bajo el duro sol que promueve los
frutos- ella está tendida sin resistirse a la ardiente sensación
de olvido y desesperanza que la invade
de cuando en cuando deja escapar su risa de idiota

el jardín —que como otras veces oculta sus límites en la
sombra- posee tan sólo esa existencia anterior y
parpadeante que alegan los niños
sobre la ráfaga de los diversos mundos la belleza sigue echada
y su mano sacude por momentos alguna nebulosa que
desde hace siglos le roza las piernas

de pronto se levanta y moja sus pies con lentitud en el agua
que tres galaxias a la derecha -como quien dice tres puertas
más allá- prepara sus próximas lluvias

vamos -dice entonces- no es posible seguir con esta vida

termina de sacar sus pies con decaimiento y vuelve a tirarse
junto a su maestro apoya su cabeza en el libro que ha estado
leyendo y queda silenciosa pensando en el mañana

es verdad —exclama

sin querer la belleza acaba de incorporarse a la creación:
después de todo la justicia divina no podía equivocarse ni
postergarse

XVII
LOS PLAZOS INFINITOS

Llega exactamente a la hora que le conviene y disculpa su
atraso con una palabra en obsequio de la brevedad. Junto a
ella todos los plazos se abren y es sabido que ninguna premura
basta para seducirla.

Es doblemente afortunada porque tiene esa capacidad de
eliminar las horas más inoportunas y dejarse arrastrar por
todo lo que sea superfluo o innecesario.

Los hechos —para ella- tienen esa cualidad efímera e ilusoria
de los espejismos y como todos la esperan sabe que
hace falta en cada punto del orbe y esto la subyuga y se
siente multiplicada y confirmada por esa ausencia donde su
vida es más cierta y efectiva que su realidad.

Su ser, su permanencia entre las cosas, no tienen otro fin
que interponer entre ella y nosotros esa infranqueable muralla
en que han de ir a estrellarse los anhelos más firmes
las urgencias más apremiantes y los proyectos más entusiastas.

Basta con que nos sentemos a su lado para que todo se suspenda
como en el último día y cualquiera de sus gestos nos
precipite en lo infinito.

XVIII

ELLA SE ABURRE

Ella se aburre mientras yo la amo. Bosteza ante la vida
porque sus sueños están lejos, lo que ella busca está siempre
en otra parte y está más allá lo que ella es. Ella bosteza
mientras yo la observo. Se aburre ante la vida con sus ojos
cruzados en actitud de espera, sus manos apagadas porque
nada retienen, sus dos pechos dormidos que están juntando
fuerzas. La vida transcurre ante sus ojos abstraídos, enturbiados
por la memoria o la impaciencia, mientras sus sueños
se alejan de la tierra urdiendo otros mundos, inventando
lejanías. Yo la amo entre tanto, y ella bosteza.

XIX
POEMA INCONCLUSO

La tarde es profunda y parsimoniosa. El viento trae un olor
a tilos y magnolias, y es cálido y estimulante. Escribo frente
a la ventana, pensando bien en lo que escribo, con ahinco
y con fe. Ella, un poco más allá, hojea sus revistas y a veces
se detiene y contempla los rosales y alhelíes del fondo. Yo
trabajo entre tanto con paciencia y con bríos. Las líneas se
van acumulando por si mismas y todo me resulta fácil y
entretenido. No siempre encuentra uno el momento adecuado
y el ánimo propicio para cumplir estas tareas. Enciendo
un cigarrillo y prosigo escribiendo. Ella entonces se
levanta, se acerca, y aparta de mí estos papeles�

XXI
ELLA EN RESUMEN

Cuando ella sale los hombres se atropellan para verla pasar.
Donde se detiene hay siempre algún tumulto, se origina alguna
que otra riña con diversos contusos y algún herido
grave. No es difícil hallarla porque está siempre en el centro
de una muchedumbre, circundada por el caos y a veces
hasta por la catástrofe. Ella, mientras tanto, se abre paso
entre los hombres impávida y altiva, como un agente de
policía o una diosas. Cuando entra en algún comercio y al
sentarse se cruza de piernas, ya nadie está a salvo. Yo a
veces la encuentro entre un montón de escombros y de víctimas,
sonriente entre las ruinas y el humo del desastre.

