VARGAS, MARTHA
APUNTES SOBRE UNA FOTOGRAFÍA

Arcaica realidad que surge de la fotografía en blanco y negro.
Paso hacia atrás, corte de cortinas traslúcidas
contra el fondo de toda añoranza y de otras perspectivas.
La noche cada vez más cercana, las aves
buscan sus nidos de plumas palpitantes y picos abiertos,
mientras los ojos amarillos de un gato observan
antes de retirarse con pasos estudiados.

En una geometría coral, brilla la arena de los médanos.
Alguien, un pescador encorvado, camina
en esa urbe intrincada donde las calles bajan regularmente
hacia el mar ensimismado.
Misteriosos arquitectos de construcciones de piedra
durante siglos y siglos de constelaciones agrestes.
Con estruendo de ventanas que se abren en el agua,
una rana estira al máximo sus patas membranosas
y se dispara como un arco tensado al máximo.
Laberintos sin fin. El cerebro confundió las tres dimensiones.

De La bicicleta azul y otras fotografías

CORRESPONSAL GRÁFICO

Al alcance de la mano
una visión del mundo
de formas nítidas
ante la perfección del encuadre.
La lente congela la mirada,
decide lo que hace
y se emociona ante el motivo,
las partes y el todo.
Es la realidad tras las superficies.
Las imágenes hablaron
y hablaron sin parar.
Las figuras de tres hombres
largos, delgados
con los ojos abiertos
y sus bastones,
verdaderos caballeros del tiempo.
Miran el solo ojo
cilíndrico, misterioso,
y se alejan.

Cómo sorprende alguien
que lleva su cámara,
quizás para congelar el mundo,
quizás para quitar la vida,
quizás para sorber el alma,
quizás para aprisionar los matices,
los detalles y las luces
de los ojos.
Nada escapa a esa mirada,
a esa percepción.

DANZA DE LOS CORAZONES

Las fotografías de las multitudes de trapo
donde los actores se muestran con toda su identidad
mientras
se oyen junto a los marrones del otoño
más allá del muchacho obligado a la luna
los silencios.
La sombra del tiempo en una fotografía
de tanto grito que se deshizo en la nada
soplo sobre las olas de espigas
cae la lluvia sobre esos corazones,
danzas de la paciencia de las cosas
de tantas espadas sin ocupación
específica,
desde mordiscos de serpientes y su transparencia
de celuloide gastado que guarda secretos
de lenguas bífidas
como canciones a punto de pasar de moda
sintiendo que el agua es incapaz de calmar esta sed.
De La bicileta azul y otras fotografías

DISTORCIÓN DE LA LUZ

Uno de tantos amaneceres ilusorios
amaneceres ilusorios de las plazas anchas
y las sombras que se trasladan por los atajos arbolados
cuando la luna comienza a evadirse como columnas de hielo la misteriosa encapuchada amiga de los gatos
he percibido vagamente el sabor
de la cal brillante de las altas noches
del vino y las palabras insobornables de los poetas
los músculos en tensión de los bailarines enlazados
en puntas de pie en las terrazas frente a la nada
el camino en cada paso en la danza de las montañas
el sueño y los matices de la luz
el viento los llevará por el espacio de los ojos del pasado
como las patas de los caballos en los
confines del recuerdo.

HOMBRE EN VIAJE (FRAGMENTO)

Hoy he escuchado una canción
que trataba de atrapar el instante,
sin darle demasiada importancia.
Testigos del horror mis fantasmas
con largas vestiduras y caras cubiertas
fraguaban revoluciones fuera de lugar.
Voces de hombres, voces de mujeres,
singladuras entre las dos riberas del río,
dominios de lo misterioso,
en esta soledad que
atrae,
como una vieja película
y repele,
al abrir los lienzos del bullicio propio de la calle.
Un clarinete convocante
inventa cada paso,
otra tragedia del tiempo
y vuelvo a la ciudad que me desgasta.
“Yo soy el camino”, se leía en los portales
de piedra.

El hombre simple no entiende,
el lugar está en silencio,
y sin embargo se oye a sus espaldas
el estruendo de disparos
y corridas.
El hombre no consigue leer la realidad
de esas casas de lata.

Por eso se asombra y titubea.

El humo trata de borrarle el camino.
No entiende por qué
no consigue
levantarse del barro.

Sin el calor de los demás
pero con el abrazo
que le devuelve la guitarra,
el poeta permanece en su hueco.
Recuerda poemas no se sabe de dónde
y los recita.
Sus dedos se arrastran en las cuerdas.
Se aprieta a esa mujer adivinada, sonora,
y canta otros versos que inventa.

No quiere cantar-escribir la realidad tangible,
el frío de las noches,
la utopía corre adelante
y se aleja y se esquiva.
Él canta-escribe para secar su llanto
frente a los espejos.
Y cuenta esas historias
acelerando los recuerdos hasta conseguir
la condensación del tiempo.
Un boulevard por donde se ha escapado
la utopía.
¿Para qué sirve la utopía si no se alcanza?
Precisamente para eso,
para caminar.

Levanta al hijo en sus brazos como una rama de paz.

¿Qué te ilumina por dentro?
¿Qué tormenta?
¿Qué paisajes?
¿Cuántos amaneceres?
Dice.

Y levanta los brazos hasta el origen del amor,
hasta tocar las flores de los valles
y el viento en algunas noches de tempestad
bajo el abrigo,
cuando los barrenderos se llevan los restos
de la celebración.

INTENTO DE APRISIONAR EL TIEMPO EN EL PAÍS MAPUCHE

Aprisiono tu tiempo, fragmentos de mí misma, como una forma cerrada.
Las golondrinas de octubre en un caos de vuelos rasantes
entre planeos de alas y algarabías, mientras
el tiempo reina.
Trato de juzgarlo y condenarlo a un calendario de papel
sin apelación.
País de los mapuches que destila mieles silvestres
y vientos que bajan rugientes de las cordilleras.
Solapada reconquista, guerra santa.
El gemido acompasado de tu tierra es un impulso rabioso.
Espíritu del lugar.
Alegoría del tiempo hecho ráfaga.
Mi cuerpo abierto en un recibimiento eterno,
tan eterno como tu orgullo,
como el espíritu de tu provinciana.
Tan eterno como la fiesta de tus piedras.
De Los Paisajes Diversos

INTROSPECCIÓN

Tanto insisten las viejas preguntas sin respuestas.
Un muchacho, ganador de la tómbola, lo dijiste Borges,
rebusca en un carro de desperdicios.
Una madre busca a su hijo interrogando a un fusil
que en su momento se hundió en un costado de Cristo.
Las llamas de las olas elevan el pesquero por el tiempo que dura una ola encrespada
para volverlo a sus límites terrenos.
Pero no basta para responder
a las preguntas, no sé, o al bramar de las campanas.
Las vivencias como galopes de caballos asustados
vuelven en olas arbitrarias.
Revoluciones de mesas de café, iridiscencia de los faroles
y el invierno en las hojas amarillas de los puentes
escriben la historia.
Los estudiantes de París del sesenta y ocho,
juegan junto a Roldán y Jacques Prevert y su guitarra
y La autopista del Sur del amado Julio.
El viento arrastra polvo en la calidez de mis ropas
y la cifra es impar en las hojas del nogal de la calle.
En los espejos de mil casas de muñecas
busqué razones a mis ojos abiertos
y me calqué fielmente en las convenciones de los archivos.
Un olor a noche sin luna
y a palabras no dichas a causa de insondables significaciones.
Los pájaros establecidos más allá de los ecos
han marcado
un pequeño trozo de círculo en la vida de un árbol.
El camino no se mueve.
Soy yo sobre la quietud del camino
ganando en espacios de cámara a la muerte.
De La voz en el espejo

LA BICICLETA AZUL

I
El pasado se parece a esas fotografías que miramos.
La cara desconocida del espejo
dice que hay que empezar de nuevo con la historia.
No es la fijada en la vieja fotografía.
Los muebles de mi casa y la bicicleta azul.
Las rosas de Ispahán. Pero la vida se escapa
caminando por una plaza sin árboles. II
Por una de las puertas volverá algún día
de su exilio.
Peregrinaje de idiomas y otras nieblas
en islotes
y contornos de poemas y utopías.
Una música invade los resquicios
—los jinetes de la música—
III
Las palabras de la canción heredada.
Flotillas de arena en el río de Heráclito.
Arenas de tu lugar,
de tu pueblo,
para tu tumba.
La tarde,
inmediata.
(Y los espejos imaginarios
del callejón del gato).
De Caminos hacia la ciudad

LA HISTORIA INTERMINABLE

Recorrí esos nombres de mapas imprecisos.
Jordán, Belén, Jerusalén, Nazareth…
Belén, la pequeña. La dulce Nazareth…
Y la muy amada Quds.
Confundí olores de olivos y almendras
con sangre de inocencias actuales y pasadas,
de la tierra palestina…

Este es el mundo que repite las historias, dijo.
Sus llantos de viejas inequidades
cristalizaron el campo
como un resplandor de fuego
fatuo.
Comprendí que
la vida estaba ciega
en ese rincón oscuro
del universo.
Le dije mi temor por esas visiones,
la luna que se rompía en el agua,
dios que no era dios,
los niños con frío
en las noches del invierno.
Miré sus manos agujereadas
de antiguos y nuevos
espantos.
Vi que
aparecieron cruces de sangre
alrededor de su cabeza
como una corona
de espinas.

LA POESÍA Y EL TIEMPO

Había una vez…
¿Cuándo?
No encuentro ese tiempo cerrojado
ni en calendarios
ni en esferas.
Ayer irreparable
reencarnado en la memoria.
Pasado que es futuro en la irreversible
inversión del tiempo.
El tiempo es melodía cantada
por los días sucesivos
y desposorio de instantes repetidos
manando constante nuestra sangre
delante del espejo.

Vil, el reloj,
no podrá medir la inmensidad de nuestros pasos.