XXII
LAS PLAYAS ADICTAS

La espuma que espera siempre una mejor oportunidad y las
olas que presienten el instante nunca preciso ni precipitado
de sus muertes hacen que encuentres tu lugar agraciado y
brillante en los primeros grados de esta combustión

en estas costas hechas presencia como una palabra —o como
los grandes pájaros que transitaban libremente nuestra
amistad- y que te otorgan una definitiva versión de sus
aguas

para que el hombre que nada desesperadamente que se
acerca desesperadamente que tiene esa lejana sinceridad de
lo desconocido que trabaja que dedica su tiempo al cambio
innecesario de los días y que cada uno arriesga dentro de
sus propios límites y que nadie espera sujetar ni siquiera
olvidar el hombre que se enuncia sin solución sin fuerza y
sin nada pueda dejar sin sentido el golpe arrebatado de sus
gestos

como si él o el mar te hubieran dejado ya para siempre la
suave y furiosa tentación de repetirse en las playas con el
ademán conciso e imperioso de mostrarte a ti misma sin
cansancio y sin tregua.

XXIII
LAS PLAYAS SIN LÍMITES

el hábito de cubrirte como una distancia
el afán de tenderte como una mirada
el vacío irreparable de los sitios donde aún queda algo
han caído en el mar

y las grandes cubiertas de los barcos enormes
llenas de sol en los océanos inmensos
vivirán por nosotros

XXIX
LOS ÚLTIMOS VERSOS

Los días han corrido como estrellas fugaces
los años han pasado como hojas al viento
lo único que permanece inalterable
es tu sonrisa fija en el recuerdo.
XXX
ELEGÍA

Nunca sospecharás cómo te quise.

Te quise en todo instante sin perder un segundo
te quise con amor, con miedo y con verg�enza,
te quise hasta desear morirme para morir a tu lado.

Te quise hasta creer que me querías,
hasta despertar en la noche para oírte respirar,
te quise con tristeza por quererte tanto
y la alegría de quererte me hacía quererte más.

Te quise como sólo se quiere lo que llena la vida,
hasta olvidarme de que esto no es el cielo,
hasta dudar de que fuese amor lo que sentía.

Te quise con pasión, con estupor y rabia,
te quise con ternura y orgullo,
te quise en todo tiempo y en todos los lugares.

Te quise como nunca pensarás que te quise.

50 AÑOS Y SUS NOCHES

Difícil es hablar de uno en un poema
difícil es porque hay tantas cosas
tantas cosas afuera
que no nos dan respiro
que no nos dejan solos
que no nos dejan nunca.

Hoy me escribo a mi mismo sin embargo
en nombres de mis muertos y de sus hijos muertos
y de los que sobreviven y nos sobrevivirán.

Durante tanto tiempo fuimos jóvenes
que cuesta envejecer.
Los soles son los mismos
son los mismos los sueños
los mismos vientos soplan sobre los mismos ojos
las mismas aguas corren bajo los mismos puentes
el amor es el mismo
el mar las lluvias son iguales que siempre
pero todo es lo mismo tan sólo para uno.
A la mirada de los otros todo es diferente.

Ya no están los amigos
han viajado a otros reinos y otros territorios
la amistad fue hacer cosas
la exaltación y el verbo.
Ya no es lo que era.

La pasión es la misma
pero el viejo paisaje ha perdido sus brillos.

Aprendí mientras tanto que a vida es el justo equilibrio
entre la eternidad y el instante
entre el espíritu y la materia
entre el azar y la fatalidad
y que somos nada más que el producto
de miles de millones de años de paciencia
de combustión y esfuerzo:
la precaria victoria en la terrible lucha
con la nada.

Cruzamos fugazmente por la escena
donde por un momento cambiamos algún rasgo
agregamos un rito
algún acento
para poder así incorporarnos.

Vi que nada es superfluo
que cada vida viene para cumplir su ciclo
de estupores y éxtasis
de deslumbramientos y descubrimientos
para dejar después que otras vidas
repitan el mismo juego con la misma pasión
y el mismo asombro.

Sé que hay un instante en que cada cosa
se detiene
entra en ebullición y resplandece
se difunde y confunde con todo lo demás.

Es cuando el centro del universo gira
se acelera
fulgura
y se detiene allí donde está uno.

Y si llegamos a alcanzar el sentido del todo
si logramos vibrar con las cosas
y también con los otros
si nos fundimos un instante con la palpitación elemental
del mundo
puede decirse entonces que no hemos vivido en vano
que no hemos participado nada más que en un sueño.

A CÉSAR VALLEJO

No nos basta el idioma, compañero,
para decir lo indecible.

Habría que agregarle una hache al sustantivo
una erre al pronombre
y tres equis al verbo
y aún así no sería suficiente.

No nos sirve el lenguaje, camarada,
si no desmenuzamos previamente las palabras
si no las masticamos a priori con fuición
y las molemos tercamente un rato.

Hay que cargarlas de un dolor tan célebre
de un frío tan universal
de un hambre tan empírico
que las palabras no alcanzan, compañero.

Y no obstante cantamos
cantamos en un tiempo de crimen y despojo
pero no cantamos este tiempo sino el otro
el tiempo en que todos los que quieren podrán cantar.

1976

A LOS POETAS DE AMERICA

Reunidos en un mismo lugar y en el mismo
momento
por un hecho fortuito
es decir
por las leyes inexorables del azar

circuncidados por la misma memoria
consternados de un infortunio parecido
y ateridos de la misma tierra
tenemos por delante una sola tarea:

que no sigan subiendo las aguas de la
inexistencia
que no sigan corriendo los alcoholes pesados
del olvido
que no sigan callando los rubores lentos del
crimen
tierra nuestra la nuestra:

tierra pensada y fabricada al revés por los
grandes y pequeños rufianes
perseguida a sí misma
condenada a ser ella
con su inexistencia dulce y añorada
exhalando esa delgada y bella música pobre
como sus guitarreros

tierra nuestra la nuestra:

los bronces del porvenir te estarán esperando
pero con eso no se vive
las campanas del pasado planean en tu cielo
pero con eso no se come
la jungla del presente se recuesta en tus costas
pero con eso no se existe.

Es fácil para nosotros apantallar la tranquilidad
de nuestros pueblos
abanicar sus ojos y sus esperanzas
y conseguir la rúbrica de nuestros descendientes
desviando los proyectiles con que se defiende
del tiempo.

Pero tenemos por delante la inseguridad de
nuestros mitos
el fracaso de las revoluciones
el orgullo de nuestra fugacidad
y la imperiosa necesidad de la vida.

Tenemos por delante una América viva
en los carros blindados de la sangre
y en el triunfo de la paciencia.

Por lo cual entraremos de lleno en los asuntos
de la buena poesía.
De las buenas razones para la poesía.
De la buena poesía para la mejor de las razones.

* Nació en la ciudad de Buenos Aires el 18 de enero de 1925.

A MI HIJO…

Las únicas virtudes de tu padre son
algunas pocas cosas que nunca
hizo.

Sus únicas culpas: otras muchas cosas que dejó de
hacer.

En el terreno de lo hecho sólo unas cuantas
sombras
varillas confusas
pasiones como nada.

Y en el tiempo
sólo tu sonrisa que arde
sólo un gran amor que se arraigó
sólo algún poema que respira.

Esto en cuanto a mí.

Y para tus años
la cal viva de la alegría
el préstamo lustroso del porvenir
la estridencia de las cosas
el calor y el temblor de otros hombres
y la luz con que nosotros soñamos.

Hay en el contorno del mundo
una lámina de fuego que todo
hombre puede pisar.

Hay en el agua de todos los mares una gota de
sombra
que todo hombre debe beber.

Hay en el espacio una campanada perdida
que todo hombre se sienta a
escuchar.

Por esa lámina
con esa gota
en esa campanada se vive.