Y Cristo vuelve a nacer
y el sacerdote inca vuelve a atrapar el sol de junio.

De De ropajes y fantasmas

LA TARDE Y VOS

I
Que volvieras
como antes
y siempre,
ala de mi barco.
Yo detenida en la espuma.
Destellos
silentes
trepan por las piedras.
Repito en el aire senderos y moradas
que borrará
la tormenta.
Un niño gira luminoso,
haciendo caso omiso del sol.
II
Llega el fin de la tarde. No te asombres
porque debía llegar desde el instante
de la salida del sol. Desde el fondo
del agua.
Propiedad del río que discurre
o del viento que eternamente vuela.
Deja la corriente de esta tarde fluir,
deja crecer la nube en su destino.
Es la tarde que se acaba.
No levantes los brazos a las copas vacías.
Abre los ojos y mira el vuelo de las gaviotas.
Elige una paloma, esa misma
que anidaba audaz en la arena
en la reverberación del aire.
De La voz en el espejo

LOS PLANOS DEL AIRE

Revisaba fotografías de sagas de otros tiempos,
allí estaban los tres elementos de Modigliani
trazados por unas manos cuencos de tibia arena,
la belleza de los sueños de una herida antigua
en los muros de ladrillos de las ciudades
con sus secretos de cal,
viejas higueras confundiendo los abrazos
hilos de agua avanzando por las hendiduras
como una mano cruzando el aire
en apoyo de algún razonamiento
después de la lluvia gota a gota con sonidos
de llamas crepitando por los relieves de madera seca.
Luego se alejará del fuego de la extinción
una delgada lámpara apagándose en el medio del recinto
banderas del azar la vida es ausencia
las casas se entrelazan para protegerse
los días de sol relucen en los planos del aire.
De La bicicleta azul y otras fotografías

REFLEXIÓN Y BAILARÍN

Signos del cuerpo del bailarín
en las lindes del acto ritual.
Danza sobre tanto cadáver.
Baile sobre la huida de los pájaros.
Se estudian los lobos y afilan sus garras
en la carne rota de su gente. Como todos los días subida en el brazo del sillón
mi gata mira la calle.
Como todos los días espera
que el hechizo del círculo que la encierra
se cumpla.
Por ese mismo anillo de sal
gira un corro
en silencio. Un paño negro
y viscoso
como tantos mares muertos.
Vida o teatro trashumante.
El humo de la tortura y el fuego
varían el ritmo de la sangre y los latidos del mar
trastocando
pleamar y bajamar.
Manos, rostros y el bailarín asciende
como una lezna de luz.
Destinos ceñidos por sedas secretas,
líneas rupestres en el aire, lumbre y flecha,
hilos de una vieja malla que se entrelazan
como las gotas heridas del aire
en su derrotero entre las rocas.
La danza de la guerra en el quieto horizonte
entre proas de cristales.

TARDE DE CAMPO

Un camino cualquiera, una senda con orillas de soles,
líneas radiantes que se dibujan hacia el cielo en los extremos.
La siesta se rompe con el murmullo de los pies
sobre las hojas que cubren el suelo por donde huyen
los diminutos seres de la llanura,
conjunción y espectáculo de sangre y tierra.
Parece que el viento golpea sobre la boca
para acallar la voz que hiere el aire leve
que pesa en la tarde.
Mientras, sube el calor
desde el fondo pertinaz de la tierra, en oleadas
que enrojecen el horizonte y confunden la vista.
Las células nigromantes de la vida y a lo
lejos, creo escuchar la música de Haendel
y vuelvo mi rostro hacia adentro.
De La bicicleta azul y otras fotografías

TARDE DE LLUVIA

Llueve sobre el universo de esta tarde.
Los descarnados brazos de la tierra gris
acunarán brotes verdes.
El viento. Alargada queja encendida de sombra,
gira y llueve.
La soledad es silencio entre las gotas
resumida en extraño croar de ranas.
El ámbito vacío. Pura apariencia,cuando castiga sarcástica, salobre,
la risa del relámpago.
Invisible el sol, cercano al equinoccio
gime en oros vivos
y oscurece.

VISIÓN DE LAS TRISTES FOTOGRAFÍAS

Vi esos documentos en tecnicolor
mujeres sin dientes por ancianidades anticipadas
ropas con la historia del mundo
y resbalando de entre sus piernas
chicos de pequeñas estaturas vientres
hinchados que duelen cerebros
indefensos.
Se retuerce de placer el Rey Gordo
artero
cínico
cobarde.
El Gran Mercado tótem de rojas transpiraciones.
Hombres que
parían pájaros en ceremonias de esqueletos con capuchas
pariciones de pájaros muertos que atraían a otros pájaros
muertos
con un fondo de mujaidines de voces como soplos flujos de aire hinchando las alas
en sus vuelos predeterminados
laberintos sin hilo conductor
como pueblos constructores de diques de molinos
atrapados imprevistamente por trípodes de sofisticadas iluminaciones.
De La bicicleta azul y otras fotografías.