ARTE POÉTICA

Si el poema no sirve para imponer al nombre
de las cosas
otro nombre y a su silencio otro silencio,
si no sirve para hender el día
en dos mitades como otros dos días relucientes
y para decir a cada uno
lo que cada uno quiere o necesita
o no se ha dicho nunca a sí mismo.

Si el poema no sirve para que el amigo o la
amiga
entren en él como en un amplio recinto
y se sienten a conversar largamente con un vaso
de vino en la mano
sobre las raíces del tiempo o el sabor del coraje
o de los que tardan en llegar este año los fríos.

Si el poema no sirve para quitarle el sueño a
un canalla
o ayudar a dormir al inocente,
si es inútil para el deseo y el asombro,
para la memoria o el olvido.

Si el poema no sirve para hacer del que escucha
un fanático
que el poeta se calle.

BUENOS AIRES
EL AIRE QUE RESPIRO

No se ve a nadie en esta orilla sola.

No se ve nada en este insomnio chato
sin mareas ni cumbres
donde hasta las palabras son más viejas que las
cosas.

No se ve a nadie en esta loma hundida
cavada bombardeada
donde alguien golpea desde el fondo con un
ruido de huesos y neumáticos
donde hasta los recuerdos son más viejos que
la vida.

(La ciudad sin oleajes ni morros
el gran témpano ardiente que nos consume a
todos.)

Apenas sobre los umbrales una mano
apenas en las ventanas una ceja
apenas sobre los árboles una música.

Nada ni nadie en la ciudad sin ruinas y sin
gente
aunque la sangre llena los subterráneos y las
aulas
aunque la tinta cubre los dormitorios y las voces.

No se ve a nadie en este espejo en llamas

pero igual respiramos buenos aires,
aires buenos, pero difíciles.

DELICADO EQUILIBRIO

Me muevo como en una onda térmica
entre las grandes palabras que definen la vida
y la charla efervescente de mi almacenero
Ramón.

Fluctúo como una mano ciega
entre las playas sin límites que recortan la
América
y el barrio encallecido en que creció mi infancia.

Planeo como una hélice rota
entre el azul intenso que cubre el continente
y el pedazo de nube que cruza mi ventana.

Vacilo como un faro loco
entre la gesta brava del pueblo que combate
y mis tribulaciones con los percances cotidianos.

Me debato entre el canto y el susurro
entre el tú tierno y el vos entrañable
entre las grandes pasiones que todo lo consumen
y el amor claro de mi mujer que espera al hijo.

Ondeo entre una cosa y otra como un ala
perdida
pero de lo que no dudo de lo que estoy seguro
es de que en alguna parte
todo se confunde
y es una misma cosa.

EL POETA DE CUARENTA AÑOS

En el instante mismo en que uno se siente eterno
el tiempo se desmorona.

Han ido llegando los momentos perfectos
y así también se han ido.

Entro en el recodo en que uno se espera a sí
mismo
y se encuentran las trasnparencias del amor
las detonaciones del sexo
la retribución del hijo
las compensaciones de los viejos trajines:
en que todos los intereses se recaudan.

Todo llegó menos la revolución.

El tiempo solo fue bastante
para ver declinar algunas vidas en catástrofes
los desastres en olvido
los olvidos en una nueva vida.

Conocí a tanta gente
que cada uno que veo me recuerda a alguien.

He andado tanto
que en cada lugar echa su sombra la memoria.

Tanto he escrito
que todo lo que leo me parece que es mío.

He saldado las cuentas
y aquellos a quienes quiero son los que me
quieren.

EL �LTIMO PORTEÑO

La noche lo venció.
Lo mató la intemperie.
Le rompieron el alma, el traje, la cabeza.
Le quebraron los ojos con la luz de mercurio.

Lo mataron las muertes de las lecherías
el frío de las madrugadas de Corrientes
las luces macilentas del alba
la brisa que temprano se levanta del río.

Acabaron con él los ensanches y las autopistas
los cines y los cafés al paso
y se fue derrumbando con las casas petizas
las calles empedradas y las veredas anchas.

Lo mató todo eso que nos mata a todos:
el odio por lo que ya está muerto
el amor por lo que todavía no es.

No le dejaron nada,
le llevaron los ojos, los sueños, los pulmones.

Se perdió por el aire
tomando su café.

INTERLUDIO SANJUANINO

los álamos y sauces reinaron en mi infancia
junto a las acequias de aguas puras y rápidas.

No hay nada como ese leve temblor del aire antes del día
nada como esa nube de otoño en la memoria
ni nada habrá como el calor del sueño y de la sangre
que encandila de soles nuestra infancia.

El Zonda envolvió en nubes de arenas y de fuego
mis primeros recuerdos:
montado en un caballo me asomé sobre el mundo
y fueron mis amigos los pájaros y perros.

Nada como esos días confiados al asombro
ni como esas horas empedernidas en el júbilo.

Las escuelas de adobe, los médanos ardientes
albergaron por años mis estudios y juegos
mientras a lo lejos se elevaba al poniente
el perfil de los Andes como un marco perpetuo.

De esas aguas y arenas, de ese sol estoy hecho.
La soledad me trajo el amor por las gentes
de ese desierto vino mi apego por las lluvias
de ese mundo vacío mi gusto por los viajes y el canto
del callado fervor de esos años todo lo que tengo.

¿Y qué pasó después?
Después fue todo igual a lo que ocurre siempre,
encuentros, desencuentros, llegadas, despedidas�.
Sólo persiste en el aire como un perfume oscuro
el olor de la leña ardiendo a mediodía.

MUERTE DE LA POESÍA

Oigo caer la lluvia
y es sólo el agua que se precipita en la luz vac�a
del amanecer.

Toco la claridad del día que nace
y es sólo la mañana y aquello que la mañana
aún no ha vencido.

Miro tu piel, tus manos
y hallo sólo la soledad más cruda de la tierra.

Huelo el aire difuso del otoño
y es sólo la opresión, el peso de una atmósfera
gastada.

Palpo los objetos, las ropas, los vidrios
transpirados
y es nada más que la fatiga de la materia,
la desolación del tiempo.

Todo todo ha sido arrasado para siempre
por la ciega insistencia de este diluvio
irreparable.

SAN SALVADOR DE JUJUY

Aquí es la siesta del cobre
y la tarde del agua.
Aquí el ombligo del mundo se cubre de ternura.

Y el tiempo se dilata hasta tocar sus bordes
y el aire suena hasta volverse vidrio
y la luz se adelgaza hasta entrar en las rocas.

El glaciar se alejó dejándote esta piedras que
los siglos y tus aguas lamen
y este nudo de cauces
que te ata a las cumbres.

WAKE UP IN NEW YORK

A veces es la nieve que cubre las miradas que
dan sobre el río
a veces es un grito granizado en las calles
a veces una risa como un copo perdido
a veces un claro y amplio remanso en el centro
del mundo como un lago de fuego y
de piedra.

A veces es la vida con montaje y technicolor
a veces una plaza y una cerca de hierro
a veces solamente lo es todo
y a veces es el tiempo al alcance de la mano
y a veces un desierto con un solo letrero que
señala al olvido.

Ciudad que poblaron los solitarios para estar
solos
las multitudes para saberse acompañadas
los triunfadores y los fracasados para sentirse
iguales
los hombres del mar para encallar en el río
los hombres de la tierra para enfrentar al mar.

Ciudad hablada en español
amada en griego
fundada en holandés
mostrada en turco
alimentada en chino
comprada y revendida en idish
silenciosa en inglés
cantada en italiano
ruido rueda rueca de la tierra
sonrosada sonámbula
vaga vacía vacilante viva.

Una conciencia se abre y es el mundo
dos conciencias se encuentran y es la vida
un desfile infinito de conciencias se desborda y
es la nada.

A down town por las aguas del East River
por las aguas del Hudson hacia el up town

De toda tu riqueza separo esa música
de todo tu dolor separo ese rostro
de todo tu ruido separo esa risa
de todo tu silencio separo esa plaza
de toda tu grandeza separo este día.

Tangueando en las veredas de la Sixth Avenue
en Madison y Lexington y la Park Avenue

Maniatan
barco encallado.